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El pecado de Xoxhiquetzal. Mito mexica.

En la parte más alta de los Trece Cielos existió un hermoso lugar llamado Tamoanchan, La Casa del Descenso, donde habían nacido todos los dioses debido a la gracia de Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl. En ese mismo sitio paradisíaco se encontraba Xochitlicacan, El Lugar Donde Crecen Las Flores, donde habitaba la hermosa diosa Xochiquetzal, Flor de Quetzal, junto a su esposo el dios Centéotl. La diosa de la belleza y del amor vivía sumamente vigilada y nadie podía verla, tan solo las personas que estaban a su servicio que eran enanos y jorobados, quienes tenían como tarea principal entretenerla con música, cantos y bailes, y llevar sus mensajes, en caso de que Xochiquetzal desease comunicarse con alguno de los dioses que moraban en Tamoanchan. Los días de la joven pasaban tranquilamente dedicados, en su mayoría, a tejer en el telar de cintura exquisitas y suaves telas para sus huipiles.

En Tamoanchan había un árbol sagrado pleno de flores. Nadie podía tocar ninguna de tales flores, so pena de convertirse en un enamorado de la diosa. Un día en que Xochiquetzal estaba tejiendo, llegó hasta ella el dios Tezcatlipoca transformado en un hermoso y colorido pájaro y se atrevió a cortar una flor del árbol. El dios, con artimañas y de mala manera, la sedujo. Se había transgredido la prohibición de tomar las flores del árbol sagrado. El árbol, al sentir que le habían arrancado una blanca flor,  se partió por la mitad y se puso a sangrar. Cuando la pareja de dioses supremos Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl, se enteraron del Epecado cometido por Xochiquetzal y Tezcatlipoca, los expulsaron de Tamoanchan, junto a todos los dioses que ahí vivían. Unos se fueron a la Tierra y otros al Inframundo.

Xochiquetzal se convirtió en Tlazoltéotl, la diosa de los adúlteros y de las inmundicias, y Tezcatlipoca devino Huehuecóyotl, Coyote Viejo, dios de la danza y el canto.

Sonia Iglesias y Cabrera

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