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Marili y Satán

Una leyenda michoacana nos cuenta que en el Valle de Nocupétaro, situado en la región de Tierra Caliente, en el actual estado de Michoacán, vivía Campincherán, rey de los chichimecas y los nahuatlacas. Tenía una hija llamada Marili, atractiva joven de largos y negros cabellos.

Un día el rey debía acudir a una importante reunión con los mexicas, y como no quería dejar a su hija sin vigilancia, le pidió a su amigo Satán que la cuidase, quien aceptó gustoso el encargo. La muchacha que nunca había visto a un joven, al ver a Satán se enamoró perdidamente de él y le pidió que se casara con ella, previo permiso de los superiores del muchacho.

Marili y Satán

 

Al oír la petición, el demonio Satán junto todas las joyas y el oro de Campicherán y las cubrió con piedras y lodo; le pidió a Marili que se acostara encima del montón, y se fue corriendo con su superior. Cuando el diablo mayor oyó que su subordinado le pedía permiso para casarse, le propinó una terrible paliza, alegando que nunca le permitiría casarse con la hija de un hombre tan celoso, y que eso no era digno de un diablo. Para evitar cualquier desobediencia, el Diablo mayor encerró al esperanzado diablito.

Como nunca volvió con Marili, las piedras y el lodo se convirtieron en el cerro de Mariana, donde yace la pobre muchacha enterrada esperando el regreso de su amado. El rey, al regresar y darse cuenta de lo que había pasado, enloqueció y se convirtió en un ventarrón que desde entonces puede sentirse alrededor del cerro.

Sonia Iglesias y Cabrera

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El Diablo de Tierra Caliente

Cuenta una leyenda de Tierra Caliente que en el fondo de todas las barrancas vive el Demonio siempre vigilado por San Pedro, para evitar que pueda salirse de ahí y emprenda su trabajo de ocasionarle daños a las personas, pues es muy efecto a ello, lo cual ha ocasionado muchos accidentes en la carretera que va de Uruapan a Apatzingan en el estado de Michoacán. El Chamuco escogió esa zona porque es tan caliente que se siente como en su casa: el Averno.

El Diablo de Tierra Caliente

Debido a tantas maldades y daños que hacía el Diablo, un buen día San Pedro quiso darle un buen escarmiento y emprendió su búsqueda  por todas las barrancas hasta que le encontró y empezó a perseguirlo sin tregua. El Demonio, al verse acechado, empezó a correr por todas las barrancas cercanas a Lombardía, hasta que se vio atrapado en una de ellas. Al darse cuenta donde se encontraba su enemigo, San Pedro saltó a la barranca, y al saltar la huella de sus sandalias quedaron grabadas en una especie de barda natural que se encontraba al borde de la barranca. Desde entonces, se puede ver la al pasar por la carretera a un costado del puente situado a la salida de Lombardía.

Como el Chamuco no puede salir de la barranca, sumamente enojado gusta de lanzar por la boca unas tremendas llamaradas que ocasionan el calor insoportable de la región. Hay veces  que la llamarada es tan potente y el calor tan terrible, que los autos que pasan por la carretera se queman. Muchas personas que han visto las llamaradas que arroja el Diablo, aseguran que en ellas puede verse su cara espantosa, sobre todo por la noche; es tan insoportable y terrible el espectáculo que las personas llegan a perder el sentido, e incluso a morir.

El malvado Demonio le juró a San Pedro que en represalia por encontrarse atrapado en la barranca, no descansaría de provocar fuego y calor hasta que toda la región se quede completamente seca y yerma.

Sonia Iglesias y Cabrera

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El origen del Cerro del Tecolote

En el siglo XII llegaron a la región de Zacapu los purépecha guiados por Iré-Ticatame. Al caudillo le gustó mucho el lugar y decidió asentarse en tan hermoso sitio. Construyó un templo para que en él se adorara a Curicaveri, el dios tutelar del grupo. Poco después, ofreció su amistad y apoyo al cacique de Naránxhan, llamado Zirán-Zirán, siempre y cuando llevasen leña, regularmente, al templo de Curicaveri para hacer el fuego sagrado en su honor. Zirán accedió y le ofreció a Iré-Ticatame su hija, Pisperama, Flor de Maravilla, para que la esposase. De la unión nació Sicuir-Achá, El Señor Vestido de Pieles.

El origen del cerro del Tecolote

Pasado un tiempo, Iré- Ticatame encontró a su hijo elaborando una flecha para dar muerte a los de Naránxhan, porque habían robado los venados sagrados que el joven había cazado como tributo a los dioses. De pronto, los de Naránxhan atacaron al padre y al hijo y huyeron rápidamente. Poco después, los transgresores sorprendieron a Iré-Ticátame para matarlo. El caltzontzin se defendió solo contra muchos de los enemigos utilizando las flechas sagradas que le habían otorgado los dioses. Eran muchos los vengativos enemigos y el valiente guerrero cayó muerto.

Cuando Pisperama se enteró de la muerte de su esposo, lo colocó sobre un altar preparado ex profeso, cubrió su cuerpo con flores y con las flechas sagradas formó una pira y la encendió. La pira con el cadáver y las flores creció de tal manera que formó un enorme cerro, que con el fuego de la pira del valeroso guerrero se convirtió en el volcán más grande de Zacapu – que hoy conocemos con el nombre de Cerro de El Tecolote- que constantemente arrojaba fuego desde sus entrañas. Sucuir-Achá, el hijo, se puso tan furioso por el asesinato de su padre que acabó con todos los de Naránxhan, hecho que aplacó la terrible ira del volcán y tranquilamente se durmió. Desde entonces Iré-Ticátame, vigila a su amado pueblo que habita el Tzacapu elegido por el dios Curicaveri, convertido en un bello volcán de tres mil cinco metros de altura.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Los Chorros de Varal. Leyenda michoacana,

El estado de Michoacán de Ocampo cuenta con un municipio llamado Los Reyes, cuya cabecera es la localidad de Los Reyes de Salgado. La Ciudad de Los Reyes fue fundada por Cédula Real el 12 de mayo de 1594, en honor a los tres Reyes Magos;  en 1859 se le dio la categoría de “villa”, por lo que se la denominó Villa de Salgado, en memoria de José Francisco Trinidad Salgado Rentería, un valeroso insurgente. Dista la actual ciudad de  Los Reyes a 220 kilómetros  de la ciudad de Morelia.

El Municipio de los Reyes cuenta con tres zonas geográficas: la sierra, el valle y tierra caliente. En esta última zona, en Tierra Caliente, se encontraba situada la Hacienda La Mancuerna, cuya propietaria era la familia Barragán. Dicha hacienda era sumamente próspera, pues abundaba en terrenos propicios para el cultivo de caña de azúcar, mismo que desde hacía cuatro siglos se llevaba a cabo en la región. La hacienda abastecía de caña de azúcar a toda la región de Uruapan, y la azúcar elaborada se la llevaba a vender hasta la capital del estado, Morelia, donde se empleaba para la fabricación de dulces tradicionales.

Los Chorros de Varal

La familia no era nueva en la región, pues los Barragán se habían asentado en la Hacienda la Mancuerna por cuatro generaciones. La vida en la estancia era la común en las existentes en  la época: lujos y buena vida para los patrones, y pobreza y malos tratos para los peones que trabajaban en ella y a quien se debía la bonanza de los Barragán. Pero a pesar de ello, todos vivían en relativa paz y armonía. Los Barragán no tenían enemigos, y los peones eran trabajadores, tranquilos y sumisos.

El primero de los Barragán que llegó a la Hacienda la Mancuerna muchos años atrás, tuvo una nieta llamada Antonia, la cual fue hija única. Debido a esta condición, a la muerte de sus progenitores heredó toda la fortuna de la familia; así como la obligación de administrar la famosa Hacienda. Antonia era un tanto cuanto independiente, fuerte de carácter, por lo que no le gustaba recibir órdenes. Nadie la quería en el pueblo, ni los hombres la deseaban como esposa. Sin embargo, tuvo muchos amantes a los que utilizaba sexualmente, para después rechazarlos sin importar herir sus sentimientos. De uno de sus amantes que era peón de la misma estancia, la muchacha tuvo una hija, a la que puso por nombre Esmeralda. Esta hija destacaba por su belleza y por sus hermosos ojos negros. De otro amante venido de Los Reyes, nació una más de las hijas de Antonia, Rubí, cuya sonrisa cautivaba a todo aquel que la veía. De un amorío con un joven francés, Antonia concibió a Perla, bella criatura blanca como la leche y, por cierto, la más bonita de las tres hermanas. Las jóvenes no se parecían en nada, sino en que todas eran extraordinariamente bonitas, y en que las tres habían nacido con un trágico destino…

Como era lógico, las muchachitas vivían en la Hacienda la Mancuerna con su madre; nunca  había emprendido viaje alguno como no fuera para ir a la iglesia del pueblo de Los Reyes. Cuando la mayor de las hermanas, Esmeralda, llegó a la edad casadera, Antonia dispuso que irían a las ferias y a las fiestas que se realizaban en las ciudades circunvecinas, a fin de encontrarles el novio adecuado para que pudiesen contraer matrimonio. Así pues, las jóvenes viajaron muy frecuentemente a Zamora, Uruapan y Morelia. En las fiestas las tres muchachas sobresalían por su belleza y donaire de las demás jóvenes, no se perdían un solo baile, y siempre contaban con algún pretendiente dispuesto a agasajarlas. Cuando Esmeralda cumplió los dieciocho años, Antonia decidió a hacer una fiesta en la Hacienda de los Reyes, para conseguirle el joven adecuado para convertirse en su marido. A la fiesta acudieron galanes de todo Michoacán y aun de Jalisco, pues la fama de la belleza de las niñas era bien conocida en ambos estados. Todo iba muy bien, todas parecían contentas y emocionadas.

El día de la fiesta, Antonia recibió muchas peticiones de casamiento para las chicas, quienes habían causado estragos entre los jóvenes casaderos, que les habían entregado muchos pañuelos como prendas de amor. Los padres de los pretendientes y Antonia presionaban a las hermanas para que escogiesen, de entre tantos candidatos, a los tres que debían convertirse en sus maridos. Ante tanta presión, Esmeralda, Rubí, y Perla decidieron no elegir a nadie por el momento, sino pedir a la madre que les diese un poco de tiempo para seleccionar con calma al indicado. Ante esta decisión, los enamorados estaban desesperados y enfadados,  hubo incluso quien intentó robarse a Rubí. Una noche los pretendientes en el colmo de la impaciencia armaron un fuerte alboroto, con balacera,  muertos y heridos. Nadie supo quién inicio el disturbio, pero a raíz de la revuelta las hijas de Antonia desaparecieron misteriosamente.

Antonia, en un estado demencial ante la desaparición de sus queridas hijas, esa misma noche salió a buscarlas; pero nunca regresó y nadie volvió a verla jamás. Según dijeron los habitantes de Los Reyes en sus chismorreos, alguien le había dicho a Antonia que sus hijas habían sido secuestradas por un hombre que iba en un carro hacia el sur del estado. Antonia, siguiendo esta pista, inició una búsqueda que duró meses, pero que no dio ningún resultado. Triste, amargada y casi loca, la madre de las chicas regresó a la Hacienda a llorar la pérdida de sus bien amadas hijas. Tiempo después, justamente debajo de los terrenos de la hacienda de los Barragán, brotaron tres chorros de agua: era el llanto de la madre por cada una de sus desafortunadas y desaparecidas hijas.

El sitio donde brotó el agua se conoce hoy en día como Los Chorros del Varal, magnífica caída de agua de setenta metros de altura, a la que se llega descendiendo setecientas ochenta y seis gradas, y donde los turistas y lugareños suelen ir a nadar, sin sospechar que están nadando en las lágrimas de Antonia, la madre de Esmeralda, Rubí y Perla, las infelices muchachas raptadas por un desalmado pretendiente.

Sonia Iglesias y Cabrera

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El lago encantado de zirahuen

A 20 km de Pátzcuaro, en el centro del estado de Michoacán, está Zirahuén, comunidad de artesanos y rica gastronomía. Su hermoso lago homónimo en el corazón de la meseta purépecha, rodeado de sitios ideales para el descanso y la recreación, la convierten  en excelente opción para pasar días inolvidables.

 

Zirahuén quiere decir espejo de los dioses, significado que explica la leyenda. Tras la caída de Tenochtitlán, entre los españoles recién llegados a Michoacán un capitán quedó prendado de la princesa Eréndira –hija del rey purépecha Tangaxoan–, a quien raptó y escondió en un precioso valle envuelto por montañas. La bella mujer lloraba suplicando a sus dioses que la salvaran; los dioses del día y la noche, Juriata y Járatanga, le concedieron furia a sus lágrimas para con ellas formar un lago e hicieron de sus pies una cola de pez; convertida en sirena se salvó del sufrimiento y pudo huir de aquel extranjero. Los lugareños cuentan que todavía vaga por esas aguas profundas  y que a la víspera del amanecer emerge para encantar a los hombres de mal corazón.

Otra versión señala que fue Eréndira quien se enamoró de un gallardo hombre de un ejército enemigo al hallar en él las cualidades de su estirpe, pues merecería su amor quien fuera valiente y arrojado. Al enterarse, el rey prometió reconocerles el derecho de amarse sólo tras una entrampada condición: el guerrero tendría que pelear contra muchos otros caciques enemigos… Una vez derrotados todos los reinos vecinos, el engaño se hizo evidente, el rey exigía ser igualmente derrotado. La princesa, de pie entre ambos para evitar el enfrentamiento, rogó a su amado que se fuera: “No quiero ser la responsable de la muerte de ninguno de los dos. Si mi padre gana, te pierdo para siempre. Si tú sales vencedor, no me casaría contigo”, dijo. El joven tuvo que aceptar y ella, ante la tristeza por la pérdida del amor y por la traición filial se entregó a un profundo llanto hasta formar el lago con sus lágrimas. Gracias a los dioses sería convertida en sirena para no morir ahogada y en adelante la mujer-pez se convertiría en raptora ocasional de pescadores o pequeños navegantes por confundirlos con su amor.

Como fuere, la naturaleza nos entrega su propia poesía, un lago cristalino de forma oval cuyas tona-lidades van desde el azul intenso hasta el verde jade, rodeado de pinos y que alcanza 40 m de profundidad en su parte central.

El recorrido por el lago de Zirahuén puede hacerse en lanchas que salen desde diversos embarcaderos y combinarse con caminatas alrededor de los 20 km de su circuito, en ge-neral ligeras salvo por un par de pendientes cercanas al Rincón de Aguarde. El camino en el límite del pueblo de Zirahuén, al este, es empedrado durante casi un kilómetro, pero se puede transitar  por una vereda en la pared del cerro, una suerte de lateral más agradable, que se une a la vía principal y a la terracería. El sendero continúa rodeando el lago, atraviesa sembradíos y zonas deforestadas. La mejor parte del recorrido es la zona boscosa, frente a Agua Verde, donde están las cabañas alpinas y múltiples senderos para explorar.

Estas cabañas de madera están perfectamente equipadas para pasar días placenteros, admirar el lago y son ideales para esperar la noche y vivir el contraste entre los sonidos diurnos y el silencio matizado del anochecer bajo un espléndido cielo estrellado. Se pueden practicar deportes como pesca, natación, esnórquel, kayak, remo, vela, senderismo y ciclismo de montaña.

Es ésta una región rica en tradiciones y grandes atractivos turísticos aledaños, como los poblados de Santa Clara del Cobre, Pátzcuaro, Uruapan y Morelia.

Asimismo cuenta con las zonas arqueológicas de Tingambato, Ihuatzio y Tzintzuntzan.

SI USTED VA A ZIRAHUÉN

Llegue por la carretera núm. 14 de Morelia a Uruapan, pase Pátzcuaro   y al arribr al pueblo de Ajuno desvíese a la izquierda, en unos minutos estará en Zirahuén (18 km). O bien siga la vía de Pátzcuaro hacia Santa Clara del Cobre, desde donde sale un camino a Zirahuén (21 km).

Fuente: México desconocido No. 335 / enero 2005

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El lago encantado de Zirahuén

A 20 km de Pátzcuaro, en el centro del estado de Michoacán, está Zirahuén, comunidad de artesanos y rica gastronomía. Su hermoso lago homónimo en el corazón de la meseta purépecha, rodeado de sitios ideales para el descanso y la recreación, la convierten  en excelente opción para pasar días inolvidables.

Zirahuén quiere decir espejo de los dioses, significado que explica la leyenda. Tras la caída de Tenochtitlán, entre los españoles recién llegados a Michoacán un capitán quedó prendado de la princesa Eréndira –hija del rey purépecha Tangaxoan–, a quien raptó y escondió en un precioso valle envuelto por montañas. La bella mujer lloraba suplicando a sus dioses que la salvaran; los dioses del día y la noche, Juriata y Járatanga, le concedieron furia a sus lágrimas para con ellas formar un lago e hicieron de sus pies una cola de pez; convertida en sirena se salvó del sufrimiento y pudo huir de aquel extranjero. Los lugareños cuentan que todavía vaga por esas aguas profundas  y que a la víspera del amanecer emerge para encantar a los hombres de mal corazón.

Otra versión señala que fue Eréndira quien se enamoró de un gallardo hombre de un ejército enemigo al hallar en él las cualidades de su estirpe, pues merecería su amor quien fuera valiente y arrojado. Al enterarse, el rey prometió reconocerles el derecho de amarse sólo tras una entrampada condición: el guerrero tendría que pelear contra muchos otros caciques enemigos… Una vez derrotados todos los reinos vecinos, el engaño se hizo evidente, el rey exigía ser igualmente derrotado. La princesa, de pie entre ambos para evitar el enfrentamiento, rogó a su amado que se fuera: “No quiero ser la responsable de la muerte de ninguno de los dos. Si mi padre gana, te pierdo para siempre. Si tú sales vencedor, no me casaría contigo”, dijo. El joven tuvo que aceptar y ella, ante la tristeza por la pérdida del amor y por la traición filial se entregó a un profundo llanto hasta formar el lago con sus lágrimas. Gracias a los dioses sería convertida en sirena para no morir ahogada y en adelante la mujer-pez se convertiría en raptora ocasional de pescadores o pequeños navegantes por confundirlos con su amor.

Como fuere, la naturaleza nos entrega su propia poesía, un lago cristalino de forma oval cuyas tona-lidades van desde el azul intenso hasta el verde jade, rodeado de pinos y que alcanza 40 m de profundidad en su parte central.

El recorrido por el lago de Zirahuén puede hacerse en lanchas que salen desde diversos embarcaderos y combinarse con caminatas alrededor de los 20 km de su circuito, en ge-neral ligeras salvo por un par de pendientes cercanas al Rincón de Aguarde. El camino en el límite del pueblo de Zirahuén, al este, es empedrado durante casi un kilómetro, pero se puede transitar  por una vereda en la pared del cerro, una suerte de lateral más agradable, que se une a la vía principal y a la terracería. El sendero continúa rodeando el lago, atraviesa sembradíos y zonas deforestadas. La mejor parte del recorrido es la zona boscosa, frente a Agua Verde, donde están las cabañas alpinas y múltiples senderos para explorar.

Estas cabañas de madera están perfectamente equipadas para pasar días placenteros, admirar el lago y son ideales para esperar la noche y vivir el contraste entre los sonidos diurnos y el silencio matizado del anochecer bajo un espléndido cielo estrellado. Se pueden practicar deportes como pesca, natación, esnórquel, kayak, remo, vela, senderismo y ciclismo de montaña.

Es ésta una región rica en tradiciones y grandes atractivos turísticos aledaños, como los poblados de Santa Clara del Cobre, Pátzcuaro, Uruapan y Morelia.

Asimismo cuenta con las zonas arqueológicas de Tingambato, Ihuatzio y Tzintzuntzan.

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El espejo de los dioses

Cuenta la leyenda que a la llegada de los españoles a Michoacán, después de la caída de Tenochtitlan, un español se enamoró de Eréndira, la hermosa hija de Tangaxoan, rey de los  purépechas; la raptó y la escondió en un precioso valle rodeado de montañas.

La princesa, sentada sobre una roca, lloró tanto que sus lágrimas formaron un gran lago, y luego, desesperada por escapar, se arrojó al mismo, en donde se convirtió en sirena. Desde entonces, por su gran belleza, al lago se le llamó Zirahuén, que en purépecha significa “espejo de los dioses”.

Dicen que la sirena aún vaga por esas aguas y que en las primeras horas de la madrugada surge del fondo para encantar a los hombres y ahogarlos.espejo dioses leyenda mexicana

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Noche de Muertos en Michoacan

El 1 y 2 de Noviembre en México se celebra a los Muertos, primero los Niños o los Santos Inocentes, y el segundo día las campanas suenan para nuestros antepasados.

Cada región tiene su firma para ésta celebración Nacional, y el aire se llena de recuerdos y leyendas, que junto con los espíritus que vienen a visitarnos parece que se hiciera más denso. El ambiente otoñal, sopla su viento en las caras, como suave caricia, consoladora de todos los que aún vivimos, sobre las lágrimas ya secas por el tiempo. Así, llega ésta ocasión de preparar platillos especiales, esos que le gustaban a nuestros difuntos. Tiempo de comprar flores, dulces y velas para la ofrenda. Se va a misa, se reza para pedir por las almas que han partido.

En ésta noche, aquellos nos recuerdan, y de un más allá desconocido, regresan a visitarnos para así mantener los lazos de amor renovados aún después de su partida.

La va noche cayendo, los preparativos ya están listos, y mientras las sombras se alargan los fantasmas caminan levemente por todos los rincones de las ciudades y los poblados. Es momento de los recuerdos y de las leyendas como la que ahora les cuento:

La historia viene de una época remota, donde las memorias se han desvanecido tras el paso inexorable de los años… en ese entonces como ahora, el lago de Pátzcuaro impresionaba por su belleza, de aguas limpias como cristales fundidos en un mundo de sueños. Hoy, el lago ha envejecido sin perder su encanto, y en sus islas, especialmente en Janitzio, sus construcciones de blancas paredes y de teja roja sobresalen del verdor de las plantas y el reflejo de las aguas. En éste escenario, en noche de muertos, los fantasmas salen de las aguas, viejos espíritus guardianes de tesoros y de amores.

Se cuenta que llorosa se ve a una joven deambulando sin sentido por la zona, es la sombra de Mintzita, hija del Rey Tzintzicha, que busca caminando hacia el lago, que ya refleja la luna y las estrellas, a su príncipe amado, Itzihuapa, hijo de Taré, heredero de Janitzio.

Locamente enamorados, no pudieron desposarse por la inesperada llegada de los conquistadores españoles. El fiero Nuño de Guzmán había aprisionado al Rey, padre de Mintzita. La princesa quiso rescatarlo ofreciéndole al malvado, el fabuloso tesoro oculto bajo las aguas entre las islas de Janitzio y Pacanda.

Fue así como su amado fue llevado sobre las aguas para extraer el tan codiciado tesoro. Remaron hasta el punto exacto marcado por el reflejo de las constelaciones estelares, y mientras afanoso se empinaba, fue atrapado por veinte sombras de los remeros que lo escondieron bajo las aguas y fueron sumergidos con él.

Itzihuapa quedó convertido en el vigésimo primer guardián de tan fantástica riqueza, y Mintzita dejó éste mundo esperando a la orilla del lago. Pero, en ésta noche en que los muertos regresan, ella camina hacia el lago, buscando con ojos de lágrimas para consolarse ante la imagen de su amado que de las sombras del lago surge, subiendo la empinada cuesta de la isla. Así los dos príncipes espectros Mintzita e Itzihuapa, se musitan palabras cariñosas mientras se miran a la luz de las llamas inciertas de los cirios. Se ocultan de las miradas indiscretas mientras las estrellas fulguran y el lago gime como un alma en pena

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Eréndira Leyenda de los Tarascos, Michoacán

Hubo en algún tiempo, un lugar donde el aire que se respiraba era limpio y donde se mirara se encontraba uno con hermosos paisajes, y aquéllos que vinieron al comienzo de los tiempos se maravillaron con aquel lugar y vivieron ahí desde el comienzo de los tiempos e hicieron su ciudad junto a un gran lago. Otras culturas llamaron a este lugar Michoacán , que significa "tierra de pescadores" y a sus habitantes michoacanos.

        
Y vivieron ahí por largas generaciones, los michoacanos vivían en comunión con su entorno y desarrollaron su cultura, engrandeciendo su país, construyendo día a día su ideología.

       
El tiempo pasó, vinieron monarcas buenos y monarcas malos, guerras, hambres y tiempos de opulencia, y llegaron noticias con los mensajeros de la Tenochtitlán de como unos invasores venidos de tierras más lejanas de donde el cielo y la tierra se hacen uno, se hablaba del terror de ver al imperio más grande resquebrajarse frente a sus ojos, como el ejército inigualableera vencido y la sangre de una de las culturas más grandes estaba vertida sobre las ruinas que fueran la gran Tenochtitlán.

      
Los jóvenes michoacanos estaban dispuestos a luchar sin tregua a defender su suelo, el país que les pertenecía, en donde los hombres eran libres y las águilas volaban, más de que servía un ejército resuelto a morir por su patria si el rey temblaba frente al enemigo.
 
Tzimtzicha era considerado un monarca débil y cobarde, por esto la confusión reinaba en el país ¿Repetiría Tzimtzicha el error del débil Moctezuma y se rendiría frente a los invasores? o ¿Seguiría el ejemplo de Cuauhtémoc y los combatiría?
 
Hernán Cortés había oído hablar de las riquezas que había en Michoacán y mandó a sus mensajeros a hablar con el monarca michoacano, persuadiéndolo a rendirse y reconocer al rey de Castilla.
 
Tras realizar la misión que les fuera encargada los mensajeros regresaron con la respuesta de Tzimtzicha , quien ofrecía su amistad y obediencia a Hernán Cortés, y un cargamento de presentes para este, a cambio de un enorme perro lebrel   propiedad de un español llamado Francisco Montaño.
 
En Michoacán se sentía en el ambiente la desolación, la duda se reflejaba en todos los rostros, en los jóvenes ardía el patriotismo, y los viejos estaban resignados pues sabían que un rey como Tzimtzicha sin ambiciones los llevaría a un final catastrófico como el de los mexicanos.
 
Pero en medio de la confusión hubo una mujer que se alzó por su coraje que guardaba dentro de sí un amargo odio hacia los españoles, esta era la hija de Timas, el principal consejero del rey.

"y la llamaron Eréndira, que significa risueña, pues su constante sonrisa imprimía un sello de malicia y burla".
 
Muchos guerreros codiciaban a esa hermosa virgen morena, más ninguno conseguía de ella más que una sarcástica sonrisa, uno entre ellos, Nanuma, el jefe de todos los ejércitos estaba enamorado de ella, y la amaba con el amor más puro, no sólo porque fuera bella, sino por la gran inteligencia e ingenio de ésta.
 
Pero Eréndira no amaba a nadie y esto era debido a que tenía un amor más grande que cualquier otro, amaba los llanos, amaba las montañas de su Michoacán, amaba su aire y su cielo, sus lagos y sus campos, Nanuma le hablaba de amores:
 
-Dime, ¿Por qué no comprendes que soy quien más te ama en el mundo?-

-Porque no quiero tener un dueño.- respondía la doncella con su sonrisa irónica.

-Oh¡ siempre desdeñosa, siempre con esa eterna sonrisa altiva en los labios.- Contestaba Nanuma.
 
Más ¿cómo podía pertenecerle a alguien más de lo que le pertenecía al viento y a los árboles ?, ¿ para qué jurarle a alguien una amor eterno si ya le había jurado a su patria defenderla?, ¿cómo entonces podía olvidarse de esa tierra que tanto amaba ?
 
Días después un acontecimiento hizo al pueblo olvidarse de las dudas, aunque según el pidecuario; ritual de los sacerdotes tarascos, no había ninguna fiesta por esas fechas; se celebraría un acto solemne a Xaratanga , vengativa e inexorable diosa de la luna, en el gran templo.
 
Llegó entonces la hora que los tarascos llaman Inchantiro, la hora en que el sol desaparece debajo del horizonte, y la luna se levantó como un gran disco hasta llegar a su lugar debido y entonces se presentó en todo su esplendor. Mientras, las quiringuas dejaban oír su melancólico canto.
 
La gente se apiñaba en silencio, cuando el rey y su comitiva hicieron su entrada y tomaron asiento, un sacerdote entró en el santuario.
 
Un grito jamás oído antes desgarró el silencio de la noche, llenando los corazones de todos los presentes de terror, los discordantes alaridos resonaban intermitentemente. El sacerdote volvió a salir y le seguían cuatro guerreros que llevaban atada a una bestia que jamás se había visto en aquel país, que infundía pánico con sus endemoniados ojos y de cuyas fauces salía aquella voz tan aterradora que hiciera a la muchedumbre temblar.
 
La fiera luchaba por liberarse, en sus ojos asomaba la ira y su hocico vertía espuma, cuando la luna se ostentaba ya arriba del horizonte cesaron los ladridos y pusiéronle los sacerdotes en la piedra de los sacrificios; el sacerdote pálido sacó su cuchillo labrado de obsidiana y jade, lo hundió en el pecho de la bestia y rápidamente sacó su corazón.
 
Eréndira se volvió hacia Nanuma y le dijo:
 
-¡Hoy es la bestia y mañana serán los españoles los que mueran así! entonces yo seré tu esposa.-
 
Nanuma difícilmente podía creer lo que había escuchado.
 
Eréndira se encargó de infundir valor a las princesas y a los capitanes del ejército burlándose de los españoles, sembraba en cada persona que la escuchaba el patriotismo que ardía en su ser. En una ocasión que pudo hablar con Nanuma le dijo:
 
– Tú eres el que derrotará al ejército de los invasores, y cuando regreses victorioso, yo seré tu recompensa.-

-¿Y si fallo?- preguntó el guerrero.

– Iré a llorar sobre tu sepulcro y sembraré en tu yácata las más hermosas flores de nuestros campos.-

Esta idea hizo temblar a Nanuma .

– No te preocupes entonces que yo lucharé hasta morir.-

– No nos rendiremos, porque somos más grandes y fuertes, ¿No nos han protegido los dioses siempre? ¿No vencimos con ingenio las dos veces que los mexicanos quisieron conquistar este país? ¿No es verdad acaso que Curicaueri al principio de los  tiempos hizo al hombre de barro, más éste se desbarató al entrar al agua, no lo reconstruyó entonces de ceniza pero queriendo que tuviera más consistencia, no formó a nuestros hombres de metal? ¿No son tus guerreros de metal, Nanuma?  ¿No se convertirán en mujercitas al enfrentar a los invasores? No tengas piedad entonces Nanuma cuando estés allá en el  campo de batalla, pues sé que eres tú el más valiente de los guerreros y llevarás a nuestro ejército a triunfar sobre losinvasores y resguardar la grandeza de nuestro imperio.
 
Una mañana marcharon las tropas del ejercito michoacano por as calles de Tzintzúntzan, a la vista de Tzimtzicha quien estaba inquieto por el resultado de la guerra que aquel ejército estaba a punto de iniciar. Hernán Cortés  envió a su ejército a encontrarlos comandado por su más valiente capitán Cristóbal de Olid.

La guerra se desencadenó en la ciudad de Taximora que había sido tomada por el ejército tarasco, quienes caían valientemente frente al hierro del enemigo. Aquellos que no se sacrificaban en la lucha desigual quedaron mudos de espanto al oír los disparos de los españoles y emprendieron una vergonzosa fuga para lograr su salvación.
 
Nanuma y otros nobles fueron los mensajeros de la vergonzosa derrota. Eréndira decepcionada se volvió sin evitar que dos lágrimas se derramaran sobre sus mejillas.
 
En vano quiso Nanuma hablar con Eréndira,
 
– Dime entonces ¿Qué debía hacer? –

– ¡Morir!, los españoles te ensañarán pronto el oficio de los hombres que no saben morir por su patria.-
 
Timas habló entonces a los hombres que lo rodeaban, y aquellos que estaban decididos a defender su patria hasta la muerte,  juraron hacerlo y armándose de hondas y flechas fueron al templo, a las mujeres y a los niños se les ordenó huir a los montes, mientras tanto ellos esperaban la venida de los invasores.

Cristóbal de Olid y su ejército entraron a la ciudad, mientras de un millar de hombres comandados por Timas esperaban en el templo, Tzimtzicha se había rendido ya ante Olid cuando el grito de guerra se oyó en toda la ciudad.
 
Heroicamente lucharon Timas y los defensores del templo, más el enemigo era por varios miles más numeroso. Cristóbal de Olid envió al combate a todas sus huestes que barrieron con todo lo que quedaba de los purépechas, algunos lograron escapar huyendo hacia el monte.
 
El ejército de Cristóbal de Olid revisaba los cuerpos buscando los cadáveres de los españoles.
 
El manto de la oscuridad se fue disipando hasta la llegada de la luz, que dejaba ver la ruina.
 
El suelo estaba tapizado de muertos en su mayoría de purépechas, junto con mexicanos y tlaxcaltecas que venían con los  españoles y los cadáveres de estos últimos ; había llegado el ocaso de una de las culturas más grandes de América , tras la muerte valiente de los michoacanos.
 
Quizás en algún futuro, los descendientes de aquellos valientes hombres conocerían la razón por la que perdieron la vida por un pedazo de tierra donde vivían libres, quizás sabrían de la grandeza de Michoacán.

 

"La leyenda de Eréndira, que más que leyenda, es una ficcionalización de la tradición oral en torno a la conquista del estado de Michoacán en México. Mi fuente bibliográfica fue la "Relación de usos, costumbres y gobierno de los tarascos (purépechas)" escrita por fray Jerónimo de Alcalá de 1538 a 1541 al entonces virrey de la Nueva España Antonio de Mendoza."