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Mitos Cortos

Ixchel, la blanca.

En la Península de Yucatán floreció una de las más excepcionales culturas mesoamericanas: la cultura maya. Como todos los pueblos del mundo, los mayas elaboraron una mitología plena de dioses y diosas que representaban elementos de la naturaleza y conceptos abstractos. De entre este enorme panteón maya, destaca una diosa llamada Ixchel, “la blanca”, esposa de uno de los dioses más importantes de la mitología: Itzamná, dios todopoderoso creador del mundo. Estos magníficos dioses tuvieron trece hijos: Yum Kaax, dios del maíz; Ek Chuah, dios del cacao, la guerra y benefactor de los mercaderes, y  los dioses de los sacrificios y de las estrellas.

Además, tuvieron hijas que fueron las diosas del paraíso, las aguas y la noche. Ixchel fue la Diosa de la Luna. Se la presentaba como una diosa vieja, fea y mala, que disfrutaba vaciando odres de cólera y maldad sobre el mundo; podía dar vida a los seres y a la naturaleza, regía el nacimiento de los niños y tenía la capacidad de curar. Enviaba a la Tierra las inundaciones y las tormentas que causaban graves daños. En esta advocación, se la representaba rodeada de símbolos de la muerte y la destrucción, con una serpiente enrollada al cuello y a la cabeza, y adornada de osamentas humanas; sus pies estaban formados por garras amenazadoras. Asimismo, suele aparecer tejiendo el telar de cintura, del cual fue la inventora, y se afirma que estaba tejiendo cuando atrajo la atención de su marido, el Sol. Como era la suprema tejedora, Ixchel estaba asociada a la Araña, cuya tela simbolizaba su placenta, ya que la Araña crea el hilo de la vida, a la manera de un cordón umbilical.

Mito mexicano breve - ixchel, la blancaA Ixchel se la adoraba en un templo que se localizaba en Dcuzamil de la provincia de Ecab, al cual los peregrinos acudían en canoas para pedirle les dijera los oráculos, pues la diosa era famosa por lo acertada. No faltaban las peregrinas que pedían a la diosa la capacidad de  tener muchos hijos, tantos como sus maridos quisieran. Agradecida, Ixchel tomaba bajo su protección a los fieles que la visitaban en su templo cargados de ofrendas de flores y comida. Otro de sus adoratorios se encontraba en la Punta Sur de Isla Mujeres, en un elevado acantilado, desde donde se podía ver un hermoso arco iris, fenómeno natural del cual Ixchel fue también deidad. Cuando alguna mujer daba a luz, las hechiceras acudían a la casa de la parturienta y depositaban una estatuilla de la diosa debajo de la cama de la recién parida. El mito nos dice que de ahí viene el nombre de la isla, ya que los españoles, al llegar a ella y ver una gran cantidad de estatuas pequeñas de la diosa, la llamaron Isla Mujeres. En su advocación de diosa de los partos se la llamó Sinal, cuyo significado alude a la capacidad de dar a luz.

La diosa Luna vivía en el Ahua, o cielo de los mayas, localizado en el cosmos, formado por nueve niveles y sostenido por cuatro dioses: los bacabs. Tales niveles, orientados en cuatro direcciones, se representaban por colores: al rojo correspondía el este; el amarillo al sur; el oeste era negro; y el norte simbolizaba el color blanco. Al centro, se erigía la gran Ceiba Sagrada.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas

Ceh, el Venado Sagrado

Desde muy antiguo, para los mayas el Venado, Ceh, ha sido un animal sagrado, venerado y admirado por su belleza y suprema agilidad. Ha sido para los indios el emblema de la lluvia, de la fertilidad de la tierra, de la renovación anual de las plantas, al cual se invocan sus favores en caso de sequía. Guardián y protector de los montes, Ceh, el Venado, ha simbolizado el movimiento del Sol desde el amanecer hasta la hora del crepúsculo. Animal de poder no sólo relacionado estrechamente con el Sol, sino con la Luna y la Lluvia.

Los mayas de Yucatán nos narran que Itzamná, el Señor de los Cielos, la Noche y el Día, hijo de Hunab Ku, Dios Solitario, el mayor de todos los dioses, creó la Tierra. Como sus representantes eligió a tres animales, la Serpiente, el Faisán y el Venado. Itzamná, el dios omnipotente, se representaba como un anciano creador del universo. Aunque también solíase representarlo como un animal fantástico, mezcla de serpiente, cocodrilo y lagarto, con pezuñas y cuernos de venado. Desde su residencia en el Cielo dirigía al cosmos sentado en una banda astronómica. Fue el primer sacerdote de la cultura maya a quien se debe la invención de la escritura y los códices; de las ciencias y de los conocimientos. En su inconmensurable bondad, creó a los mayas y al Mayab, el lugar donde debían residir.

Venado sagrado - Leyenda mexicana cortaLos mayas antiguos acostumbraban sacrificar venados en honor a sus dioses, a quienes les ofrendaban el corazón de estos dulces animales, y los sacerdotes untaban la sangre en las figuras los ídolos. Asimismo, por su carácter sacro los mayas escribieron sus códices sobre la suave piel ya curtida del Venado, para que la posteridad pudiese conocer su historia antigua. Es así como conocemos que el Venado era un animal psicopompe, encargado de relacionar a los humanos con los ancestros; es decir, los dioses.

El uinal denominado Ceh, Venado, fue el décimo segundo mes el calendario maya (del 11 al  30 de noviembre). En este mes se efectuaban celebraciones a la fuerza generadora del universo, al igual que en el mes Zip, tercero del calendario, también Venado por extensión, ya que en él se llevaba a cabo un festival dedicado a los dioses  en el que se hacía referencia a la sangre derramada durante la caza de dicho animal. Así pues, Zip era el mes en que los cazadores realizaban su fiesta. En el día siete de este mes, se veneraba a los dioses de la caza: Ah Cancum, Zuhuyzib y Zipitabai. Los cazadores embarraban con betún azul  una flecha y una cabeza de venado y bailaban sin descanso; asimismo, se horadaban las orejas y la lengua, y se pasaban por los agujeros siete hojas de una yerba llamada ac. Actualmente, al protector de los venados se le llama Zip, se trata de un wayjel íik’, espíritu de los vientos, cuya morada son las cuevas y los ojos de agua, en donde se efectúan ceremonias de petición del sagrado líquido. Zip es un venado pequeño que lleva entre sus cuernos un panal de abejas. Cuando gime es señal de que los cazadores lo están persiguiendo y trata de avisar del peligro a los otros venados, sus hermanos.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tradiciones

Día de Muertos. III. Los altares de muertos y su simbología.s

La colocación de los altares con su ofrenda es el eje fundamental de la Fiesta de Muertos. Poner el altar a los difuntos constituye un sacrificio propiciatorio, pues por medio del ofrecimiento de alimentos y objetos se desea  tenerlos contentos y mantenerlos en paz para que, venido el caso, puedan y quieran proporcionarnos su ayuda y su protección. Por lo tanto, se trata también de un rito de apaciguamiento tendiente a hacer desaparecer el enojo de los antepasados y evitar que nos provoquen algún daño cuando, voluntaria o involuntariamente, no les pongamos su anual ofrenda.

En el campo de la simbología, el altar nos remite a lo sagrado, al sitio donde convergen todos los actos rituales, el lugar donde lo sagrado se condensa, donde el ser se vuelve sagrado. De esta concepción universal y de su especificidad cristiana, se derivan la mayoría de nuestros altares de muertos, como una derivación estructural de los utilizados en los ritos católicos: una mesa con una ara encajada en ella, sobre la cual se extienden los corporales para celebrar el sacrifico de la misa.

Como casi todas las manifestaciones tradicionales de la cultura popular que expresan la cosmovisión de los mexicanos, la costumbre de poner altares de muertos conlleva el sincretismo, la adopción y/o la adaptación de rasgos indígenas e hispanos, de aquéllos que pertenecen a la tradición precortesiana y de aquéllos que fueran impuestos por la colonización armada e ideológica.

Un análisis nos ha permitido establecer una tipología de los altares de muertos en atención a criterios tales como el espacio en donde se colocan, su estructura morfológica, la condición específica del alma del muerto y la extemporaneidad de los altares; esto es, grupos para los cuales no existe fiesta de muertos, pero que colocan sus altares en otras fechas no menos importantes. Dicho lo cual tendríamos las categorías espacio, forma, condición y tiempo como determinantes de su carácter simbólico.

Dia de los muertos. Altar con arcoPor el espacio en que se colocan tendríamos la casa, la iglesia y el cementerio. Por su forma, los altares de la casa pueden estar en la mesa y el suelo con arco o sin él, en niveles, suspendidos del techo, o en alacenas y repisas. En la iglesia pueden tener forma de ataúd o catafalco, o bien estar estructurados en niveles. En el cementerio, las tumbas sirven de altar y pueden adornarse con arco o carecer de él.

Casa, tumba e iglesia conforman tres espacios simbólicos cuya elección conlleva razones semióticas. Así pues, la casa representa el centro del mundo, la imagen del universo y la posición de los hombres frente a las potencias soberanas del otro mundo, a la vez que nos remite al ser interior, cuyas diferentes partes simbolizan los diversos estados del alma. Para cada hombre su casa es su microcosmos. Por su parte, la iglesia, el templo, es el recinto sagrado erigido a las divinidades y destinado al culto y al sacrificio; es por excelencia el reflejo del mundo divino, la habitación de los dioses sobre la Tierra. Dentro de la escatología indígena es el lugar al que acuden las almas a su regreso a la Tierra el Día de Muertos,  y del cual saldrán, renovadas y  purificadas, hacia el banquete mortuorio al que  tienen derecho el próximo año. En cuanto a la tumba, constituye la morada del difunto, tal como en vida lo fue su casa. Es un signo material del alma, el lugar de la metamorfosis donde el cuerpo se transforma en espíritu y del renacimiento que se prepara cuando llegue la hora de la resurrección. A la tumba también regresan las almas para comer la esencia de su festín novembrino y es de la tumba del cementerio desde donde muchas comunidades indígenas  dirigen y custodian las almas hacia la casa donde habitaron en vida.

Gran importancia reviste el simbolismo del arco en los altares de muerto; por ejemplo, para los nahuas de Zongolica, Veracruz, el arco simboliza la Puerta del Cielo; por él llegan las almas guiadas por el aroma de las vainas y la flor de cempasúchil. El arco se debe purificar con copal y agua bendita. La mayoría de los arcos llevan guindados frutas, flores y pan, pero los mayas de Yucatán utilizan otros motivos decorativos y simbólicos.

Cuando los altares se colocan en el suelo, debemos pensar en su valor analógico de tierra, símbolo indiscutible de la función materna, la que da forma y otorga la vida; simboliza la fecundidad y la re-generación; la tierra cría a todos los seres y los alimenta, y luego los recibe en su seno a la hora de la muerte.

Dia de los muertos en Mexico. Altar escalonadoHay también altares que adoptan la forma de pirámides escalonadas que participan del simbolismo del túmulo, el montecillo artificial con que algunos pueblos antiguos cubrían los cuerpos de los difuntos y que servía para evocar la colina que surgió de las aguas primordiales en el nacimiento de la Tierra. La forma ascendente del túmulo, que con el paso del tiempo devino catafalco, simboliza la comunicación con el Cielo, con las almas que lo moran y con Dios. Es, por ende, el lugar del encuentro entre dos mundos: el de acá y el del más allá que se ponen en contacto durante la celebración a los muertos.

Si atendemos a la condición específica del alma del difunto, encontramos altares dedicados a los muertos grandes que fallecieron de muerte natural, y que ocupan el lugar preferencial de los altares. Otros dedicados a los muertos en forma violenta: los “matados” y “fracasados” llamados así porque no murieron como Dios manda, no tienen altar propio sino que comparten una parte del altar dedicado a los muertos grandes. A veces, se les pone un altar que consta tan solo de flores y velas, en el lugar donde ocurrió su trágica muerte. El ánima sola es un alma triste porque no tiene quien le ponga altar, es por eso que en muchos barrios de Xochimilco, los “fiscales” y los “mandones” piden parte de la ofrenda de las casas, para obsequiarla a esta ánima que llega el 1º de noviembre a las dos de la mañana. Debido a que van tocando una campanita desde la iglesia y a lo largo de su recorrido, reciben el nombre de “campaneros”, y a su acción se le denomina campanatome. Acompañan el sonido metálico de las campanas con un sonido nasal que producen con la boca, a fin de simular que las ánimas están pidiendo su ofrenda. A su vez, los nahuas de Chicontepec, Veracruz, además del altar principal dedicado a los muertos grandes, colocan otro más pequeño, en la parte externa posterior de la casa, destinado al ánima sola.

Los niños muertos también tienen derecho a sus altares. A los angelitos, los nimbos o abrojos, y a  los limbos el pueblo les dedica altares con características especiales; a saber, su comida no debe condimentarse con chile porque les perjudicaría la salud; es imprescindible que  los candelabros, las flores,  los sahumerios y casi todos los objetos que se colocan en el altar, sean blancos, pues este color simboliza la pureza. A los niños muertos se les ponen dulces de alfeñique o azúcar vaciada, con los que se elaboran multitud de figuras. En otros lugares, los altares se adornan con juguetitos de barro pintados; así, cuando lleguen las ánimas chiquitas podrán jugar tal como lo hacían en vida. Todos los altares cuentan con panes en miniatura, pues es sabido que a los niños les gusta mucho, al igual que las frutas y el dulce de calabaza. Es característico que los elementos de la ofrenda se elaboren a escala reducida, de acuerdo al tamaño del muertito. Si se ponen objetos grandes o que pertenezcan a los altares de adultos, los niñitos se enojarán, se pondrán tristes y no comerán de lo ofrecido.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Mexicanas Prehispanicas

Los fatales presagios de la conquista de Tenochtitlan.

Una parte del Códice Florentino relata que alrededor de unos diez  antes de la conquista de Mexico-Tenochtitlan por los invasores españoles acaecida en el año de 1521, ocurrieron varios sucesos o presagios, que anunciaron el cataclismo histórico y cultural que habría de ocurrir y afectar no sólo a la cultura del grupo hegemónico, sino a todas aquéllas que integraban lo que actualmente llamamos el territorio mexicano, entonces bajo la égida de los mexicas. Tales presagios fueron recopilados por el fraile Bernardino de Sahagún en su estupenda obra Historia general de las cosas de la Nueva España.

El primero de dichos presagios da cuenta de la aparición de un gran cometa que se vio hacia la parte oriental de Tenochtitlan. Se trataba de una llama de fuego resplandeciente que echaba muchas centellas. Tenía forma piramidal, pues lo ancho de su base se iba agostando en la parte superior. Este cometa aparecía después de la media noche y duraba visible hasta por la mañana, ya que la luz del Sol lo tornaba invisible. Cuando aparecía causaba desasosiego entre los indios que le veían, quienes espantados proferían muchos gritos de miedo, pues creían que era un anuncio de grandes calamidades por venir. A decir del fraile: …a esta tierra apareció en el cielo una cosa maravillosa y espantosa, y es, que apareció una llama de fuego muy grande y muy resplandeciente: parecía que estaba tendida en el mismo cielo, era ancha de la parte de abajo, y de la parte de arriba aguda, como cuando el fuego arde…

Conquista TenochtitlanEl segundo presagio sucedió en el templo dedicado al dios tutelar Huitzilopochtli, Colibrí Zurdo, el dios principal del panteón azteca, el cual se incendió de repente y sin causa aparente. Las llamas salían del adoratorio sin que el agua que los sacerdotes le echaban consiguiera poner fin a fuego tan pertinaz, por el contrario, al contacto con el líquido las llamas se engrandecían. El templo se destruyó: …fue que el capitel de un cu de Vitzilopuchtli, que se llamaba Totleco, se incendió milagrosamente y se quemó; parecía que las llamas de fuego salían de dentro de los maderos de las columnas, y muy de presto se hizo ceniza…

El tercer presagio tuvo lugar cuando un rayo mudo cayó en el techo de paja del templo dedicado al dios Xiuhtecutli, el cual se destruyó completamente: …fue que cayó un rayo sobre el cu… el cual estaba techado con paja, llamábase Tzumulco: espantáronse de esto porque no llovió sino agua muy menuda, que no suele caer rayos cuando así llueve, ni hubo tronido, sino que no saben cómo se incendió.

El cuarto presagio se dio por medio de un cometa que cruzó de occidente a oriente, regando grandes fuegos y centellas. Su cola era muy larga, al verla los indios gritaron aterrorizados: …fue que de día haciendo sol cayó una cometa, parecían tres estrellas juntas que corrían a la par muy encendidas y llevaban muy grandes colas… iban echando centellas de sí: de que la gente las vio comenzaron a dar gritos…

Repentinamente, el lago de Tenochtitlan se levantó como si hirviera, pesar de que no soplaba aire alguno. Una enorme tempestad se formó en la laguna, y las olas furiosas acabaron con las casas que pudieron. Este fue el quinto presagio: …fue que se levantó la mar, o laguna de México con grandes olas: parecía que hervía, sin hacer aire ninguno, la cual nunca se suele levantar sin gran viento: llegaron las olas muy lejos y entraron entre las casas, sacudían en los cimientos de las casas, algunas de estas cayeron: fue grande espanto de todos por ver que sin aire se habían embravecido de tal manera el agua.

Pasado dicho acontecimiento, se escuchó por toda la ciudad la voz de una mujer que al tiempo que lloraba decía: ¡Oh, hijos míos, ¿a dónde os llevaré? Este fue el augurio número seis: …fue que se oyó de noche en el aire una voz de mujer que decía: ¡Oh, hijos míos, ya nos perdimos, a dónde os llevaré!

Unos pescadores que se encontraban trabajando, pescaron en su red un pájaro del tamaño y color de un águila, la cual portaba en medio de la cabeza un espejo. Llevaron  tan extraña ave al Huey Tlatoani Moctezuma, pasado el mediodía, cuando se encontraba en una sala de su palacio, Moctezuma se fijó en el espejo redondo y pulido, y vio que llevaba estrellas llamadas mamalhuaztin. Ante su vista, el emperador se asustó y dejó de ver el espejo; pero la curiosidad fue más grande y reincidió; cual no sería su espanto cuando vio reflejado en él a jinetes armados que galopaban frenéticamente. El miedo del rey no tuvo límites. Fuera de sí, recurrió a sus astrólogos, sacerdotes y sabios a  quienes preguntó el significado de aquella extraña visión. Pero gente tan sabia se quedó sin respuesta: nadie supo de qué se trataba. Así se cumplió el presagio número siete: …tenía esta ave en medio de la cabeza un espejo redondo, donde se parecía el cielo, y las estrellas, y especialmente los mastelejos (cierta clase de estrellas) que andan cerca de las cabrillas (signo del Toro): como la vio Moctezuma espantóse, y la segunda vez que miró… vio muchedumbre de gente que venían todos armados encima de caballos, y luego Moctezuma mandó llamar a los agoreros y adivinos…

El último augurio, el octavo, ocurrió cuando aparecieron hombres de dos cabezas. Se los llevaron a Moctezuma, tan amante de los fenómenos. Una vez que fueron vistos por el Tlatoani mayor, los hombres de dos cabezas desaparecieron: La octava señal o pronóstico, fue que aparecieron muchas veces monstruos de cuerpos monstruosos, llevándolos a Moctezuma, y en viéndolos luego desaparecían.
Sonia Iglesias y Cabrera.

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Mitos Cortos

El Señor Niparaya. Mito pericú.

Los pericúes fueron una etnia que habitó el sur de la Península de Baja California, extinguida durante el siglo XVIII. Debido al medio en que vivieron, fueron muy austeros pues vivían solamente de la caza y la recolección. Muchos investigadores afirman que los pericúes fueron los descendientes de los primeros grupos humanos que ingresaron a América desde Asia por el Estrecho de Bering.

Los indios pericúesContaban los indios pericúes que en el Cielo reinaba Niparaya, el dios máximo que creó la Tierra, el mar, los animales, la naturaleza y los hombres, por tanto era el Señor del Mar, la Tierra y el Cielo. A este tan magnífico dios no se le podía ver, pues no tenía cuerpo como los seres humanos. Niparaya estaba casado con una hermosa mujer de nombre Anayicoyondi, con la que procreó tres saludables hijos. Uno de ellos recibió el nombre de Quaayayp, héroe cultural que vivió con los indios y les enseñó todo lo necesario para poder vivir en le Tierra. Niparaya era un dios poderoso, bello como el Sol, fuerte como la roca, limpio como el agua de manantial, y sumamente sabio. Como ya está muerto no puede hablar, pero a su lado tiene un tecolote que le platica constantemente.

Niparaya tuvo un poderoso enemigo perverso y de malas artes mágicas que le tenía gran envidia; su nombre fue Waac Tuparán. Con él  entabló una feroz lucha y salió vencedor; lo despojó de todas las pitahayas (fruta importantísima en la alimentación pericú) y le arrojó del Cielo en donde vivía en compañía de otros dioses. Al vencerle, Niparaya encerró a Waac Tuparán en una oscura y lúgubre cueva, y creó a las ballenas con el propósito de que lo vigilaran y le impidiesen salir de ella, pues los dioses menores del Cielo no quisieron ayudarle a vigilar a Tuparán por el miedo que le tenían. A esa cueva se dirigen cuando mueren las personas por causa de una flecha. Desde que fuese derrotado este temible enemigo del dios supremo, todo es paz en el Cielo y en la Tierra, salvo por algunos problemas que Niparaya ha tenido con su hijo Quaayayp, quien a veces se muestra desobediente, como todo hijo que se precie.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas

Julia Pastrana, la Mujer Lobo.

Julia Pastrana nació en la Sierra de Sinaloa en 1834, en una tribu de indios llamada root diggers, los “buscadores de raíces”. Desafortunadamente, nació con una enfermedad llamada hipertricosis, o “síndrome del hombre lobo”. Todo su cuerpo estaba cubierto de abundante pelo lacio y negro. Tenía una nariz u unas orejas enormes. Sus dientes eran feos a fuerza de ser irregulares y colocados doblemente en cada mandíbula, por lo que su boca salía anormalmente hacia afuera. Todo su aspecto recordaba a un gorila. Parece ser que fue hija de una india de apellido Espinosa quien vivía apartada de la gente, y afirmaba haber sido secuestrada por una tribu de indios y encerrada en una inhóspita cueva, donde vivían osos y monos que abusaron de ella según afirmaba. Tenía una niña pequeña, Julia, de la cual decía no ser madre. Dicha mujer se casó y dio a su hija el nombre de Julia Pastrana. Cuando murió, la pequeña fue a vivir como sirvienta en la casa del Pedro Sánchez, entonces gobernador del estado de Sinaloa. Un buen día conoció a M. Rates, su manager, quien la puso en exhibición en el Gothic Hall de Nueva York, para  luego venderla a otro representante de fenómenos, el señor Beach.

Se la llamaba La Indescriptible, y parecía feliz de mostrar su condición y sus habilidades para bailar y cantar, tanto en inglés como en español. En 1857 su entonces manager Theodor Lente, la llevó a Londres donde no se le permitió actuar. Pero en Leipzig, Alemania, actuó en una obra de teatro escrita especialmente para ella: Der curierte Meyer, cuyas representaciones se cancelaron poco tiempo después por considerarla inmoral.

Leyenda corta la mujer loboAl contrario de lo que pudiera pensarse, recibió muchas proposiciones de matrimonio, pero no aceptó a ningún galán por considerar a sus pretendientes insuficientemente ricos. Sin embargo, en 1857 se casó con Theodor Lente quien le prohibía salir a la calle durante el día y la mantenía fuera de observación de las personas. En el año de 1860, durante una jira por Moscú, Julia dio a luz un bebe que heredó la misma enfermedad. El niño no sobrevivió,  murió treinta y cinco horas después de nacido. Cinco días más tarde, Julia moría por las complicaciones que se le presentaron después del parto. El adolorido pero codicioso esposo, vendió los cadáveres al profesor Sukolov de la Universidad de Moscú. Este científico momificó los cuerpos y los expuso en el Instituto Anatómico de la Universidad de Moscú. Tras un largo proceso judicial, Lente reclamó las momias, las obtuvo y regresó a Londres donde acabaron presentándose en un museo de curiosidades. Después de desaparecer, las momias pasaron a ser propiedad de un tal señor Lunds, quien las presentó en su cámara de horrores en Noruega. Tras una serie de vicisitudes, en el año de 2013, los restos de Julia, sin su hijito cuya momia fue destrozada, se entregaron al gobierno de México y se depositaron en el Cementerio Histórico de Sinaloa. El día 13 de febrero de este año, se enterraron en el pueblo donde naciera La Mujer Mono.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tradiciones

Día de Muertos. II. Las fechas.

Actualmente, el Día de Muertos es la celebración, de carácter general, más importante de todo México, tal vez sólo equiparable a los festejos navideños y a los de Semana Santa. Esta importancia radica, en primera instancia, en que se trata de una conmemoración cuyo tema primordial  los ancestros, los difuntos, los antepasados, han sido objeto de adoración y veneración desde tiempos realmente remotos y que constituye uno de los primeros rituales universales que los seres humanos han celebrado.

dia de los muertos en MexicoPor otra parte, para nosotros la veneración a los antepasados es una celebración cuya larga existencia se inicia en épocas anteriores a la presencia hispana, continúa en la Colonia, en la cual comienza su proceso de sincretismo y mestizaje, que la modifica sustancialmente, hasta llegar a ser la fiesta, rica y variada, que todos conocemos y vivimos actualmente. Pero si esta larga existencia no bastara para darle tanto realce, también está el hecho de que se trata, no ya de una festividad, sino de muchas en una sola. En efecto, por ser México una nación conformada por cincuenta y seis grupos indígenas -o más según algunos antropólogos- más otro llamado mestizo, la fiesta de Día de Muertos es el centro de una variadísima gama de manifestaciones culturales relacionada con ritos mortuorios, circunscrita a marcos de referencia históricos, étnicos, grupales, ecológicos, familiares, e individuales. Con esto queremos decir que nuestro Día de Muertos no es una expresión homogénea de la cultura popular, sino por el contrario es heterogénea, distinta, diferente; en una palabra, cambia en atención al sector popular que lo festeje. No hay, pues, un solo Día de Muertos, sino tantos como variante rituales hay en las culturas que integran nuestra sociedad pluriétnica y pluricultural.

Sin embargo, a pesar de la enorme variedad que conlleva la fiesta, todas las variantes que en ella encontramos giran alrededor de ciertas prácticas comunes: la bienvenida y despedida de las ánimas, el arreglo de la tumbas en el cementerio, la colocación del altar, los alimentos y bebidas que conforman la ofrenda, la velación en el cementerio, la celebración de oficios religiosos, y el reparto de la ofrenda entre familiares y amigos. Todas estas actividades realizadas dentro de un período, más o menos similar, que no rebasa los meses de octubre y noviembre.

Las fechas de Día de Muertos
Paradójicamente, el Día de Muertos comprende varios días, y a veces, en algunos grupos tantos indígenas como mestizos, tiene Octava, es decir, el período de siete días que sigue a una solemnidad en la que se prolonga o se vuelve a realizar la misma festividad. Esta costumbre proviene de la creencia bíblica donde se afirma que la Creación tuvo una duración de siete días, más el octavo que corresponde a la eternidad bienaventurada y de la cual la Fiesta de Muertos es un anticipo y una prenda.

Si la fechas de las celebraciones se enmarcan dentro de los meses de octubre y noviembre, no es un hecho fortuito, sino que responde a que dichos meses están estrechamente vinculados con el calendario agrícola, cuando se inicia la recolección de los sembrado durante la primavera y se vienen a subsanar con las cosechas las anteriores etapas de escasez y pobreza y, por tanto, la fiesta resulta menos onerosa, ya que como todos sabemos, se trata de una celebración sumamente costosa para los familiares de los difuntos quienes no reparan en gastos para comprar lo mejor para la ofrenda.

El Día de Muertos constituye el primer gran banquete después de la temporada de peor escasez de los meses de septiembre-noviembre; banquete auténtico en el sentido alimentario que básicamente se organiza para los muertos y se comparte con ellos. Las fechas más recurrentes nos precisan que el 1° de noviembre se celebra a los muertos chiquitos o “angelitos”; y el día 2  a los muertos grandes o adultos. Sin embargo, las cosas se nos complican cuando sabemos que entre los totonacas de Veracruz, el 18 de octubre, día de San Lucas, se festeja a aquellos que encontraron una muerte violenta: los accidentados, ahogados y asesinados. El 31 reciben a los angelitos, el 1° de noviembre a los adultos, quienes regresan al más allá el 30 del mismo mes, después de haber salido del Reino de los Muertos el 24 de agosto, y haber gozado de Octava. En cambio, sus congéneres de Papantla y Zihuateutle, en Veracruz y Puebla, respectivamente, el 29 y el 30 de octubre lo dedican a los fallecidos “nuevos”, de no más de un año de muertos, y el 1°, 2 y 3 de noviembre a quienes han muerto hace ya más de diez años.

Por su parte, los mestizos tlaxcaltecas empiezan la fiesta el 29 de octubre cuando llegan las almas de los que murieron sin bautismo, los ahogados y los muertos que nunca nacieron; es decir, los nimbos, los “que no vieron la luz”. El 30 de octubre lo dedican al ánima sola, aquella que no tienen familiares ni nadie que se acuerde de ella. Un día después, el 31, arriban los angelitos, seguidos el 2 de noviembre por los muertos adultos.

En cambio, las ánimas choles de Oaxaca son más elásticas, porque del 25 de octubre al 5 de noviembre todas vienen a la tierra como Dios les da a entender, ya que el resto del año “están muy ocupadas”. Las almas mixtecas, más ordenadas, reciben el 31 de octubre a los angelitos, el 2 de noviembre a los adultos, y el 3 a las ánimas solitarias y a los limbos.

A su vez, los nahuas de Zongolica, Veracruz, se preparan el 31 de octubre para recibir a los limbos, y despuesito, ese mismo día, acogen a los koneme, niños sí bautizados. El día 1° de noviembre llegan los huehue, o sea, los adultos muertos de muerte natural; seguidos por las ánimas solas, los huérfanos y los criminales. Todas estas almas llegan a las 12 del día en perfecta secuencia. Los nahuas de Xoxocotla, Morelos, inician la celebración nueve días antes del 2 de noviembre, período en el que repican las campanas de seis a siete de la noche, para recordarle a la población que es el momento de irse preparando para recibir a los abuelos. Para esos nueve días se pone una ofrenda con dos vasos de agua, un ramo de flor de muerto, y un plato con ciruelas que se dan en ese tiempo. Después, festejan las fechas tradicionales.

Los otomíes dedican el 28 de octubre a los que murieron repentinamente y nunca pudieron llegar a su destino; el 29 recuerdan a los ahogados; el 30 festejan a los limbos; el 31 a los angelitos; y, al final, el 1° de noviembre, llegan los muertos adultos.

Es costumbre que los amuzgos de Oaxaca reciban el 24 de octubre a los angelitos; el 30 a los “matados” repentinamente; el 31 a los muertos de muerte natural y el 1° de noviembre se dedica a Todos los Santos.

Muchos más simples, los pai-pai de Baja California reciben el 2 de noviembre a todas las ánimas. Mientras que los tzeltales de Chiapas, como siguen la cronología del antiguo calendario maya, celebran el día de muertos el 15 de octubre, y finalizan la fiesta el 2 de noviembre, siguiendo la tradición hispana. Basten estos ejemplos para ilustrar la riqueza temporal del Día de Muertos en México.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Mexicanas Época Colonial

Tepito, barrio de leyenda.

Los inicios del barrio de tepito
La historia del barrio legendario de Tepito se inició cuando los mexicas, asentados en su magnífica ciudad, se dividieron en dos grupos: los de Tenochtitlan en el centro; y los de Tlatelolco hacia el norte de la ciudad. Tlatelolco comprendía diecinueve barrios y Tepìto se asienta en lo que fueron los barrios de Mecamalinco, Teocaltitlan, Atenentitlan (o Amaxac), Tepocticaltitlan, Apohuacan y parte de Atenantitech.

En el barrio de Mecamalinco, hoy Plaza Fray Bartolomé, había una pequeña pirámide donde la gente más pobre rendía culto a sus dioses. En náhuatl “pequeño” se dice tepiton, por lo que de ahí proviene el nombre de Tepito.

Cuando Tlatelolco cayó en manos del tlatoani de Tenochtitlan, Axayácatl, los futuros tepiteños se convirtieron en tributarios de la Triple Alianza, formada por Texcoco, Tlacopan y Tenochtitlan. Bajo el gobierno de Tenochtitlan, Tlatelolco pasó a ser el principal barrio comercial debido a su gran mercado. Los productos que no pasaban la estricta supervisión de los jueces pochtecas, se vendían en el mercado chico o “tepito”, situado junto al templo antes mencionado.

Cuauhtémoc, Señor de Tlatelolco, sucedió a su tío Cuitlahuac, Señor de Tenochtitlan, para continuar la defensa de la ciudad frente a la invasión española. Cuando Cuauhtémoc perdió la batalla en el Templo Mayor, retiró al barrio de Atenantitech su campo de operaciones, en el lugar donde hoy está la iglesia de Santa Ana, y un gran número de la población mexica se refugió en  Amaxac. En este barrio fue derrotado Cuauhtémoc, después de una cruenta lucha auxiliado por los tepiteños. Fue apresado en el lugar actual de la iglesia de La Conchita, que desde entonces se conoció como Tequipehuca, “lugar donde comenzó la esclavitud”.

El tepito colonial: bravo y contestatario
A causa de la conquista española, Tepito se vio sometido a una ideología impuesta. En la primera traza de la ciudad hispana quedó fuera de los límites y devino un barrio marginal, refugio de inmigrantes indígenas y negros no muy deseados en la ciudad. Asimismo, en el barrio se escondían los malhechores y tahúres de toda índole.

Poco a poco, el barrio se convirtió en una zona de gran flujo económico debido a que formaba parte de la ruta comercial que unía la ciudad de México con el norte del país. Este hecho hizo que floreciera el comercio y aumentase la población que habitaba pequeñas casas de adobe.

En la tercera traza de la Ciudad de México, el barrio quedó ubicado en el Séptimo Cuartel, lo cual le benefició, ya que de Tepito se obtenía la mano de obra de albañilería para las construcciones de edificios y obras públicas, y las personas destinadas a la servidumbre en las casas de los españoles ricos. En estos años coloniales, las necesidades económicas de los nuevos pobladores motivaron el surgimiento de algunos gremios artesanales que, con el tiempo, darían fama al barrio: los talabarteros, los herreros y los zapateros.Tepito ya era considerado como un arrabal de cierto peligro, cuyos habitantes solían organizarse para protestar contra las arbitrariedades de las autoridades. Aquí empezó su fama de barrio bravo y contestatario.

El tianguis fayuquero tiene nombre de dinero
La venta de fayuca o de artículos de contrabando de manufactura extranjera, se inició en el año de 1963. Desde entonces ha ido creciendo hasta convertirse en un serio problema social para los habitantes del barrio. El oficio de fayuquero no es homogéneo. Los fayuqueros que comercian en gran escala, curiosamente reciben la protección de políticos importantes o “padrinos”. Transportan su mercancía en tráileres escoltados y la guardan en bodegas efectuando desembarcos relámpagos. Están auxiliados y protegidos por inspectores y aduaneros, a fin de que no se les decomisen sus artículos. En cambio, los fayuqueros menores deben enfrentarse a los agentes aduanales y pagar frecuentes “mordidas” para no ser encarcelados. Existen fayuqueros con puestos ilegales, sin permiso oficial, y otros legales que lo han obtenido al afiliarse a las agrupaciones de comerciantes, en donde se juegan fuertes intereses políticos y económicos. Los líderes de las agrupaciones ofrecen protección a los tianguistas legales e ilegales, a cambio de dinero. Cada líder controla un determinado territorio y grupo de comerciantes, a los cuales presta dinero con desproporcionados intereses; los “protege” de las autoridades cuando quieren llevarse su mercancía, y les ayudan con dinero en caso de enfermedad o muerte, el cual le es cobrado a la familia.

Héroes y leyendas: los personajes de tepito
En Tepito los personajes legendarios han existido siempre. Desde la época colonial los tipos populares pululaban en el barrio ejerciendo oficios o desplumando al prójimo. Desgraciadamente, muchos se perdieron con el tiempo; y a otros, la tradición oral los olvidó. Sin embargo, no todos desparecieron y algunos supieron mantenerse en la memoria colectiva, como el famoso ratero apodado El Veneno, el Curahuesos don Filomeno; La Muñeca, mujer dedicada a la vida alegre; y don Ramón Borrego, de oficio cargador o tameme. Todos ellos formaron parte de la fauna legendaria de principios del siglo XX. Los personajes del barrio son especies de símbolos, de arquetipos que surgen de la realidad de su mundo circundante -aunque luego se conviertan en seres fantásticos-, y que expresan los valores culturales y las circunstancias sociales del momento histórico en que viven. Es por ello que los personajes populares de Tepito han destacado en muy diversos campos del quehacer humano; en actividades que en mayor o menor medida, son relevantes y significativas para el barrio y porque además representan ideales colectivos: fama, dinero, posición.

Tepiteños famosos los ha habido en el dominio de la delincuencia, como Lola La Chata y El Manos de Seda, jamás atrapado por la policía. Dentro del box, Kid Azteca y José Medel, alías El Huitlacoche. En el fútbol no puede olvidarse a Manolete Hernández, centro delantero del Atlante. En cuanto al comercio de chácharas, se hace necesario nombrar a Yolanda Cortés, La Tomatita, temida y apreciada por su valor. Y si de bailar se trata, está Adalberto Martínez “Resortes”, rey del baile popular. Como trabajadores de las letras han sobresalido Armando Ramírez, “Chin Chin El Teporocho”; y José Guadalupe Aguirre, el Poeta de Tepito. En el ámbito de la pintura puede hablarse de Daniel Manrique y Julián Ceballos del movimiento Tepito Arte Acá. Y como exponente de los oficios está el muy querido Juanito Guevara, zapatero de profesión. Basten estos nombres para ejemplificar algunos de los muchos personajes que han forjado su fama en el barrio legendario de Tepito.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Mitos Cortos

Xaratanga, la Diosa de la Luna. Mito purépecha.

Entre los antiguos purépecha, asentados hacia el Occidente de México, existía una diosa llamada Xaratanga, Xaracua o Xaratangua, “la que brilla o alumbra”. Era la Diosa de la Luna, adorada en Jarácuaro, que precisamente significa “el lugar donde está la luna” o “lugar donde se adora a la diosa Xaracua”. En esta población se dice que un cacique sacrificó ochocientos cautivos españoles, para obtener el favor bélico de la diosa, durante una de tantas batallas contra los invasores.

Xaratanga fue la deidad de la vida y la muerte – por lo cual solíasele representar con dos corazones-,  la Madre Creadora y Terrenal, a cuyo vientre acudían los seres humanos al morir. Representó mucho tiempo a las diosas matriarcales; pero, posteriormente, fue destronada por la diosa lunar Coyolxauhqui.

mitos cortos de mexicoGracias a Xaratanga, las plantas germinaban,  y los animales y los hombres nacían. Xaratanga vivía hacia el Oriente, junto a las fuentes termales de Araró, de las cuales formaba nubes que se iban hacia el Cielo para luego poder regar la Tierra con sus aguas emanadas de sus hinchados vientres. En los cultos dedicados a ella, se ejecutaba la danza de Los Huehues, Los Viejos, y se le ofrecían frutos, codornices, patos, y gran cantidad de plata el cual era su símbolo, pues se pensaba que este bello metal constituía una secreción lunar de Xaratanga. Se la asociaba con el jaguar. Como otras diosas lunares mesoamericanas, se la relacionaba con el amor, el sexo y el pulque. Además, fue la diosa de la gestación y del tejido, pues gracias a ella las mujeres purépecha aprendieron a tejer. Esta bella diosa que murió al dar a luz, llevaba un bello vestido blanco resplandeciente, la cara pintada de amarillo, y sus cabellos entrelazados con guirnaldas de pescados, chile, frijoles y maíz. Fue tan importante nuestra diosa que tenía el honor de presidir el religioso y sagrado Juego de Pelota purépecha.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas

Huehuecóyotl, el Coyote Viejo.

Huehuecóyotl, también conocido como Tambor Viejo, fue el dios tramposo de la música, el baile, la canción, la narración y  la alegría. Los mexicas le asociaron con la buena suerte y el relato histórico. Acertadamente se le consideró el patrón de la sexualidad desenfrenada; símbolo de la astucia, la sabiduría y el pragmatismo. Los códices y la tradición oral nos cuentan que Coyote Viejo dio el fuego a los hombres, fungió como intermediario entre este mundo y el más allá, curó por medio de los sueños enfermedades tales como  la artritis; y adquirió la fama de seductor capaz de incrementar la potencia sexual de los humanos y, por ende, poseedor de la capacidad de cambiar de género a su gusto, a más de poder transformarse en cualquier animal u hombre. Huehuecóyotl formó parte de los dioses mexicas y fue numen del dios Tezcatlipoca, Señor del Cielo y de la Tierra.

La leyenda nos refiere que Huehuetéotl estaba casado con Temazcalteci, la diosa de los temascales, y tenía como amante a Xochiquetzal, que aparte de ser la diosa del amor, lo era de la sexualidad, las prostitutas y las jóvenes. En su advocación homosexual Coyote tuvo como amantes a Opochtli, dios de la cacería y la pesca, y a Xochipilli, deidad de las artes, patrón de los homosexuales y de la prostitución masculina. Se trata de un dios dual, en él se representan el bien y el mal, la juventud y la vejez, lo masculino y lo femenino.

leyenda corta mexicana el coyote viejoEn el Códice Borbónico, uno de los códices mexicas precolombinos, lo vemos representado como un coyote bailando, con las manos y los pies de ser humano y tañendo un par de sonajas, que muchas veces se convierten en un tambor vertical. Siempre está bromeando, embromando a otros dioses, y metiéndose en terribles problemas. Cuando se aburre incitaba a los hombres a guerrear tan solo por el placer de divertirse. Sus poderes mágicos le permiten utilizar la transformación para llevar a cabo fechorías de muy diversa índole. En el Códice se le ve pintado de color rojo –el color solar- con tocado de coloridas plumas, vestido con un máxtlatl,  taparrabo, fuertes cacles en los pies, y vendas de papel cubriéndole  el cuerpo; porta una canasta  con cuatro círculos -símbolos del calor, de la vida y de la espiritualidad-, que nos remiten el signo solar tonallo. 

Sonia Iglesias y Cabrera