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Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas Nayarit

Mololoa, Tépetl y Sanganguey

En la época prehispánica el Valle de Matatipac,  en Nayarit,  estaba gobernado por un Señor llamado Trigomil, justo y honrado como pocos. El cacique tenía una hija muy bella, Mololoa, a quien pretendían caciques de muy lejanos reinos. La princesa conoció a Tépetl, un guerrero valiente e inteligente, del cual se enamoró. Pasaban los enamorados mucho tiempo juntos planeando el día de su boda que ya estaba cerca. Se amaban con pasión.

Un día, llegó al señorío un guerrero muy grande y fuerte, que solicitó a Trigomil le concediese ver a  Mololoa. Cuando el guerrero la tuvo frente a él, le propuso matrimonio. Pero la joven se negó alegando que no le amaba. Sanganguey, furioso, le respondió que sería su esposa aun en contra de su voluntad. Indignada y con cierto miedo, pues conocía la reputación del guerrero que era cruel y tenía poderes sobrenaturales, le pidió que se retirase inmediatamente.

Cuando el malvado guerrero se enteró de que la bella princesa pronto se casaría con Tépetl, colérico juró que impediría tal boda, que Mololoa sería suya, y que mataría a Tépetl. A la mañana siguiente, muy temprano, Sanganguey entró a los aposentos de la princesa y la raptó. Al enterarse Tépetl de que su amada había sido raptada, salió en su busca. Después da varios días les encontró y se enzarzó en terrible combate con el malvado Sanganguey. Al ver que los dos hombres peleaban, aterrada Mololoa huyó por el campo y se subió a una roca, desde donde podía ver la terrible lucha de los dos guerreros. Ambos luchaban con toda la maestría que poseían, ya que ambos deseaban casarse con la bella niña.

El hermoso Valle de Matatipac.

De la boca de Sanganguey salía un espantoso fuego que derritió algunas rocas que le aprisionaron como si en una cárcel se encontrara. Tépetl se defendía con sagacidad, astucia  y fuerza. El valle de Matatipac se lleno de humo y cenizas. Al quedar libre de Sanganguey, Tépetl buscó a Mololoa, pero no lograba encontrarla ya que, aun preso, el malvado guerrero lanzaba fuego por la boca. Decidido, Tépetl le arrojó una roca directamente a la boca. Así se formó la roca que divide en dos partes el Volcán Sanganguey. Enseguida, formó un monte de piedras para poder observar el Valle y así encontrar a su novia querida. Sanganguey lo miraba en agonía, y haciendo un esfuerzo sobrehumano le lanzó una bocanada de fuego, la cual ocasionó que Tépetl se fundiera con las rocas que había juntado. Así se formó el Cerro de San Juan. Al ver Mololoa lo acontecido a Tépetl, comenzó a llorar y poco a poco se fue convirtiendo en un hermoso  y cristalino río que cruzó todo el Valle hasta desembocar en el Río Santiago. La dulce y triste princesa e había convertido en el Río Mololoa.

Sonia Iglesias  y Cabrera

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Leyendas Cortas Tabasco

María Violeta

Tabasco, también llamado El Edén de México, es un estado que está situado al sureste de la República Mexicana. Su capital es la ciudad de Villahermosa, antiguamente fundada por el español Diego de Quijada, en el año de 1564. En esta hermosa ciudad se encuentra la plaza de La Concepción, en el llamado Barrio de La Punta, sito hacia el sur de la ciudad, fundado sobre la loma de La Encarnación.

En dicha plaza había una casa habitada por una atractiva joven que se llamaba María Violeta junto con su madre doña Beltrana. La joven no contaba con buena fama, pues se la consideraba una muchachita casquivana, sin moral e inclinada a los placeres sexuales. Solía salir por la noche y regresar a su casa ya muy tarde con cierto tufillo de alcohol y de amor. Cuando llegaba a su hogar, la madre montaba en cólera y le daba tremendos latigazos con el fin de corregirla y volverla una honesta muchacha. Pero los golpes de nada servían, pues María Violeta no entendía razones y seguía con sus escapadas y sus noches de sexo y alcohol.

La terrible y enorme serpiente que mató a María Violeta.

Una cierta madrugada, María regresó a su casa muy tranquila. La madre que la había estado esperando, le salió al paso, sacó su látigo y estaba presta a golpearla, cuando se dio cuenta aterrorizada, que el látigo se convertía en una gran serpiente que se enroscó en el cuerpo de María Violeta, le rompió todos los huesos, y de su pobre cuerpo tan sólo quedó una masa ensangrentada y casi sin forma humana.

Una vez que la serpiente hubo asesinado a la chica, reptó fuera de la casa, y su enorme cuerpo se metió en el río Grijalva que quedaba cerca de la casa de las dos mujeres. Doña Beltrana, ante tal espantoso prodigio, quedó sin habla, y muda estuvo mucho tiempo tras la horripilante pérdida de su hija, a la que a pesar de su comportamiento frívolo y descocado, quería muchísimo.

El tiempo pasó y doña Beltrana enfermó de gravedad. En su lecho de muerte llamó a su confesor y le contó lo acontecido a María Violeta. ¡Al fin había recobrado el habla! Después de la confesión pasó a mejor vida.

A partir de entonces, todos los habitantes del barrio empezaron a nombrar a doña Beltrana con el epíteto de La Mujer de la Serpiente.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas Quintana Roo

La princesa Zazil Ha se casa con un español

La ciudad de Chetumal es la capital del estado de Quintana Roo, situado en el sureste mexicano. La palabra “Chetumal deriva del vocablo maya ch’aal temal que significa “donde crecen los árboles rojos”; o bien, para algunos estudiosos de la lengua maya proviene de chaac, lluvia, te, ahí, y emal “bajar, lo que vendría a ser “allí donde bajan las lluvias”. La ciudad fue fundada por los itzáes quienes formaron el cacicazgo de Chactemal, y después fue dominada por los putunes.

El último señor que gobernó esta ciudad se llamó Nachán Can o Nacán Ka’an. Tuvo una hija a la que llamó Zazil Ha. Nachán Can recibió en su cacicazgo (kuckabal) a un español que había naufragado y que se llamaba Gonzalo Guerrero. Al llegar a Chetumal se convirtió en esclavo junto con su compañero de naufragio Jerónimo de Aguilar. Gonzalo se adaptó muy bien a la cultura y a las costumbres de los mayas, se convirtió en guerrero y llegó a ser nacom; es decir, capitán de guerreros. Asimismo, se labró la cara y se perforó los lóbulos de las orejas. Se había convertido en un verdadero indio maya.

Zazil Ha y Gonzalo Guerrero

Gonzalo se asimiló tanto a la nueva sociedad indígena en la que el destino lo colocó, que incluso se casó con la hija del Señor de Chetumal, Zazil Ha, cuando ésta solamente contaba con catorce años de edad. A esta bella princesa también le llamaban Ix Chel Ka’an. A poco tiempo de vivir en matrimonio tuvieron tres hijos (dos varones y una hembra), los primeros mestizos que México conoció, quienes presentaban la deformación craneal común en aquellos tiempos, signo de belleza y rango.

Cuenta la leyenda que una de las hijas de Zazil Ha, la primogénita fue sacrificada a Kukulkán, -Serpiente de Plumas y dios máximo de los mayas- en Chichen Itzá, para que la deidad se condoliera y acabase con una plaga de langostas que asolaba la región.

Cuando Hernán Cortés, enterado de que en la ciudad de Chetumal vivían dos españoles que habían llegado como náufragos, quiso rescatarlos y volverlos a su cultura original, pero Gonzalo Guerrero se negó rotundamente, y Zazil Ha, muy enojada, le respondió a fray Jerónimo de Aguilar el encargado por Cortés de convencerlo que regresase con su gente: -¡Mirad con lo que viene este esclavo a llamar a mi marido, que se vaya en mala hora y se ocupe de sus asuntos!  Y así continuaron viviendo juntos la princesa maya y el español náufrago que se convirtió en indio maya, hasta que ambos murieron.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas Oaxaca

El Príncipe y la Estrella

En la época prehispánica, durante el señorío zapoteca, existió un príncipe guerrero que destacaba por ser muy hermoso y valiente. Su fama no solamente era conocida en la Tierra sino también en el Cielo. El Alba, que conocía las extraordinarias hazañas de este príncipe, se las contaba a las hijas de Señor del Cielo que eran nada menos que las estrellas que se pueden ver por las noches para beneplácito de los humanos.

Tanto les relataba el Alba las valerosas acciones del guerrero que una de las estrellas, la más bella de todas, se enamoró perdidamente de él. Tanto era su amor que cierto día, cuidando de que no se fuera a dar cuenta el Alba, la Estrella enamorada bajó a la Tierra, y colocándose junto al río que pasa por Juchitán, esperó pacientemente a que pasara el guapo guerrero. Poco rato despué,s el joven llegó hasta el lugar en que se encontraba la Estrella. Al verla, se enamoró y quedó cautivado por la belleza de la diosa Estrella. Sin pensarlo dos veces, la tomó en brazos, y presto se la llevó hasta la casa real en que vivía.

Al darse cuenta de la ausencia de una de sus hijas, el Cielo se puso muy triste, se oscureció y grises nubarrones dejaron caer sus lágrimas sobre la Tierra. Las divinidades del Cielo, las estrellas, quisieron a toda costa evitar que su hermana se casara con un simple mortal, por valiente que fuera, y se reunieron a fin de llegar a un acuerdo sobre las acciones pertinentes que debían realizar para impedir tan desastroso romance.

El bello Xtaga be´nye, el Nenúfar

La boda entre Estrella y el príncipe se llevó a cabo y se realizaron muchas fiestas. Una de las estrellas se transformó en brisa y bajo a la Tierra durante una de las celebraciones. Sigilosamente, se metió a la recámara destinada a los recién casados. Una vez dentro, dejó su forma de brisa y tomó su aspecto original; entonces, se dirigió a su hermana y le comunicó lo que había decidido su padre el Señor del Cielo: – ¡Hermana Estrella, por lo que has hecho, nuestro padre, el Cielo, ha decidido que permanecerás por siempre en la Tierra y te convertirás en una flor que vivirá sobre las aguas de la laguna! ¡Durante el día tus pétalos estarán cerrados para que no te puedan ver los humanos ni tú a ellos, pero por la noche se abrirán para que puedas recibir la visita de tus hermanas las estrellas!

Dicho lo cual la diosa estrella se alejó junto con su hermana a quien nadie pudo volver a ver. Momentos después, en la laguna de Chivele apareció una flor de color verde negruzco y hermoso y esbelto talle, a la que las personas empezaron a llamar Mudubina.

El príncipe, al darse cuenta de la desaparición de su esposa, creyó volverse loco de dolor. Su padre, al verlo tan desesperado, convocó a sus vinnigenda, viajeras de todos los vientos, para que fuesen a buscar a la Estrella desaparecida, y así poder aliviar el dolor de su gallardo hijo. Sin embargo, a pesar de ser el Señor zapoteca sumamente poderoso, no podía hacer nada contra el poder del dios del Cielo. Una de las más viejas vinnigendas le dijo al gobernador zapoteca que era por demás tratar de vencer al Cielo. Entonces la vieja vinnigenda al ver el sufrimiento del joven guerrero escuchó sus ruegos y lo convirtió también en flor. Esta nueva flor recibió el nombre de Xtaga be’nye; o sea, el nenúfar.

Así, los dos enamorados pudieron volver a reunirse para seguir amándose. La Mudibina con sus bellos pétalos abiertos solamente de noche y con el corazón rojo por el fuego de su amor, y el Xtaga be’nye que vive de día y muestra su corazón amarillo pleno de melancolía. Nunca pueden encontrarse y verse, pero tal vez algún día, el Señor de Cielo se compadezca de los enamorados para que puedan volver a amarse frente a frente, y por siempre jamás.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas Oaxaca

El cazador y su perro de Cerro Gordo

Cuenta una leyenda de Miahuatlán que hace ya bastante tiempo un campesino decidió ir al campo a cazar, en un lugar llamado Cerro Gordo, que se encuentra situado hacia el este de Miahuatlán de Porfirio Díaz, en el estado de Oaxaca, pueblo pequeño de pocos habitantes, la mitad de ellos indígenas. Como siempre lo hacía, el hombre se hizo acompañar de su hermoso y fiel perro que se llamaba Chucho y era de color canela.

Salió por la mañana, y pasó todo el día buscando alguna presa que le satisficiera. Llegó la tarde y con ella una fuerte lluvia que pronto se convirtió en aguacero.

Con el fin de resguardarse del agua, el cazador decidió meterse a una cueva que se encontraba en las faldas del Cerro Gordo. Él se metió muy tranquilo, pero Chucho prefirió quedarse afuera y no entró a la cueva para nada. Empezó a oscurecer, y el campesino se quedó completamente dormido. Al ver que su amo no salía, el perro comenzó a aullar llamando a su amo, como avisándole algo, estaba temeroso. Pero por más fuerte que ladraba, el hombre nunca salió de la cueva.

Al otro día, el hombre aún no había salido de su refugio, por lo que el perro decidió regresar al pueblo donde estaba su casa, a fin de tratar que alguien acudiese a la cueva. La esposa del campesino ya estaba alarmada por su tardanza, y había avisado a algunos de los hermanos de su marido; cuando vieron llegar al perro no dudaron que algo extraño había sucedido. Todos acudieron a la cueva precedidos por Chucho.

El Cerro Gordo de Miahuatlán

Al llegar a la entrada de la cueva todos se introdujeron en ella, pero por más que buscaron no encontraron al campesino cazador. Estaba su rifle y su guaje con agua, pero de él ni sus luces. Lo buscaron por toda la cueva que es muy larga sin ningún resultado, y no solamente un día sino varios; sin embargo nunca lo encontraron.

Desde ese día se escuchan en el Cerro Gordo y en el pueblo, los aullidos lastimeros de un solitario perro que aúlla buscando a su amo perdido, y del que nunca se supo que había pasado con él. Tal vez los espíritus de las cuevas se lo llevaron…

Sonia Iglesias y Cabrera

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Durango Leyendas Cortas

EL AHUEHUETE DEL MATRIMONIO

La Ciudad de Durango, o Victoria de Durando en honor a Guadalupe Victoria, está situada en el estado del mismo nombre, mismo que se localiza en el norte de México. Dicha ciudad se pobló en el Valle de Guadiana, y es tan bonita que los lugareños la han bautizado como La perla del Guadiana. Se fundó el 8 de julio de 1563 por el colonizador Francisco de Ibarra; en un principio se la llamó Villa de Durango. La primera traza de la ciudad la llevó a cabo Alonso de Pacheco, muy cerca del Cerro de Mercado, un yacimiento de hierro que en un principio se pensó que sería una buena mina de plata. Su centro histórico alberga muchos edificios coloniales.

En la Ciudad de Durango se encuentra un paseo que merece la pena ser visitado. Se trata del famoso Parque Guadiana, cuya construcción data de 1927, año en que se empezaron los trabajos para convertirlo en una centro recreativo público. En 1931 se le conocía, oficialmente como Parque Revolución, pero nadie le llamó por ese nombre, y se le quedó el de Parque Guadiana. El Parque está llenó de árboles, corredores, fuentes, y hasta tiene una alberca olímpica. Pero además cuenta con una leyenda.

Vista del Parque Guadiana en Durango,

Dicha leyenda nos narra que en el Parque Guadiana existe un hermoso y frondoso ahuehuete mágico al que se conoce con el nombre de El Árbol del Matrimonio. Según afirma uno de los guardianes del Parque, don Agustín Cigarroa, a las doce del día, los enamorados que quieren casarse, se colocan bajo su verde enramada para que les permita contraer matrimonio que dure toda la vida y sea muy feliz, pues de otra manera nunca encontraran la armonía que desean. Pero aun cuando los enamorados no tengan la intención mediata de casarse, si llegan a colocarse bajo el maravilloso árbol, al poco tiempo contraen nupcias como por arte de magia.

Asimismo, cuando alguien sabe que va a morir, junta las fuerzas necesarias para acudir al Parque Guadiana y colocarse bajo el árbol; de esta manera la muerte le será leve y descansara en paz en la otra vida.

Muchas parejas de enamorados duranguenses o fuereños, acuden al Parque para conseguir la felicidad matrimonial. Hasta ahora no se sabe de ninguna pareja que se haya divorciado o que sea infeliz en su matrimonio si previamente acudió a la magia que se desprende del fantástico árbol del Parque Guadiana.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas San Luis Potosí

Los gigantes pacíficos de la Huasteca

Cuenta una leyenda huasteca de San Luis Potosí que hace muchísimos años los habitantes de lo que actualmente es el estado de San Luis compartían su territorio con unos gigantes conocidos como los lintsi, quienes descendían de otros gigante que el Dios Creador del universo había dado vida llamados pakán, y que habitaban en los cerros de la región. Los descendientes de los pakán se diseminaron por muchas regiones y formaron las razas de nuestro planeta.

Los lintsi se quedaron a vivir en la Huasteca Potosina, eran muy grandes, su cuerpo estaba totalmente cubierto de pelo y contaban con tres piernas. No comían como cualquier persona o animal, sino que se alimentaban por medio del olfato, pues su organismo carecía de dientes. Si se ponían a oler el maíz, quedaban absolutamente satisfechos, y lo mismo sucedía con la carne cruda o las flores. Los lintsi eran pacíficos y no eran cazadores ya que no lo necesitaban para sobrevivir.

Un pacífico lintsi.

Los lintsi vieron por muchos siglos en la región, pero un cierto día, llegaron a vivir a la zona los seres humanos. Los gigantes lintsi, se llevaron una terrible sorpresa y se asustaron mucho. Al darse cuenta las personas de que los gigantes eran realmente muy pacíficos y no resultaban ningún peligro para ellas, se armaron de valor y de violencia y se propusieron darles caza para terminar con ellos y echarlos del territorio.

Sin embargo, los lintsi escaparon como pudieron a la maldad de los humanos y se escondieron. Así que no murieron todos los lintsi, se salvaron los que lograron esconderse en la cuevas que se encontraban en los cerros. Ahí se quedaron a vivir para siempre. Formaron una ciudad en su mundo subterráneo en la que siguen viviendo actualmente, aunque nunca salen a la superficie pues temen la crueldad de los seres humanos .

Sonia Iglesias y Cabrera

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Hidalgo Leyendas Cortas

Los dos compadres

Dos compadres iban un cierto día caminando por el camino a Zimapán, en el estado de Hidalgo, cuando llegaron a un llano en donde se encontraban dos peñas que marcaban su límite. Este sitio siempre fue considerado por los habitantes de Hidalgo como un lugar habitado por seres malignos, donde era frecuente escuchar, a la media noche, los terribles gemidos de un hombre que parecía a punto de fallecer. Por ello, nadie se atrevía a acercarse a dicho lugar.

Así pues, ambos compadritos iban andando por este sitio cuando comenzaron a escuchar extraños sonidos. Como eran muy curiosos, se acercaron hacia el sitio de donde provenían dichos sonidos, que al irse acercando se convertían en terroríficos lamentos, exactamente como si fueran los quejidos de alguien que estuviese a punto de morir.

Al llegar al valle de las peñas, los compadres vieron aterrorizados a un hombre que se columpiaba en una cuerda amarrada en la punta de las dos peñas del llano. Se trataba de un hombre muy delgado, cuya piel parecía pegada a los huesos, era muy pálido e iba vestido de negro; mientras se columpiaba no dejaba de gritar pavorosamente. Los curiosos compadres se sintieron morir del miedo ante tan asombroso escena.

Los compadres se quedaron medio paralizados, no podían hablar, temblaban y sus cabellos parecían erizarse del miedo. En esa terrible facha se encontraban cuando de pronto vieron que una luz intensamente roja se acercaba al hombre del columpio y lo envolvía en  rojas llamas, mientras un ser extraño, que era nada menos que el Diablo, se abrazaba al cuerpo del hombre del columpio con la intención de llevárselo al Infierno.

El terrible Chamuco

Este prodigio tuvo el efecto de sacar a los compadres de su letargo, y aterrorizados, pálidos y sin habla, salieron corriendo precipitadamente. Sin embargo, cuando habían dado cuatro pasos, los dos compadres cayeron muertos cuan largos eran… no habían podido resistir ver al Diablo que se llevaba al cristiano que se columpiaba.

El hombre del columpio había sido en vida un hacendado hidalguense que mucho tiempo atrás había vendido su alma al Diablo a cambio de tener muchas riquezas, una enorme y productiva hacienda, y a la mujer más bella de la región.

Desde la muerte de los asustados compadres, el lugar donde se les apareció el Chamuco llevó el nombre de El Columpio el Diablo.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Ciudad de México Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Época Colonial

El Mordelón

En la época de la Colonia en México, allá por el año de 1578, corría por las calles de la Ciudad de México una leyenda que ha llegado hasta nuestros días. Cuenta dicha leyenda que Mauricio era un joven muy guapo y rico que vivía en la céntrica Calle de Moneda. Se trataba de un chico rubio, bastante formal aunque sus padres, españoles de pura cepa, le consentían mucho, pues era hijo único, heredero de la riqueza de padre que era Oidor, y dueño de una mina de plata en Guanajuato.

Mauricio tenía una novia llamada Leonor. Chica hermosa de familia noble y acaudalada, que vivía a unas cinco calles de su prometido, pues pronto se casarían. Una tarde en el muchacho iba a ver a Leonor, se topó con un niño muy pequeño, como de seis años, zarrapastroso, feo y sucio, que estiró su manita pidiendo le pusiera una monedita para comprar una rosquilla de canela. Mauricio, que era muy caritativo, sacó de su pantalón su monedero, y cuando estaba escogiendo una moneda, el mozalbete le pegó tremendo mordisco en el brazo y se echó a correr como alma que lleva el diablo.

Mauricio quedó muy enojado y adolorido, pues del mordisco brotaba mucha sangre. Se sentía burlado por el malhechor. Presto regresó a su casa, y en seguida fue llamado el médico de familia para atenderlo y a aplicarle los remedios que eran frecuentes en esa época.

El Niño Mordelón

Pasó una semana y la herida del brazo no sanaba. Esta casi negra y de ella brotaba mucha pus. Entonces, la nana india de Mauricio se acercó a la cama donde éste descansaba, y le explicó que la mordida se la había dado un ser sobrenatural que tomaba la apariencia de un niño; un ser del más allá que gozaba dañando a quien por bondad le obsequiaba con una monedita. La llamaban el Niño Mordelón. Le dijo la nana que esas heridas eran muy difíciles de curar, y que casi siempre los mordidos moría a las dos semanas.

Sin embargo, le comentó que si Mauricio estaba dispuesto a recibir a un curandero que habitaba las afueras de la traza donde habitaban los blancos, con sus hierbas ancestrales era casi seguro que lo curaría. Como Mauricio estaba desesperado por el olor y el fétido olor que despedía, aceptó. Al otro día llegó el curandero, le puso en la herida un emplasto de hierbas, le dio a beber varias infusiones, con la recomendación a la nana de que siguiese las indicaciones del tratamiento para que resultase efectivo. Así lo hizo la mujer. Pasada otra semana, Mauricio estaba curado. Pudo casarse un mes después, y juró que nunca le daría una moneda a ningún mendigo que se le pusiese enfrente.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Guanajuato Leyendas Cortas

Vicenta y Manolo

La Ciudad de Guanajuato, En el Cerro de la Rana, es la capital del estado del mismo nombre. Se encuentra ubicada en el centro norte de la República Mexicana. Se trata de una ciudad muy antigua, cuyos orígenes se remontan a la época prehispánica, donde recibía el nombre chichimeca de Mo-o-ti que significa Lugar de Metales. Los mexicas la denominaron Paxtitlan, Lugar de la Paja. Esta hermosa ciudad colonial cuenta con muchas leyendas que enriquecen su tradición oral.

Una de tales leyendas relata que en la ciudad de Guanajuato vivía una pareja de enamorados que se amaban tanto que decidieron contraer matrimonio. Ella se llamaba Vicenta y él Manolo. La chica vivía con su tía en la Calle de la Paz. Su recámara daba a la calle, y las dos ventanas con que contaba estaban protegidas por una reja de hierro forjado, en donde la pareja de enamorados solía platicar al atardecer.

Un día primero de julio del año de 1888, los novios se encontraban platicando como de costumbre reja de por medio. Se despidieron muy amorosos y fijaron la fecha de la boda. Por la noche empezó a llover terriblemente, y las calles de la ciudad comenzaron a inundarse de manera increíble. Manolo se encontraba en su casa y al ver lo que pasaba trató de ir en busca de su querida Vicenta, pero sus padres no le dejaron salir por ningún motivo dado el gran peligro que implicaba.

La Calle de la Paz en la Ciudad de Guanajuato.

Finalmente, después de mucho forcejear con sus padres, logró salir y se fue en busca de su amada a la Calle de la Paz. Librando los escombros de la casa medio derruida y separando el terrible lodazal que invadía la calle por doquier, encontró los cadáveres de Vicenta y de su anciana tía. Inmediatamente la limpió del lodo como pudo, la abrazó, la besó en los pálidos labios, y la amortajó. Una vez terminada su tarea, Manolo, desesperado y loco de dolor, se suicidó.

A partir de entonces, cuando el día comienza a declinar, algunas personas aseguran que han visto a una bella joven vestida de novia, pasar sin pisar el suelo por la Calle de la Paz y llegar hasta el jardín de San Juan de Dios. Su expresión es de dolor y de asfixia; dolor por haber perdido a su amado, y asfixia por el terrible lodo y la cruel agua que la ahogó.

Sonia Iglesias y Cabrera