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Las botas del patio

Orizaba ciudad situada en el centro del estado de Veracruz, cuenta con la Alameda Central, fundada en 18543, uno de los paseos más socorridos de los orizabeños donde acuden a relajarse y a pasar un buen rato. Frente a la Alameda se encuentran dos escuelas muy conocidas. Los sábados, en una de ellas, se impartían clases de inglés. En una ocasión la maestra de inglés, junto con su grupo, estaba esperando que abrieran el salón de clase. Todos se encontraban en el patio, cuando de pronto escucharon el sonido de unos pasos, pero no vieron a nadie. Siguieron aguardando, y los pasos se repitieron. Al principio pensaron que se trataba de una broma, pero al volverlos a oír, decidieron ir a ver de dónde provenían. Buscaron y buscaron, pero no había nada ni nadie.

Las botas del patio

Su búsqueda les llevó hasta la barda de la escuela, donde se detuvieron a conversar acerca de lo ocurrido. En esas estaban cuando volvieron a escuchar los misteriosos pasos y al levantar la vista, vieron un par de botas militares que caminaban sobre el filo de la barda. Ante tal visión, se asustaron mucho y se agacharon en el suelo. Unos a otros se miraban muertos de miedo, cuando, repentinamente, las botas empezaron a bajar de la barda, para dirigirse a un tronco muy grueso que estaba tirado en el suelo y desaparecieron.

Tirados en el pasto y temblando de terror, los encontró el portero, el encargado de abrirles el salón. Cuando le vieron, le contaron lo que habían visto, y esperaron con paciencia sus burlas. Sin embargo, el portero no se río ni se burló. Les dijo que era muy frecuente que en ese lugar sucedieran cosas sorprendentes que nadie se explicaba. Y que él había visto tantos sucesos misteriosos que ya ni miedo tenía. Aunque no todas las personas le creían y muchos le consideraban loco de atar. Pero esta vez les había sucedido a la maestra y los alumnos y no dudarían de sus palabras.

Desde entonces, todo Orizaba cree en las apariciones del patio de la escuela y en las botas militares que caminan solas sobre la barda.

Sonia Iglesias y Cabrera

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