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La paloma torcaz

Había una vez un guerrero muy valiente y apuesto. Amaba la caza y  con frecuencia iba por los bosques persiguiendo animales. En una de sus cacerías llegó junto a un lago y lleno de asombro contempló a una mujer bellísima que bogaba en una canoa.

El guerrero quedó tan enamorado que volvió muchas veces al lugar con el ánimo de verla; pero fue inútil, pues, ante sus ojos sólo brillaron las aguas del lago. Entonces, pidió consejo a una hechicera, la cual le dijo:

—No la verás nunca más, a menos que aceptes convertirte en palomo.
—¡Sólo quiero verla otra vez!
—Si te vuelves palomo jamás recuperarás tu forma humana.
—¡Sólo quiero volverla a ver!
—Si así lo deseas, hágase tu voluntad.

Y la hechicera le clavó en el cuello una espina y en el acto el joven se convirtió en palomo. Levantó el vuelo y se dirigió al lago, se posó en una rama y al poco rato vio a la mujer. Sin poderse contener se echó a sus pies y le hizo mil arrumacos.

Entonces, la mujer lo tomó entre sus manos y al acariciarlo le quitó la espina que tenía clavada en el cuello. ¡Nunca lo hubiera hecho, pues el palomo inclinó la cabeza y cayó muerto! Al ver esto, la mujer, desesperada, se hundió en el cuello la misma espina y se convirtió en paloma.  Desde aquel día llora la muerte de su palomo.

Texto extraído del libro Leyendas y Consejas del Antiguo Yucatán de Emilio Abreu Gómez. Fondo de Cultura Económica, México.

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