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Nueve Viento

La Serpiente Emplumada mixteca era el nahual de Nueve Viento. En el contexto personal se llamaba Coo Dzavui; es decir, Serpiente de Lluvia, dios muy venerado por los mixtecos antiguos, sobre todo durante el Período Posclásico mesoamericano.

Quetzalcóatl

Nuevo Viento tuvo la suerte de nacer de un pedernal, y en su llegada al mundo fue dotado de divinidad por el Señor Uno Ciervo-Serpiente de Jaguar y por Uno Ciervo-Serpiente de Puma, los creadores dioses primarios del universo. Así, Nueve Viento poseyó la máscara de pájaro y demás atributos de su divina nobleza.

Una vez convertido en dios, bajo a la Tierra desde el Cielo, acompañado de diversos dioses portadores de la Casa del Sol y de la Casa de Xipe. Pasado cierto tiempo, en el año 6-Conejo, llevó a cuestas la bóveda celeste y dividió al Cielo de la Tierra, tanto era su poderío. Otra de sus hazañas consistió en horadar las orejas de los cuarenta personajes que dieron inicio a los señoríos mixtecos, quienes nacieron en el Árbol sagrado de Apoala donde se puede encontrar al Yutatnoho, el Río de los Linajes. Nueve Viento, el héroe cultural por excelencia de los mixtecos, enseñó a los seres humanos a aprender las artes y las ciencias que propiciaron su desarrollo.

Debido a tantos dones que ofreció a la humanidad se le veneraba en las cavernas, sitios sagrados, en tanto que deidad agrícola, asociada con Dzahui, el dios tutelar. En su advocación de Coo Dzavui, dios acuático, se le representó con orejeras, bigotera y colmillos, y a veces aparecía bajando del Cielo con una olla de agua, con la cual mojaba a los señores del reino mixteco. Su principal centro ceremonial estuvo en Achiutla, Ñuu Ndécu, adorado en forma de envoltorio o bulto sagrado. Actualmente, los mixtecos adoran las piedras en forma de gotas de agua que son sagradas y representan al dios Coo Dzavui, como es el caso del poblado de San Juan Mixtepec, a las que sus pobladores llaman Piedras de Savi.

Sonia Iglesias y Cabrera

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El Faisán, El Venado, y la Serpiente de Cascabel

Un buen día, Itzamná tuvo el capricho de crear El Mayab, un lugar paradisíaco en la Tierra que fuera muy bello. La lleno de plantas y flores, de cenotes y de cuevas. Cuando estuvo listo, regaló el Mayab a los hombres. Agregó tres animales para que vivieran siempre es esa hermosa región: el Faisán, el Venado y la Serpiente de Cascabel. Todo era felicidad y paz en El Mayab, hasta que cierto día los Chilam, los sacerdotes sagrados, convocaron a todos los habitantes para anunciarles que pronto llagarían a las tierras en que vivían unos extraños hombres que llegarían de lugares muy lejanos. Vendrían armados con poderosas armas y pelearían y matarían a muchas personas. Y todos serían esclavizados. Al oír estas terribles palabras de los Chilam, el Faisán se escondió de inmediato en la selva y dejó de volar, como antes lo hacía. Cuando el Venado se enteró de lo que le esperaba a los mayas, lloró tanto que sus lágrimas formaron aguajes y sus lindos ojos quedaron húmedos para siempre. La Serpiente de Cascabel cuando supo de la inminente catástrofe que se acercaba, decidió luchar contra los enemigos, y se inventó un nuevo sonido en sus crótalos. Llegaron los conquistadores y vencieron a El Mayab. El más importante de los sacerdotes decretó que los tres animales creados por Itzamná tendrían una importante tarea que cumplir en la Tierra: -¡Mientras en El Mayab existan las ceibas y las cavernas continúen abiertas, siempre habrá la esperanza de que llegará un día que los mayas recobren sus tierras unidos en el combate. Recibirán tres señales: la primera será cuando vean al Faisán volver a volar muy alto sobre los árboles; la segunda señal la traerá el Venado, cuando sea capaz de atravesar las tierras de El Mayab de un solo salto; la tercera señal estará dada por la Serpiente de Cascabel, que recuperará la hermosa música que producía con sus crótalos y deja el horrible sonido que ahora escuchamos. Estas serán las señales de que nuestra victoria se acerca. Ese glorioso día aún no ha llegado, pero los sagrados animales están listos y preparados: el Faisán alisa y cuida sus alas; el venado afila y limpia sus pezuñas; y la Serpiente de Cascabel frota sus cascabeles continuamente. Sonia Iglesias y Cabrera

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Zamná y el henequén

Hace muchos siglos Zamná, el héroe deificado por sus acciones benéficas para los itzáes, llegó a los territorios de la ahora ciudad de Izamal, situada a sesenta kilómetros de Chichén Itzá. En la región no había nada de agua, ni ríos ni montañas. De pronto, surgieron unas oscuras nubes en el cielo y empezó a caer una pertinaz lluvia. Todos los itzáes se pusieron muy contentos. Zamná, al ver tanta agua, decidió ir a buscar adónde podría guardar un poco para los momentos de escasez.

En esas estaba cuando se acercó a una planta cuya espina se le clavó en  el muslo; la sangre brotó inmediatamente. Sus compañeros, al ver que el dios-hombre estaba herido se pusieron a cortar las hojas de la planta y a azotarlas contra unas grandes piedras planas y lisas que se encontraban cerca, para castigarla por el daño ocasionado al dios. Al ver lo que hacían sus súbditos, Zamná se dio cuenta que de las hojas se desprendían unas fibras largas y muy fuertes, y pensó que serían de mucha utilidad para todos. Entonces, el héroe bondadoso, enseñó a los itzáes a trabajar el henequén para obtener buenas fibras para hacer cestos, ropa, cuerdas, morrales, y poder atar lo que se necesitase.

Así fue como Zamná dio a los hombres el henequén y fundó en ese sitio la noble ciudad de Izamal, como le fuera señalado por los dioses.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Las tonas

Los indios mixes tienen la creencia de que las personas son poseedoras de dos almas: Una de ellas es el alma mortal; la otra, nunca muere, ya que es inmortal. A esta alma se la nombra tso’ok, o sea, tona o tonalli.  La tona entra en el hombre cuando hay coincidencia entre su nacimiento y el de algún animal. De tal manera que el hombre y el animal quedan para siempre unidos indisolublemente, y sus destinos serán similares.

La tona de cada persona la averigua el adivino-curandero, quien es el encargado de consultar el calendario ritual y tiene la habilidad de leer las cenizas, pues los curanderos poseen una tona fuerte y buena, a diferencia de las tonas fuertes-malas que tienen los brujos. Los demás seres humanos se caracterizan por presentar tonas débiles-buenas o débiles-malas, según sea su comportamiento.

Los brujos-nahuales, los curanderos tradicionales, tienen la capacidad de transformarse en elementos de la naturaleza y en animales; a más de que pueden causar las enfermedades  y toda serie de males. Ellos pueden hacer que las personas pierdan el alma o introducir objetos de todo tipo en ellas. Cuando los brujos-nahuales han hecho daño, los curanderos pueden curar a los lastimados por medio del pulso, que les permite dar un diagnóstico acerca del tipo de daño que ha sufrido; o bien, ingieren hongos alucinógenos o semillas de la virgen para aumentar sus capacidades terapéuticas.

Sonia Iglesias y Cabrera


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Kong Hoy, el héroe

El rey Kong Hoy, el Jefe y Juez Bondadoso, o Kontoy, como también suele escribirse, héroe mitológico de los indios mixes que nació de un huevo, es un líder guerrero que fundó los lugares sagrados de la cosmografía mixe. Vive en las cuevas del cerro llamado Zempoaltépetl, Cerro de los Veinte Lugares Sagrados, siempre acompañado de su nahual, la Culebra. Desde dicho cerro se encarga de hacer los rayos y los truenos.

En la cima del cerro, Kontoy edificó una troje que está repleta de dinero, dones y salud. Es asimismo, el arquitecto que elaboró las cuevas y los túneles que conectan la región mixe, y de las barrancas, los lagos, lagunas y los valles. En su tarea creativa, el héroe llegó hasta los Valles Centrales de Oaxaca. Ya en plano territorio zapoteco y plantó su vara en la tierra, la cual se convirtió en el hermoso Árbol del Tula. También suele habitar los árboles y las lagunas, e incluso se piensa que su nacimiento tuvo lugar en una laguna  que se encontraba adentro  del mencionado Zempoaltépetl.

Cuenta la tradición que Kontoy tiene una hermana que tiene la forma de una serpiente con cuernos. Cuando repta, la hermosa sierpe deja barrancas de forma sinuosa, como es el movimiento de las víboras.

De los lugares sagrados que fundó el héroe Kontoy, podemos mencionar las cuevas relacionadas con el agua, donde se llevan a cabo ritos y procesiones, como por ejemplo los que se realizan el Día de la Candelaria. Todos los lugares sagrados y sobrenaturales están relacionados con el Zempoaltépetl, límite del territorio mixe, señalado por piedras, ríos, manantiales y montañas.

Sonia Iglesias y Cabrera


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El dios que se convirtió en venado

Hace muchísimos siglos en el cerro Curutaran, Juego de Pelota, se enfrentaron para jugar dos dioses: Cupanzieeri y Achuri Hirepe, dios de la noche. Jugaron durante todo el día con mucho brío, pues ambos dioses querían lograr el triunfo. Al llegar la noche, el juego se terminó con la victoria de Achuri Hirepe, por lo tanto el dios Cupanzieeri fue sacrificado en el templo de Xacunan, la Jacona actual. El ganador, a más de la victoria, obtuvo a la mujer de Cupanzieeri que se encontraba embarazada en ese momento. A los pocos meses nació Siráta-Tápezi, hijo del dios perdedor. Las pikurpiri lo escondieron en un pueblo localizado en la sima de un cerro, al que se conocía con el nombre de Akuntaro. Ahí se crió el muchachito, quien resultó muy hábil para la cacería, y el manejo de la flecha y la honda.

Cierto día que se disponía a cazar se encontró con una iguana, ésta le habló y le dijo que no la matase, que le iba a revelar un secreto. Le dijo que el que el joven creía que era su padre, no lo era; que el que fungía como su padre era en realidad el asesino del mismo, y que Cupanziehri había sido sacrificado en una templo por órdenes de Achuri Hirepe. Siráta se fue presto hacia el Juego de Pelota y escarbó en el templo hasta encontrar un costal que contenía los huesos de su padre. Tomó el costal y se alejó del lugar. Cuando iba caminando de camino a su casa, se encontró con una parvada de codornices y las quiso cazar; los huesos del dios se convirtieron en un enorme venado sin cornamenta, con el pelo muy largo y una cola gruesa y súper larga. El venado se echó a correr hacia el Este y le dijo a su hijo: – ¿Hijo mío, sabe que algún día regresaré por el mismo lugar por el que ahora me voy. Cuando regresé todo el pueblo se espantara como una parvada de codornices!

Cuando llegaron los españoles, todos los indios purépecha creyeron que era el dios Cupanziehri que había regresado como le hubo dicho a Siráta-Tápesi.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Kukulkán

Serpiente de Plumas, el dios maya del agua, el viento y de Venus, se conoció entre los chontales como Mukú Leh Chan, y por los quichés como Q’uk’umatz. El mismo Quetzalcóatl tolteca o tal vez el dios olmeca, “el de la voz poderosa”. De antigüedad anterior a los mayas peninsulares y a los fundadores de Chichén Itzá, donde se encuentra la famosa pirámide de su descenso en los equinoccios de marzo y septiembre, durante la fiesta llamada por Diego de Landa Chickabán, celebrada el mes Xul, en la cual el jefe de los guerreros, Nacom, se sentaba en el templo sahumado con copal a presenciar la danza Holkanakot, realizada por los guerreros, el sacrificio de un perro, y la ruptura de las ollas que habían contenido bebidas sagradas. Cuando la celebración daba término, el Nacom era conducido a su casa. Los señores del Mayapán, se reunían para la fiesta ostentando cinco estandartes de plumas, y se dirigían al Templo de Kukulkán a orar en su honra durante cinco días, hasta que el dios venerado descendía por la pirámide.

El Popol Vuh nos presenta a Kukulkan como uno de los dioses creadores, y como el dios eterno de los vientos. Venerado por los itzáes, los cocomes del Mayapán, y los tutl xiúes de Maní, todos ellos linajes de estirpe maya. En tanto que persona llegó un cierto día  del siglo XI desde el Poniente, a fundar y reinar en Chichén Itzá, nunca tuvo esposa ni hijos. Cuando partió del Mayapán, se dirigió al centro de México para convertirse en Quetzalcóatl.

Dios del trueno entre los mayas, cuyo aire sale de la boca en sus representaciones estelares, aparece en varios códices representado con una nariz larga y mocha, con signos de los elementos de la naturaleza: la tierra, como espiga de maíz; el pez como el agua; el buitre como los aires; y el lagarto como el fuego. Va sobre el agua con antorchas prendidas, para sentarse en el árbol-cruz de los cuatro vientos, y desde ahí regir las cosechas y esperar el término de los tiempos.

Sonia Iglesias y Cabrera

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El Pájaro Azul y el Coyote

Cuentan los abuelitos que hace ya mucho tiempo, el hermoso Pájaro azul tenía las plumas descoloridas y muy feas. Pájaro Azul vivía cerca de un lago cuyas aguas tenían un bellísimo color azul. Cada día Pájaro Azul se bañaba en el lago cuatro veces y cantaba feliz:
Hay un agua azul.
Se encuentra aquí.
Yo entré al agua,
Y me puse todo azul.

El cuarto día que Pájaro Azul se bañó en el lago, todas sus plumas se le cayeron y salió del agua completamente desplumado. Pero el quinto día, al salir del agua vio que sus plumas volvieron a crecer y eran azules.

Durante todos estos días, el dios Coyote había estado observando a Pájaro Azul para cazarlo, pues estaba famélico, pero le daba miedo entrar al agua azul. Al quinto día, Coyote le preguntó al ave: -¿Podría usted decirme cómo fue que sus feas y descoloridas plumas se le convirtieron en esas plumas azules y hermosas? Es usted la más bella ave que vuela por los cielos. ¡Yo también quiero ser azul! Pájaro Azul le respondió que se había bañado en el lago cuatro veces, mientras cantaba una canción. Como el pájaro era muy bueno, le enseñó la canción a Coyote. Esperanzado con ser azul, Coyote hizo su miedo a un lado y se arrojo al agua, acción que repitió durante cuatro días, sin olvidar la canción que le enseñara el ave. Al quinto día, Coyote lucía un esplendoroso color azul. Muy orgulloso de su nuevo color, se puso a pasear por todos lados, miraba a todas partes para ver si alguien se daba cuenta de lo fino y hermoso que se veía.

Entonces se puso a correr rápidamente mirando hacia el suelo para ver si su sombra era también azul, tan ocupado estaba que no se dio cuenta que chocaba contra un tocón de un árbol, el cual se cayó y levantó un montón de polvo de tierra por todos lados que la cayeron a Coyote en su pelaje. Desde entonces, todos los coyotes son del color del polvo de la Tierra.

Sonia Iglesias y Cabrera


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Chuhwuht:: La canción del mundo

Cuentan los indios pimas que en el inicio de los tiempos solamente existía la oscuridad y el agua, todo estaba lleno de agua. En un momento dado la oscuridad se congeló y surgió el Creador. Durante un cierto tiempo estuvo dando vueltas por encima del agua; después, se puso a meditar, a pensar. Sus reflexiones lo llevaron a tener la certeza de quién era y de lo que debía llevar a cabo. Así pues, introdujo su mano en su corazón y sacó la vara mágica de la Creación. El Creador empleó la vara cual si fuera un bastón. Cuando se formó resina en la parte de arriba del bastón, varias hormigas se pusieron en ese sitio. El Creador tomó un poco de resina y con su pie la hizo rodar hasta que se formó una perfecta pelota, mientras entonaba el siguiente canto:
Chuhwuht tuh maka-i
Chuhwuht tuh otan
Chuhwuht tuh maka-i
Chuhwuht tuh otan
¡Himalo, Himalo!
¡Himalo, Himalo!
Hago el mundo, y veo,
Que el mundo está terminado.
¡Déjalo ir, déjalo ir!
¡Déjalo ir, que empiece afuera!
Mientras el dios Creador cantaba, la pelota de resina se iba haciendo más y más grande, hasta que llegó a tener el tamaño actual de nuestro mundo, la Tierra. El dios había creado la Tierra. Entonces, el Creador tomó una piedra grande y la rompió, los trozos los lanzó al Cielo y se formaron las estrellas. Luego, aventó al Cielo otra roca y se formó la Luna; sin embargo, ni las estrellas ni la Luna producían suficiente luz para alumbrar al mundo. El Creador tomó dos jícaras de su carne y pensó pensamientos de luz, y el Sol apareció en el firmamento, pero el Sol estaba inmóvil, no se movía; así que el Creador lo puso a rebotar como pelota del Este hacia el Oeste, como hasta ahora lo hace, que nace en el Este y se mete en el Oeste.

Sonia Iglesias y Cabrera

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El Coyote y el pinole

Tradicionalmente, el Coyote aparece como un dios, o un animal sagrado, en muchas  religiones y  mitos de las culturas indígenas de casi toda América. Se trata de un personaje generalmente de sexo masculino, aunque también lo encontramos como hembra, como hermafrodita, o como poseedor de la capacidad de cambiar de género a su arbitrio. A veces la mitología lo antropomorfiza, pero sin perder su condición fundamental de animal: su piel, sus orejas en punta, sus garras y sus ojos color amarillo. Es un ser mítico escurridizo, astuto, hábil, embaucador;  además de mentiroso, chistoso y, a veces, malvado al que le gusta sembrar la discordia entre los hombres. Sin descartar que pueda llegar a ser avaro, envidioso, irreflexivo, imprudente y lúbrico, como puede comprobarse en la narración referente a Huehuecóyotl, el Coyote Viejo, dios de la música, cuando sedujo a la diosa del amor Xochiquetzal y la hizo su amante.

En un mito pima Coyote aparece como ladronzuelo. La historia nos cuenta que hace mucho tiempo cuando el mundo acaba de crearse, Ban, el Coyote, le robó a una anciana mujer su chu’i, o sea, su pinole. Inmediatamente, el jefe del poblado, enterado del hurto, salió a buscarlo con el propósito de atraparlo y castigarlo. Pero Coyote, ante el peligro, voló hacia el Cielo donde escupió el pinole robado. El jefe le persiguió volando también hacia arriba. Cuando lo consiguió atrapar, lo alzó y lo aventó hacia la Luna. Es por ello que en las noches de luna llena todos los coyotes miran a la Luna, y todos podemos ver el pinole que quedó grabado en la faz del hermoso satélite y que semeja manchas.

Sonia Iglesias y Cabrera