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Leyendas Cortas

De cuando Eréndira, la Risueña, se casó. Leyenda purépecha.

Cuando Eréndira, la Risueña, la querida princesa purépecha iba a contraer matrimonio, un cacique de un señorío cercano a Pátzcuaro, donde vivía la joven, envió a un mensajero a pedir la mano a su señor padre. Al llegar al mensajero a su destino, el padre de Eréndira preguntó: -¿Pues, qué hay, señor? ¿Qué negocio es por el que vienes? A lo que el mensajero respondió: -Señor, envíame el Señor de Tzintzuntzan a pedir a tu hija*. Entonces el padre replicó: -Seas bien venido. Efecto habrá, basta que lo ha dicho. – Señor, dice que le des a tu hija, para su hijo, preciso el mensajero. El padre, gustoso, aceptó afirmando que estaba de acuerdo porque él había pensado en el hijo del señor de Tzintzuntzan para marido de su hija, ya que el mismo pertenecía a ese lugar y a ese linaje, y prometió enviar a Eréndira con un propio a la casa de tan noble señor. En seguida, el padre de la joven se dirigió a sus esposas y concubinas y les preguntó: -¿Qué haremos a lo que nos han venido a decir? Y ellas le respondieron: – ¿Qué habemos nosotras de decir? Señor, mándalo tú solo. -¡Sea como dicen! Replicó el padre.

ErendiraEn seguida, las mujeres procedieron a ataviar a la princesa y a preparar su ajuar que consistió en mantas para el esposo, hachas para partir la leña de los templos, petates para la espalda, y cinturones de cuero. Las mujeres que acompañarían a Eréndira se arreglaron lujosamente, y colocaron en envoltorios los efectos personales de la muchacha que consistían en joyas, petacas, algodón para hilar, y sus hermosos trajes. Cuando partieron a la casa del novio, la princesa y su séquito de mujeres iban acompañados de varios sacerdotes. Al llegar a la casa de su prometido vieron con satisfacción que ya estaban preparados los grandes tamales de boda hechos de maíz y rellenos de frijoles molidos; a más, había jícaras, mantas, ollas, maíz y chile, semillas de amaranto, enaguas y demás ropa femenina. Los parientes y amigos se reunieron en una estancia donde un sacerdote colocó a la pareja nupcial en el centro. Y dijo: –Esta envía tal señor, ques su hija. Plega a los dioses que lo digáis de verdad pedilla y que seáis buenos casados. Plega a los dioses que seaís buenos casados y que os hagaís beneficios. Mirá que señalamos aquí nuestra vivienda de voluntad, no lo menospreciemos ni seamos malos, porque no seremos infamados y tengan qué decir del señor que dio su hija.

El discurso continuaba recomendando a los novios ser fieles y alejarse de la lujuria y las malas acciones, para evitar se ahorcados o matados con la porra. A Eréndira le invitaba a no hablar con ningún hombre en la calle, y a portarse correctamente para evitar las habladurías. Al novio de la princesa lo instó a que si descubría que Eréndira le había sido infiel, la rechazase y la regresara a su hogar paterno.

Terminado el discurso, el sacerdote preguntó a los novios si habían entendido bien las normas matrimoniales, y precedió a nombrar a todos los antepasados que habían vivido en ese sitio y a recordarles que procedían del noble linaje de los chichimecas. Una vez casados, la pareja real y los invitados pasaron a un salón para disfrutar de los tamales y de otros sabrosos manjares y bebidas. El suegro de Eréndira, muy orgulloso, les enseñó, el terreno que les había regalado para que fuese sembrado. A las mujeres del séquito y a los sacerdotes que le acompañaron les obsequió con mantas, y al padre de la novia le entregó un lujoso presente.

*Textos originales en cursiva tomados de la Relación de Michoacán.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Mitos Cortos

El Bulto Sagrado de Ñuhú. Mito mixteco.

Podemos considerar a la cultura mixteca como una de las más antiguas de Mesoamérica. Sus primeros poblados agrícolas aparecieron durante el tercer milenio a.C., en la zona llamada por los mexicas Mixtecapan, localizada en el estado de Oaxaca y parte de Guerrero y Puebla.

Los mixtecos antiguos creían en un dios del maíz llamado Cohuy, encargado de velar las milpas y las cosechas, y en un espíritu de la Tierra que vivía en los manantiales, caminos, piedras y milpas. Se trataba de un ser fantástico que recibiera el nombre de Ñuhú Nde’yu, Diosecito de la Tierra. Dicho personaje, representado como un bulto sagrado, tenía apariencia humana, su color era rojo y ocre; llevaba pequeñas protuberancias alrededor de todo su cuerpo, que bien podrían indicar su esencia pétrea. No tenía ni brazos ni piernas; sus ojos eran redondos, y grandes colmillos salían de su boca.

En los códice Colombino-Becker (que narra la vida de los gobernantes mixtecos) y Bodley (registros genealógicos), aparecen numerosas representaciones del bulto sagrado dedicado a Ñuhú Nde’yu, a quien se le consideraba como el protector de las siembras. Este bulto se encontraba en el templo del Señorío de Jaltepec, Oaxaca, al cual acudían los gobernantes mixtecos antes de tomar posesión de su mandato. El bulto sagrado de Ñuhu se le otorgó, inicialmente, al Señor 10 Caña Águila de Fuego, quien fuera el primer gobernante de Jaltepec, como parte de los objetos ceremoniales que se le entregaban al asumir el mando, pues en ese lugar se  veneraba al bulto de manera especial. La escena de la entrega se puede ver en el Códice Selden, en el momento en que varios caciques de pueblos aledaños hacen entrega del bulto al que acompañan un escudo, una flecha,  y algunos instrumentos de sacrificio. Cuando el Señor 10 Caña recibió al sagrado Ñuhú y las ofrendas correspondientes, procedió a llevar a cabo los rituales de auto sacrificio dedicados al espíritu. Después de tres años de rituales y ofrendas dedicados al Bulto de Ñuhú, el señor de Jaltepec, tomó posesión del Señorío y se casó con  la Señora 2 Lagartija. Desde entonces, todos los nuevos gobernantes estaban obligados a rendir honores y sacrificios al Bulto Sagrado de Ñuhú, con el fin de legitimar religiosamente el poder dinástico de los señores.

Todavía en el siglo XVI,  el Bulto de Ñuhú seguía utilizándose como parte de la fiesta agrícola llamada Huicotuta, Fiesta del agua, en la que los sacerdotes de Yanhuitlán lo sacaban de su escondite secreto –por aquello de las persecuciones del Santo Oficio- durante la época de la cosecha del maíz; sacrificaban una paloma y encendían copal en honor del dios-espíritu Ñuhú.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tradiciones

El Día de la Candelaria. I.

Antecedentes histórico-religiosos
En el calendario cristiano, el día 2 de febrero se conmemora la fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen María llevada a cabo cuarenta días después del nacimiento de Cristo, y la presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén, centro del culto judío, construido en el año 1000 a.C. por el rey Salomón, y destruido por los invasores babilonios en 586 a.C.

Las dos ceremonias de esta fiesta se empezaron a celebrar en la ciudad de Jerusalén desde el siglo IV y, poco a poco, la costumbre se fue extendiendo a varios países del Medio Oriente.
La fiesta de la Candelaria llegó a Roma a finales  del siglo V, impuesta por el Papa Gelasio (¿-496) con el propósito de sustituir a la Fiesta del Fuego y de la Fertilidad conocida como la Lupercalia que los romanos pagamos seguían efectuando en honor de Luperco o Fauno, dios de la Fertilidad. El día 15 de febrero (ante diem XV Kalendas Martias), llamado en lengua latina dies februatis; o sea, día del toisón, los seguidores de Luperco –el famoso Fauno Luperco-  se reunían en una cueva del Monte Palatino, donde había vivido el fauno lobo quien tomando la forma de una hembra loba había amamantado a los gemelos Rómulo y Remo, fundadores míticos de Roma, y le sacrificaban bajo la higuera Ruminalis, un perro y un macho cabrío, animales considerados impuros. Una vez muertos, los animales eran desollados y los lupercos se ponían sus pieles, la februa, sobre el cuerpo y recorrían la ciudad propinando latigazos a todas las mujeres que les salían al paso, con el fin de propiciarles una segura fertilidad; los hombres también resultaban golpeados y con ello alcanzaban la purificación.

Cuando la fiesta cristiana fue plenamente aceptada en Roma, se le incluyó la Letanía; es decir, se agregaron procesiones cantadas como parte del ritual. Más adelante, en el siglo IX, la fiesta se enriqueció con la ceremonia de la Bendición de las Candelas, de donde le viene el nombre de Día de la Candelaria.
Por su parte, el historiador Luis Weckmann ahonda en los orígenes de la Candelaria cuando nos refiere:
La fiesta de la Candelaria (2 de febrero) es quizá de origen moro (…) en todo caso en la Europa Central y nórdica constituía una de las dos grandes festividades anuales de la religión precristiana de la fertilidad (cuyas sacerdotisas dieron origen a la idea de las brujas). Como recuerda Ocaranza, la Candelaria es la fiesta de la Purificación; y las velas benditas ese día se conservan para auxiliar a los moribundos o para librarse de los peligros del rayo y del trueno y de las tentaciones del demonio.

Asimismo, la bendición de las velas que se llevan en la procesión durante la celebración de los oficios, simbolizan la llegada de Cristo como “la Luz que ilumina a los gentiles”.

A la festividad que nos ocupa se la conoce con diversos nombres: La Presentación del Señor, la Purificación de María, la Fiesta de la Luz y la Fiesta de las Candelas.

La Virgen María
Acerquémonos un poco, ahora, a la historia mítica de la Virgen María. Para ciertos estudiosos, entre los que contamos a sir James George Frazer, algunos de los aspectos y características de la Virgen, derivan de los misterios atribuidos a la diosa egipcia Isis, tales como la pompa de sus rituales, sus sacerdotes afeitados y tonsurados, los maitines y las vísperas que se le rezan, la música de las ceremonias que se le dedican, las aspersiones, las procesiones, las imágenes adornadas con profusión de joyas y el hecho de que a Isis algunas veces se le haya representado amamantando a Horus, su hijo, posición semejante a la de la Virgen cargando en brazos al Niño Jesús.

Esta deidad egipcia, diosa Suprema y Universal, fue esposa y hermana de Osiris, y, junto con Horus, formaban la triada principal del panteón egipcio. Fue acogida por los griegos cuando conquistaron Egipto y la sincretizaron con la diosa Deméter, Madre de los Cereales. En Alejandría, puerto y ciudad de Egipto, se convirtió en la patrona de los marineros y en diosa de la Luna. Cuando los romanos, a su vez, invadieron tierras egipcias, el culto a Isis fue introducida en Roma y se la consideró como Madre Universal de la Naturaleza, la Mayor de las Diosas, Reina y Soberana de los Hombres y fue adorada bajo muchos nombres y muchas formas. Tal fue la veneración de que fue objeto que llegó hasta considerarse el prototipo de la madre y la esposa, y, por ende, de la mujer.

En la tradición cristiana, a decir de Jean Chevalier:
El símbolo de la Virgen nueva fecundidad. , madre divina en cuanto Theotokos, designa el alma en la que Dios se recibe a sí mismo, engendrándose a sí mismo, pues sólo él es. La Virgen María representa el alma perfectamente unificada, en la que Dios se hace fecundo. Ella es siempre virgen, pues queda siempre intacta respecto a una.

Si es madre del Cristo histórico, es evidente que, en la medida en que este acontecimiento histórico es interiorizado, no deja en absoluto de ser madre y permanece virgen con respecto a esta nueva fecundidad. El hijo divino nace sin la intervención del hombre en el misterio cristiano, que enlaza por eso mismo con los ritos de la antigüedad que representan el nacimiento milagroso del héroe. La virgen madre de Dios simboliza la tierra orientada cara al cielo, que así se convierte en una tierra transfigurada, en una tierra de luz. De ahí su papel y su importancia en el pensamiento cristiano, como modelo y puente entre lo terrenal y lo celestial, lo bajo y lo alto.

Así, María fue Madre Inmaculada de Jesús. Nació el año 19 antes de nuestra era. Sus padres fueron Joaquín y Ana, cuyo matrimonio fue estéril por más de veinte años, razón por la cual prometieron a Jehová que, en caso de tener descendencia, le consagrarían completamente a su hijo o hija. Por lo cual María, al cumplir tres años de edad, fue entregada al Templo para dedicarse a servir a Dios.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tlaxcala

El Niño Milagroso de Tlaxcala. Leyenda tlaxcalteca

El Santo Niño Milagroso de Tlaxcala (el más pequeño de los estados del México) representa una de las figuras más importantes de las tradiciones religiosas y artesanales de nuestra imaginería popular. La tradición oral nos cuenta que en los primeros años del siglo XX, un humilde artesano que vivía en la ciudad de Tlaxcala trabajaba en la talla imágenes religiosas que elaboraba en madera de ayacahuite, para ganarse la vida y poder alimentar a su esposa y prole. Pero como el artesano no era muy artista ni contaba con mucha creatividad, las imágenes que tallaba no eran de buena calidad, sino bastantes toscas, y un tanto cuanto ingenuas.

El Niño Milagroso de Tlaxcala

La familia del artesano se encargaba de vender la producción recorriendo a pie las calles de la ciudad de Tlaxcala. Un día del mes de junio de 1913, en su recorrido diario los vendedores pasaron delante de la casa de la familia Anzures, de buenos recursos y pudiente. Al oír los pregones, la señora Anzures salió a la calle y les compró una escultura del Niño Jesús, aun cuando no le hacía mucha falta, pues tan sólo trataba de ayudar a la esposa y los hijos del artesano. Sin embargo, Concepción, Conchita como se la llamaba de cariño, la más dulce y bonita de las hijas de los Anzures, quedó fascinada con la imagen del Niño Jesús. Le gustó tanto que enseguida la tomó en sus brazos, y le otorgó su eterna devoción.

Cuando llegó el 23 de diciembre, Conchita colocó al Santo Niñito en el pesebre del “nacimiento”, como es costumbres entre los católicos de México. Tiempo después, el día 2 de febrero dedicado a la Virgen de la Candelaria y a la festividad de la Presentación del Señor, día ritual en que se “viste” al Niño Dios, y se le levanta del belén para arrullarlo y llevarlo a bendecir a la iglesia, la familia Anzures atavió a la imagen con un hermoso ropón de color azul celeste, y gorrito y zapatitos a juego tejidos con estambre. Conchita fue la encargada de “levantarlo”.

En el momento en que realizaba tal acción, sintió que el Niño se movía en sus brazos. Aunque la muchacha pensó que todo era producto de su imaginación, lo comentó a las personas invitadas a la celebración de la “tamalada” que se encontraban con ella y su familia. Intrigados todos los participantes se acercaron a mirar a la imagen y, efectivamente, se dieron cuenta de que se movía ligeramente. Ante tan maravilloso acontecimiento, se pusieron a rezar  novenarios y le dedicaron triduos (celebraciones religiosas que duran tres días) al Niño Jesús.

Como es de suponer, tal milagro fue conocido por la población. La fama del Niño prodigioso se extendió por la ciudad, por lo que todos los días llegaban a la casa de los Anzures devotos a pedirle favores al dios o a agradecerle los recibidos. Ante esta circunstancia, la familia decidió donar la imagen a la iglesia para que el Santo Niño Milagroso tuviera un lugar adecuado donde fuera adorado. El obispo de Tlaxcala, el 26 de febrero de 1914 envío una carta al cura de la iglesia para que pusiera la imagen del Niño en un nicho cerrado bajo llave, el cual no debía abrirse sin una orden expresa del obispo en cuestión.

La Parroquia que albergó la imagen fue construida en el siglo XVI. Su fachada corresponde al estilo Barroco Palafoxiano; su interior es Neoclásico del XIX. Cuenta con una capilla barroca donde se encuentra una imagen de la Virgen de Guadalupe trabajada con trozos de conchas marinas. En otra capilla, también de estilo barroco, se puede ver al Santo Niño Milagroso, protector de los niños recién nacidos, los no natos, y las mujeres embarazadas con problemas de alto riesgo.

El Santo Niño Milagrosos de Tlaxcala llevó al cabo numerosos milagros. Por ejemplo, el 28 de febrero de 1934, una mujer fue herida de gravedad por una pistola, lo cual le provocó una severa hemorragia interna. Su casa estaba en un poblado donde no había médico ni nadie que pudiera auxiliarla. Sus hijos, enloquecidos de angustia, lloraban y rezaban al Niño Milagroso. Uno de sus hijos decidió ir a la ciudad de Tlaxcala, para buscar un médico que pudiese salvarle la vida. Encontró a un doctor que acudió prestamente a la casa de la mujer herida. Al revisarla, el médico comunicó al angustiado esposo que no había nada que hacer, la muerte era inminente. Pero la familia no perdió la fe. Esposo e hijos se pusieron a rezar y a rogarle al Niño Milagroso que la salvara. Cuatro días después, la mujer estaba completamente restablecida. Al otro día, la familia en pleno acudió a la iglesia para dar gracias al Niño por tan maravilloso milagro.

Otro milagro que se le atribuye se produjo cuando una señora que estaba muy enferma de paperas acudió al templo de San José, y le pidió al cura que le pasara la imagen sobre las partes inflamadas. El padre aceptó y, poco después, la mujer se curó del mal que la aquejaba.
La fiesta del Santo Niño Milagroso de Tlaxcala se celebra el 14 de febrero. Los fieles acuden a la Parroquia de San José a rezar, adorarlo, llevarle flores, dulces y juguetitos para que se divierta y siga ayudando a los sufridos mortales.

Una de las oraciones del  Niño Milagroso es la siguiente:
Niño Divino, Niño Milagroso, sé siempre mi amparo, cuida mi camino;
Tú que los presos sacas de dura prisión,
Haz que sea preso, dame tu protección; cúrame niñito;
Si me sucediera una desgracia o algo me llegara a pasar,
¡Oh, Niño Milagroso! Tú me has de salvar.
Un enfermo grave pronto sana.
De ti me despido, Niño Adorado; todos mis apuros dejo a tu cuidado.
AMÉN.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Mitos Cortos

Quetzalcóatl. Mito mexica.

En la variada y exquisita mitología mexica Quetzalcóatl se  identifica con Venus, segundo planeta del Sistema Solar que puede verse junto al Popocatépetl durante ocho meses del año, para desaparecer durante tres. Popularmente se le conoce como el Lucero de la Mañana. Esta estrella, junto con los dos solsticios en donde Quetzalcóatl viene a la Tierra dos veces al año para aportar  fertilidad a la tierra y obtener buenas cosechas, tendrán lugar hasta la segunda llegada del dios. Quetzalcóatl es una deidad dual; según los comentaristas del códice Telleriano Remenensis, cuando Tonacatecuhtli, el dios de la creación y la fertilidad, llevó a cabo su obra máxima dividió el mundo en Cielo y Tierra con un soplo divino. Después, volvió a soplar y creó a Quetzalcóatl, por lo cual se relaciona íntimamente con el dios del aire Ehécatl. El pectoral de Quetzalcóatl es un caracol que hace resonar la voz divina cuando el viento pasa por la espiral del Ehecailacózcatl, caracol Joyel del Viento. Tonacatecuhtli creó a Quetzalcóatl con el propósito de que salvase al mundo. En los dibujos de los códices, Quetzalcóatl aparece pintado de negro, como sacerdote, y lleva un hueso en su tocado, indicador de los instrumentos empleados en los  sacrificios: espinas de maguey y agujas de hueso.

En el libro de Fray Andrés de Olmos De la Creación y Principio del Mundo y de los Primeros dioses, se nos dice que Tonacacíhuatl y Tonacatecuhtli tuvieron cuatro hijos: Tlatlauhqui Tezcatlipoca, Espejo Negro que Humea; Xipe Tótec, Nuestro señor el desollado; Yohuali Ehécatl Quetzalcóatl; y Huitzilopochtli, Colibrí Zurdo. Seiscientos años después de nacidos, la pareja de dioses creadores envió a Quetzalcóatl y Huitzilopochtli  a ordenar el mundo. Obediente y cumplidor de sus funciones, Quetzalcóatl creó al primer hombre, durante la era del Quinto Sol.  Los mexicas creían en que la Creación del universo había pasado por cinco Soles, o eras, hasta llegar a ser lo que es actualmente. En el Quinto Sol, Quetzalcóatl acudió al Mictlan, el Inframundo, en busca de los huesos divinos que le permitirían crear a los hombres.

Quetzalcoatl imagen

Mictlantecuhtli, el dueño y señor del más allá, accedió, hipócritamente, a que el dios se llevase los huesos, pero informó a otros dioses para que impidiese  la tarea de Quetzalcóatl y destruyesen los huesos y lo arrojasen  en un hoyo; lo que efectivamente sucedió. Cuando volvió en sí de la tremenda caída, Quetzalcóatl envolvió cuidadosamente los huesos y se los llevó a Tamoanchan, el lugar paradisíaco, donde con ayuda de Cihuacóatl, la diosa del nacimiento, los trituró, sangró su miembro viril y les dio forma y vida a los macehuales, a los hombres. Xólotl, el dios del atardecer, fue el ayudante de Quetzalcóatl en esta creación.

Quetzalcóatl proporcionó a los hombres los conocimientos necesarios para su supervivencia. Transformado en hormiga negra se introdujo en la montaña escondida de los mantenimientos, y tomó los granos de maíz que llevó a Tamoanchan. En dicho paraíso, los dioses decidieron que este cereal sería el alimento primordial de los seres humanos. Poco tiempo después, Quetzalcóatl rescató a la diosa Mayáhuel, prisionera de las tzitzimime, espíritus femeninos malignos, y proporcionó a los hombres el maravilloso pulque. Este maravilloso dios enseñó a los hombres el movimiento de los astros,  les enseñó a escribir y a medir el tiempo, conocimiento que les permitió elaborar el calendario agrícola y el calendario ritual que les permitió realizar los ritos y ceremonias dedicados a los dioses. En resumen, Quetzalcóatl fue  el héroe civilizador a quien  los mexicas deben su grandeza.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas

Cipactli Tlalatecuhtli. Leyenda mexica.

Cipactli Tlaltecuhtli, el Señor de la Tierra, animal cuya existencia transcurre  entre el agua y la tierra, simboliza las contradicciones de la naturaleza: noche-día, maldad- bondad, odio-amor. Dios lujurioso representativo de la fecundidad, la crueldad, y la muerte; criatura marina de cuerpo mitad cocodrilo y mitad pez; de sexo indefinido,  siempre hambriento y voraz; de cuerpo dividido en dieciocho partes articuladas, cada una provista de una boca.

Tezcatlipoca, el Espejo Humeante, Señor de los Cielos y la Tierra, encarnación de la Muerte y la Noche, fue el segundo hijo de Ometéotl, el dios creador del universo, dios dual a la vez masculino y femenino. Tezcatlipoca, junto con su hermano Quetzalcóatl, dieron origen al mundo, pues en el principio de los tiempos sólo existía el océano primigenio y nada más. Cipactli, el  Monstruo de la Tierra,  moraba en ese único mar. Un día, a posta, Tezcatlipoca metió su pie en el océano, y Cipactli se lo comió prestamente.  Cuando salió a devorar el sagrado pie, los divinos gemelos aprovecharon su salida del agua y lo atraparon. Extendieron el cuerpo del Cocodrilo sagrado, hasta formar la Tierra con él. Al conjuro divino sus ojos se convirtieron en lagunas y estanques; sus fosas nasales devinieron las cuevas que se encuentran en la naturaleza.

Los dioses creadores decidieron partir a Cipactli por la mitad: con una parte formaron el Cielo, con la otra la Tierra. Arriba, en ámbito celestial, quedaron nueve partes a las cuales llamaron Chicnauhtopa, “los nueve que están sobre nosotros” que se encuentran en la cabeza de Cipactli. Abajo, en el Inframundo, quedaron otras nueve partes, a las que denominaron Chicnauhmictlan, “los nueve mundos de los muertos”, ocupan la cola del cocodrilo sagrado. Ambas zonas se encontraban separadas por un tronco de árbol. En el espacio que quedó en medio de ellas residían  los seres humanos, en Tlalticpac, rodeada del agua divina, Atéotl, situada en la mitad del cuerpo del Señor de la Tierra. La pareja primigenia, Oxomóco y Cipactónal, a petición de Quetzalcóatl, inventaron la medición del tiempo y crearon el calendario en honor a Cipactli, cuyo primer mes de los dieciocho que lo conformaban, llevaba precisamente el nombre del legendario animal. Desde entonces, el cocodrilo sagrado simboliza  la Tierra flotando en las aguas primordiales; y sus enormes fauces son las puertas de entrada al Inframundo.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tradiciones

Las festividades de Año Nuevo.

Como antecedentes de las celebraciones occidentales de Año Nuevo debemos mencionar a los antiguos romanos, quienes acostumbraban obsequiar a sus amigos con platos de higos y dátiles secos; los acompañaban con miel y un ramo de laurel como símbolo del deseo de que el año venidero fuese dulce y lleno de buena fortuna. Cuando en el año de 153, los romanos empezaron a festejar el Año Nuevo el 1° de enero y dedicaron el mes al dios Jano, acostumbraban celebrarlo con bailes y danzas durante varios días, y decoraban sus casas con ramas de agrifolio (acebo) de brillantes frutos rojos, con muérdago, y otras plantas consideradas mágicas y propiciatorias. Preparaban fastuosas cenas que pueden considerarse como el antecedente de nuestra cena de Año Nuevo.

Sabemos que cuando en el siglo I a.C. los romanos invadieron a los celtas, que habitaban lo que ahora conocemos como Inglaterra, observaron que en el Año Nuevo los druidas obsequiaban a la población con ramas de muérdago, para que gozasen de prosperidad; los romanos adoptaron tal costumbre que con el paso del tiempo se desvaneció. Tiempo después, en el siglo XIII, en Inglaterra se convirtió en tradición que el pueblo ofreciera regalos a los reyes, y que los esposos de la nobleza obsequiaran a sus esposas con dinero para que adquiriesen artículos personales, pues se pensaba que ello propiciaría la prosperidad del lar. Asimismo, la chimenea debía limpiarse muy bien para recibir al año venidero decorosamente.

La celebración del Año Nuevo se ha practicado en todos los países del mundo –sea cual fuere la fecha en que inicien el conteo del año-, con modalidades y funciones tan variadas como diferentes son las culturas y las religiones que se profesan. En la Nueva España, las celebraciones del Año Nuevo iniciaron en 1545, siguiendo la costumbre española de despedir la Noche Vieja y festejar el año entrante. El 31 de diciembre es el Día de San Silvestre, quien fuera papa en la época en que el emperador Constantino declaró al cristianismo como religión oficial del Estado Romano. Según una leyenda italiana, San Silvestre libera cada año al pueblo de Poggio Catino, en la provincia italiana de Rieti, de un terrible dragón que habita en una caverna situada en las profundidades de la Tierra, y a la que se accede por medio de una escalera de 365 escalones; es decir, el mismo número como días tiene el año. Con tal acción libertaria, San Silvestre cierra, simbólicamente, las “puertas” a las religiones paganas, y “abre” con el Año Nuevo las “puertas” al cristianismo.

Del siglo XIX, contamos con un testimonio de la marquesa Calderón de la Barca que a la letra dice:
¡Año Nuevo! Se advierten manifestaciones especiales de alegría para festejar la llegada de Año Nuevo. Suenan más las campanas, se dicen más misas. Los trajes de los campesinos que por las calles discurren, tienen mayor aspecto de alegría y por las calles mismas pasa mayor número de carruajes que llevan en su interior damas mejor vestidas que de ordinario, cuando no van en traje de visita.

Por su parte, Antonio García Cubas, historiador y escritor mexicano del siglo XIX, relata que en la noche del día de San Silvestre los templos estaban pletóricos de gente que rezaba acompañada por los acordes de la música de órgano; es decir, que se efectuaban misas en este día. Todo el mundo se deseaba feliz Año Nuevo, y se intercambiaban flores y regalos que las familias pudientes enviaban con sus respectivos criados.

Actualmente, en la Ciudad de México la costumbre de regalar se ha perdido. La noche del 31 de diciembre hay  celebraciones  más profanas que religiosas; se recibe al año con luz de velas que guíe a las almas de los muertos, y para que los vivos encuentren orientación en el año que comienza. Se lleva a cabo una cena cuya minuta es similar a la de la cena de Navidad. Además, como una herencia española, cada comensal debe comer doce uvas, una por cada campanada de media noche, pide buena fortuna y formula deseos para que se cumplan durante los meses del año por venir. Con la última campanada, los abrazos y buenos deseos aparecen entre los concurrentes a la cena. Los chiquillos truenan cohetes y globos, y encienden luces de Bengala. Las personas, para las que esta fecha reviste carácter religioso, asisten a una misa de acción de gracias y bendicen doce velas que encenderán, de una en una, cada primero de mes.

Cada grupo indígena de México festeja la fecha que nos ocupa según sus tradiciones e idiosincrasia. Por ejemplo, los indios huicholes el 31 de diciembre llevan a cabo el cambio de varas; es decir, de autoridades. Cada una de las cinco comunidades que conforman el grupo huichol, tiene su gobierno tradicional e independiente. La organización política está integrada por un gobernador, un juez, un capitán, y un alguacil o alcalde. Para el relevo de autoridades los huicholes recurren a un kawitero, un sabio anciano que, ayudándose de los sueños, designa a los sucesores. Una vez elegidos los gobernantes, acuden a la cabecera municipal a oficializar los cargos. De regreso a sus comunidades, dan inicio los rituales que se prolongan por seis días. Se acostumbra sacrificar animales para comer, efectuar danzas sacras, ofrecer comida y bebida a las nuevas autoridades, mientras se ejecutan las llamadas danzas de los Matachines.

El Año Nuevo es la fiesta más importante de los kikapúes del estado de Coahuila que celebran los primeros días de febrero. Se trata de una ceremonia de renovación en la que se enciende el Fuego Nuevo, se estrena ropa, se levanta el luto a los deudos, se componen los desperfectos de las casas y, al término de la celebración, se lleva a cabo un juego ritual conocido con el nombre de lacrosse. Durante la fiesta hay danzas y cantos en los que participan hombres y mujeres. Destaca el uso de un tambor de agua con el cual se acompaña una danza especial para esta fecha. Además, se bailan las danzas de El Coyote, El Búfalo, y danzas guerreras de estirpe muy antigua.

Entre los popolucas, mixes, nahuas, huaves y zapotecos (del Istmo de Tehuantepec) los niños elaboran al “Viejo”, que será quemado a las doce de la noche para despedir el año que se acaba y recibir el que se inicia. El “Viejo” es un muñeco que los infantes elaboran con ropa y huaraches usados. Su cabeza es un coco al que se le dibuja una cara con carbón, se le pone un sombrero y un cigarro, y su cuerpo se rellena de cohetes y elotes. Cada barrio tiene su “Viejo”. Los niños, acompañados por los mayores, recorren las casas pidiendo la “limosna” (dinero o comida) en nombre del “Viejo”. El dinero que recaudan es utilizado para comprar dulces que se reparten entre ellos; la comida obtenida se distribuye entre los participantes.

Estos son unos pocos ejemplos de la enorme variedad de celebraciones de Año Nuevo que se realizan en nuestro país: México.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Mexicanas Prehispanicas

Tariácuri. Leyenda purépecha.

Tariácuri fue el valeroso caudillo que fundó las bases del imperio de los purépecha. Dicho imperio alcanzó su máximo desarrollo durante el Período Posclásico de Mesoamérica (2500 a.C.-200 d.C.), hacia la zona noroeste de México, en lo que  hoy día es el estado de Michoacán. El área que ocuparía el imperio estaba, inicialmente, habitada por pueblos que hablaban lenguas emparentadas con el náhuatl y el purhé, y que mantenían un comercio activo entre ellos. En el siglo XIII, grupos de cazadores y recolectores llegaron a la zona del Lago de Pátzcuaro. Uno de ellos fue el grupo de los uacúsecha (chichimecas), encabezados por Hireti-Ticátame, originario del Naranxan, por el Zacapu actual. A Hireti le sucedió en el mandato Zicuirancha, su hijo, quien ordenó el traslado de la tribu a la parte que ahora se conoce como Santa Fe de la Laguna.

Se presume que Tariácuri nació en Tarimichundiro, un barrio de Pátzcuaro; aunque también se da como lugar de su nacimiento Xarácuaro, una isla del Lago de Pátzcuaro. Su madre, que había nacido en Janitzio (o en Xarácuaro), era hija de un pescador. Tariácuri fue hijo de Pauácume, señor de los chichimecas, a su vez hijo de Curatame I. Pauácume era un sacerdote, un axamiecha, un “enviador”. Como su padre murió siendo Tariácuri muy pequeño, fue educado en Tarimichundiro por tres sacerdotes: Chupítani, Tacaqua (Tétaco), y Nuríuan, quienes le destinaban como curití, sacerdote,  de Curicaveri, el Dios del Fuego. Ellos le decían:

-Señor Tariácuri, ya tienes discreción: trai leña para los cúes, da de comer leña a Curícaveri, porque te han hecho huérfano los isleños de la laguna, que te mataron a tu padre. Tú, ¿no le llamarás ahora padre su fuera vivo y madre? Y matárontele tu tío, hermano de tu madre y tus criados, porque tú estabas en la isla de Xaráquaro donde nasciste. Trae leña para los cúes y acuérdate desta injuria, para vengalla, en los tíos de tu madre. (Relación de Michoacán)

En su niñez Tariácuri fue muy travieso, pues sus sacerdotes educadores se pasaban jalándole las orejas para que obedeciera. En su juventud, Tariácuri vivió en muchas poblaciones, hasta que finalmente se asentó en Pátzcuaro, en donde fue gran señor cazonci hasta que le llegó la muerte. Contrajo matrimonio dos veces: con la hija de Chanshori, fundador de Curinguaro,  suegro y enemigo de Tariácuri, y con dos hijas de Zurunban, señor de Tariaran, una de ellas llamada Mauina.

…y llamó Zurunban un mayordomo suyo llamado Huyana y dijo que buscase cacaxtles y que hiciese cargas de mantas para que llevase Tariácuri. Y entróese en su aposento y compuso dos señorsa, con sus buenas sayas y collares de turquesas al cuello y sus zarcillo de tortugas y otras mantas y tomólas de la manos a entrambas y sacólas donde estaba Tariácuri y díjole: “señor, vete a tu casa y lleva estas dos para que te den agua a manos y sean tus camareras”. Y respondió Tariácuri: “así será, señor, como dices” Y aderazándose para se partir y dióles muchas mujeres Zurunban a sus hijas, que las acompañasen e serviesen. Y sacaron todo el ajuar de las señoras de muchas petacas y alhajas de mujeres. Y así se partió Tariácuri para su casa… (Relación de Michoacán)

Tariácuri tuvo tres hijos: Curatame, Hiquingare, y Tamapucheca, a quien mandó matar junto con su hermano Curatame. Éste su hijo era muy aficionado a las bebidas, le gustaba emborracharse, lo cual  desagradaba a Tariácuri. Por ser el mayor, debía sucederle en el trono, pero Tariácuri dudaba ante el vicio que le dominaba. Una vez que Curatame le invitó a una fiesta, le golpeó en la cabeza y lo desconoció como señor de linaje, por lo cual Tariácuri renunció a hacerlo su heredero, y ordenó a Tangaxoan que le matase con una cachiporra. Así pues, Hiquingaje fue su sucesor en el trono de Pátzcuaro.

Curatame se baña, vela en la casa de los papas y se pone los atavíos de guerrero: «su carcaj a las espaldas y su cuero de tigre como guirnalda en la cabeza y muchos cascabeles de culebras, de las colas, que colgaban por las sienes y un collar de huesos de pescado de la mar, ricos» .Luego se embarca en Aterio y atraviesa el lago de Pátzcuaro en una canoa acompañado de sus criados hasta el lugar en donde Hiripan, Tangaxoan e Hiquingaje, siguiendo las órdenes de Tariácuri, habían hecho unos ranchos. Después de comer, Curatame pide vino y toma hasta emborracharse, entonces Tangaxoan saca una porra que tenía escondida entre la paja y lo mata a golpes. Enterado de la noticia, Tariácuri manda echar el cuerpo de Curatame a la laguna y a partir de entonces vuelve como señor a Pátzcuaro.  (Relación de Michoacán)

Tariácuri empezó a hacer la guerra desde muy joven luchando contra otros grupos aledaños a los que deseaba someter. En una de esas guerras fue derrotado y obligado a abandonar Pátzcuaro, para refugiarse en las montañas en Hoata-Pexo, al este de Pátzcuaro, y luego en el monte Upapohuato. Poco después, conoció al señor de Tariaran, Zurumban, que lo envió a incursionar en la zona de Tierra Caliente. Más adelante, volvió a apoderarse de Pátzcuaro, extendió sus dominios, y repartió el imperio entre sus hijos y sobrinos: a Hiquingare, su hijo menor, le dio Pátzcuaro; a Hirépani, su sobrino, Ihuatzio; y a Tangáxoan, también su sobrino, le otorgó Tzintzuntzan. Lugares que fueron cabeceras del imperio.

Tariácuri era un hombre audaz, ingenioso, manipulador, responsable y honrado. De humor divertido, aunque algo colérico e impredecible, capaz de llegar a muchas crueldades, pero a quien los purépecha deben su grandeza. Nuestro héroe murió en el siglo XV. Se le enterró en Pátzcuaro; y aunque su tumba no contenía grandes ofrendas, los españoles conquistadores la saquearon vorazmente. La ceremonia de su muerte seguramente siguió la costumbre tradicional:

Pues moría el cazonci, sabiéndolo los señores questaban en el patio, alzaban grandes voces llorando por él y abrían las puertas de su casa y entraban donde estaban y ataviábanle. Primeramente bañábanle todos los señores que andaban allí, muy diligentas y los viejos sus continuos; y bañaban todos aquellos que habían de llevar consigo. Y ataviábanle desta manera: puníanle junto a las carnes una camiseta de las que usaban los señores, muy delgada, y unas cotaras de cuero y poníanle al cuello unos huesos de pescados blancos, muy preciados entre ellos, y cascabeles de oro en las piernas y en las muñecas piedras de turquesas, y un tranzado de plumas y unos collares de turquesas al cuello y una orejeras grandes de oro en las orejas y dos brazaletes de oro en los brazos y un bezote grande de turquesas, y hacíanle una cama de muchas mantas de colores, muy alta… (Relación de Michoacán).

Así terminaba el largo reinado de Tariácuri, el más grande emperador purépecha.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Mitos Cortos Oaxaca

La Tierra, el Sol y la Luna. Mito mazateco.

Cuentan nuestros ancestros mazatecos de Oaxaca que la Tierra es plana como una mesa y se encuentra sostenida por cuatro “posteles” (postes), clavados en el agua. Más allá del agua se encuentra el Mar Sagrado. Cuando se produce un temblor, se debe a que el agua se mueve; cuando tiembla en la noche, es señal de que va a llover, pero si tiemble en el día es porque va a haber mucho calor. Debajo de la Tierra moran unos hombres chiquitos y negros porque cuando pasa el Sol los requema, ya que siempre están desnudos; su pelo es chino y muy negro. Estos seres reciben el nombre de gran. Los gran son muy ricos, pues cuando pasa el Sol derrama oro en su recorrido. A la Tierra la encierra el Cielo, que es como un globo o como una bola de cristal. La Tierra cuenta con dos aberturas por las que entran y salen el Sol y la Luna. Por un lado de la Tierra sale el Sol, ahí se encuentra todo lo bueno; y por el otro, su opuesto, se oculta, ahí se encuentra todo lo malo. En este lado vive Chad-Nai, el Espíritu Malo, El Maligno. No se sabe qué existe a los lados de la Tierra. El Sol sale por occidente (sic), allí nacen las horas y los días; cuando el Sol se oculta llega la noche y todas las personas deben permanecer en sus casas, sobre todo los niños, pues es cuando los espíritus aberrantes están sueltos y producen daños.

Mito corto mazatecoLas Estrellas están regadas por el Cielo, son lucecitas, velas encendidas de los difuntos que han muerto hace muchos años; o florecitas que adornan el altar del Padre Eterno, el Sol, llamado Nai Tsuit, Padre Luz Resplandeciente. Él vigila y juzga los delitos y pecados que se cometen en la Tierra, y en tal vigilancia le ayuda la Luna. La luna se llama Nai’tza, es un dios, es el Padre Segundo, y es mucho menos resplandeciente que el Sol. En la Luna se puede ver a un conejo que huyó de la Tierra. El Sol y la Luna son hermanos, el primero es el hermano mayor; ellos robaron la luz a una vieja bruja que la escondía bajo una piedra dentro de agua. Cuando robaron la luz, el Sol y la Luna huyeron al Cielo para que nunca volviera a caer en malas manos.

El Arco Iris se llama Yaa, es una bella serpiente. Yaa sabe cuándo va a llover y cuándo la lluvia no quiere parar. Es como un tubo por donde entra el agua de la lluvia y luego cae en el mar. Los antiguos cuentan que Yaa fue una hermosa muchacha que salió a pasear al campo y se perdió. Los colores del Arco Iris son las franjas coloridas de su huipil.

También se dice que la Tierra está sostenida por un hombro de la Virgen Isabel. Cuando se cansa de sostenerla, se la pasa al otro hombro, razón por la cual se producen los temblores. Encima de la Tierra se encuentran las estrellas. Son como el Sol pero pequeñitas, y están subordinadas a él, trabajan para él. Entre las estrellas sobresale el Lucero de la Mañana, que era una niña huérfana que vivía con una tía que la maltrataba mucho. Cansada del maltrato, un día huyó y se subió al Cielo, en donde devino el Lucero de la Mañana. (Entrevista con Juan Madariaga, informante mazateco)

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas

Tangáxoan Tzintzicha, el último cazonci purépecha.

Tangáxoan II nació en fecha desconocida. Hijo mayor de Henziua (Zuangua), Señor de Cumanchen, fue el último cazonci (caltzontzin o irecha) de Tzintzuntzan, “donde está el templo del colibrí mensajero”, ciudad que fuera fundada por Tariácuri en 1325, junto al Lago de Pátzcuaro, en la región de la Meseta Tarasca. Tangáxoan recibió de su padre, Zuanga, el reinado en el año de 1521. Zuanga fue hijo del  décimo sexto irecha llamado Harame, quien luchó valientemente en la famosa Guerra del Salitre, y murió muy viejito a causa de una epidemia de viruela. Tangáxoan participó en la tal guerra, emprendida contra los pueblos de Autlán y Sayula, la cual perdió ante el empuje de los pueblos confederados y aliados, comandados por Copatzin, Señor de Autlán, “lugar donde camina el agua”, ciudad de la región Costa Sur de Jalisco. Como Zuanga no dejó claro quién le sucedería en el mando, se provocó un cierto caos en el gobierno, aunado a que poco tiempo después de la muerte de su padre, Tangáxoan recibió la vista de unos guerreros mexicas que llegaron a pedir ayuda armada para luchar en contra de los españoles. Tangáxoan, desconcertado, no supo qué hacer y mandó asesinar a los guerreros para que así le llevasen el mensaje a Zuanga hasta el más allá, al país de los muertos.

 A la llegada de un grupo de españoles, Tzintzicha organizó una cacería y ordenó ataviar a los hispanos como si fueran dioses, con guirnaldas de oro en la cabeza y rodelas al cuello, y les regaló cinco venados, tortillas de bledos, pulque y frutas; además les dio mujeres. A su vez, los españoles le obsequiaron con un perro –para que cuidase a su esposa-  y diez puercos. Poco después, llegaron más españoles, y Tzintzicha les ayudó a la conquista de Colima, proporcionándoles guerreros. Finalmente, llegó el sanguinario Cristóbal de Olid. En 1522, el irecha tuvo que rendirse, -después de varias huidas por el territorio purépecha y arrastrando tras de sí una actitud temerosa y mojigata, como su colega Moctezuma-  para evitar una  masacre de las acostumbradas por los bárbaros hispanos. Derrotados, Tangáxoan y su pueblo juraron obediencia a la Corona española y el emperador selló un pacto de paz con Olid. Poco después, al cazonci se le bautizó con el nombre de Francisco. Su hijo, don Antonio Huittzimengari, le sucedió como cacique de Pátzcuaro.

Conquista Michoacan por Nuño de GuzmánNuño de Guzmán, en 1529, acusó a Tangáxoan de seguir practicando su antigua religión a pesar de su supuesta conversión, de conspirar contra el gobierno español, e incluso de haber ordenado la muerte de varios hispanos. A causa de estas acusaciones, se le arrastró con un caballo, le dieron garrote y, finalmente, le ahogaron: su cadáver fue quemado en una hoguera. Debido a este hecho, el pueblo purépecha se levantó, comandado por Eréndira, Mañana Risueña, la hija de Tangáxoan. Veamos el documento de su condena:

Sentencia contra el Cazonci.
Fallo que devo condenar e condeno al dicha (sic) Cazonzi llamado don Francisco, en pena de lo que así ha delinquido, a que de la prisión donde está, sea sacado, las manos e pies atados, con una soga a la garganta, e con voz de pregonero que manifieste su delito, e sea metido en un zerón, si pudiere ser havido, e atado a la cola de un rocín, e sea traído en derredor del lugar donde está asentado este real e sea llevado junto al paso de este río e allí sea atado a un madero e quemado en vivas llamas hasta que muera naturalmente e hecho polvos. E si el dicho Cazonzi quisiere morir como cristiano, pues ha recibido agua del batismo, puesto después que la recibió era tornado a idolatrar, como por su confesión e por este proceso consta e paresce. Mando que antes que sea quemado, le sea dado un garrote a la garganta en manera que el dicho Cazonzi muera, e del espíritu vital sea apartado, e después sea echado en el fuego e quemado como dicho es. (“Proceso que hizo Nuño de Guzmán contra el Cazonzi” Año de 1530)

Sonia Iglesias y Cabrera