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Mitos Mexicanos

Tlazoltéotl, la Divina

Esta diosa de la lujuria, el deseo carnal, el adulterio, las pasiones y los amores ilícitos, lleva un nombre que significa “deidad de la inmundicia”. Pero tenía otros más: Ixcuina, porque eran cuatro hermanas: Tiacapan, Teicu, Tlaco, y Xucotzin, todas diosas de la carnalidad. También recibía el nombre de Tlaelquani, “comedora de cosas sucias”, pues a ella los humanos le confesaban sus pecados. Por ello, los mexicas pensaban que eliminaba los pecados del mundo al recibir tantas confesiones. A Tlazoltéotl le gustaba provocar las enfermedades venéreas y la locura, para luego curar tales enfermedades si llegaba el caso de desearlo. Por ende, la diosa enviaba las enfermedades causadas por el adulterio, las tlazolmiquiztli, palabra que significa “daño o muerte causados por amores”. Curaba a los hombres y a las mujeres, previa confesión y perdón, por medio de un baño ritual que indicaba a los tícitl, a los médicos.

Tlazoltéotl fue también la patrona de los recién nacidos, la diosa era la encargada de determinar el nombre que correspondía a cada recién nacido a través de sus sacerdotes, los tonalpuque, quienes lo averiguaban por medio de la hora y el día de nacimiento. Los tícitl la veneraban, pues ella les indicaba las medicinas y las hierbas había que darles a los enfermos. Para ser venerada Tlazoltéotl  contaba con un templo llamado Tocitlan, “el lugar de nuestra abuela”, cuidado y vigilado por sacerdotes especiales: los tonalpuque ya mencionados.

Esta temida y a la vez adorada diosa, gustaba de peinarse con torzales de algodón, aludiendo a los husos de tejer, actividad con la cual estaba estrechamente relacionada. Llevaba el torso desnudo y la boca adornada con chapopote, el cual simbolizaba las inmundicias que se tragaba durante las confesiones. Su falda era larga ceñida con una fajilla hecha con dos serpientes cuyas cabezas quedaban  al frente; la falda estaba decorada con lunas, aludiendo a su carácter de séptima figura de los Nueve Señores de la Noche. Llevaba una nariguera en forma de semicírculo. Cubriéndole la nuca portaba una piel de desollado y una calavera. A más, gustaba de pintarse el cuerpo. En algunos códices se la representa en la postura de dar a luz de las mujeres indígenas y, a veces, defecando, pues los excrementos simbolizaban los pecados de la lujuria.

Tlazoltéotl tenía como rumbo sagrado  al Occidente; su color fue el blanco, el color del rumbo de las mujeres, las diosas y de las Cihuateteo, las mujeres divinas que rondaban por el cielo del Oeste y las sombras del atardecer, aquellas que acompañaban al Sol desde el cénit hasta el Occidente, las que habían encontrado la muerte en el trabajo de parto.
A Tlazoltéotl se la empezó a venerar en la zona huasteca como diosa de la fertilidad. A esta diosa patrona del parto, se la celebraba en la fiesta del décimo primer mes llamado Ochpaniztli (21 de agosto-9 de septiembre), en su advocación como Toci, Nuestra Abuela, pues también fue una deidad de la tierra. Durante ocho días se bailaba al inicio del mes. Pasados los ocho días, aparecía una mujer con los ornamentos de la diosa Teteo Innan, acompañada de muchas médicas y parteras. Divididas en dos grupos, las mujeres entablaban una pelea en la que se apedreaban con bolas de pachtli, heno; con hojas de tuna, bolas de espadaña, y flores de cempasúchil. A la mujer adornada como diosa …hacíanla entender que la llevaban para que durmiese con ella algún gran señor; y llevábanla con gran silencio al cu donde había de morir. Subida arriba, tomábanla uno a cuestas, espaldas con espaldas, y de presto la cortaban la cabeza, y luego la desollaban y un mancebo robusto vestíase el pellejo. Nos dice Fray Bernardino de Sahagún. A su vez, el mocito era llevado al templo de Huitzilopochtli, donde debía sacarles el corazón a cuatro prisioneros.

Sonia Iglesias y Cabrera


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