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Tradiciones

Día de Muertos. I. Las primeras ceremonias mortuorias.

Hace 230,000 años, en ese período de la Piedra Antigua, vivió, durante el último interglaciar y el comienzo de la glaciación Würm, el famoso Hombre de Neanderthal en las zonas de las actuales Europa, África, Australia y Asia Menor, que atravesaban las etapas medias y superior del Paleolítico. Estos hombres, dado su desarrollo cerebral, su modo de vida y su increíble facultad de invención se encontraban mucho más cercanos al Homo Sapiens que les continuaría, que al Pithecanthropus que les antecediera. Deben su nombre al hecho de que sus primeros restos fósiles se encontraron en los alrededores de Düsseldorf, Alemania, dentro de una caverna del valle de Neanderthal.

A través del estudio de casi cuarenta esqueletos del tipo Neanderthalensis, los paleontólogos han podido llegar a una descripción de sus características somáticas. Los hombres no eran muy altos, medían 1.63 metros, y sus compañeras, alcanzaban un promedio de 1.56. Los huesos del cráneo eran gruesos y su capacidad craneal se aproximaba a los 1,500 centímetros cúbicos, ciertamente muy parecida a la  del hombre actual. Su apariencia ya no era tan simiesca como la de su antecesor, por su postura erguida y vertical y a despecho de su frente huidiza, tenía arcos supra ciliares bastantes pronunciados, el mentón poco notorio, el cráneo ligeramente alargado, la nariz ancha y el cuerpo pesado y robusto.

dia de los muertos en MexicoLa industria lítica del Neanderthal se componía de punzones con bordes retocados y de raspadores que usaba para trabajar la madera. Sus herramientas y sus armas poseían mangos, lo que les permitía una mayor eficacia para cazar animales grandes como mamuts, rinocerontes lanudos y muchas otras especies que integraban su hábitat. Vivían de la caza y la recolección, de los productos que obtenían en los ríos y mares, y completaban su dieta con bayas, musgos, líquenes y pequeños animales como serpientes y lagartijas. La agricultura les era completamente desconocida. Con el fin de llevar a cabo sus actividades, los neandertales se reunían en cuadrillas, lo que implicaba una cierta organización social y un incipiente lenguaje para comunicarse.

Aparte de su cultura material, contaban con una cultura espiritual, como lo prueban los cofres de piedra encontrados en Drachenloch, Suiza, que guardan cráneos de oso, incrustados sobre placas calcáreas, orientados hacia un mismo punto cardinal; y los restos de un hogar que presupone la existencia de un fuego sagrado asociado a sacrificios rituales. Pero sobretodo, nos da cuenta de su riqueza espiritual el hecho de que los neandertales contaban con ritos mortuorios que practicaban para sus difuntos. Estos hombres enterraban a sus muertos en tumbas abiertas especialmente para ello, con una profundidad de 55 centímetros. Las tumbas se cavaban, generalmente, en las cuevas que utilizaban como habitación, muchas veces cerca de los fogones, tal vez con el propósito de que el calor “reviviera” al muerto. Los cuerpos se colocaban de lado con las piernas encogidas; o bien, en posición superior estirada, como es el caso del esqueleto de un muchacho que descubrió el arqueólogo Otto Hauser en Le Moustier, Francia, en el año de 1908.

El rito mortuorio llegó a ser tan elaborado que incluso contaban con “cementerios”, como lo prueban los hallazgos de estaciones prehistóricas que albergan más de diez entierros, localizados en grutas y protegidos por huesos grandes de animales y piedras. Es notable la existencia de enterramientos de cráneos solos, o en conjunto, en donde muchos de ellos presentan lesiones, que tal vez se deban a muertes violentas o a ritos de carácter religioso. Algunos de estos cráneos muestran un orificio en el occipital, para poder extraer el cerebro y comérselo ritualmente. Tanto los hombres como las mujeres recibían el mismo tipo de sepultura, pero parece ser que los niños se enterraban con especial cuidado. Los cadáveres infantiles aparecen pintados o espolvoreados con tierra roja. Tal vez se trata de la misma pintura que usaban en vida como adorno ritual, pero esto es sólo una mera especulación.

De cómo efectuaban los neandertales sus ceremonias mortuorias no conocemos nada, solamente podemos pensar que no debieron ser muy elaboradas, dado su nivel cultural. Lo que sí sabemos es que a los muertos se les colocaba una ofrenda con implementos de sílex y hueso, flores, trozos de carne, semillas de cereales silvestres y algunos adornos de uso diario. Estos hallazgos sugieren la presencia de creencias religiosas y la idea de que el Neandertal creía que la vida no terminaba con la muerte, sino que seguía en alguna parte llamada el mundo de los espíritus, en donde los muertos tenían  las mismas necesidades que experimentaban cuando transitaban por este mundo.

La evolución biológica y cultural del hombre continuó, y a finales del Paleolítico Superior y principios del Mesolítico, apareció nuestro querido Homo Sapiens Fossilis. La primera raza de este hombre sabio, se encontró en Cro-Magnon, Dordoña, Francia, en el año de 1868. El historiador Carl Grimberg, nos informa al respecto: Los esqueletos exhumados en ese lugar y los que lo fueron, después, en Europa y Africa del Norte, se caracterizan por ser muy robustos y de elevada estatura (1.80 m. aproximadamente). El cráneo poco grueso y de gran capacidad no difiere del nuestro.

Entierro dia de los muertos

El Homo Sapiens Fossilis vivió entre 40,000 y 10,000 años a.C. Su cultura material comprendía el tallado en piedra de cuchillas, raspadores, buriles y barrenas y el trabajo de herramientas y adornos en huesos, cuyas técnicas habían alcanzado la perfección. Contaba ya con anzuelos y arpones y llegó hasta inventar el lanza venablos, que le permitió cazar más eficazmente. Nuestro hombre vivía, como su antecesor, de la caza, la pesca y la recolección, aunque todas ellas mucho más perfeccionadas debido a sus acabados implementos líticos y a que sus armas eran más numerosas y variadas. Construía sus casas a la entrada de las cuevas, formando agrupaciones familiares o clanes, dirigidas por un chamán y un consejo de ancianos.

Sus ritos mortuorios consistían en enterrar a los muertos cubriendo sus cabezas, sus piernas y sus pechos con piedras, como si quisieran impedir que el muerto se irguiera. En otros enterramientos, los cadáveres aparecen encogidos y amarrados, pintados el cuerpo o la cabeza, con almagre –óxido rojo de hierro-. Junto al muerto colocaban instrumentos de piedra y alimentos animales, para que pudiera alimentarse en el más allá.

Los espacios de enterramiento variaban. Algunas veces el cadáver se inhumaba en el sitio donde el difunto había vivido y, posteriormente, la familia abandonaba el lugar. En ocasiones, el muerto se quemaba en el fuego del hogar, hasta que se convertía en cenizas. Otra veces, cavaban tumbas donde se tendía el despojo y se le cubría con muchas piedras, no fuera a ser que regresara de ese mundo al que había partido y provocara el susto de los vivos. Pero también era frecuente que el cuerpo se dejara en una caverna cuya entrada se tapaba con una piedra grande, sin más ceremonia. A los enterramientos se agregaban los implementos de trabajo y de la vida cotidiana para que pudiesen servirse de ellos en el más allá.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Mexicanas Prehispanicas

Coyolxauhqui, La de los Cascabeles en las Mejillas

La coyolxauhqui en la leyenda

En la tradición oral mexica  Coyolxauhqui fue una diosa lunar. Hija de la Diosa de la Tierra Coatlicue, la de la Falda de Serpientes, patrona de la vida y la muerte, hermana del Dios Sol Huitzilopochtli y de los Centzon Huitznáhuac, los Cuatrocientos Biznagas. Esta hermosa diosa instigó a sus hermanos a que diesen muerte a su madre por considerarla deshonrada. En efecto, Coatlicue se había embarazado cuando un plumón de colibrí cayóle en el seno mientras se encontraba barriendo su templo, situado en el poblado de Coatepec. Indignada y celosa, la Luna quiso matar a su madre; pero, aun antes de nacer el que fuera su hermano Huitzilopochtli, se dio cuenta del peligro que corría su madre y él mismo. Así pues, se apresuró a nacer y vino al mundo adulto, vestido, con armas, completamente pertrechado. Se le llamó Hijo de Colibrí o Colibrí Hechizado. Armado con una serpiente de fuego, la Xiuhcóatl, decapitó a Coyolxauhqui. La cabeza de la mala hija quedó en la ladera de la montaña donde tuvo lugar el trágico suceso, y su cuerpo se fue fragmentando mientras rodaba hacia la sima. Es desde entonces el símbolo de la muerte mensual de la Luna a manos del victorioso Sol, y el renacimiento de la diosa en cada fase lunar. A los Centzon Huitznáhuac el Sol los persiguió hasta que los destruyó dándoles muerte. Fray Bernardino de Sahagún nos relata respecto a la muerte de la diosa lunar: Y el dicho Huitzilopochtli dijo a uno que se llamaba Tochancalqui que encendiese una culebra hecha de teas que se llamaba Xiuhcóatl, y así la encendió y con ella fue herida la dicha Coyolxauhqui, de que murió hecha pedazos, y la cabeza quedó en aquella sierra que se dice Coatepec y el cuerpo cayóse abajo hecho pedazos.

Su representación pétrea nos muestra a Coyolxauhqui con gotas de sangre que escurren de sus miembros heridos que permiten ver sus coyunturas óseas. Coyolxauhqui, La Luna, usaba una serpiente de dos cabezas amarrada en la cintura, la cual remataba en un cráneo en su espalda. Sus brazos y muslos ostentaban el mismo adorno.  Sus talones se adornaban con máscaras de un animal con colmillos. Solía la diosa tocarse con un gran penacho de plumas y círculos que acomodaba en sus negros cabellos. Sus orejeras formaban figuras geométricas, y su rostro se engalanaba con cascabeles en sus mejillas.

Otra versión legendaria afirma que  Coyolxauhqui simbolizaba a un grupo de mexicas que se encontraba en desacuerdo político con otro grupo. Los dos bandos pelearon por conseguir el poder y ganó el contrario al de la diosa lunar. Su derrota quedó simbólicamente plasmada en la escultura que de ellos hizo el bando contrario presentándola completamente desmembrada. Los guerreros que lograron huir, fueron convertidos en estrellas por los dioses.

Leyenda mexicana prehispanicaPara otros estudiosos de la diosa Luna, ésta representaba el poder femenino que reinaba en tiempos matriarcales de la sociedad mexica. Al terminarse éste en manos de los hombres – quienes tomaron el poder para ya nunca dejarlo-, la fuerza femenina quedó desarticulada y, ante este hecho, la Coyolxauqui, simbólicamente, se desmembró, tal y como aparece en el disco encontrado en el Templo Mayor ubicado en el centro de la Ciudad de México.

Para la doctora Carmen Aguilera, esta extraordinaria diosa es más que una diosa lunar, es nada menos que la Vía Láctea de los mexicas. Nos cuenta que los símbolos que se encuentra en su escultura circular, nos presentan unos senos pletóricos de leche, y pliegues en el vientre que hacen suponer una mujer recién parida. Es la madre de las estrellas, ya que en su cabeza presenta el nombre de citlali, que significa exactamente estrella en lengua náhuatl. Y agrega la investigadora que en el disco de la escultura, aparecen ojos de la noche, que no son otra cosa sino las estrellas.

El descubrimiento de la Coyolxauhqui
El 21 de febrero de 1978, se encontró un monolito que representaba a la Coyolxauhqui mutilada de brazos y piernas, con gotas de sangre en sus extremidades, en la esquina de las calles de Guatemala y Argentina en el centro histórico de la Ciudad de México, muy cerca de las ruinas del Templo Mayor. Lo encontraron unos trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. Uno de tales trabajadores declaró a la revista National Geographic de diciembre de 1980: Mi pala pegó con algo duro, una piedra. Limpié algo de tierra con mi guante, así, y vi que la piedra era rojiza y que estaba labrada en relieve. Le hablé a mi compañero Jorge, y quitamos más tierra. No sabíamos lo que habíamos encontrado, pero lo reportamos a nuestro jefe de grupo y los ingenieros… Cuando se estaba construyendo el Metro, los periódicos hablaban de muchos descubrimientos del tiempo de los aztecas. Y claro, en la escuela mis maestros hablaban mucho de esas cosas.

 En seguida se dio aviso al Instituto Nacional de Antropología e Historia, y el Departamento de Salvamento Arqueológico envió a los pasantes de arqueología Rafael Domínguez, Raúl Arana y A, García Cook a revisar la escultura. Se empezaron los trabajos de rescate del monolito y de las cinco ofrendas que se encontraron cerca de él.

La piedra de la Coyolxauhqui tiene un diámetro aproximada de 3.25 metros, su espesor es de 30 centímetros, su peso de 8 toneladas, y está fabricado en roca volcánica andesita de lamprobolita de color rosado, procedente de la zona norte de la Cuenca de México. Su elaboración corresponde a la etapa constructiva IVb del Templo Mayor mexica durante el mandato del tlatoani  Axayácatl (1469-1481), en el Posclásico Tardío. Actualmente se puede ver el monolito en la Sala 4 del museo del Templo Mayor. Esta maravilla del arte mexica está a la disposición de todo aquél que quiera solazarse con su belleza y aprender algo más de nuestra historia antigua.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Ejemplos de mitos

Ejemplos de Mitos Teogónicos

Los mitos teogónicos nos relatan el origen de los dioses. Por ejemplo, el mito de La verdadera historia de Quetzalcoatl o bien, el mito de Homshuk, el dios del maíz olmeca.

Para ver la definición de otros tipos de mitos, visita el artículo de Wikipedia sobre mitos.

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Leyendas Cortas

Xólotl, el divino perro bermejo.

El xoloitzcuintle, fue una raza de perros sin pelo, originario de México. Cuenta con una antigüedad de tres mil años; fue un regalo que el dios Xólotl le dio a los hombres para la salvación de su alma. En la tradición oral mexica, Xólotl representaba al Señor de la Estrella de la Tarde, del Inframundo; Dios del Relámpago, Dios del Juego de Pelota y guía de los muertos en su viaje al Mictlan. A Xólotl le tocó en suerte ser el hermano gemelo de Quetzalcóatl y de Tlahuizcalpantecuhtli, Señor de la Estrella del Alba, a pesar de ser considerado el Dios de la Mala Suerte, pues Xólotl personificaba el lado maligno de Venus y se le identificaba con la enfermedad y las deformidades físicas. Esta deidad, temida y venerada, habitaba en el Teteocan, el reino de los dioses aztecas, situado en el 12° Cielo. Xólotl, jorobado y armado con un hacha, se encargaba de proteger al Sol durante su paso por el Inframundo. Los hombres le deben el haber conocido el fuego de la sabiduría. Xólotl rige el período de trece días que comienza con el día 1 Cozcacauhtli, 1 Buitre. Su cuerpo se  representaba como un esqueleto humano con cabeza de perro. A veces, se le ve con las orejas desiguales.

Xólotl, el perro bermejo, tenía atado al cuello un hilo de algodón; encima de él los muertos podían cruzar el río Chiconahuapan, Nueve Ríos, para llegar a Chiconaumictlan, el lugar de los muertos. Por ello, cuando alguien moría los familiares le sacrificaban un perro para que acompañara sus restos mortales en su difícil viaje de cuatro años hasta llegar al río sagrado. Si no contaban con el cadáver porque la persona fuese un guerrero que hubiera muerto en batalla, se hacía un bulto mortuorio sin el cuerpo y se le agregaba la imagen del perro divino.

Durante la creación del Quinto Sol al que pertenece la humanidad actual, cuando los dioses decidieron sacrificarse para darle movimiento al Sol, Xólotl, acobardado ante su auto sacrificio, se escondió para no morir: se echó a correr y se refugió en un maizal para convertirse en un elote doble; luego, se escondió en un magueyal, donde tomó la forma de una doble penca de maguey, mexólotl; pero pronto fue encontrado, volvió a huir y se metió en el agua transformado en axólotl, ajolote. De nada le valieron sus tretas, pues al final le atraparon los dioses y le dieron muerte.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Mitos Cortos

El origen de la lluvia. Mito yaqui.

En tiempos antiguos, la región yaqui se quedó sin agua. Los indios sufrían una tremenda sed que los devastaba. Los ojos de agua estaban secos, se excavaron pozos sin resultado. Espantados, los chamanes decidieron  enviar un mensaje a Yuku, el dios de la lluvia, por medio de  Gorrión. El ave fue directo a ver a Yuku; después de saludarlo de parte de los ocho pueblos indios le dijo: – Me ordenaron que te pidiera el favor de la lluvia. Yuku respondió: -Con gusto. Vete sin preocupación y dile a los chamanes que habrá lluvia. Gorrión descendió a la Tierra apresuradamente, pero antes de llegar vio que el mundo estaba lleno de nubes y los rayos caían inclementes. La lluvia mató a Gorrión y el agua nunca llegó a la Tierra. Viendo que  Gorrión no regresaba, los yaquis ordenaron a Golondrina realizar la misma misión. Golondrina voló hacia el dios de la lluvia, suplicándole de parte de los chamanes que les enviara un poco de agua. Yuku le respondió de buen humor: -Ve sin preocupación con tus jefes. Atrás de ti llegará la lluvia. Golondrina voló de regreso, pero al igual que  Gorrión, fue destruida por el rayo y la lluvia. Ni ella ni una sola gota de agua llegaron a la tierra yaqui.
mito corto mexicano yukuLos líderes de la tribu, desesperados, no sabían a quien enviar hasta que se acordaron de Bobok, el Sapo, que se encontraba en la laguna llamada Bahkwam. Le dijeron que fuera a una junta a un lugar cercano a reunirse con los líderes principales de los ocho pueblos. Bobok se presentó y le dijeron: -Debes ir con el dios de la lluvia y rogar por que nos envíe el agua. -Muy bien, dijo el sapo, mañana salgo de viaje para conseguir el agua. Regresó a Bahkwam y visitó a un amigo mago que le proporcionó unas alas de murciélago.

Al día siguiente, Bobok voló hacia las nubes,  encontró a Yuku y le dijo: -Señor, no trate tan mal a los yaquis. Envíeles un poco de agua para beber porque mueren de sed. El dios aceptó: -No te preocupes, la lluvia te seguirá de aprisa.

Bobok fingió partir, pero se metió bajo la puerta de la casa del dios. El cielo se nubló, se vieron rayos, se oyeron truenos y comenzó a llover. Sapo, ahora con alas, subió más arriba que la lluvia que lo quería matar. -¡Kowak, kowak, kowak! Croó Bobok. La lluvia, al escuchar a Sapo, volvió a caer.  Sapo dejó de cantar y la lluvia, pensando que Bobok estaba muerto, cesó otra vez. Entonces, Bobok empezó a croar de nuevo, yendo desde la lluvia hacia la Tierra. Al fin, la lluvia llegó hasta la región yaqui en su búsqueda por matar a Sapo. Bobok, satisfecho de su obra, regresó a la laguna Bahkwam y devolvió las alas a su dueño.
                                                                            Sonia Iglesias y Cabrera

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Tradiciones

La máscara en México.

La palabra máscara proviene del vocablo árabe mashara que significa bufón. Por extensión connotativa el término se amplió desde el siglo XV, para adquirir el significado que actualmente le damos de «rostro falso o postizo». La existencia de la máscara es universal, ya que se ha presentado en todas las culturas del mundo,  podemos afirmar que es tan antigua como la propia humanidad.

En México, la máscara forma parte de la artesanía ceremonial que produce la cultura popular. Es el instrumento por medio del cual los hombres que forman parte de las comunidades indígenas y mestizas se identifican con los dioses -católicos o paganos-, los espíritus y los héroes mitológicos de su cosmogonía, con los personajes históricos y con aquéllos que viven en la memoria colectiva. Al momento de colocarse una máscara, tiene lugar una transformación del Yo que permite a los hombres adoptar la personalidad y la esencia de esos seres sobrenaturales, o no, para, con propósitos rituales comunitarios de función mágica religiosa, obedecer a motivaciones tendientes a la satisfacción de necesidades espirituales y materiales.

La historia de la máscara en México es muy larga. Trasciende los tiempos de la colonización española, para alargarse hasta las épocas de las primeras migraciones que poblaron el territorio americano. Durante el período del florecimiento de las culturas mesoamericanas, la máscara se utilizaba en ocasiones de índole ritual. Tal es el caso de la cultura mexica en donde la encontramos formando parte de las ceremonias funerarias, para ser colocada sobre la faz inerte de personajes importantes. También formaba parte del atuendo de los sacerdotes, quienes la usaban para realizar sus funciones mágico-religiosas. En algunas ocasiones, la máscara era la careta que se colocaba a los prisioneros que se sacrificaban a alguna deidad a la que se le rendía culto. Aun los mismos dioses portaban máscara, como era el caso del dios Xipe Tótec, Dios del Desollamiento, que orgulloso ostentaba su máscara del piel humana. (Imagen debajo: Máscara de la Danza de los Viejitos).

mascaras de mexicoActualmente, la máscara mexicana no ha abandonado su carácter ritual y debemos considerarla como el producto de un sincretismo cultural en el que participan elementos indígenas, europeos, asiáticos y africanos que llegaron a México a partir de la conquista española, elementos que se fueron incorporando en el devenir histórico de quinientos años de colonización.

Aparte de su función ceremonial, la máscara lleva en sí misma el valor de ser una obra de arte popular, producida por artesanos del pueblo mexicano quienes emplean para su manufactura diversos materiales tales como cuero, cartón, alambre, hojalata, madera, ixtle, barro y muchos otros más. La máscara mexicana se encuentra indisolublemente ligada a la danza tradicional, expresión del arte popular en la que se conjugan el teatro, la música, la coreografía, la poesía y la majestuosidad del vestuario. La esencia de la danza tradicional está impregnada de la mística y de la magia de la cosmovisión de los grupos y sectores de México. La danza tradicional, a diferencia de la danza académica de carácter meramente individual, conlleva una motivación ritual de índole mágico-religiosa en la que participan los integrantes de la comunidad. Es el pueblo el que baila. Los ejecutantes son parte de ese pueblo, su aprendizaje es heredado, y se baila no por gusto o placer meramente individual, sino por razones colectivas que atienden a promesas religiosas, invocaciones propiciatorias para obtener beneficios, encargos a los santos para satisfacer necesidades específicas, agradecimientos por haber obtenido una buena cosecha, o como una forma de honrar y venerar a Dios y a los santos que conforman el panteón católico. Las danzas tradicionales se bailan, en su mayoría, portando máscaras como un elemento más de la vestimenta que realizan las artísticas manos de las mujeres que cosen, bordan, tejen, y hacen alarde de belleza y colorido. (Imagen debajo: Máscara de la Danza de los Tecuanes).

Mascara de la danza de los tecuanes en MexicoLa ejecución de las danzas no es arbitraria, sino que se lleva a cabo durante las fiestas religiosas que se celebran entre las comunidades indígenas y mestizas de todo el país. Sin temor a equivocarnos, podemos decir que al año se realizan más de cuatro mil fiestas en celebraciones tales como Navidad, Semana Santa, Día de Muertos, la de los santuarios de peregrinación, y las dedicadas a los santos patronos de barrios, pueblos, ciudades y gremios. Así pues, encontramos a la máscara en las danzas que se realizan en las Fiestas Patronales, pues en México, todos los pueblos y ciudades de provincia y algunos barrios citadinos, tienen un santo patrono a quien, las más de las veces, deben su toponímico. Ejemplos de estas danzas son la Danza de los Viejitos del estado de Michoacán,  la de los Tecuanes de Guerrero,  la Danza de Negritos de Veracruz, y la Danza de los Tejorones. En las celebraciones de Carnaval tenemos las danzas de los Chinelos de Morelos, la de Las Mascaritas de Oaxaca, y la de Los Zuavos Franceses de Huexotzingo, Puebla. Para la Semana Santa tenemos a los pintados de la Judea, de Nayarit, y a los Diablos coras del Miércoles Santo. El Día de Muertos aparecen personajes enmascarados como el Xantolo de los huastecos de San Luis Potosí, y El Viejo del Monte de San Pablito en la Sierra de Puebla. Dentro de las danzas de Pastorelas o Coloquios, tenemos a los Diablos y Luciferes portando escalofriantes máscaras. Valgan estos pocos ejemplos para ilustrar lo dicho acerca de esta tradición, sin ánimo de abarcar el gran número de danzas en las cuales los danzantes portan las espléndidas máscaras de nuestro arte popular.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Ejemplos de mitos

Ejemplos de Mitos Etiológicos

La etiología es la ciencia que estudia las causas de las cosas, por lo tanto, los mitos etiológicos son aquellos que explican el origen de los seres, las cosas, las técnicas y las instituciones.

Ejemplos de mitos mexicanos etiológicos son los siguientes:

Las Orejas del Conejo

El Sol y la Luna

La Obsidiana

El Mito Mataco de la Creación

Los Huicholes y el Maíz

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Leyendas Mexicanas Prehispanicas

Las Cihuapipiltin.

Con el nombre de Cihuapipiltin, “mujeres nobles”, los mexicas denominaban a los espíritus femeninos, hermanas de los Macuiltonaleque, diosecillos de los excesos, que en vida habían sido mujeres ligadas a la aristocracia imperial muertas en el trabajo de parto de su primer embarazo. Se las consideraba valerosas guerreras, pues el alumbramiento era visto por nuestros antepasados como una verdadera batalla, al igual que las que emprendían los guerrero; debido a esta analogía, las Cihuapipiltin vivían en la Casa del Sol, especie de paraíso consagrado a los privilegiados, según cuentan la tradición oral, bajo el mando de Cihuacóatl, la diosa del nacimiento, y la primera mujer muerta en trabajo de parto, a la que siguió Chimalma, la honorable madre de Quetzalcóatl, quien la honró con el canto:
 
Aya nech ytquiticatca
Yehua nonan
An ya coacueye an teotl
A ypillo yyaa
Nichoca yya yean.

Aya (exclamación)
me trajo
Ella, mi madre
An ya Coacueye (la que tiene falda de serpiente)
An diosa
A su hijo yyaa
Yo lloro yya yea

El Cihuatlampa, el Lugar de las Mujeres, de donde procedían las diosecillas, estaba situado en el oeste, en el mismo sitio donde moraban las diosas madres. Fueron cinco las cihuapipiltin, a saber: Cihuaquáuhtli, Mujer Águila; Cihuacalli, Mujer Casa; Cihuamázatl, Mujer Ciervo; Cihuaquiáhuitl, Mujer Lluvia; y Cihuaozómatl, Mujer Mono. Estas temibles féminas tenían la cara tan blanca que parecía que se las hubiesen pintado con tizatl, es decir, gis. Sus brazos y piernas eran también muy blancos. Peinaban sus cabellos a la manera de cuernecillos laterales, el peinado de la fertilidad. En los lóbulos de las orejas llevaban orejeras de oro. Vestían un huipil blanco pintado con grecas negras, bajo el cual se asomaba la enagua de ricos y variados colores.

Las Cihuapipiltin descendían a la Tierra volando por los aires y se les aparecían a niños y adultos, para hacerles maldades y causarles enfermedades y aun la muerte. Asimismo, tenían la capacidad de poseer los cuerpos humanos. Cuando descendían, las diosecillas gustaban de dirigirse a sus antiguos hogares con el fin de rescatar sus husos, lanzaderas y demás instrumentos que emplearan en vida para tejer sus telas. Aprovechando su descenso, se les aparecían a sus esposos y los aterrorizaban, para que les diesen lo que deseaban. No bajaban a la Tierra todos los días del año, sino nada más ciertos días en los cuales los padres les prohibían a sus hijos pasearse por las encrucijadas de los caminos, las ohmaxac, lugares preferidos de estas mujeres. Las cihuapipiltin descendían el día del tercer signo ce ámatl de la Primera Casa del calendario azteca. Ese día, las imágenes de las diosas se ataviaban con vestidos hechos de papel que se llamaban amateteuitl, y se les colocaban ofrendas de comida y flores para calmar su furia. También bajaban a la Tierra en la fecha ce quiahuitl también de la Primera Casa. Este día, considerado de mal agüero por los mexicas, los padres les decían a sus hijos: -¡No salgáis de esta casa porque si salís os encontrareis con las diosas llamadas cihuateteo, que descienden ahora a la tierra! Como ésta era una jornada desafortunada, a los niños que nacían en ella no se les bautizaba, sino hasta la llegada del primer día de la Tercera Casa denominado ei cipactli, ya que en tal día la fortuna cambiaba y los niños podían bautizarse sin la amenaza de que les fuera mal en la vida. Los que eran bautizados en el signo ce quiahuitl se convertían en hechiceros y podían transformarse en animales que salían a las calles a hechizar a las mujeres con sus palabras terroríficas; además, conocían toda clase de sortilegios para hacer maleficios a los mortales.

En el día ce quiahuitl solamente bajaban las cihuapipiltin más jóvenes, quienes gustaban de hacer daño a los muchachos y muchachas que se encontraban en los caminos. Se divertían haciéndoles perjuicios de toda índole, y gestos ridículos y espantosos. Con el fin de apaciguar las ansias dañinas de las cihuapipiltin, se les celebraban ritos en los adoratorios construidos en las encrucijadas llamados cihuateocalli o cihuateupan. Se les ofrecía pan de figura: mariposas, rayos; tamales llamados xuxuichtlamazoalli; maíz tostado conocido como izquitl;  sus imágenes se vestían con papeles manchados de ulli, hule, con ropas llamadas tetehuitl, y se quemaba copal en los incensarios. De esta ofrenda comían y bebían los sacerdotes que luego se iban a sus casas a tomar pulque ritual y a obsequiar con esta bebida a los ancianos. La ofrenda comenzaba a la media noche, tiempo en que daba comienzo la velación, los cantos y los bailes. Al día siguiente todos disfrutaban de la comida de la ofrenda.

Otro día que escogían las cihuateteo para asustar a los infantes era el llamado ce ozomatli, razón por lo cual los padres, sumamente asustados, escondían a sus hijos para que las diosas no los vieran, porque si llegaban a enfermar en esta fecha ya nunca se podrían aliviar y los médicos los declararían desahuciados. A los niños y las niñas que eran bonitos y que caían enfermos por las malas artes de las cihuapipiltin, se les decía que las diosas les habían otorgado la belleza para después arrebatárselas y despojarlos de ella. Tanto en los días ce amatl como en los ce quiahuitl, los mexicas sacrificaban a las diosas cihuateteo prisioneros de guerra que habían sido condenados a muerte por cometer graves delitos. ¡A pesar del tiempo transcurrido, todavía podemos ver a las cihuapipiltin recorrer caminos y encrucijadas en busca de incautos a quienes hacer víctimas de sus terribles maldades!
   
Sonia Iglesias y Cabrera

   
   


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Mitos Cortos

La conquista española según los yaquis.

Hace muchas centurias, en el antiguo territorio yaqui llamado Suré, vivían los indios surem, hijos de la Mujer Grande, Yomumuli, diosa que había creado también a los pimas, los ópatas y los seris aparte de los surem. Ninguna de estas tribus conocía la agricultura y se alimentaban de los dones que les enviaba el Dios Supremo, Itom Achai. En el centro de Suré crecía un árbol, muy grande y muy delgado, que tenía la capacidad de hablar. Pero hablaba de manera muy particular, ya que de su tronco salía un ruido parecido al zumbido de las abejas. Aunque entre los surem había gente muy sabia, nadie entendía lo que el Árbol decía. La única que comprendía su habla era Yomumuli.

Un día el árbol habló más fuerte y la diosa tradujo el mensaje que  indicaba a los surem la manera adecuada y recta de vivir. A los animales el Árbol Sagrado les dijo cuáles se alimentarían cazando a otros animales y cuáles debían alimentarse con hierbas. La Mujer Grande tembló cuando tradujo el final del mensaje, pues el Árbol anunciaba a los indios que pronto llegarían a sus tierras hombres conquistadores y un dios llamado Jesucristo que los bautizaría y sometería a su religión. Yomumuli no estaba de acuerdo ni creía lo dicho por el Árbol Sagrado, ni tampoco los surem, quienes pensaban que todo era un invento de la diosa, pues era increíble que llegaran capitanes extranjeros, los conquistaran, y recibieran eso que el Árbol llamaba bautizo.

La conquista española según los yaquisMuy enojada, la Mujer Grande decidió que ya nunca más escucharía al Árbol, pues no le creía ni estaba de acuerdo con lo que decía. Así pues, tomó al río, lo enrolló, se lo colocó bajo el brazo, y se fue hacía las nubes del norte. Antes de partir, Yomumuli dejó un jefe indio para que vigilara lo que pasaba en cada una de las colinas que formaban el territorio  Suré. Casi nadie en la comunidad estaba de contento con las noticias enviadas por el dios supremo, ni las personas ni los jefes, por eso muchos espantados indios huyeron hacia las montañas y hacia el mar. Pero como siempre sucede a algunos surem si les agradó la perspectiva de conocer extranjeros conquistadores y a un nuevo dios, y se quedaron en sus tierras a esperar. En su espera se multiplicaron y devinieron lo que hoy conocemos como los  yaquis. Cuando los españoles conquistadores llegaron ¡muy cara les costó su curiosidad a los indios!

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas

Lorencillo, el pirata, ataca Veracruz.

Lorencillo era pequeño, blanco y rubito, parecía inofensivo, pero fue el azote de las costas de Campeche, Yucatán, Tabasco, Veracruz y Tampico. Se llamaba Laurens Cornelis Boudewijn de Graaf y había nacido en los Países Bajos en 1653. Después de haber sido un temible pirata, Lorencillo murió como apacible granjero en Mobile, Estados Unidos, en 1704. Como artillero de la Armada Española combatió a los filibusteros, pero más tarde se unió a ellos y atacó el Puerto de la Villa Rica de la Vera Cruz el lunes17 de mayo  de 1683.

Tal día, por la tarde, se vieron desde la playa dos barcos de vela con ochocientos hombres al mando de Lorencillo y de Nicolás Agramont, su cotlapache. En poco tiempo tomaron la Plaza de Armas y, en la madrugada el Puerto de Veracruz fue furiosamente asaltado: saquearon las casas importantes de la ciudad, llevaron a los ciudadanos a la Plaza y luego a la Catedral, ahí los despojaron de sus pertenencias, amenazándoles con explotar barriles de pólvora si no entregaban todos sus supuestos o verídicos tesoros.

Tomaron como rehenes a mujeres españolas y a algunos funcionarios públicos de la Corona, liberando a las criadas mulatas y negras. El botín obtenido por Lorencillo, consistió en mil arrobas (30 libras castellanas) de plata labrada, 1500 esclavos, lencería, grana, añil, joyas, harina, y mil mercaderías más de México y de España. La pérdida fue de 4000 000 de pesos. A cada jefe pirata le tocaron 6000 pesos, y a cada piratilla 600.

Enriquecido y feliz de sus desmanes, el 1° de junio partió Lorencillo en su nave después de haber dado muerte a cuatrocientos veracruzanos y españoles, y de haber perdido solamente 35 piratas. Este fue el primero de muchos otros ataques a las costas orientales de la Nueva España que lo convirtieron en una leyenda de la cual se habla todavía.

Sonia Iglesias y Cabrera.