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Tradiciones

La Navidad. II. El origen de las Posadas.

Las Nueve Jornadas, como también se conoce a las Posadas, se inician el 16 de diciembre y terminan el 24 del mismo mes. Según la tradición popular, las posadas simbolizan los nueve meses de embarazo de la Virgen María. Estas fiestas rituales tuvieron su origen en las antiguas Misas de Aguinaldo, denominadas de aguinaldo, porque se ofrecían a las personas como un obsequio de Navidad. Dichas misas se acompañaban con cantos de villancicos alusivos al nacimiento del Niño Dios.

Las Misas de Aguinaldo se efectuaron por primera vez en nuestro país en el poblado de San Agustín Acolman, Estado de México, gracias a que fray Diego de Soria, monje evangelizador y prior del convento de San Agustín, consiguió del Papa Sixto V una Bula; es decir, un permiso para celebrar en la Nueva España tal liturgia, con el propósito de mejor adoctrinar a los naturales de las nuevas tierras conquistadas. Una vez obtenido el permiso papal, se iniciaron las misas que comprendían un período de nueve días, exactamente igual al número de días que antecedía a los preparativos a que se sometían los esclavos que serían sacrificados a Huitzilopochtli el 25 de diciembre. Al respecto el historiador Germán Andrade Labastida nos informa:

…durante los mismos días que los aztecas usaban para sus fiestas de Navidad, los frailes hacían con personas vestidas de determinada manera, con trajes que recordaban a los de la época de Vespasiano y de Tiberio, caracterizando personajes de aquel entonces, una representación de cada uno de los nueve días anteriores al 25 de diciembre, las diferentes jornadas que hicieron de Nazareth a Belén el patriarca José… con su esposa María…dando origen a las fiestas caseras conocidas con el nombre de posadas.

pidiendo posada -navidadEfectivamente, para dar cumplimiento a una orden del emperador de Roma César Augusto, todos los habitantes de Judea, entre ellos José y María, acudieron a Belén para ser censados. Al encontrar los albergues ocupados dado el exceso de peregrinos, tuvieron que refugiarse en un pesebre, donde nació, a la medianoche, Jesús el Cristo, para ser adorado por reyes y pastores.

Pasado el tiempo, las Misas de Aguinaldo se fueron propagando por todos los rincones de la Nueva España, y se acompañaron con música ejecutada con instrumentos prehispánicos como las sonajas y las huíjolas o silbatos, y con instrumentos hispanos como las campanitas y los panderos. Ya para 1554, los festejos y las Posadas navideñas eran cosa corriente en la Ciudad de México. Poco a poco, abandonaron las iglesias y los atrios rumbo a las haciendas con capilla, donde eran celebradas por los campesinos bajo el consentimiento de los hacendados. Posteriormente, llegaron a las casas de familias adineradas, para terminar en las vecindades de barriada donde adquirieron un profundo carácter popular. En las casas se reunían los dueños con sus amistades para rezar y conmemorar las jornadas precursoras al nacimiento de Cristo. Terminadas las oraciones y los cantos, se repartían pequeños juguetes llenos de dulces; y para los niños se ponían confites, cacahuates y frutas del tiempo en una olla adornada con papel de China y que, alborozados, rompían con los ojos vendados.
En el siglo XIX, las Posadas se habían vuelto completamente populares y escandalosas, a tal punto que fueron prohibidas, en el año de 1808, por don Pedro Garibay, virrey gobernador y capitán general de la Nueva España. La razón se debió a que se armaban muchos desórdenes en los bailes, y había muchas borracheras incompatibles con la seriedad religiosa de las celebraciones.

Antonio García Cubas, escritor estudioso de las tradiciones mexicanas del siglo XIX, nos cuenta que en el tiempo de las Posadas las casas se adornaban con tiras de papel picado y farolitos de papel de China o vidrio. En los marcos de las puertas se ponían olorosas ramas de pino y en los corredores se colocaban arcos también de pino. Cuando llegaban los invitados a la Posada, todos se arrodillaban, se persignaban y los cantores entornaban himnos religiosos, para enseguida dar inicio a la letanía de la Virgen, que todos cantaban en solemne procesión: adelante iban los niños portando velitas encendidas, seguía la gente joven y luego los adultos; después aparecían los Santos Peregrinos en su pesebre que otros niños llevaban en sus hombros o portando en sus manitas. Detrás iban los músicos tocando guitarras, bandoneones, y flautas. Al final de la procesión caminaba la servidumbre de la casa. Terminada la letanía, se “pedía posada”, tal cual hoy en día, aunque la petición tenía otra letra. Cuando entraban los Peregrinos, se les ponía sobre la mesa del comedor y los presentes se arrodillaban y rezaban siete avemarías. Seguía el rompimiento de la piñata, mientras los niños y las señoritas de la casa distribuían juguetes y colación. Sólo entonces daba inicio el baile.

En ese siglo XIX, se acostumbraba que los niños salieran a la calle a “pedir su posada”, llevando con ellos un pequeño pesebre, al tiempo que cantaban:

-Caminen pastores,            ¡Caramba!
¡Caramba!                Para Lucifer, ¡Ay!
Que hoy viene Miguel            ¡Caramba!
Con espada en la mano.        Para Lucifer

Cuando los niños llegaban a un comercio o a alguna casa, se detenían para solicitar:

Esta sí que es Nochebuena,
Noche de comer buñuelos,
En mi casa no los hacen,
Por falta de harina y huevos.

Ante esta petición, el dueño de la casa o el buen comerciante, regalaba a los niños un tlaco, moneda de la época, fruta, dulces o algún juguetito.

Las posadas han llegado hasta nuestros días desafiando el paso del tiempo y las circunstancias económicas adversas, para deleite de niños y adultos que se divierten con la procesión de los Santos Peregrinos, la petición de Posada, el rompimiento de la piñata, las canastitas de colación, con el imprescindible ponche con “piquete” y el baile al compás de salsas y cumbias, que nos desafían a resistir las nueve posadas.

Sonia Iglesias y Cabrera


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Leyendas Mexicanas Prehispanicas

Los nahuales.

Nahual MexicoDentro de la cosmovisión de los indios mesoamericanos el nahual -también nagual-, se consideraba como un animal protector personal de los humanos desde el momento de nacer.  El espíritu del nahual era el encargado de guiarnos y protegernos por toda la vida.  Los nahuales se manifestan  durante el sueño y así se puede conocer cuál es nuestro nahual; o bien, por la afinidad que uno siente por determinado animal; por ambos medios se puede conocer la identidad de nuestro nahual personal. Así pues, una mujer que cante muy bonito seguramente tiene como nahual a algún pájaro cantor, como el canario o el tzentzontle. Sólo los brujos y los chamanes tienen la capacidad de contactarse directamente con los nahuales, lo que les permite poseer los sentidos sobresalientes de los animales en cuestión: buen olfato, buena visión, buen oído… etcétera.  Incluso pueden adquirir la morfología de dichos animales, capacidad que se conoce como teriantropía, palabra compuesta de los radicales griegos therion, “animal salvaje” o “bestia”; y anthropos, “hombre”.

El nahual en la cosmovisión mexica
Fray Bernardino de Sahagún constata en su obra Historia general de las cosas de la Nueva España que: El nahual es el sabio, poseedor de discursos, dueño del depósito, sobrehumano, respetado, grave, serio, no burlado, no sobrepasado. El buen nahualli es depositario, hay algo en su interior, guardador, observador. Observa, conserva, auxilia; a nadie perjudica.

La palabra nahual, nahualli, deriva de la raíz náhuatl nau-, “doble” y del sufijo sustantivizador -lli. Se trata de un elemento del hombre que lo relaciona con lo sagrado, es el interior y el espíritu de las personas. Para otros investigadores, el término nahualli significa “aquello que es mi vestido”, “lo que tengo sobre mí”, lo que nos sugiere la transformación del hombre en otro ser animal. Para los pueblos mexicas los nahualli se convertían en hechiceros tlatlacatecolotl, “hombres búhos”, cuando empleaban sus poderes con el afán de perjudicar a las personas; o podían ser los lectores de los códices sagrados, además de ejercer como curanderos. Los nahualli empleaban tres formas básicas para convertirse en animales: desaparecer totalmente y convertirse en animal, desprenderse de las partes del cuerpo para conseguir el mismo fin, desprenderse del alma durante el sueño para tomar la figura del animal.

Varios códices constataron la existencia de los nahuales en el pensamiento mesoamericano. La mayoría de las culturas mesoamericanas como la tolteca, la maya y la mexica creían que los dioses poseían la capacidad de transformarse en animales. En el mundo mexica, nahualli se encontraban bajo la protección de Tezcatlipoca, el dios de la guerra, cuyo nahual fue el jaguar y el coyote, pues sabemos que cada dios del panteón azteca tenía la capacidad de tomar la forma de uno o varios animales. El colibrí fue el nahual preferido de Huitzilopochtli. Pensaban los antiguos que los nahuales cuidaban la Tierra y los Espacios Sagrados. Eran “ojo” y “garra”, ya que vigilaban que todo estuviera en orden, y castigaban a los transgresores de los dogmas y los rituales religiosos; idea que aún prevalece en numerosos pueblos indígenas de la actualidad; verbi gratia, en relación a los perros negros o a los coyotes que se roban bienes materiales.

El nahual estaba capacitado para hacer el bien o el mal; se encontraba relacionado con algunos sistemas calendáricos adivinatorios, que servían para saber si una persona se convertiría en nahual en algún momento de su vida. Así por ejemplo, en el Tonalpohualli, “el cómputo de los días”, calendario ritual de los mexicas, el día del nacimiento de una persona determinaba con que animal se encontraba asociado, y si era débil o fuerte. Si una persona había nacido en el día del perro, adquiría la parte débil de tal animal. De los veinte días en que constaba el mes mexica diez pertenecían a animales, los cuales se manifestaban en sueños y bajo ciertas circunstancias. El animal de su nacimiento constituía su tonalli: cocodrilo, lagartija, serpiente, venado conejo, perro, mono jaguar, águila, buitre, que determinaba sus cualidades como personas, ya fuesen buenas o malas. Por ejemplo, el día 2 Tochtli, Conejo,  era nefasto para quienes habían nacido en él. En cambio, el día llamado Cipactli, Cocodrilo, era un día fausto, gobernado por Tonacatecuhtli, dios de la crianza,  quien nacía en tal día poseería mucha energía en el trabajo, y lograría recompensas y reconocimientos. Aun cuando también debían considerarse los números de los días y a que trecena pertenecía el día en cuestión.

El nahual maya
Lo mismo sucedía con el calendario maya; según la cosmovisión de  esta cultura el calendario fue una guía espiritual que regía la vida de las personas, y en general  la vida cotidiana. Contaba con veinte nahuales correspondientes a veinte días con sus trece energías. Estos eran: Imix, el monstruo de la tierra, cocodrilo; Akbal, ciervo pequeño, jaguar, ciempiés, perro, murciélago y serpiente; Kan, su augurio es el pájaro mérula (mirlo); Chicchan, serpiente celestial; Cimi, tecolote; Manik, aguijón de escorpión, su augurio el perico y la guacamaya; Lamat, perro deforme con cabeza de jaguar; Muluc, sus animales de augurio son el Xoc (pez mitológico) y el jaguar; Oc, perro negro; Chuen, asociado al dios mono; Eb, su animal es el ah uitz, el tordo; Ix, jaguar sangriento; Men, tal vez águila; Cib, abeja brava y venado; Caban, pájaro carpintero; Edznab, pájaro Momoto;  Cauac, quetzal; y Ahau, águila rapaz.

Daremos el ejemplo del nahual Ajmac, “difuntos”, que determinaba el espíritu de la  persona nacida en ese día el día de la semana  llamado también Ajmaq. Tiene como punto cardinal el oeste, como elemento la tierra, como lugares de energía las grutas, las cavernas, los ríos y el mar. Simboliza el día de los ancestros, del perdón, la fuerza y los pecadores. Sus colores son el gris, negro, blanco y amarillo. El nahual correspondiente es la abeja y el águila. Ajmat es símbolo de fuerzas morales, de la conmemoración de los padres muertos. Es la conciencia y la sabiduría antigua, la prudencia, el equilibrio y las fuerzas cósmicas.

La persona que nace bajo éste símbolo está bajo el nahual Q’anil y su porvenir es regido por el día c’at (su misión); si la persona no toma en cuenta ese día, será perseguido por sus faltas y pecados. Pasa su vida lentamente, pero logra sus objetivos. Tiene a la vez el don de la curiosidad y de la prudencia.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas

Tócatl, la Araña. Leyenda mexica.

leyenda mexicana de TocatlEn la cultura mexica la araña fue uno de los animales relacionados con el Señor de los Muertos, Mictlantecuhtli, y con los demonios celestiales tzitzimime, cuyo destino era devorar a los hombres cuando llegase el fin del mundo y, mientras tanto, se la pasaban atacando al Sol para impedir su diario renacimiento. A la araña Tócatl, se la identificaba con el dios Tzontémoc, El que Cae de Cabeza, pues cuando Tonatiuh, el Sol, terminaba su diario recorrido, se metía por el occidente para iluminar el Mundo de los Muertos, entonces se caía de cabeza convirtiéndose en el dios Tzontémoc, una de las divinidades habitantes del Mictlan casado con Chalmecacíhuatl, La Sacrificadora.

En algunos códices la araña aparece como parte de las ofrendas o acompañando a deidades del panteón azteca. Por ejemplo, en el Códice Borbónico se ve la figura de Tezcatlipoca, Espejo Humeante, el dios de la guerra, acompañada de una araña; recordemos que este dios en la mitología tolteca fue el transformador que descendió del Cielo por medio de una cuerda hecha de tela de araña, para destruir lo creado por su hermano Quetzalcóatl y, transfigurado en un inocente viejo, trató de hacerle beber un brebaje que le proporcionaría la inmortalidad cuando en realidad era un temible veneno. También podemos ver a la araña en las representaciones de Tláloc, dios del agua; Mayahuel, diosa del maguey; Xiuhtecuhtli, dios del fuego; Tlazoltéotl, diosa de la medicina y de Xochiquetzal, diosa de la tierra que florece, y la inventora del telar de cintura, lo cual explica ampliamente su presencia.

En el Altar de los Animales de la Muerte, perteneciente el Período Posclásico Tardío, encontrado en el año de 1940 en la calle de Donceles 103, se encuentran representados varios animales relacionados con la muerte como el escorpión, el murciélago, el búho y la araña. Tócatl, se encuentra representada con características mitológicas: sobre un ojo lleva una ceja como la que se labraban en los mascarones de la diosa de la tierra; la boca y sus dientes semejan cuchillo de los empleados en los sacrificios humanos; en sus patas con garras lleva corazones recién extirpados, de uno de los cuales emerge un chorro de sangre que cae dentro de la boca de Tócatl; junto a ella se encuentra una telaraña con un amaneapanalli, la guirnalda de papel amate que llevaban los guerreros que iban al Cielo del Sol, que también puede verse en su cuerpo: y en su cabeza se ve el ixcuatechimalli, “escudo de la frente”, con dos especies de orejas de conejo, como solía dibujarse a las arañas de perfil.

A la tzintlatlauhqui, “la del trasero rojo”, nuestra actual viuda negra, los mexicas la respetaban mucho. Según  nuestro fraile favorito, Sahagún, los dolores de su picadura los indios los amortiguaban con uitztli, un  pulque muy fuerte, cuya palabra significa “espina”. De la viuda negra, se extraía un aceite que servía para curar algunas enfermedades.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Mitos Cortos

El nacimiento del Sol y la Luna. Mito chinanteco.

mito mexicano maria tepezcuintleHace ya muchos miles de años, María Tepezcuintle se encontró dos huevos cuando caminaba por el campo buscando quelites. Recogió los huevos, los llevó a su casa y los guardó en un baúl; después  regresó a continuar con su tarea. Cuando retornó a la casa, vio dos juguetes tirados en el suelo y se molestó porque creyó que sus hijos habían dejado basura botada. Al otro día María regreso al campo a recoger más quelites.

De los huevos que María guardó en el baúl, nació una pareja de niños. Los niños no querían que la  muchacha se enterase de su nacimiento, razón por la cual le pidieron al Chupamirto que les avisara cuando vieran que María regresaba la casa, para tener tiempo de esconderse en los cascarones de los huevos. De esta manera pasaron varios días: María yendo a buscar quelites y los niños escondiéndose cuando volvía.

Pero un día el Chupamirto se distrajo, y la muchacha vio a los niños mientras jugaban. En un principio creyó que eran sus dos hijos, pues María estaba casada con Venado. Cuando volvió a irse al campo les encargó a los tres la tarea de vigilar la casa. Pero los niños se comieron a Venado que dormía tranquilamente en el tapanco. Le sacaron los ojos: el derecho se lo quedó la niña, y el izquierdo el niño. El corazón lo prepararon en caldo, y a la piel de Venado la echaron muchos insectos ponzoñosos. Cuando  María regresó, los niños le dijeron que Venado estaba durmiendo en el tapanco que oyera sus ronquidos, que no eran otra cosa que el zumbido de insectos. María se sentó a comer el sabroso caldo que los niños le habían preparado. Como le dio sed, la madre fue a la fuente a tomar agua, y fue entonces cuando los sapos le dijeron que el caldo había sido cocinado con el corazón de Venado. María se dirigió al tapanco y vio a su esposo dormido. Enojada, le arremetió a golpes con un palo diciéndole que era un perezoso; al momento de golpear los insectos ponzoñosos salieron y la picaron. Cuando vio a los niños, les reclamó su nefasta acción, pero ellos le dijeron que Venado no era su papá, y que los tres debían ir al fin del mundo. Así lo hicieron y en el camino pasaron muchas dificultades: vencieron a la Mujer-Diablo en la tarea de sacudir el árbol de la fruta; con una cerbatana destruyeron a dos peñas que tenían la costumbre de comerse a las personas; cruzaron un río vigilado por un águila de dos cabezas que solía devorarse a los hombres, aun cuando el ave raptó a los infantes y los llevó a su nido, del cual escaparon haciendo una cuerda con el ceñidor y con la que ahorcaron al águila y bajaron del alto nido mientras ésta dormía.

Al poco rato a la niña le dio sed, su hermano le dijo que le diese el ojo de Venado, que brillaba como el oro, a cambio de que le dijera dónde podía obtener  agua para calmar su sed. La niña le entregó; entonces el niño orinó y escupió siete veces sobre un zacate, lo arrancó y brotó agua. Cuando su hermana se aprestaba a beber, el niño le advirtió que no se bebiese toda, ya que tendría que alcanzar para todo el mundo. La niña no hizo caso y se la bebió toda. Ante el enojo de su hermano, la chica hizo lo mismo con otro zacate, pero el agua que salió estaba llena de lodo y le ensució la cara, es por eso que la Luna tiene manchas en su superficie. Con el ojo de oro de Venado, el niño se convirtió en el Sol, brillante y dorado.
                                    Sonia Iglesias y Cabrera


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Tradiciones

Navidad. I. El nacimiento de Jesucristo.

Los dioses redentores

Cristo fue el creador de una importante religión cuya figura, hechos y milagros se conocen por los relatos bíblicos del Nuevo testamento. Dos son los evangelios que relatan el nacimiento de Cristo: el Evangelio Según San Mateo en su capítulo I,  y el Evangelio Según San Lucas en el capítulo primero. Estos son los dos únicos testimonios bíblicos en que se relata el nacimiento de Jesús el Cristo, fundador de una religión que contiene ritos y mitos de muy antigua procedencia.

La imagen deCristo nos remonta a otros dioses redentores ligados al culto solar. Todos ellos nacen el solsticio de invierno, cuando el sol parece próximo a desaparecer el 25 de diciembre. Todos mueren para resucitar en el equinoccio de primavera, cuando el sol adquiere toda su magnificencia y termina con las tinieblas. Por ejemplo, Mitra nació en una gruta en el solsticio de invierno, de una mujer madre-virgen.

Su nacimiento fue anunciado por una estrella que apareció en Oriente, a cuyo llamado los magos sacerdotes acudieron a llevarle mirra, oro y perfumes. Mitra realizó muchos milagros, y finalmente murió y ascendió al cielo donde reside con los inmortales. Osiris nació de la diosa-virgen Saís, el 25 de diciembre; cuando nació su madre exclamó: ¡El dios que he parido es el Sol! En una de las paredes del templo de Luxor, Egipto, pueden verse las escenas de la anunciación en las que el dios Yath le participa a la virgen que dará a luz un hijo. Asimismo, puede verse al dios Knep, el Espíritu, llevando a cabo la concepción; finalmente, la escena de la adoración en el que el niño-dios recibe los dones que le prodigan tres sacerdotes.

Krishna, llamado el Redentor nació de una virgen, preñada por el espíritu de Visnú, que atravesó las paredes de la prisión en que se encontraba  a causa del miedo que tenía el rey Kansa, pues en un sueño se le había anunciado que perdería el trono por el hijo que iba a tener Devanaguy la madre de Krishna. Cuando éste nació, un viento divino abrió las puertas de la prisión y un mensajero llevó a la madre y al niño hasta un pesebre donde fue adorado por varios pastores. Buda nació como reencarnación de Visnú, de Maya su madre, sin que haya mediado intervención sexual. En cuanto nació se puso de pie ante hombres y espíritus y una estrella apareció en el cielo. Lo fueron a adorar reyes y surgió de la tierra el árbol Bo, bajo cuya sombra se transformó en Buda; es decir, en iluminado. Ya crecido, abandonó el hogar y se fue a predicar.

El más famoso de sus discursos se llama El sermón de la Montaña. A Dionisos, el Baco romano, los griegos le llamaban El Salvador, porque curaba enfermos y vaticinaba el porvenir. Era el dios de la vegetación, que moría para resucitar en un ciclo continuo. También era el dios del vino, e incluso en uno de sus múltiples milagros se la achaca haber convertido, en su templo, el agua en vino.

La fecha del nacimiento de Jesucristo
El cristianismo surgió a mediados del siglo I, y antes de concluir el siglo se predicaba en todos los países que conformaban el imperio romano. Constantino I, El Grande, lo oficializó en el siglo III. Una vez legalizada la doctrina cristiana, y por ende la existencia de Cristo, se hacía indispensable precisar la fecha de su natalicio. Esto representaba un problema, ya que ninguno de los evangelistas del Nuevo Testamento hacía referencia alguna a la fecha de su nacimiento. Ante tal problemática surgieron una serie de elucubraciones.

Por ejemplo, el Evangelio según San Lucas refiere que los pastores se encontraban en los campos trabajando cuando nació Cristo. Ahora bien, en Palestina los pastores acudían al campo con sus rebaños durante los meses comprendidos entre marzo y noviembre; lo cual permitía sólo deducir las estaciones que se situaban en ese período: primavera, verano y otoño, y no se resolvía nada acerca de la fecha. Por otra parte, en un cómputo pascual elaborado en 243 y atribuido a Cipriano, uno de los padres de la Iglesia, se situaba el nacimiento el 28 de marzo. Tomó como base la parte del Génesis en que Dios separó las tinieblas de la luz y quedaron dos partes iguales: luz y tinieblas.

De ello dedujo que la Creación tuvo lugar en una fecha en que el día y la noche tenían la misma duración, y como en el calendario romano el equinoccio de primavera se establecía el 25 de marzo, ese día se había efectuado la Creación. Como Jehová hizo al sol el cuarto día, y como para los antiguos cristianos el Mesías era el Sol de Justicia, no le cabía la menor duda de que Cristo había nacido el 28 de marzo. Para Clemente de Alejandría, el Salvador había nacido en primavera, a saber por qué. Julio El Africano, en su Cronografía del año 221, calculaba la concepción del Señor el 25 de marzo y, obviamente, su nacimiento el 25 de diciembre. Sin embargo, para otros sabios de la Iglesia, la concepción ocurrió el 6 de abril, por lo que tuvo que nacer el 6 de enero.

Constantino intentó reunir los cultos paganos solares con los valores de la nueva religión cristiana. Trataba de lograr más adeptos a Cristo por medio de una importante reforma del paganismo. Empezó por abolir los oráculos, los sacrificios privados y algunos cultos considerados inmorales que se practicaban en los templos de los dioses romanos. En este intento de reunir ambas religiones bajo el signo del Sol, Constantino instauró en 321 el día dedicado al Señor; es decir, un día de descanso semanario oficial que coincidía con el día dedicado al sol de los romanos. Y por las mismas razones, decretó como fecha del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre, ya que coincidía con numerosos fiestas paganas.

El mismo San Agustín nos explica la adopción de la fecha: La razón por la que los padres transfirieron la celebración del 6 de enero al 25 de diciembre fue ésta: era costumbre de los paganos celebrar el mismo día 25 de diciembre el nacimiento del Sol, haciendo luminarias como símbolo de la festividad. En estas fiestas y solemnidades tomaban parte los cristianos. Pero cuando los doctores de la Iglesia se dieron cuenta de que los cristianos tenían inclinación a esta fecha, se consultaron y resolvieron que la verdadera Navidad debería solemnizarse en ese mismo día; y la fiesta de la Epifanía el 6 de enero.

Efectivamente, el 25 de diciembre se celebraban la Saturnalia, la Sigilaria o Fiesta de las Muñecas, la Juvenalia o Festival de la Juventud, y la Brumalia o Nacimiento del Sol. Una vez implantada la fiesta de la Navidad en Roma, se trató de imponer en todo el oriente cristiano, pero hubo mucha resistencia. En Antioquia, Siria, la celebración del 25 de diciembre tardó diez años en ser aceptada. No fue sino hasta 386 que Crisóstomo, Padre de la Iglesia y patriarca de Constantinopla, logró la aceptación gracias a un sermón en el que invitaba a los fieles a dejar sus casas e ir a contemplar la escenificación de Niño Dios acostado en la cuna y arropado, la cual maravillaba a los espectadores. En Constantinopla la fiesta la introdujo, en 379, Gregorio de Naziance, sin demasiados problemas. Pero en cambio en Jerusalén, los cristianos defendieron la Epifanía por considerar que ellos eran quienes mejor conocían las tradiciones y quienes debían defenderlas. Actualmente, la Iglesia Católica Romana, las iglesias protestantes y las ortodoxas de Alejandría y Antioquia, Rumania, Chipre, Grecia y Finlandia festejan la Navidad el 25 de diciembre. En cambio las iglesias calcedonianas ortodoxas de Jerusalén, Rusia, Serbia, Bulgaria, Polonia, Georgia y Checoeslovaquia la celebran el 6 de enero; al igual que las ortodoxas no caledonianas, la etíope, la copta, la sirojacobeta y la india. La iglesia Armenia conmemora el 18 o el 19 de enero.
                           

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Mexicanas Prehispanicas

El cempasúchil, la flor de los muertos.

El uso ritual y ceremonial de las flores en nuestras culturas mexicanas viene desde muy antiguo, desde aquellas lejanas épocas en que las civilizaciones mesoamericanas las usaban para tales fines en gran profusión; sobre todo los mexicas quienes apreciaban sobremanera su belleza y su valor. Nuestra actual flor de muerto, el cempasúchil, cuyo origen etimológico es el vocablo náhuatl cempoalxóchitl, de cempohualli, “veinte” y xóchitl, “flor”, fue una flor mexica muy empleada en las festividades religiosas. Por su forma de pétalos radicales y su fuerte color amarillo, representaba, y aún representa en algunos grupos indígenas, al Sol, que da vida y calor. El aroma de sus pétalos es un elemento psicopompe que posibilita y dirige la llegada de las ánimas del más allá. Es a través del caminito que se forma con los pétalos que las almas de los difuntos podrán llegar hasta la ofrenda de muertos, donde alimentarán su sutil cuerpo con la esencia de los alimentos. Pero su significado va más lejos, para los mixes de Ayutla, Oaxaca, la flor de cempasúchil simboliza el alma de los difuntos; así como para los habitantes de Mixquic, Distrito Federal, el ofrendar esta flor a los muertos grandes tiene el significado de un recordatorio que les impide olvidar al dios Tonatiuh quien, según el mito, la dio a los mortales para venerar a los ancestros. En cambio, los tlapanecas de Guerrero, creen firmemente que la flor de cempasúchil simboliza a los ángeles enviados por Dios para cuidar a los muertos, y a su aroma lo denominan “alma”.

El cempasúchil, (Tagetes Erecta), es una planta herbácea de hojas divididas, de flores grandes color anaranjado, amarillento o rojizo. Su olor es agradable y penetrante. Contiene aceite esencial, resina, materia colorante amarilla, grasa y tanino, entre otras sustancias más. Florece en octubre y noviembre, razón por la cual actualmente la usamos como parte de los rituales de Día de Muertos. La conseja popular nos informa que es muy útil contra los cólicos ventosos y el miserere. El zumo de sus hojas bebido, o las hojas maceradas en agua o vino, templan el estomago frío y provocan la orina y el sudor.

De esta hermosa y ceremonial flor, el fraile Bernardino de Sahagún nos dice en su fascinante obra Historia general de las cosas de la Nueva España: … son amarillas y de buen color, y anchas y hermosas, que ellas se nacen, y otras que las siembran en los huertos; son de dos maneras, unas que se llaman hembras cempoalxóchitl y son grandes y hermosas, y otras que hay las llaman machos cempoalxóchitl y no son tan hermosas ni tan grandes. 

A Sahagún debemos también la relación que nos legó de las fiestas en que esta flor se usaba particularmente. Así, en el séptimo mes llamado Tecuilhuitontli, se homenajeaba a la Diosa de la Sal Huixtocíhuatl, hermana mayor de los tlaloques, diosecillos del agua. Una mujer ataviada con los ornamentos de la diosa era sacrificada: La noche antes de la fiesta velaban las mujeres con la misma que había de morir, y cantaban y danzaban toda la noche; venida la mañana aderezábanse todos los sátrapas y hacían un areito muy solemne; y todos lo que estaban presentes al areito tenían en la mano aquellas flores que se llamaban cempoalxóchitl.

La fiesta a la madre de los dioses, Teteo Innan o Toci, Nuestra Abuela, tenían lugar en el undécimo mes conocido como Ochpaniztli, para la cual: …Entrando este mes, bailaban ocho días, sin cantar, sin teponaztli; los cuales pasados salía la mujer que era la imagen de la diosa… compuesta con los ornamentos con que pintaban a la misma diosa; y salían gran número de mujeres con ella, especialmente las médicas y parteras, y partíanse en dos bandos y peleaban apedreándose con pellas de pachtli y con hojas de tunas, y con pellas hechas de hojas de espadeña y con flores que llamaban cempoalxóchitl, este regocijo duraba cuatro días.

En el octavo mes, Huey Tecuilhuitl, llevábase a cabo la fiesta a Xilonen, Diosa del Maíz Tierno, a cuyas honras mataban a una mujer que encaminaba sus paso finales acompañada de varias mujeres que bailaban y …Llevaban todas guirnaldas amarillas, que se llaman cempoalxóchitl y sartales de los mismo las que iban delante guiando, las cuales se llamaban cihuatlamacazqui, que eran las que servían en los cúes que también vivían en sus monasterios.
Hecho este sacrificio a honras de la diosa Xilonen, tenían todos licencia de comer xilotes y pan hecho de ellos, y de comer cañas de maíz. Antes de este sacrificio nadie osaba comer estas cosas; también de allí adelante comían bledos verdes cocidos, y podían oler también las flores que se llaman cempoalxóchitl, y las otras que se llaman yiexóchitl.

En el noveno mes llamado Tlaxochimaco, que como hemos visto era el mes de las flores, el buen fraile nos dice que …Dos días antes que llegase esta fiesta toda la gente se derramaba por los campos y maizales a buscar flores, así silvestres como campesinas, las cuales unas se llamaban … cempoalxóchitl.

Esta flor de la cual podemos aún disfrutar, está ligada a nuestros altares de muertos por más de cuatrocientos años, pues se la empezó a emplear con esta función, exclusivamente, una vez iniciada la Colonia, ya que como queda dicho anteriormente los antiguos mexicanos la usaban para todo tipo de fiesta y no nada más para los dedicadas a los muertos. Sin embargo, a pesar de que no podemos pensar en el Día de Muertos sin que nos llegue a la mente esta olorosa flor, no es la única que acompaña a las ofrendas mortuorias. Junto a ella, aparecen muchas especies más, tantas como flores crezcan en las diferentes regiones de nuestro país.  Los dolientes echan mano de una enorme variedad que sería un tanto agotante mencionar en este artículo.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas

La Nao de China.

El vocablo «nao» proviene del latín navis, a través del catalán nau, significo hasta el siglo XVIII la acepción de «nave». Después de la conquista de México y de las Filipinas en el siglo XVI, España extendió sus dominios considerablemente, hecho que la obligó a establecer una ruta marítima que recorría desde esta isla de Filipinas, y arribaba al Puerto de Acapulco en las costas occidentales de  la Nueva España. El buque encargado de efectuar dicho  recorrido recibió el nombre de Galeón de Manila, popularmente denominado la Nao de China. En su navegar, la Nao tocaba puntos tales como Japón, donde tomaba la corriente de Alaska que cruza de Asia hasta tal sitio. Ahí tomaba la corriente de California que baja de Alaska y lleva hasta la costa occidental de nuestro país, donde pasaba por varios puertos en los cuales la Nao se abastecía de comida y bebida. Las travesías de la Nao se efectuaban dos o cuatro veces al año.

leyendas mexicanasAl llegar al Puerto de Acapulco, único puerto autorizado para  descargar las mercancías que llevaba, éstas se enviaban a la Ciudad de México y al Puerto de Veracruz, punto este último desde donde se embarcaban hacia España. Ni que decir tiene que los piratas asediaban continuamente el Puerto de Acapulco, por lo que las autoridades españolas construyeron el Fuerte de San Diego para proteger a la Nao de China

A la Ciudad de México las mercancías que traía la Nao llegaban en mulas el día de Corpus Christi y se ponían a la venta con mucho éxito en los mercados de la Plaza Mayor, pues las personas gustaban mucho de adquirir objetos exóticos traídos de Oriente. En 1815, la Nao terminó sus famosos recorridos. Sin embargo, hoy en día en la fiesta de Corpus, en el Zócalo de nuestra ciudad, se venden mulitas hechas de palo y hojas de elote en recuerdo de aquellas que transportaron tan valiosa y apreciada mercancía oriental.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Mitos Cortos

Menichipa y Emai Cuaño. Mito cochimí.

Los cochimíes, etnia que habita el estado de Baja California Sur, hablaban una lengua ahora extinta llamada cochimí laymón, mti´pá, de la Familia Yuto-Cochimí. Viven en la comunidad de la Huerta y en San Antonio Necua. Se denominan a sí mismos tai-pais. Hoy en día existen alrededor de 195 indígenas.

mitos cortosLa cosmogonía cochimí cuenta que hace muchos miles de años, en el Cielo vivía un dios llamado Menichipa, Gran Capitán, El que Vive, quien creó la Tierra y todo lo que existe en ella, el Cielo, y un ser semejante a sí mismo que llamó Togomag. Poco después, Menichipa tuvo dos hijos, sin intervención femenina: El Veloz y la Perfección. Esta pareja de dioses tuvo a su vez un hijo al que llamaron Emai Cuaño; educado por su abuelo Menichipa  heredó todos sus poderes, y que con el tiempo fue el patrono de los matrimonios entre los seres humanos. Cuando Menichipa llevó a cabo la Creación no tuvo mucho cuidado, por lo cual ciertas cosas quedaron imperfectas. Pero Emai Cuaño se encargó de componerlas. Por ejemplo, endulzó las semillas que eran amargas, y domesticó a los animales que eran salvajes; colocó debajo de la Tierra fuego a fin de que los indios no tuvieran frío.

Pero como los humanos se quejaron de que hacía mucho calor Emai Cuaño escupió y su saliva se convirtió en mares, ríos, y lagunas. Los indios se enojaron porque había mucha agua, entonces el dios empezó a llorar y sus lágrimas se transformaron en lluvia. Ante tanta lluvia que les envió el dios, los hombres se pusieron furiosos con él y trataron de matarlo. Emai Cuañó se puso sumamente triste ante tanta ingratitud, aun cuando fracasaron en el intento, pues sólo lograron herirlo. Los malhechores huyeron y no se sabe adónde fueron. El que Vive creó a unos seres invisibles que le traicionaron y se volvieron sus enemigos. Cuando uno de estos seres moría, el dios lo llevaba bajo tierra para impedirles acceder al Cielo y ver a su dios.

Poco después, dotó de nombre a todas las cosas y enseñó a los seres humanos a aparearse y procrear, pues los hombres existentes habían sido hechos con sus manos, y ya estaba cansado de tal tarea. Hecho lo cual enseñó a las persona a celebrar ceremonias y a ejecutar danzas sagradas. Asimismo, les enseñó a enterrar a los muertos que hubiesen perecido de forma natural, y a los muertos violentamente ordenó que se les incinerase. En cambio, los que murieron valientemente tenían derecho a acceder a un lugar situado abajo del Norte, donde comerían venados, conejos, ratones y liebres. El Norte era el punto cardinal más importante donde la tierra era fértil, y había excelentes alimentos; en cambio, el Sur contaba con una tierra infértil y al él arribaban todas las personas malvadas.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tradiciones

Día de Muertos. IV. La bienvenida y despedida de las ánimas.

Recibir a las ánimas que llegan al mundo de los vivos año tras año, es el objetivo fundamental de la fiesta de Día de Muertos. Esta ceremonia es una de las más emotivas e importantes de la celebración, puesto que marca el momento culminante de acercamiento con nuestros antepasados. Es entonces cuando el arreglo de las tumbas, la elaboración del altar y la colocación de la ofrenda adquieren su verdadero sentido y función. Generalmente, la ceremonia de bienvenida inicia con el repique de las campanas de la iglesia, cuyo sonido simboliza el poder creador. Por su posición suspendida es acreedora al sentido místico entre lazador  del Cielo y la Tierra. La campana tiene el poder de entrar en el mundo subterráneo y es por ello que muchos grupos la emplean como instrumento ideal para llamar a los muertos al banquete anual. Asimismo, suele invocarse la presencia de los muertos por medio de rezos, misas e invocaciones, pues se trata de ritos piaculares que permiten a las ánimas llegar con bien y en estado de santificación a la tierra. Simbolizan la comunicación verbal con los seres espirituales y forman parte del continuum comunicativo, junto con otros actos presentes en la Fiesta de Muertos. En algunas comunidades, la música y la danza actúan como elementos psicopompes que ayudan a los muertos a encontrar el camino al mundo de los mortales, ya que desde muy antiguo ambas expresiones han tenido la facultad de desempeñar un papel mediador entre lo humano y lo divino, entre la tierra y el cielo. Otros elementos psicopompes de apelación a las ánimas lo constituyen el olor de las flores, el copal, el incienso, el humo, la luz de los cirios y de las velas.

Para recibir a las ánimas en Chacaltzingo, Morelos, a la entrada de las casas se coloca un arco de flores. La persona más anciana de la casa se sitúa al lado del arco y, con un sahumerio en las manos, invita a las ánimas a llegar hasta el altar, siguiendo el camino de pétalos de cempasúchil que los niños han formado para tal efecto. En el vecino poblado de Cuentepec, sobre el petate de la ofrenda se colocan jarros con agua fresca, para que los difuntos la beban, ya que vienen muy cansados y sedientos de su largo viaje.

En Zitala, Guerrero, el día 2 de noviembre, hacia el oscurecer, llegan cientos de maripositas blancas conocidas como “palomitas de la luz”. Se posan sobre los alimentos de la ofrenda y giran alrededor de las velas. Cada una representa a un familiar muerto, pues se las considera como espíritus viajeros y símbolo de resurrección. Por lo tanto, las almas al salir de sus tumbas adoptan la forma de mariposas.

Los cakchiqueles de Barrio de Guadalupe, reciben a las ánimas con música de tambor y de corneta. Los músicos van tocando por las calles y se detienen en las casas de los mayordomos y los regidores. Mientras tanto, las campanas repican en la mañana, al mediodía y al atardecer. El 1º de noviembre, los regidores nombran un ayuntamiento que durará solamente un día y cuya función consiste en gobernar al pueblo en nombre de los muertos. También designan un sacristán de los muertos, quien tiene la obligación de tocar la campana día y noche para invitar a las almas a divertirse bailando con música de arpa, violín y guitarra. En las casas de los muertos se colocan sillas para que éstos puedan descansar después de bailar. Cuando llegan, los familiares empiezan a rezar: los hombres rezan diez padres nuestros y las mujeres diez aves marías.

Entre los popolucas de Veracruz, las ánimas bajan a la tierra por gracia de Dios, el día 2 de noviembre. A las doce de la noche del día 1º, los familiares pronuncian los nombres de los seres queridos invitándolos a comer de la ofrenda. Las almas acuden encarnadas en hermosos grillos y coloridas mariposas, atraídos por el resplandor de las ceras que iluminan su camino. La luz es imprescindible, porque de no ponérselas los muertos no verían, se tropezarían y se lastimarían los pies.

En Tlaxpanaloya, Puebla, los indígenas nahuas piensan que las ánimas visitan a sus deudos quince días antes de la fiesta de muertos, con el fin de observar los preparativos que se están llevando a cabo. Los vivos no se percatan de su presencia porque no los pueden ver, aunque algunas veces las ánimas se encarnan en hombres y entran a la casa a platicar con los familiares. Cuando ven que ya todo está preparado y listo para esperarlos, se alegran mucho y están tranquilos hasta el memorable día.

Los tojolabales de Chiapas visitan a sus muertos en el panteón del pueblo y les ofrecen el siguiente rezo: – ”Ya llegué, padre. Ya llegué, madre. Ha llegado el día. Ha llegado la hora de venir a visitarte, para estar juntos. Te venimos a ofrecer lo que tenemos, un poco de comida. Tú lo sabes. Tú lo conoces. ¡Oh, Señor, que estoy en la tierra! Con gusto te venimos a ofrecer lo que tenemos. Coma. Será hasta la otra ocasión. Este día nuestros corazones, nuestras almas, lloran. Señor que estás en el Cielo, te pido, te suplico que nuestras lágrimas laven el dolor, la tristeza de nuestros corazones.Cuídanos, Señor, seremos tus obedientes. Así cuando se separen nuestras almas de nuestro cuerpo no sufriremos.”

Los huaves de San Mateo del Mar en Oaxaca, el Día de Muertos colocan sillas a todo el rededor de la ofrenda. El más anciano de la familia recorre la casa llevando un anafre con copal e invitando a las ánimas a comer de la ofrenda. Esta invitación se hace varias veces al día. Al tiempo que sahúma la casa, previene a las ánimas de que los alimentos son escasos, pero que se los ofrecen con mucho amor para que puedan cobrar fuerzas y regresar a su eterna morada.

Los mazatecos de San Pedro Ixcatán, Oaxaca, llaman a sus difuntos con la danza Toxo-ho, “fruto de ombligo”, en la que participan de diez a quince jóvenes. Los danzantes ejecutan saltos y contorsiones, al son de un violín y un tambor. El canto y la música son escuchados por las ánimas, tanto en la Gloria como en el Infierno. El canto dice así:
Te canto a ti, abuelo, a ti padre,
a ti madre.
En todas partes bailo el Toxo-ho,
tanto aquí como en el Infierno.

Los danzantes se disfrazan con huipiles, vestidos, rebozos y máscaras que les permiten guardar el incógnito. Primero danzan en el cementerio y, una vez que llegan las almas, recorren las calles del pueblo para recibir gratificaciones en dinero. Es obligación que bailen durante siete años seguidos. Si alguno es reconocido por la comunidad y por ello se niega a bailar, por el resto de su vida quince días antes de la fiesta, escuchará los lamentos, cantos y bailes que realizan los difuntos para castigarle por no haber cumplido con la costumbre.

Finalmente, digamos que en la Ciudad de México los chiquillos van por las calles pidiendo su “calavera”, como yo vi a mi hija hacer. En el fondo de una caja de zapatos forman la cara calada de una calavera, pegan en un extremo una vela que encienden y en el otro amarran una pita para sostener la caja. Así provistos van diciendo a las transeúntes o a los automovilistas que se detienen en los altos: – “¿No me da mi calavera?”

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Mexicanas Prehispanicas

Rayenari y Metzaka: el Sol y la Luna.

El dios principal Onorúame-Eyerúame, Nuestro Padre, “el que es padre”, en su infinita bondad regaló a los tarahumaras, pueblo asentado en el estado de Chihuahaua, el divino maíz para su supervivencia. Onorúame-Eyerúame  comprende en su esencia un elemento masculino: onorúame; y un elemento femenino, eyerúame. Esta divinidad el padre-madre de Rayénari, el Padre Sol, y de Metzaka, la Madre Luna; también tuvo como hijo a Chirisópori, el Lucero de la Mañana; además de ser sus hijos, son parte integral de su integridad divina. Onorúame-Eyeruame, deidad hermafrodita y dual,  carece de rostro; no es hombre ni mujer, no es bueno ni malo. Y no se le puede representar.

Onorúame-Eyerúame creó la música, la danza, y las almas para que los hombres pudieran conectarse  con los dioses. Él dio nacimiento a los torrentes de agua, a las montañas y a los abismos. Onorúame-Eyerúame creó los pinos, los encinos y los álamos; así como los osos, lobos, pumas, nutrias, y demás animales que forman el entorno de los rarámuris. Les enseñó a venerar al árbol, pues de ahí obtenían el fuego y la madera para fabricar los instrumentos que emplearían en las ceremonias rituales. Cuando llevó a cabo su creación, Onorúame-Eyerúame lo hizo cantando y bailando al compás del latido de la Nuestra Madre la Tierra, la cual lo acompañó haciendo de tambor.
Onorúame-Eyerúame, el Sol y la Luna, viven en el Cielo, junto con su hermano Chirisópori  el Lucero de la Mañana. El Sol cuida a los hombres durante el día y la Luna por la noche. A las deidades que habitan en el Cielo de las llama Repá Gatígame, “los que están arriba”. En el Inframundo están los Teré Gatígame, “habitantes de abajo”; ahí se encuentra Terégori, El de la Casa de Abajo, un feroz y malvado lobo que ataca a los hombres y les envía malos pensamientos. En el mundo de en medio está situada la Tierra, donde viven los hombres. Además de los dioses del Cielo y del Inframundo, existen muchos otros seres que pueden verse o no, y que viven en el agua o el aire encargados de causas las enfermedades en los seres humanos y aun la muerte.

Al ser parte integral de Onorúame-Eyerúame, Rayénari y Metzaka fueron también los creadores del universo. Los indios les rinde pleitesía por medio de cantos y danzas –entre las que destaca el Yumari, danza de carácter sagrado y cosmogónico-, a través del sacrificio de animales, y ofreciéndoles y bebiendo tesgüino, batari, para mantenerlos contentos. A los dioses se les suelen dirigir las siguientes palabras en las ceremonias rituales al Sol: Rayénari, tu eres el padre, te reverenciamos cuando apareces en el horizonte, con todo tu poder, luz y calor, llenas de brillo el mundo. Ya se ha ido a descansar, nuestra madre, la luma Metzaka. Que es blanca y pura. Por eso sacrificamos borregas blancas, gallos blancos y chivos blancos.

Cuando el Sol y la Luna, las dos fuerzas duales macho y  hembra, eran dos niñitos se vestían con una ropita hecha de palma, y vivían en una cabaña que construyeron también de palma. Pero sucedía que el Sol y la Luna estaban muy solitos, pues no tenían ovejas ni vacas. La única luz que recibían era la luz que esparcía sobre la Tierra el Lucero de la Mañana, por eso estaban enfermos de oscuridad. La Niña-Luna solía comerse los piojos de la cabeza del Niño-Sol; mientras el Lucero de la Mañana vigilaba la Tierra durante la noche. Cuando los dioses crecieron un poquito más, crearon a los hombres que vivieron en las sierras formadas por el máximo dios dual. Los hombres creados fueron delgados, altos, de ojos y pelo oscuro, y de fuerte musculatura que les permitía correr grandes distancias. Vestían taparrabo y camisa; y para que recordaran siempre que venían de una dualidad genérica, llevaban en la cabeza la  kowera, con dos tiras colgando por detrás que simbolizaban al Sol y a la Luna.

En los tiempos primigenios hubo muchos mundos que fueron destruidos consecutivamente. Antes de la última destrucción, los ríos iban en su continua marcha hacia el lugar donde nace el Sol, pero después cambiaron su curso. Algunos tarahumaras creen que los osos se dieron a la tarea de formar el mundo que hasta entonces era solamente un lugar lleno de arena. Había muchas lagunas alrededor de Guachochic, un poblado; sin embargo, cuando los indígenas llegaron al pueblo y bailaron la Danza del Yumari –que aún se baila durante las festividades para despedir al Sol y a la Luna- todo se puso en orden en la Tierra, y las rocas, que eran chicas y blandengues, se convirtieron en duras, grandes y con vida dentro de ellas. En estos tiempos, la Tierra era plana, las personas salían del suelo y su vida duraba un año, transcurrido el cual morían, como si fuesen hermosas flores de poca duración.

En ese lejano tiempo, había seiscientos tarahumaras, que no podían trabajar ni hacer nada, debido a la oscuridad que reinaba por doquier. Tropezaban siempre que caminaban y, para no caer y perderse, se tomaban de las manos. Estas primeras personas decidieron curar de su oscuridad al Sol y a la Luna. Para ello, mojaron unas cruces chiquitas con tesgüino (bebida de maíz fermentado), y con ellas les tocaron el pecho a los dioses. En seguida, los niños-dioses comenzaron a brillar y a expandir su maravillosa luz por toda la Tierra.

Una tercera versión nos cuenta que hubo un lejano tiempo en que el mundo se llenó de agua, se inundó. Al sur de Panalachic, población de Chihuahua, existía una montaña denominada Levachi, “guaje”, a la cual se subió una pareja de muchachitos a fin de salvarse de la espantosa inundación provocada por la naturaleza. Cuando el agua por fin descendió y la jovencita y el jovencito, que no eran otros que la Luna y el Sol, pudieron bajar, se llevaron consigo tres semillas de maíz y tres de frijoles que encontraron en le montaña. Las rocas que cubrían el suelo habían quedado muy blandas después de la inundación y las huellas de los pies de los muchachitos quedaron impresas en ellas. Aún ahora pueden verse. Entonces, decidieron plantar las semillas, al final de la tarea se acostaron a dormir. Soñaron toda la noche. Cuando fue tiempo, cosecharon lo que habían sembrado. De esta pareja descienden todos los tarahumaras. Pero ocurrió que los nuevos habitantes empezaron a pelear entre sí y, en castigo a su mal comportamiento, Dios envió mucha lluvia para que todos muriesen. Más tarde, cuando el diluvio hubo concluido, Tata Dios envió a tres mujeres y a tres hombres para poblar nuevamente la Tierra. Estos nuevos hombres sembraron tres tipos de maíz que son el amarillo, el duro, y el blando, que aún crecen en nuestros tiempos.

Sonia Iglesias y Cabrera