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El Cuervo y la Serpiente

En la época de la conquista hispana, llegó un momento en que los españoles decidieron invadir el territorio del actual estado de San Luis Potosí. Los invasores se encontraban ya en Charcas, en el Cerro de San Pedro, y en Mexquitic, asesinando a los indígenas con lujo de crueldad, en aras de una supuesta religión que los salvaría, pero en el fondo satisfaciendo sus ambiciones de ser poseedores de riquezas, buscando minas de plata y oro.

El Cuervo y la Serpiente

Los indios huachichiles que vivían en la región, estaban alarmados y furiosos, por lo cual tomaron la decisión de reunirse para poner fin a tantas atrocidades. Acordaron que los brujos de las tribus emplearían las fuerzas de la naturaleza, para neutralizar las poderosas armas de los blancos. Se reunieron durante tres lunas y, cuando la luna roja de octubre se vio en el Cielo, sus poderosas mentes crearon una enorme serpiente que tenía siete cabezas y unos terribles ojos de fuego.

Cuando amaneció, un gran cuervo se materializó, dio vueltas por el Cielo, y voló hacia el Sur seguido por la serpiente. El guía era la negra ave que dirigía a la serpiente para que destruyera a los asesinos españoles.

La armada hispana se dirigió al encuentro de la enorme sierpe, pensando que se trataba de una fantasía creada por los indios para espantarlos y ahuyentarlos. Pero cuando la vieron el terror que experimentaron fue terrible, lucharon contra la serpiente, pero no logaron vencerla. Hubo pocos supervivientes españoles.

En una cercana ermita que estaban construyendo los frailes para catequizar a los indios, los religiosos vieron a un cuervo que se dirigía hacia ellos. Presto, uno de los frailes prendió incienso, sacó varias imágenes de la iglesia, y se enfrento al ave que era gigantesca. Los otros frailes lo secundaron, pero cuando vieron que atrás del cuervo iba una serpiente de siete cabezas, huyeron muertos de miedo. La serpiente quemaba todo lo que había a su paso. Entonces, uno de los frailes se puso de rodillas y rezó fervientemente para que Dios le ayudase a destruir a tan terrible monstruo. Cuando el cuervo voló sobre la cabeza del religioso que rezaba en latín, emitió un terrible chillido e inmediatamente se convirtió en un cerro. El fraile siguió rezando, la serpiente le lanzó fuego de sus ojos y le mató. Pero antes de morir alcanzó a levantar la mano derecha con la cual hizo la señal de la cruz. Inmediatamente, la serpiente se convirtió en otro cerro.

Así con el conjuro católico, el fraile aniquiló los poderes de los chamanes huachichiles, quienes perdieron su independencia. Sin embargo, dice la leyenda que algún día el conjuro se terminará. y los cerros volverán a ser el cuervo y la serpiente, y los indios serán libres otra vez.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Los dos Hamnek

Cuenta la tradición oral de los indígenas huastecos de San Luis Potosí, quienes se autodenominan teenek, que existe un insecto llamado hamnek que tiene los pies, la cabeza y las manos de hombre. Es tan fatal este bicho que cuando pasa cerca de una persona emite un zumbido e, inmediatamente, ésta muera, ya que se enferma de “mal aire”, pues el vaho nocivo del insecto penetra en los humanos, y aún en los animales, y les ocasiona serias enfermedades estomacales, nerviosas y respiratorias que causan la muerte.

Otro tipo de hamnek lo ejemplificamos con la siguiente leyenda. Gabriel era un joven huasteco de dieciocho años que trabajaba en la milpa junto con su padre y sus hermanos. Trabajaba mucho, casi de sol a sol, pero como era fuerte resistía las jornadas de labor. Por la tarde, al terminar con sus quehaceres campesinos, solía juntarse con sus amigos a platicar de todo lo que se les ocurría. Se acostaba contento, pero al otro día se levantaba con muchos dolores de cuerpo, que no sabía a qué atribuir, pues a pesar de las duras jornadas siempre se había levantado bien dispuesto y saludable. Hacía tres meses que soportaba tales dolores matinales. No sabía a qué atribuir la causa.

Los dos hamnek

En cierta ocasión, cuando todos se encontraban dormidos dentro de la casita en que vivía, Carlos, uno de sus hermanos, se despertó y por poco y se muere de susto por lo que vio. En su cama Gabriel empezó a desmembrarse: sus manos, su cabeza, sus pies, los codos, las rodillas y las piernas volaban por todas partes del cuarto, solamente su estómago se encontraba solito respirando sobre la cama. En seguida, Carlos despertó a sus padres para que vieran lo que le acontecía a Gabriel. Al verlo, los padres quedaron consternados y se dieron cuenta que lo que padecía el hijo descoyuntado era el temido hamnek que solamente ataca a los jóvenes solteros y solteras huastecos, las partes del cuerpo voladoras son las que reciben el nombre de hamnek. Todas las partes desmembradas del chico afectado salieron por la ventana, y no regresaron sino hasta las cuatro de la mañana. Cuando Gabriel se despertó, se habían unido nuevamente.

Al otro día, los padres le dijeron a Gabriel lo que habían visto por la noche, y le informaron que debía casarse, pues era la única solución posible para terminar con tal fenómeno; de no hacerlo así el hamnek seguirá produciéndose y provocaría la misma enfermedad.

Una semana después, Gabriel contrajo matrimonio con Clotilde, la hija de su padrino Juan Antonio. ¡Santo remedio¡ el chico nunca más volvió a desmembrarse ni sus partes corporales se convirtieron en el temido hamnek. (1)

  1. Datos verídicos de la cosmovisión huasteca.

Sonia Iglesias y Cabrera

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El Callejón de las Manitas. Leyenda potosina.

San Luis Potosí es una bella ciudad mexicana localizada hacia el norte del país, en el estado del mismo nombre. En un principio fray Diego de la Magdalena la llamó Pueblo de San Luis de Mezquitique, en honor a  Luis IX, rey de  Francia; y Potosí se le denominó por las ricas minas de plata de Bolivia a las cuales se dijo que emularía. En los siglos XVII y XVIII estaba llena de frailes franciscanos, jesuitas y agustinos que construyeron muchas iglesias y edificios. En el año de 1780, llegó a las tierras de San Luis Potosí un sacerdote de la orden de los franciscanos. No se sabe a ciencia cierta qué atrajo al sacerdote para emigrar a San Luis, tal vez le sedujo el clima o la riqueza de sus minas de plata, el caso es que el cura llegó y se quedó a vivir en esos acogedores lares de buen clima y de gente bondadosa.

Ya asentado en la ciudad, se dedicó a buscar trabajo, y pronto lo encontró como maestro en una de las mejores escuelas de la ciudad enseñando latín y otras materias de las cuales era docto. Ya con trabajo seguro, buscó donde vivir y los azares del destino lo llevaron a alquilar una casa en el barrio de la Alfalfa, uno de los más solitarios de la ciudad. Todo marcaba a satisfacción, hasta que un día el sacerdote decidió dejar la escuela y partir a buscar aventuras y trabajo con dos acompañantes que se consiguió; eran estos unos jóvenes mozos de la misma ciudad. Se fue a recorrer varios pueblos. Con el dinero que junto durante sus aventuras pueblerinas, pensaba comprarse algunas cosas de las que tenía necesidad, y destinar una parte para ayudar a los necesitados. Cuando regresó a su casa, dio órdenes a sus ayudantes para que desensillaran los caballos, atendieran a las mulas y llevasen a los equinos al establo para que reposaran. Los mocitos obedecieron lo mandado por su patrón y, una vez cumplida la faena, se fueron a comer porque ya era hora y tenían mucha hambre. Pero nuestro sacerdote, como se encontrara muy cansado de las fatigas del viaje, decidió irse a la cama en seguida, cumplir con Dios rezando sus oraciones y dormirse.

El Callejón de las Manitas

Cuando ya era bastante noche, los mocitos que no tenían un lugar mejor a dónde ir a divertirse porque no lo había, y además eran casi unos niños pobres y humildes, regresaron a la casa del sacerdote. Al llegar, lo primero que vieron llenos de espanto y sorpresa, fue el cuerpo del sacerdote tirado a medio cuarto, todo cubierto de sangre. ¡Su patrón estaba muerto!

Medio locos de terror, ambos jóvenes salieron pitando a la calle dando gritos de espanto y pidiendo ayuda a todo aquél que les oyese. Las personas, sobrecogidas, empezaron a reunirse. Alguien alertó a las personas del  Hospital Militar que se encontraba cerca, acudieron soldados y médicos a la casa del sacerdote y confirmaron que era verdad lo que gritaban los mozalbetes, el sacerdote estaba absolutamente muerto y su muerte era un clarísimo y cruel  asesinato.

Las autoridades de la ciudad en seguida se dieron a la tarea de investigar lo que había pasado con el pobre hombre asesinado. Buscaron por todos los rincones de la ciudad, y pueblos aledaños, en busca de sospechosos que permitiesen dar con el asesino del religioso. Apresaron a varios candidatos, pero por falta de pruebas no pudieron arrestar a ninguno y todos fueron puestos en libertad. Los muchachos ayudantes participaron en la búsqueda con diligencia y comedimiento, pero no se pudo apresar al asesino de marras.

Como los dos muchachos quedaron desvalidos, la gente del barrio y de la ciudad ni prestos ni perezosos les brindaron techo, comida, y trabajo. Sin embargo, un funcionario de la comisaría no se dejó convencer del desamparo y la tristeza de los jóvenes, y sospechó de ellos. El funcionario, consciente de su deber, decidió apresarlos en el Hospital Militar. Los colocaron en cuartos separados, de tal manera que quedasen incomunicados. Se les sometió a fuertes interrogatorios. Ante tal presión, los presos se culparon uno al otro. Uno de ellos dijo que el otro era su primo, que era mayor que él, y que había asesinado al sacerdote para robarle el dinero que había conseguido en su recorrido por los pueblos, que por cierto no era mucho. Las autoridades, acompañadas de los reos, acudieron a la casa del religioso y encontraron el dinero y el puñal que había servido para ultimar al pobre hombre.

Una vez descubiertos, los asesinos alegaron que el móvil del crimen no había sido el robo del dinero, sino que se trataba de una venganza por el mal trato que el sacerdote les había dado en el tiempo que estuvieron a su servicio trabajando por los pueblos. De nada les valió tan torpe excusa, se les acusó, formalmente, de ser los responsables de tan cobarde homicidio y se les sentenció a la horca y a que les fuesen cortadas ambas manos.

Los chicos consiguieron abogados defensores que lograron que la sentencia fuese interrumpida en varias ocasiones. El juicio duró cerca de cinco años. Pero al final venció la justicia y los acusados fueron ahorcados, y sus manos cortadas y exhibidas en la morada del sacerdote donde había ocurrido el triste suceso. Las manos asesinas se colgaron del muro exterior de la casa del Callejón de la Alfalfa que era solitario, oscuro, triste y tenebroso. Desde entonces, el callejón recibió el nombre del Callejón de las Manitas. Todas las personas tenían miedo de pasar por tal callejón; si era necesario caminar por él, se entraba rezando una oración que no debía finalizar sino hasta haberlo cruzado totalmente.

Alguna persona piadosa o fastidiada del olor de las manitas podridas, las quitó un día del muro… pero, ¡Oh prodigio, al otro día volvieron a aparecer! Y así sucedió por mucho tiempo: si las manitas se quitaban, al poco tiempo volvían a aparecer colgadas en el muro.
Pasaron los siglos y el prodigio persistía; hasta que un buen día el barrio se modernizó, el callejón se convirtió en una vía ancha… y ¡las manitas nunca más se volvieron a ver!

Sin embargo, la leyenda nos dice que en el lugar donde antes estuviese la famosa casa del sacerdote, en las noches del mes de noviembre se ven flotar en el espacio cuatro manos esqueléticas que tratan de encontrar el muro del que fueran colgadas; asimismo, puede verse el fantasma de un sacerdote pequeño y triste, vestido con una vieja y raída sotana, que aparece por la calle y desaparece al doblar la esquina.

Si usted no cree en lo relatado, vaya a la ciudad de San Luis Potosí, localice el lugar donde estuviera el antiguo Callejón de la Alfalfa, y trate de cruzarlo una noche de noviembre… le aseguro que se llevará un tremendo susto.

Sonia Iglesias y Cabrera

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La dama que visita los 7 templos

Se cuentan muchas historias. Cosas que pasan en las calles viejas  y en el panteón viejo de San Luis Potosí.   Sobre todo  la leyenda de la dama del taxi. A decir verdad se le conoce de diferentes formas a esta leyenda.

Cuenta la leyenda que una madrugada a un taxista le hizo la parada una mujer justo afuera del pateón del saucito (el panteón mas viejo de San Luis).  A el taxista se le hizo raro que a esas horas estuviera una mujer sola y por esos rumbos, asi que la subio.

Ella le pidio que la llevara a los templos: San MIguelito, San Sebastian, Tlaxcala y otros más. Ella se detenia afuera de la iglesa como rezando. Y terminando el recorrido, le pidió que la llevara otra vez a donde la habia subirdo. A el taxista se le hizo muy raro, pero asi lo hizo. Ya estando fuera del panteón,  ella le dio una medalla de oro y una dirección diciendole que fuera a cobrar por el recorrido a la persona q le abriera.

Ya de mañana el taxista, así lo hizo, toco a la puerta lo atendieron, el explicó que una mujer  le habia pedido ese recorrido por las iglesias, después le dio la dirección y la medalla, diciéndole que con esa medalla ellos sabrían de quien se trataba y que pagaría.  Pero la persona que lo atendió le dijo que no podia ser posible pues ella ya habia muerto.

Nunca se ha podido saber si esta historia fue del todo real, pues el taxista mencionado, después de eso cayó enfermo y murio al poco tiempo. Pero de que es una historia muy sonada sobre todo entre los taxista lo es y la verdad que pasar por el panteón en las madrugadas es para poder creer tanto esa como otras historias más que se cuentan.

 

Enviado por Erika G

 

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La mujer de blanco

En el parque Vicente Guerrero de Matehuala, San Luis Potosi, Mexico, ubicado en el centro de éste, se dice que  por las noches una vez al año se aparece una señora vestida de blanco.

 

Y se le aparcece a los jovenes que pasean por ahi, llega  saludandoles y les dice que como estan y que han hecho.e

 

Despues se despide y se va pero al alejarse se ve que va flotando entonces los jovens se asustan y salen corriendo del lugar.

 

Se dice que se aparece  por que antes en ese lugar habia un panteon

pero fue movido a donde actualmente es el Panteon Hidalgo y tal vez ella sigue penando alli.

 

Enviado por Nery Mallela Salinas