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Leyendas Cortas Tamaulipas

El Jinete sin cabeza

En el Municipo de Llera, en el estado de Tamaulipas, existía, hace más de un siglo un próspero rancho con muchas cabezas de ganado vacuno, manadas de yeguas unas con burro manadero que producían potrillos y mulitos. Había gallinas, patos, guajolotes, y muchos árboles de nogales, naranjos, limas, limones, aguacates y papayas. En ese rancho vivía un joven con su bella esposa. Él era todo un hombre de a caballo, y el mejor vaquero de la región. Había andado con Pedro José Méndez en la lucha contra los franceses invasores.
Ella era hermosa, nacida en Tampico, y hablaba varios idiomas. Una tarde de otoño, muerto de hambre y jalando un caballo que rengueaba con los cascos muy gastados, llegó un soldado de caballería que no era mexicano, pidió agua y comida. Una vez que se los dieron contó a la mujer en inglés: -Vengo huyendo de la guerra de los Estados Unidos, perdí todo menos el honor, voy a la Ciudad de México para enlistarme en el ejército, soy militar y no sé hacer otra cosa.  Le dieron hospedaje y alimentación a él y su caballo. -Agarramos fuerzas y nos vamos, solía decir.
El soldado era acomedido y servicial, rajaba leña, cuidaba caballos, los herraba y les untaba manteca en los cascos.  Platicaba mucho con la señora. En cierta ocasión, el ranchero los encontró muy juntos bajo un árbol, en el río. Celoso, a él le ató las manos por detrás y con la ayuda de sus vaqueros aventó la reata a la rama más alta, se la puso en el cuello y que lo colgó. A su esposa la corrió por infiel.

El Jinete sin Cabeza
Fue tan grande el coraje y su vergüenza, que con una correa lazó las patas del difunto colgado, y  la estiró con su caballo hasta que se desprendió la cabeza.  Desde, en las noches de luna llena se ve cabalgando a galope tendido a un jinete sin cabeza que en la mano llevaba un sable. Para exorcisar al fantasma llegaron sacerdotes a bendecir todos aquellos  lugares, pero los cascos se seguían escuchando en la oscuridad.
Cuando construyeron la vía del ferrocarril Tampico-Victoria allá por 1890, se cuenta que pasajeros y maquinistas al cruzar aquel tramo de la vía, escuchaban gritos en un idioma que no entendían. Algunas personas vieron junto al tren a  un caballo que echaba chispas con sus cascos montado por un jinete sin cabeza.

Leyenda enviada por Francisco Javier Vázquez.

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Tamaulipas

El indio que se transformó en Tecolote

Llegó ya el tiempo en que se hiciera campaña para la famosa Tamaulipas y solo comenzara ya a dar a los indios, cuya función fue en el paraje de La Bufa, frontera donde se juntan los arroyos de La Agüita y se halla puesto hoy el Real de San José. Y salieron flechados de los indios esta vez José Antonio Campaña, del cerebro; Eugenio Zúñiga, de la cabeza; Cristóbal Hernández, de la pierna. Y la presa que ahí habían hecho se les fue. Se infiere que estos estaban sobre aviso de emboscada, pues indias ningunas  había allí. Un indio viejo estaba que sería la voz del demonio que los dirigía, según lo que con él sucedió y vieron todos: Habiéndolo agarrado los soldados lo quisieron matar, pero unos dijeron que no, que lo dejaran, pues tal vez del mismo modo tomaría razón dónde estaba la ranchería. Lo trajeron ya que  había acabado la flechería y función con los indios, y lo examinaron para que diera alguna noticia de dónde estaba toda la indiada, pero no se le pudo sacar ni una palabra.
Se dejó por un rato; y por modo de burlarse de él le dijo un soldado de los de la guardia que le hiciera un tecolote. El vio la suya: habló y dijo que lo soltaran para traer un cañuto que por ahí estaba. Como toda la compañía estaba puesta y formada en forma de media luna, pensaron todos que por donde se les había de ir aquél indio viejo; lo soltaron para que fuera a traer el cañuto aquél indio viejo; haciéndole la misma recomendación que hiciera el tejolote. Fue sacando del cañuto unas plumas al parecer del mismo animalejo; las sopló con un vaho y se la puso de cuernecitos sobre la cabeza. Dijéronle los soldados “Pues ahora has tecolote”, y levantando la mano a hacer puño y llevándosela a la boca para entonar el canto del tecolote y cubriéndose de plumas y levantando el vuelo, dejando a todos los soldados burlados.

 

Leyenda enviada por Francisco Javier Vázquez

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Sinaloa

La novia de Culiacán

Un domingo como a las 5 de la tarde caminaba por el centro cerca de la catedral de Culiacán, cuando en la otra acera vi a una mujer menudita con un rostro acariciado por el paso del tiempo, una mirada muy tierna y tan llena de esperanza que por momentos me parecía irreal, pero la cosa que me desconcertó y me llamo mas la atención era que venía portando un vestido de novia, todavía muy blanco, pero un poco deshilachado.

Como yo andaba sin prisas,  me que quede observándola hasta que entro a la catedral.

Soy curioso, me acerqué a un comerciante que estaba en la puerta de su negocio, y me conto esta historia:
Es Lupita Leyva Flores;  la novia de Culiacán. Unos cuentan que fue en los años cincuenta, pero realmente paso 1948.
La catedral de Culiacán se había llenado de los mejores arreglos florales, familiares y amigos  de la pareja abarrotaban el atrio, Lupita lucia esplendorosa, El sacerdote estaba  en  puerta de la iglesia esperando a recibir a los novios, pero el novio no llegaba, la gente como en estos casos le gustaba murmurar.  De pronto, ¡llego!  El novio elegantemente entrando por la puerta principal, todo fue sonrisas y aplausos. De pronto los aplausos se confundieron con dos disparos de revólver. El novio cayó  instantáneamente,  ensangrentado, desposándose con la muerte.
El mejor amigo de lupita -algunos dicen que por celos- hecho’ mano a su pistola y soltó los disparos mortales, para después salir corriendo.
Según cuentan lupita enmudeció al momento, sus ojos se engrandecieron y salieron dos grandes lagrimas, no podía creer, no quería creer .
Durante una semana lupita se quedo con la mirada fija y en silencio,  sus amistades preocupadas no la dejaron sola en todo este tiempo, pero lupita no reaccionaba.
Un domingo, exactamente a al cinco de la tarde, Lupita con la extrañeza de todas las personas que la rodeaban y cuidaban,  empezó tranquilamente  a ponerse su vestido de novia, se arreglo y emprendió de nuevo su camino hacia la catedral . Un camino que volvió a recorrer durante más de veinticinco años, Lupita no quería renunciar a su felicidad, buscaba esa última esperanza de que dios no le podía negar la felicidad, de que ninguna tragedia había sucedido y que al llegar a la catedral ahí estaría su amado esperándola. Así lupita hizo su camino todos los domingos a las cinco de la tarde a la catedral en busca de su esperanza.
Veinticinco años lupita no perdió su esperanza,  mas allá de lo racional, mas allá de de lo imposible mantuvo sus sentimientos y su lealtad, ¿irracional? cada quien juzgue.
Entrañable para aquellos que durante años la miraron transitar por la Avenida Álvaro Obregón, Ángel Flores, Miguel Hidalgo, el Mercado Garmendia, el Hospital Civil, las tiendas de telas y mercerías, Guadalupe Leyva Flores ha jugado con el tiempo transcurrido, con esas calles.
Lupita murió en los años ochenta. No recuerdo la fecha.
Ella era Lupita Leyva flores, la novia de Culiacán, una historia, una leyenda .

 

Leyenda enviada por Jose Juan Rosales Díaz

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Leyendas Mexicanas Época Colonial

Pánfilo García

Hace muchos años en Tulancingo, Hgo., vivió Don Pánfilo García, un hacendado con mucho poder e inmensa fortuna, «se dice» que tenía pacto con el Demonio.

Él era dueño de 99 haciendas, después de varios intentos por obtener más, se dio cuenta que no le era posible, porque al querer adquirir una más, le pasaba algo a su persona, como cortarse, caerse, etcétera, eso lo orilló a comprarse un rancho, que está en el municipio de Singuilucan, Hgo., ésta nueva propiedad contaba con túneles, pasadizos y cuevas, que solo él conocía y siempre se refugiaba ahí, a tal grado que pasaban semanas sin que se supiera de él, la persona que entraba a buscarlo nunca se le volvía a ver, su propia hija no lo podía encontrar, porque, ni a ella le contaba sus secretos.

Cuentan que Don Pánfilo García era malo y cruel con sus trabajadores, no tenían derecho de faltar a sus labores, ni aún enfermos, porque una falta era motivo de que los echara a los puercos hambrientos que tenía y éstos devoraran a los peones, no escuchaba explicación alguna, y cuando su personal le pedían que les diera una ración más de comida, los encerraba en el cuarto de torturas y los castigaba hasta veinte o más días para que nunca más le volviesen a pedir algo.

Al confesarle su hija que estaba profundamente enamorada de un peón y de su intención de casarse con él, en un arrebato de ira, Don Pánfilo se enfureció tanto que la golpeo y la encerró durante muchos meses, al peón, lo mandó traer para torturarlo hasta destrozarlo y, aunque su hija le rogó que le diera Santa Sepultura, su padre no le hizo caso y él dio el cuerpo del enamorado de su hija en partes a los puercos para que fuera devorado, su hija al ver tanta crueldad que en su padre existía, se deprimió tanto, que la orilló a suicidarse.

Pánfilo no pudo con tan gran pena, ya que su hija era lo más que amaba en el mundo, poco tiempo después, enfermó, mandaba traer doctores de muchas partes, éstos al conocer su posible fin, preferían huir, pues si no lo curaban, los arrojaban a los ya famosos puercos, cada día que pasaba se enfermaba más y más, todo era de tristeza, hasta que murió dejando una enorme fortuna, de la cual ninguna persona podía tomar ni un centavo ya que los que se atrevieron murieron, después de escuchar el replicar de las campanas por mucho tiempo, el pueblo al fin se pudo reunir para darle una Santa Sepultura, en el momento del salir de la Iglesia cayó una tremenda tormenta, por lo cual se tuvo que esperar por varias horas para seguir el cortejo, cuando iban llegando al cementerio la caja empezó a rechinar con mucha fuerza, los asistentes al sepelio, aunque estaban muy asustados, no se retiraban hasta que lo terminasen de sepultar, y se han llevado tremenda sorpresa, pues cuando lo enterraban, era inmediatamente expulsado el féretro a la superficie, después de varios intentos de enterrarlo, sin tener éxito aún, acordaron entre todo el pueblo, que los peones que le fueron más fieles, lo llevaran a las montañas más lejanas que pudieran, cargando todo su oro, joyas y dinero y así, cargaron varios burros y a Don Pánfilo García lo llevaron en una carreta, después de dejarlo en esos lares, los peones regresarían en los burros, ya que se pretendía enterrarlo con toda su fortuna, dicen, cuando iban en camino, los senderos se abrían y los burros empezaron a caer al vacío, y de la caja, se escuchaban lamentos y rechinidos muy fuertes que se podían escuchar a lo lejos, al llegar al lugar que habían acordado para sepultarlo los peones nunca pudieron abandonarlo para poder regresar y la gente que iba a buscarlos la atacaban y decidieron quedarse junto a su amo como «Ermitaños», después que murieron ellos, quedaron plasmados en piedra y , con cara de horror de lo que seguramente vivieron ven el paso del tiempo, la zona se encuentra al oriente de Tulancingo, a un lado del cerro El Yolo.

Dicen que parte de su fortuna está enterrada en el jardín de la hacienda Exquitlán, cuidada por los duendes que aún moran en ella, la persona que pueda entrar cuando haya luna llena y a las doce de la noche cave exactamente donde este la sombra de la cruz de la capilla antes de ser devorado por los duendes será el dueño de la fortuna de Don Pánfilo García.

Que los Santos de la capilla están ofrendados al Demonio, pues lo adoraban, hasta los Angelitos en lugar de arpa tienen un trinche y la Virgen esta con las manos en el pecho adorando con la mirada hacia abajo.

 

Leyenda enviada por Alfonso Luqueño Anaya

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Ciudad de México

La nahual de Coyoacán

Hace mucho tiempo existía una bella doncella, quien se había casado con el joven más guapo del pueblo. Todos decían que eran la pareja ideal.

Cierta mañana su compadre le preguntó: “¿que tal es tu mujer?”

“Excelente además de bella una estupenda cocinera. Lo que  no me acaba de agradar es que desde que nos casamos me prepara moronga.”
Esto extraño al compadre, quien al día siguiente regreso y le dijo: “compadre no es por chismear, pero a mí me dijeron que eso es malo. Pregúntele a la comadrita el porqué.”

Acto seguido se fue el hombre y cuestiono a mujer: “oye amor ¿porque siempre desayunamos moronga?”
“es porque mi padre es dueño del rastro y lo que no se vende nos lo repartimos entre los hijos, a mi hermano mayor lo tocan las viseras, a mi hermana las patas, y a mí la sangre… por eso.”

El hombre quedo complacido con dicha explicación. Sin embargo el compadre se presento asustado, comentándole que en el pueblo todos sabían que ella era una bruja y que por ello nadie le desposaba.

“mejor espíela compadre… espíela… y vera de dónde saca la moronga.”

Así lo hizo y tempranito en la mañana antes de que el sol saliera, vio como su mujer se levanto y camino hacia la cocina…

A través del fogón vio la figura de su esposa. La cual ante sus ojos y sin percatarse de ser vista, se empezó a quitarse la piel y  convertirse en una bola de fuego…

El Joven quedo impactado sin habla, corrió a ver a su compadre y contarle lo que había visto…

“Compadre…. compadre… salga rápido por favor.”

Gritaba el joven, quien al ver a su compadre sin mediar palabra le tomo del brazo y se lo llevo a su casa. Ahí encontraron la piel de su  esposa, el compadre al verla se quedo sin habla, mas en un momento de lucidez le dijo: “quemémosla, así no podrá regresar y así ya no seguirá matando a más niños”

Y  así lo hicieron.

Quemaron la piel de la joven, quien al regresar y no encontrar su piel gritaba enfurecida y al mismo tiempo asustada pues la mañana se acercaba y el sol empezaba a verse en el horizonte.

El joven escondido y muy asustado vio cuando los primeros rayos del sol quemaron a su esposa.

…y este fue el fin de la nahual de Coyoacán.

 

Leyenda enviada por Felipe de la Cruz

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Oaxaca

El Callejón del Muerto

Esta leyenda es de mi tierra no es inventada ni quiero adjudicarme la historia yo solo quiero contarla .
Así fue.

“Era el año de 1785, hablando de la Puebla antigua, eran las 3 de la mañana cuando doña Juliana Domínguez, esposa de don Anastasio Priego, familia acaudalada y dueños del mesón de Priego, comenzó con los dolores de parto y era necesario ir por la partera, doña Simonita. Corrió por su sombrero, capa y espada y pidió a la servidumbre que fueran preparando todo lo necesario para el alumbramiento mientras él regresaba con la partera. Era una noche lluviosa y tormentosa, motivo por el cual quisieron acompañarle sus ayudantes, además porque siempre las horas de madrugada han sido propicias para asaltos y asesinatos. Don Anastasio no quiso la compañía de nadie y se dirigió solo hacia la parroquia de Analco, que en aquellos tiempos era panteón dirigiéndose hacia la calle de santo Tomás, hoy conocida como la 5 oriente. Por lo oscuro de la noche, iba alumbrándose con una lámpara de aceite cuando lo sorprendió un tipo que en forma enérgica y poco cortés desenvainó su espada y se la puso en el abdomen al señor Priego al mismo tiempo que le exigía el oro o la vida. Para esto, don Anastasio siempre se caracterizó por ser diestro en la esgrima, era tan hábil que pocos lo retaban, motivo por el cual dio un salto y sacando su espada con la rapidez de un relámpago, la hundió en el corazón del asaltante, quien inmediatamente cayó muerto. Con la prisa que tenía por llegar a donde estaba la partera se olvidó de lo ocurrido y llegó hasta el hogar de ésta para dirigirse a su casona, obviamente le platicó lo sucedido a doña Simonita. Pasaron por el puente de Ovando, evitando regresar por el mismo rumbo, cruzaron la plazuela de Analco y llegaron de nuevo al mesón. Llegaron justo a tiempo para recibir a un par de gemelos. Al terminar su trabajo, don Anastasio acompañó de nuevo a la partera; más que por cortesía, fue por regresar al lugar del crimen donde encontró el cadáver rodeado de curiosos que oraban por su alma.

A partir de ese momento, le empezaron a llamar el callejón del muerto, antiguo callejón de Yllescas ubicado entre la 3 y 5 oriente esquina con 12 sur. Se cuenta que desde ese momento comenzó a aparecerse el asaltante a todo aquel que pasaba a horas no apropiadas, motivo por el cual don Marcelino Yllescas, vecino del lugar, mandó a hacer misas en su honor.

Una tarde de agosto, en el atrio del templo de Analco llegó un hombre que abordó al sacerdote, al mismo tiempo que le tomó del brazo pidiéndole que lo confesara. Como el sacristán ya iba a cerrar la iglesia, el padre Panchito, como cariñosamente lo llamaban, le pidió que no lo hiciera porque iba a entrar al confesionario. El tiempo transcurría y el sacristán entró a la iglesia, pero ni el sacerdote ni el hombre se encontraban. Todos los días a las siete de la mañana el padre Panchito celebraba misa, pero en esta ocasión no acudió. El párroco y el sacristán acudieron a su casa y lo encontraron muy grave, enfermo de tifus, por lo que el párroco confesó al padre y en su confesión éste le dijo que había dado absolución a un hombre que tenía mucho tiempo de muerto y que como estaba penando, venía con permiso de Dios a buscar el perdón y el descanso eterno.

Al siguiente día, el padre Panchito murió por el impacto tan fuerte de haber hablado con un difunto y verlo desaparecer al otorgarle la absolución. Se terminó el penar de esa alma y al callejón sólo le quedó el nombre porque nunca más apareció el muerto”.

Leyenda enviada por Miguel Cruz López

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Sonora

El convento de Hermosillo

Antes, en lo que fueron los primeros edificios de la ciudad, se encontraba un convento de monjas, estoy hablando de principios y mediados del siglo pasado. En ese convento albergaban a las mujeres con embarazos no deseados, para que las mujeres se convirtieran al mismo tiempo en monjas y de algunas nunca se volvía a saber de ellas.

Con el paso de los años, cuando se estuvieron remodelando esas instalaciones ya que el convento no existía ahí, tumbaron paredes muy gruesas; antes se hacían hasta de un metro de anchura, para la sorpresa, encontraron esqueletos de recién nacidos. Se dice que las monjas los emparedaban para que nunca supieran de ellos ya que eran hijos no deseados por Dios.

En estas áreas al igual había túneles extensos que llegaban hasta la Catedral Metropolitana de Hermosillo. Estos túneles fueron sellados y nunca se quiso informar a los ciudadanos, lo cual fue totalmente imposible; los túneles aunque sellados, siguen ahí. Pero en las noches, por la calle Serdan, se siente un ambiente muy extraño, e incluso se escuchan gemidos, gritos o se ve gente muy extraña caminando ahí, sola, mujeres muy hermosas embarazadas caminando solas por el centro de la ciudad de noche es extremadamente peligroso, se dice que son las ánimas de las mujeres que murieron ahí, y los gritos son de los bebés que murieron entre las paredes del convento. Hoy ahí se alberga un banco, oficinas del Instituto Nacional de Educación para los Adultos y el Instituto Soria.

Leyenda eviada por Lupita

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Puebla

El monstruo de los bosques de la Malinche

La casa del que mató al animal está ubicada en la calle 3 oriente Nº 201, esquina con la calle 2 sur, en pleno centro histórico de la ciudad de Puebla, a espaldas de la Catedral. A principios del siglo XX fue el Hotel Italia; alrededor de 1940 fue vendida al coronel José García Valseca, y actualmente es ocupada por la Organización Editorial Mexicana, que edita el periódico El Sol de Puebla.

La leyenda cuenta que en la época colonial, un monstruo en forma de serpiente bajaba desde los bosques de la Malinche, continuamente amenazando a los pobladores. Cierto día, en el solar de la casona de Don Pedro Carvajal, hombre próspero y viudo, que tenía dos hijos, un pequeño de 6 años y una bella joven de nombre María apareció el monstruo que devoró a su niño. La noticia corrió por la ciudad con la promesa de Don Pedro de dar parte de su fortuna a quien matara al animal que le quitó a su hijo, de manera que así vengaría su muerte. Cuando nadie lo esperaba, llegó a la plaza un jinete armado que dejó en señal de su juramento un cartel que decía: Con amparo de la Virgen, mataré al monstruo. Este soldado era un joven de nombre Juan Luis, que pretendía a la hija de Don Pedro, y a quien le había sido negada su mano.

Salió con rumbo al oriente, por donde se sabía llegaba el monstruo, más al llegar a la plaza, asomaba la serpiente su cabeza. Después de luchar en condiciones desiguales, logró cortar la cabeza, cumpliendo así su promesa. Las autoridades premian al vencedor dándole un título nobiliario, y don Pedro otorga la mano de su hija así como la casa en recompensa. Actualmente se puede ver a la entrada de la casa, un grabado de la época en piedra, del soldado luchando contra el animal.

Leyenda enviada por Miguel Angel Lopez Mota

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Mitos Cortos

El murciélago

Cuenta la leyenda que el murciélago una vez fue el ave más bella de la Creación.

El murciélago al principio era tal y como lo conocemos hoy y se llamaba biguidibela (biguidi = mariposa y bela = carne; el nombre venía a significar algo así como mariposa desnuda).

Un día frío subió al cielo y le pidió plumas al creador, como había visto en otros animales que volaban. Pero el creador no tenía plumas, así que le recomendó bajar de nuevo a la tierra y pedir una pluma a cada ave. Y así lo hizo el murciélago, eso sí, recurriendo solamente a las aves con plumas más vistosas y de más colores.

Cuando acabó su recorrido, el murciélago se había hecho con un gran número de plumas que envolvían su cuerpo.

Consciente de su belleza, volaba y volaba mostrándolas orgulloso a todos los pájaros, que paraban su vuelo para admirarle. Agitaba sus alas ahora emplumadas, aleteando feliz y con cierto aire de prepotencia. Una vez, como un eco de su vuelo, creó el arco iris. Era todo belleza.

Pero era tanto su orgullo que la soberbia lo transformó en un ser cada vez más ofensivo para con las aves.

Con su continuo pavoneo, hacía sentirse chiquitos a cuantos estaban a su lado, sin importar las cualidades que ellos tuvieran. Hasta al colibrí le reprochaba no llegar a ser dueño de una décima parte de su belleza.

Cuando el Creador vio que el murciélago no se contentaba con disfrutar de sus nuevas plumas, sino que las usaba para humillar a los demás, le pidió que subiera al cielo, donde también se pavoneó y aleteó feliz. Aleteó y aleteó mientras sus plumas se desprendían una a una, descubriéndose de nuevo desnudo como al principio.

Durante todo el día llovieron plumas del cielo, y desde entonces nuestro murciélago ha permanecido desnudo, retirándose a vivir en cuevas y olvidando su sentido de la vista para no tener que recordar todos los colores que una vez tuvo y perdió.

Leyenda enviada por Alejandra Toledo Torres

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Guadalajara

El vampiro del panteón de Belén

La leyenda dice que ya hace muchos años llegó un hombre misterioso a la ciudad de Guadalajara. El hombre vestía de negro y sólo salía por las noches, dicen que desde su llegada a la ciudad empezaron a suceder cosas muy extrañas, empezaron a aparecer animales muertos con una seña muy particular (dos orificios en el cuello) y a todos les habían succionado hasta la última gota de sangre. La gente no le ponía atención, se preguntarán por qué…, bueno, porque pensaron que era un plaga o una infección entre los animales, pero al pasar los días comenzaron a encontrar cadáveres de jóvenes que tenían como hábito estar en la calle hasta la madrugada; lo curioso y lo que les empezó a preocupar era que los que encontraban tenían las mismas características de los animales encontrados antes, lo que ahora sí preocupó a los habitantes de la ciudad.

Se empezó a correr el rumor de que había un vampiro suelto en la ciudad. Las personas temían por sus vidas y las de sus hijos, por lo que un grupo de personas realizó un plan para atrapar a esta criatura de la noche, que se dedicaba a cometer sus bajos actos cerca de la vieja plaza de toros. Este grupo de personas se escondió detrás de un arbusto mientras uno se quedaba en la calle de carnada. Sí dio resultado, el vampiro se le apareció y cuando se disponía a clavarle sus colmillos los demás le arrojaron una red y lo atraparon. Algún gitano les había dicho que para poderlo matar tenía que ser con una estaca hecha de un árbol (no recuerdo el nombre del árbol), pero la estaca era verde, y que debían enterrarlo en un panteón. Lo hicieron, le enterraron la estaca en el corazón y lo llevaron al Panteón de Belén, donde le colocaron una lápida de cemento muy gruesa para asegurarse de que no saliera.

Al día siguiente los ciudadanos fueron a ver la tumba del vampiro y se dieron cuenta que la estaca de un día a otro se transformó en un árbol gigante que para poder salir a la superficie tuvo que romper la tumba. La leyenda dice que cuando el árbol rompa completamente la tumba el vampiro renacerá para aterrorizar nuevamente a los habitantes de la ciudad de Guadalajara; también dicen que si cortas una parte de las raíces del árbol o de su corteza el árbol sangrará.

Leyenda enviada por Braulio Ramírez