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Pyowa Tyzu’we, la guardiana del Chichonal

Una leyenda de Nuevo Carmen Tonapac, en el Municipio de Chiapa de Corzo, Chiapas, da cuenta de que hace muchos años existía una niña muy especial llamada Pyowa Tyzu’we, cuyo nombre significa La Mujer que Arde. Pasadas doce horas de haber nacido se convirtió en una jovencita. Cuando creció un poco más, se transformó en una hermosa mujer muy blanca y rubia, que gustaba de enamorar a los hombres que vivían en las comunidades cercanas al volcán Chichonal, de donde ella provenía y era la diosa guardiana.

Tyowa Tyzuwe la guardiana del Chichonal

Aunque la mujer era muy bella, los hombres la admiraban, pero no se acercaban a ella, porque tanta belleza les imponía; por lo tanto, la dama nunca podía seducirlos y hacer el amor con ellos. Esta circunstancia la ponía furiosa, y lanzando imprecaciones y maldiciones mostraba su horrible carácter y se volvía a su montaña. En un momento dado juró vengarse del desprecio de los hombres.

Así pues, Pyowa Tyzu’we un cierto día fue a muchos pueblos de Chapultenango repartiendo en todas las casas flores muy hermosas. Esto sucedía unos días antes de que hiciera erupción el volcán Chichonal, al que también se le conoce como Chichón, situado en la región montañosa de Chiapas, y que colinda con los municipios de Francisco León y Chapultenango. Todos los habitantes de los pueblos pensaban que la mujer estaba repartiendo las flores para anunciar su cercaba fiesta de cumpleaños, para que todos fueran a visitarla; aunque nadie sabía dónde sería el lugar donde se celebraría el festejo.

Pero La Mujer que Arde no intentaba anunciar su fiesta de aniversario, sino avisarles a los pobladores que el Chichonal estaba por explotar, porque había llegado el tiempo de su venganza.

Y así fue, el 18 de marzo de 1982, el Chichón hizo erupción causando una terrible tragedia en la que hubo muchos muertos y todo quedó sumido en la oscuridad por más de quince días. Pero nadie entendió el mensaje que llevaba Pyowa Tzyu’we, la guardiana del volcán, quien por fin se había vengado de todos los desaires que había padecido, a pesar de su extraordinaria belleza.

Sonia Iglesias y Cabrera

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