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Mitos Mexicanos

El dios Kakal crea el mundo

Cuentan los abuelos tzotziles que la creación del mundo se realizó en varias etapas. En el inicio de los tiempos todo estaba completamente oscuro, la Tierra  la habitaban solamente monos, demonios y judíos. El Sol no existía, y dentro de esa tremenda oscuridad se movía Uh, la Luna, la Santa Madre, la Virgen María, la Patrona del Parto.

Un buen día, la Madre del Cielo quedó embarazada sin haber tenido relaciones sexuales, pues aunque estaba casada con San José se mantenía pura. Durante toda su preñez los monos y los demonios la molestaban constantemente. En cuanto tuvo a su hijo los demonios lo mataron sin piedad. Cuando murió el Dios-Sol viajó hacia el poniente y llegó al Inframundo. Tres días después resucitó como Kakal, el Padre Sol, y entonces la Tierra conoció el primer amanecer, y con él el día y la noche. Al cuarto día de resucitado, cuando el Sol se encontraba en el cénit, mató a los demonios que le habían dado muerte, y creó el Primer Mundo. Aparecieron los relieves de la Tierra,  los animales, la naturaleza y la pareja primigenia  que Kakal hizo de barro, y de la cual nacieron los seres humanos.

Cuando los hijos nacían, a los seis meses  los hombres se los comían hervidos. Este hecho enojó mucho al Padre Sol, quien  envió a la Tierra un diluvio de agua hirviente. Todo se volvió oscuro, los hombres murieron ahogados y devorados por los pumas, los jaguares y las serpientes. Pero los niños no murieron, sino que les salieron alas y se convirtieron en maravillosos pájaros. Los pocos hombres que pudieron salvarse huyeron a las cuevas y las montañas. Los que se refugiaron en las montañas comieron frutas, plantas silvestres y bellotas, por lo que se convirtieron en ardillas y monos. Aquellos que se metieron en las cuevas se nutrieron de plantas y bulbos, y se convirtieron en mapaches. Una mestiza sobrevivió a la hecatombe del diluvio, porque se subió a la cima de un cerro acompañada de su perro, lo obligó a hacer el amor con ella, y quedó preñada. Así surgieron los ladinos. Los únicos seres humanos indios que se salvaron de la inundación fueron los sacerdotes, ya que eran nahuales y tenían la capacidad de convertirse en monos araña aulladores que se subieron a los árboles a fin de salvarse.

Poco después de tal destrucción, el Padre Sol labró un hombre  de madera. El Padre le dio un instrumento musical de una sola cuerda, como el hombre no supo tañirlo, el Creador, enojado, le rompió las manos y los pies. Pero pronto se arrepintió, y fabricó unos nuevos miembros que le colocó al pobre hombre, quien de puro contento se puso a bailar y a cantar. El Padre Sol, en su bondad, le construyó una casa y le esculpió una mujer. De esta pareja nacieron nuevos seres humanos, pero como no sabían hacer nada ni tan siquiera hablar, Kakal envió a la Tierra una nueva inundación de la que sólo se salvó una pareja que se metió en una caja para guarecerse. Cuando tiempo después las aguas se retiraron, el Padre Sol se llevó a la pareja a su casa, pero la pareja no quiso quedarse en ella por le tenían rencor al dios por haberlos querido matar anteriormente. El Sol, furioso, los convirtió en monos. Así surgió el Segundo Mundo y así desapareció. Solamente sobrevivieron la serpiente-cascabel y la serpiente-oveja, a quienes el dios de Olontic, el Inframundo,  escondió en sus lares subterráneos.

Durante el Tercer Mundo Kakal creó a Adán y a Eva con un poco barro. Iban desnudos y carecían de casa y sustento. La Tierra estaba cubierta de agua, y el Sol les pidió a los dioses del Inframundo que encauzaran el agua para formar los ríos. Y como la Tierra era plana provocó un fuerte terremoto que le dio relieve. La Madre del Cielo regó la tierra con la leche de sus senos y brotaron plantas que dieron papas; sembró las cuentas de su collar y surgieron los frijoles; de la sangre del talón del dios Sol aparecieron las plantas de chile; cortó un trozo de carne de su ingle y de su axila, y los convirtió en el sagrado maíz, el mejor regalo que dio a los hombres.
Los seres humanos de este Tercer Mundo  aprendieron a cosechar, a edificar casas, a criar cerdos y aves, y a tejer en el telar de cintura, pero estaban incapacitados para tener hijos. Entonces, decidieron hacerlos de madera. Pero estos seres de madera no podían hablar ni caminar, por lo que resultaban inútiles. A fin de que tuvieran hijos como es debido, el Padre Sol les envió un mensajero para que les enseñara a hacer el amor. Pero el mensajero era un demonio disfrazado que fornicó con una mujer casada para enseñarla. El marido de la mujer lo supo y, enojado,  le prohibió aprender a hacer el amor.

En este Tercer Mundo los hombres hacían fiestas rituales en los atrios de las iglesias; tenían herramientas de trabajo que funcionaban solas sin que ellos tuvieran que fatigarse. Ante esta situación, los dioses del Inframundo hablaron con el Dios Padre y le dijeron que si los hombres no trabajaban no se cansarían y no tendrían necesidad de venerarlo. El Padre Sol reflexionó y ordenó a los hombres que se pusieran a trabajar como dios manda, y le adorasen y rezaran como era lo correcto.
En ese entonces todos los seres humanos hablaban español, pero como peleaban continuamente, Kakal los separó en grupos, y les ordenó que cada uno hablara un idioma distinto. Así, los tzotziles aprendieron la lengua tzotzil.
Pero los hombres eran malvados y tontos, condición que enfadaba al Sol, por lo que les envió un gran terremoto que destruyó completamente al Tercer Mundo.

Finalmente, el Padre Sol creó el Cuarto Mundo, nuestro mundo actual, que cuenta ya con cuatrocientos años de existencia, y será destruido cuando el dios lo decida y cómo lo decida.
Nuestra Tierra es cuadrada, rodeada de mar y asentada en sus esquinas sobre los hombros de cuatro dioses, los llamados Cuch Uinahel Balumil, los Sustentadores del Cielo y de la Tierra. Cuando los dioses se mueven se producen los terremotos. Cuatro columnas sostienen al Cielo, situadas en el noroeste, noreste; sureste y suroeste; debajo de las cuales habitan enanos negros requemados por el sol que les pasa muy cerca.

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