Categorías
Ciudad de México

El Señor del Veneno

Don Fermín de Andueza era un hombre rico, virtuoso y estimado por la gente. Diariamente iba a misa al amanecer, cuando entraba y salía de la iglesia le rezaba a un gran crucifijo, le besaba los pies y depositaba unas monedas de oro en el plato petitorio.

Sin embargo, Don Ismael Treviño, que era egoísta y envidioso con todos, le tenía unos celos absurdos y siempre despotricaba contra Don Fermín e incluso le obstaculizaba algunos negocios y nunca pudo frustrárselos.

Su envidia se transformó en odio y un día planeó matarlo, aplicó un veneno de efecto paulatino en un pastel de hojaldre que le dio a Don Fermín con la mentira de ser obsequió de un concejal amigo suyo. Don Fermín se lo comió y Don Ismael lo espió para asegurarse de que surtiera efecto.

Al día siguiente en la mañana, Don Fermín estando en la iglesia, le rezó al crucifijo como de costumbre y al besarle los pies se ennegreció rápidamente, para absorber todo el veneno de Don Fermín. Los feligreses presentes se sorprendieron del fenómeno; Don Ismael también allí presente, se conmovió y se arrepintió de su odio. Le confesó su propósito a Don Fermín y él lo perdonó. Don Ismael abandonó la ciudad y nadie supo más de él.

Ese Cristo negro se destruyó en un incendio que sólo al Cristo perjudicó y fue reemplazado por otro que está en la Catedral de México.

Categorías
Mitos Mexicanos

¿Mitos Preispanicos o prehispanicos?

Querido amigo no se escribe preispanicos sino prehispanicos.

 

"pre" es un prefijo que significa "antes".

 

El termino "hispanicos" viene según las definiciones que de la Real Academia Española del término "hispano", estos serían fundamentalmente los habitantes de la antigua Hispania, es decir los españoles de la península ibérica y por extensión todos los ciudadanos de las naciones de Hispanoamérica, entre las que se incluyen España y los países hispanohablantes de América, África y Asia así como los habitantes de Estados Unidos que sean originarios de alguno de estos paíse.

Asique ya sabes, preispanicos lleva H. Lo correcto es: prehispánicos 

Categorías
Ciudad de México

La confesión de la muerta

Una noche de hace siglos, un sacerdote apellidado Aparicio estaba cenando en casa de una noble familia, y de repente los criados le avisaron al sacerdote que un par de borrachos tocaron a la puerta rogando por su presencia.

Él los atendió, le avisaron que una moribunda necesitaba confesión y los acompañó hasta un carruaje, que lo transportó a un barrio poco poblado hasta casa ruinosa bloqueada con tablones en las ventanas y entradas. Una ancianita andrajosa y llorosa salió a recibirlo por la única puerta desbloqueada y le indicó subir al piso superior donde él encontró a una joven muchacha con fiebre, acostada sobre un petate con vestido de terciopelo y con diadema. Escuchó su confesión e inmediatamente después de absolverla de sus pecados, ella se debilitó al bajar los escalones, los superiores se derrumbaron. En el piso inferior no encontró a la ancianita y afuera de la casa ya no estaba el carruaje, al cual nunca escuchó marcharse.

El sacerdote asustado regresó apresuradamente a pie a casa de sus anfitriones a quienes les contó lo sucedido. El señor de la casa, ordenó preparar una escolta armada para acompañarlo de nuevo a aquella casa. Cuando llegó, observó que la puerta por la que entró estaba atrancada y bloqueada con clavos oxidados. Los criados irrumpieron en la casa y durante el cateo el Padre Aparicio observó por la ventana hacia el patio un pañuelo a los pies de una lápida en ruinas. Los criados escarbaron y dentro de un ataúd encontraron un cádaver con vestido terciopelo y diadema.

Desde ese entonces, el sacerdote se volvió introvertido, oraba a altas horas de la noche y padeció insomnio. Nunca confesó el nombre de la muerta ni lo confesado por ética de su oficio.

Categorías
Ciudad de México

La confesión de un muerto


Cierta noche del siglo XVII, el abad de la Antigua Basílica de Guadalupe estaba a punto de retirarse de allí con sus familiares cuando llegó un hombre elegante a confesarse. Los familiares del abad lo esperaron y después de un rato él salió espantado, cerró las puertas sin esperar al hombre y apresuró a su familia a su casa sin dar explicaciones. En casa de ellos, el abad comentó que aquel hombre elegante era un muerto venido de ultratumba y que se volvió sordo del oído derecho después de oír la confesión que nunca reveló por ética de su oficio.
Categorías
Leyendas Cortas

El charro y la partera


En cierta localidad a la parte norte del pais solía cabalgar un misterioso charro que se aparecía repentinamente a los habitantes. Una noche allí llegó un charro a solicitar los servicios de una partera y la llevó a su jacal, donde la partera asistió a su mujer hasta que parió. El charro regresó al lugar y le pago con varias monedas de oro, pero le advirtió que guardara en secreto el parto o se moriría. Indignada y asustada por la advertencia la partera entró a su hogar y espero a que se retirara el charro. Como no escucho las pisadas de su caballo pensó que seguía fuera de su casa y se asomó a la ventana para descubrir asombrada que no había nadie.

Ella estuvo confundida y recelosa durante varios días por la advertencia y la silenciosa desaparición del charro. Durante varias semanas estuvo absorta en sus pensamientos, y miraba extrañada a sus conocidos. Cierto día le platicó todo lo sucedido a una vecina quien le aconsejó no contárselo a nadie más y dejar las monedas en la iglesia, así lo hizo la partera. Sin embargo, a la mañana siguiente la partera amaneció muerta, pero con el aspecto de seguir durmiendo y algunos rumoraron que escucharon cabalgar al charro cerca de ahí. Se cumplió la advertencia de aquel charro, aquellas monedas desaparecieron y se rumoró que el charro regresó a recogerlas.

Categorías
Ciudad de México

El charro y la partera


En cierta localidad a la parte norte del pais solía cabalgar un misterioso charro que se aparecía repentinamente a los habitantes. Una noche allí llegó un charro a solicitar los servicios de una partera y la llevó a su jacal, donde la partera asistió a su mujer hasta que parió. El charro regresó al lugar y le pago con varias monedas de oro, pero le advirtió que guardara en secreto el parto o se moriría. Indignada y asustada por la advertencia la partera entró a su hogar y espero a que se retirara el charro. Como no escucho las pisadas de su caballo pensó que seguía fuera de su casa y se asomó a la ventana para descubrir asombrada que no había nadie.

Ella estuvo confundida y recelosa durante varios días por la advertencia y la silenciosa desaparición del charro. Durante varias semanas estuvo absorta en sus pensamientos, y miraba extrañada a sus conocidos. Cierto día le platicó todo lo sucedido a una vecina quien le aconsejó no contárselo a nadie más y dejar las monedas en la iglesia, así lo hizo la partera. Sin embargo, a la mañana siguiente la partera amaneció muerta, pero con el aspecto de seguir durmiendo y algunos rumoraron que escucharon cabalgar al charro cerca de ahí. Se cumplió la advertencia de aquel charro, aquellas monedas desaparecieron y se rumoró que el charro regresó a recogerlas.

Categorías
Ciudad de México

La calle de la mujer herrada



En el año 1670, en una casa de la calle de la Puerta Falsa de Santo Domingo vivía un clérigo en concubinato con una mala mujer. No muy lejos de allí existió un lugar llamado la casa del Pujavante, hogar y taller de un herrador, que frecuentaba el clérigo por ser su compadre. El herrador le aconsejaba renunciar a ese concubinato pero el clérigo no quería.

Una noche, el herrador fue despertado por unos golpes a la puerta de su taller, al abrir se encontró con dos negros que le entregaron a una mula y un recado de su compadre el clérigo, suplicando que le herrara, porque en la mañana cabalgaría al Santuario de la Virgen de Guadalupe. El herrador clavó cuatro herraduras en la mula, después la entregó a los negros y le pegaron tan cruelmente al animal que los reprendió.

En la mañana fue a casa del clérigo para saber el porque de su partida al santuario le sorprendió encontrarlo dormido en la cama, lo despertó y le contó lo sucedido en la noche. El clérigo negó tal partida y enviar ningún recado, por lo que ambos supusieron que algún travieso les jugó una broma y para celebrar la broma quiso despertar a su concubina, pero no se movió, insistió y se percató de que estaba muerta. Se horrorizaron al ver las cuatro herraduras en las palmas de las manos y plantas de los pies, el freno en la boca y los golpes. Ambos se convencieron de que todo aquello era efecto de la Divina Justicia, y que los negros eran demonios.

Hubieron otros tres testigos del cadáver, el cura Dr. D. Francisco Antonio Ortiz, el R. P. Don José Vidal y un religioso carmelita, venidos al lugar de los hechos. Los tres respetables testigos acordaron el entierro de esa mujer en esa casa y guardar en secreto permanente lo sucedido. Ese mismo día aquel clérigo, abandonó la casa para cambiar de vida y no se volvió a saber de él.

Categorías
Leyendas Mexicanas Época Colonial

La Calle de Don Juan Manuel

Leyenda de la época colonial de un asesino en serie llamado Don Juan Manuel, quien motivado por celos absurdos y obedeciendo consejos del Diablo acostumbró a matar, sin que nadie lo descubriera, al primer peatón que viera pasar por la calle de su hogar a las once de la noche en punto, con la esperanza de asesinar al supuesto amante de su esposa.

 

Sin embargo, un día asesinó a un sobrino que quería mucho por no identificarle antes de atacarlo, muy triste y con remordimientos, acudió a un convento franciscano para confesarse con un sacerdote, quien le impuso de penitencia rezar un rosario diario a los pies de la horca de la localidad a las once de la noche en punto durante 3 noches consecutivas.

 

Don Juan Manuel, apenas pudo rezar uno que no completó en dos noches por escuchar y ver hechos sobrenaturales que auguraban su muerte y lo enmudecieron de terror. El sacerdote le pidió que al menos completara ese rosario en la tercera noche para absolverlo de sus pecados.

 

Estando otra vez a los pies de la horca a la misma hora de la tercera noche, nadie sabe lo que sucedió, pero a la mañana siguiente el cadáver de Don Juan Manuel apareció ahorcado. Se rumoró que lo hicieron los ángeles, pero también que lo hizo el Diablo. Aunque según otro rumor, no murió sino ingresó a la orden franciscana. Sin embargo, después de los asesinatos la gente temía andar por la calle de su casa a las once de la noche.

Categorías
Estado de México

Quetzalcóatl busca a su padre

Cuando ya un poco discierne, cuando va a cumplir 9 años, Quetzalcoatl dijo: ¿Como era mi padre? ¿Como era su figura?

-Yo quisiera ver su rostro.

Le respondieron :

-Ha muerto y muy lejos queda enterrado.

Ven a ver. Fue Quetzalcoatl y removio la tierra:

Buscó sus huesos y, cuando hubo sacado el esqueleto, lo fue a sepultar en el palacio de la Diosa de la Verdura (Quilaztli) .

Al tiempo de que nacía (Quetzalcoatl) , por espacio de 4 días hizo estremecerse a su madre, y apenas hubo nacido y su madre murio. y al niño 1-Caña lo crió la Diosa de las Legumbres, la Diosa (Quilaztli) (Cihuacóatl) Cuando una era medianillo de edad lo llevo a su padre en plan de conquistar. Y el sitio en el que se adiestro en la guerra se llamaba "donde están los que tienen turquesas" (Xihuacan) .Allí hizo cautivos, pero sus tíos, los 400 serpientes de nube (Centzon Mimixcohua), le mataron a su padre, al que habían aborrecido, lo enterraron en la arena. y el joven 1-Caña va en busca de su padre diciendo -¿en donde está mi padre?-.

Le responde el buitre -a tu padre lo mataron allá yace, allá lejos lo fueron a enterrar. El fue a recogerlo entonces y lo vino a colocar en su templo (que es) el Monte de Mixcoatl.

Los tíos que lo habían matado en Apenecatl, Zolton, Cuiton (Morador de la Ribera domicilla, Cautivilla) .Estos tres se decían -¿con qué va a perforar su templo? , fuera conejo, ni que fuera serpiente, nos enojaremos; bien que hay un tigre, un un oso, eso mismo le dijeron. 1-Caña respondió: está bien, que sea así; venid aquí tíos míos, dizque con vosotros tengo que perforar mi templo y por cierto no moriréis antes habréis de comer gente: aquella precisamente con la que voy a perforar mi templo- esa fuente son mis tíos y sin dificultad ninguna quedaron atados éstos con una cuerda por el cuello. Enseguida 1-Caña convoca a los topos y les dice: venid acá tíos míos agujeraremos nuestro templo e inmediatamente los topos agujeraron cavando el templo entró 1-Caña y fue a salir en la cumbre del templo. Y dijeron entonces unos tíos los hermanos de su padre -nosotros somos los que vamos a dar también pábulo a los palos que encienden el fuego. Cuando los vieron el tigre, el águila y el oso se alegraron grandemente -hubo muchos lamentos- allí. Cuando se reanimaron un tanto, ya dispone 1-Caña los palos de fuego. Vienen llenos de cólera sus tíos; por delante un Apenacalt, subió de prisa la cumbre. Al momento se le rompe la cabeza con un espejo esférico, con el cual rodó rápidamente hasta la falda del monte. Ya iva a aferrar a Zolton y Cuiton y las fieras comenzaron a aullar. Inmediatamente sacrifica a los dos; se pone a tirar Chile y les unta un poco en el cuerpo y después se lo está sajando. Y cuando los ha atormentado es cuando les abre el pecho

Fuente:
Nombre del libro: Mitos y leyendas del Estado de México.
Recopilador: Inocente Peñaloza G.
Ilustradores: Victor Sánchez Javier Ortiz
Publicación de la Coordinación General de Comunicación Social del Gobierno del Estado de México
Categorías
Estado de México

Nezahualcóyotl

Varios son los códices, y también las antiguas crónicas y los poemas en idioma náhuatl, en los que la figura de Nezahualcóyotl de diversas formas se nos vuelve presente. Por una parte están las palabras, testimonio de admiración, acerca de su casi proverbial sabiduría como forjador de cantos, como maestro versado en todas las artes y como profundo conocedor de las cosas ocultas. Por otra, se reiteran también los relatos, en los que se da cabida incluso a presagios y portentos en torno a lo que llegó a ser su actuación .

Así, por ejemplo, en las colecciones de antiguos cantares una y otra vez afloran alabanzas, como ésta de un poeta anónimo de la región culhuacana que, dirigiéndose al sabio señor de Texcoco, dejó dicho:

Sobre la estera de flores
pintas tu canto, tu palabra,
príncipe Nezahualcóyotl.
En los libros de pinturas está tu corazón ,
con flores de todos colores
pinta tu canto, tu palabra,
príncipe Nezahualcóyotl.

Un elogio que rivaliza con la anterior afirmación de que el corazón de Nezahualcóyotl da vida a los libros de pinturas, lo hallamos en otro breve canto que apunta a la más honda raíz de la sabiduría que llevaban consigo sus palabras:

Dentro de ti vive,
dentro de ti forja un libro de pinturas,
inventa, el Dador de la vida,
¡príncipe chichimeca, Nezahualcóyotl!

Si nos fijamos ahora en algunas de las crónicas indígenas, los presagios sobre lo que habría de alcanzar el príncipe texcocano, repetidas veces nos salen al paso. De los anales de Cuautitlán tomamos, como una muestra, el relato de lo que aconteció a Nezahualcóyotl cuando todavía era muy joven, poco después de la muerte de su padre, perpetrada por las gentes de Azcapotzalco. Lo que en estos Anales se consigna, siendo legendario y portentoso, es sin duda reflejo de la nunca disminuida admiración de que fue objeto Nezahualcóyotl en el mundo de Anáhuac.

Así se entretenía jugando Nezahualcóyotl,
pero, una vez, se cayó en el agua.
Y dicen que de allí lo sacaron
los hombres-búhos, los magos;
vinieron a tomarlo, lo llevaron
allá, al Poyauhtécatl,
al Monte del Señor de la niebla.
Allí fue él a hacer penitencia y merecimiento . Estando allí, según se dice,
lo ungieron con agua divina ,
con el calor del fuego.
le ordenaron, le dijeron :
tú, tú serás,
así para tu mano,
habrá de quedar la ciudad
Enseguida los magos lo regresaron
al lugar donde lo habían traído,
de donde lo habían tomado…

Ser llevado por los magos para que hiciera merecimiento en el Poyauhtécatl y ser luego ungido con el agua divina y con el calor del fuego, símbolo de la guerra, fue presagio, al que de inmediato siguió nueva palabra profética en relación con Tezcoco, dominado entonces por los tecpanecas: "así, para ti, en tu mano, habrá de quedar la ciudad".

Otro relato, de contenido afín, nos lo ofrecen también los Anales de cuauhtitlán. Es esta la tradición de un prenuncio: el sueño que tuvo Tezozomoctli de Azcapotzalco, el anciano usurpador de la herencia de Nezahualcóyotl. Hondamente perturbado por la visión que había tenido en su sueño, manifestó Tezozomoctli.

En verdad tuve un sueño no bueno:
un águila se irguió sobre mí,
Un ocelote se irguió sobre mí,
un cuetlaxtli se irguió sobre mí,
el señor amarillo sobre mí se quedó .
mucho me ha atemorizado mi sueño.
Por ello digo:
¡No sea que Nezahualcóyotl me haga perecer!

Así, a los elogios expresados en los antiguos cantares, reconocimiento de la sabiduría del príncipe tezcocano, se sumaron también los presagios, los portentos y las leyendas consignadas por la tradición prehispánica que quedó al fin en las crónicas. Tan celebrada y admirada en extremo, como lo fue la figura de Nezahualcóyotl entre los antiguos mexicanos, también había de atraerse más tarde la atención de otros muchos a lo largo de las centurias coloniales y después, durante el periodo independiente, hasta la época actual.

Fuente:
Nombre del libro: Mitos y leyendas del Estado de México.
Recopilador: Inocente Peñaloza G.
Ilustradores: Victor Sánchez Javier Ortiz
Publicación de la Coordinación General de Comunicación Social del Gobierno del Estado de México