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Leyendas Urbanas de Terror

La maldición de la Loba

Había una vez una mujer muy vanidosa y mala que  se caso con un buen hombre y tuvieron 2 hijos.

La mujer perezosa no cumplía con sus labores domésticos y maltrataba a sus hijos. Un día el marido cansado de la situación le dijo que ya estaba harto de llegar cansado con hambre y solo encontraba mugre; pero la mujer con sus encantos lo convencía.

Un día mientras la mujer cocinaba uno de sus pequeños corría jugueteando y sin querer tiro unos platos, ella lo agarró con rabia y se le vino la perversa idea de matarlo, lo cocinó y lo guisó en sopa,cuando llegó su marido quiso consentirlo y lo invito a cenar. El marido empezó a comer la sopa pero al comer encontró un dedo del niño y el hombre salto asustado gritando por lo sucedido y corrió a preguntarle que había hecho, porqué había un dedo humano en la comida ; la muy cínica le dijo que siguiera comiendo, que había guisado a su hijo, que ya le había hartado y que sabia delicioso.

Después de ese incidente, a la mujer le cayó una maldición, la mujer se volvió loca y vagaba por los cerros aullando como una loba desesperada, llorando buscando a su hijo.

Se cree que hasta la fecha se escuchan sus aullidos por las noches y la gente de los alrededores teme por sus hijos.

Leyenda enviada por: Silvia Gil

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Leyendas Urbanas de Terror

La muerte

De las muchas historias que hay, la de «La muerte», fue concebida así: La primera y más antigua dentro de la humanidad que inspira cierto miedo y respeto a quienes la sienten.

Cuenta que se describe así: su larga barba demuestra su antigüedad, sus ojos blancos y ciegos pues no puede escoger su próxima víctima, su vestido holgado pues su trabajo lo amerita, sus pies de caballo pues tiene que ser muy rápida y su azada con la cual a tientas se hace la escogencia.

Angel del altísimo con el cuál nos encontraremos algún día.

Leyenda enviada por: Jeleny Dafne Martínez Contreras

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Leyendas Urbanas de Terror

El puente de dios

Hace muchos años existió una zona solitaria. Un campesino con su familia se dedicaba a cultivar maíz. En cierta ocasión hizo su siembra al otro lado del río que estaba frente a su casa, a poca distancia; pero tenía que bajar y subir para cruzarlo y como el río estaba muy profundo era mucho caminar.
Un día, muy fatigado sin querer dijo:

-Le vendería mi alma al diablo si hiciera un puente a lo derecho.-
En ese momento se le apareció un hombre muy bien vestido y le dijo:
–Tendrás el puente antes de que cante el primer gallo, y tu alma será mía, pero si canta el gallo y aun no termino, me iré sin tu alma.-
Después de cerrar el trato, el hombre muy angustiado y asustado por el temor de que fuera a terminar antes de que cantara el primer gallo, no podía dormir, constantemente salía a mirar cómo iba el puente. Sorprendido por la rapidez con la que lo iban haciendo, cada vez se angustiaba mas, causando la curiosidad de su esposa que preguntaba qué era lo que pasaba. El hombre no le decía por no preocuparla, pero tanta fue su desesperación que decidió platicarle lo que sucedía, el se sorprendió de la reacción de su esposa quien le dijo:
-Acuéstate y no te preocupes, deja todo en mis manos, yo lo solucionare, ya verás que el diablo no se llevara tú alma.-
La mujer se puso a vigilar a los quienes construían el puente, cuando miró que lo estaban terminando, empezó a palmear las piernas; cantó como un gallo causando que despertaran todos los gallos, y empezaron a cantar, el diablo desapareció inmediatamente. Así fue como la mujer logro salvar el alma de su esposo y el puente quedo sin terminar porque el diablo desapareció. Muchas  personas han querido terminarlo, pero no han podido, porque parte que le ponen, parte que se cae. Dicen que solo el diablo lo podrá terminar, pero a cambio del alma de una persona.

 

Leyenda enviada por: Ulises Asky

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Guanajuato

Hechizo de Sabina en Guanajuato

Cuenta la leyenda que una noche en la ciudad Guanajuato, durante la clausura de Festival Internacional Cervantino, se encontraba entre la multitud un triste hombre solo, que vivía apesadumbrado por no haber tenido fortuna en el amor, esa noche cantaba Joaquín Sabina y llegó el momento en que ambos entonaban:”…y algunas veces suelo recostar mi cabeza en el hombro de la luna y le hablo de esa amante inoportuna que se llama soledad”.

En el otro extremo de la explanada estaba una bella joven que irradiaba felicidad y brincoteaba cuando el ritmo de la música la inspiraba, pero su aparente alegría se transformó en tristeza cuando Joaquín con su voz garraspienta cantó: “Cuando le dije que la pasión, por definición, no puede durar ¿cómo iba yo a saber que ella se iba a echar a llorar?” Y así ocurrió, las lágrimas que en ese momento la bella mujer derramó la obligaron a salir del lugar.

En su huida presurosa, cuando caminaba por la subida de la Alhóndiga, cruzó su mirada triste con la del hombre solo que deambulaba lleno de melancolía, él le ofreció compañía y ambos sentados en la banqueta permanecieron en silencio, absortos en sus pensamientos, hasta que Sabina dejó de cantar. Antes de separarse él le susurró al oído: “…por favor dime que me amas… aunque no sea cierto”, ella lo miró sorprendida y le respondió: “ no puedo decir lo que no siento” y se fue. Él caminó tarareando, lleno de desilusión, la penúltima del concierto de Joaquín:”…no acuses a mi corazón, tan maltrecho y ajado, que está cerrado por derribo”.

Dicen que las canciones de Sabina hechizaron a la pareja al tocar su corazón, pues ambos hicieron lo posible para reencontrarse y fraguaron el momento en que ella le pudo decir “te amo” siendo cierto, y él le construyó una “Pasión” con cimientos profundos para que vivieran en ella por siempre.

Esta historia es más cierta que falsa, pues la pareja de enamorados viven felices creyendo en la magia de Joaquín Sabina y conscientes de su debilidad por sus poemas hechos canción, saben que mientras lo escuchen tendrán motivos de inspiración para disfrutar su compañía en Guanajuato.

Leyenda enviada por: Carlos Tena

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Leyendas Latinas

Leyenda indoamericana del Kakuy

Introducción: Vive en la selva un pájaro nocturno que, al romper el silencio de las breñas, estremece las almas con su lúgubre canto. Ese ave tiene una historia. Leyenda indoamericana. Santiago del Estero, Argentina.

 

En épocas muy remota, dicen las tradiciones indígenas, Kakuy una pareja de hermanos habitaba su rancho. Vivían solos desde la muerte de sus padres.


El era bueno; ella era cruel; el muchacho amaba a su hermana, pero ella acibaraba sus días con recalcitrante perversidad. Desesperado, abandonaba en ocasiones la choza, internándose en las marañas del monte. 

Vagando él triste por las umbrías, pensaba en ella; las algarrobas más gordas, los mistoles más dulces, las más sazonadas tunas, llevaba al rancho para alimentar a su hermana. También llevaba sábalos pescados en el remanso del río o tal vez un quirquincho de la barranca próxima. 

Palmo a palmo conocía su monte, y siendo cazador de tigres, además, protegía la morada. Insigne buscador de mieles, nadie tenía más despiertos ojos para seguir la abeja voladora que llevara a su colmena. Todo esto le costaba trabajo y pequeños dolores; pero su hermana, en cambio, se mostraba indiferente, como gozándose de sus penas. 

Volvió una tarde sediento, herido y fatigado. Pidió entonces a su hermana un poco de agua para beber y limpiarse las heridas. Ella, malvada, la dejó caer en el suelo. El hombre, una vez más, ahogó su desventura. Al siguiente día le hizo lo mismo con la comida. 

Cansado de tantos desprecios, la invitó a acompañarlo a un sitio distante, donde había descubierto miel; pero su invitación encubría designios de venganza. 

Cuando llegaron allí la hizo subir al árbol más alto. Cuando ella se hubo instalado allá, el empezó a descender por el tronco, desgajándolo a hachazos. Una vez en tierra, huyó sigilosamente. 

Presa quedó en lo alto la infeliz. Transcurrieron instantes de silencio. Ella habló. Nadie le respondía. 

Abandonada a semejante altura, sobre un tronco liso y largo sin otras ramas que aquellas a las que se aferraban sus manos, espiaba para ver si el hermano reaparecía por ahí. La acometían deseos de arrojarse, pero la brusquedad del golpe la amilanaba. 

Mientras tanto, la noche iba descendiendo. La garganta le había quedado muda y la lengua se le pegaba en la boca con sequedad de arcilla. Tiritaba de frío y sentía el alma mordida por implacables remordimientos. Los pies, en el esfuerzo anómalo con que ceñían su rama de apoyo, fueron desfigurándose en garras de búho; la nariz y las uñas se encorvaron y los dos brazos abiertos en agónica distensión, emplumecíeron desde los hombros a las manos. Se vio de pronto convertida en ave nocturna. 

Así nació el Kakuy. La pena que se rompió en su garganta llamando a aquel hermano justiciero es el grito que aún resuena en la noche por el monte santiagueño, gritando: 

–  ¡Turay!… ¡Turay!… ¡Turay!… (Turay significa hermano en Quichua)

 

NOTA: Aun en su forma actual, esta obra literaria, empobrecida y desfigurada puede restaurarse su fisonomia premigia y con ella una de las problematicas mas antiguas de la historia del ser humano. La union de dos individuos de la misma sangre y la moral o ética prohibitoria. En el psicoanalismo simplemente el incesto.

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Leyendas Mexicanas Prehispanicas

Las orejas del conejo

Los cuentos del conejo son populares no sólo en Estados Unidos sino también en otras partes del Nuevo Mundo. Este animalito es un personaje astuto, travieso y alegre. Le gusta burlarse de los otros animales, grandes y pequeños, especialmente del coyote de México. Aunque es un pícaro, el conejo es generalmente el héroe de todos los cuentos. Esta leyenda es de origen maya.

Una vez, hace miles de años, el conejo tenía las orejas muy pequeñas, tan pequeñas como las orejas de un gatito. El conejo estaba contento con sus orejas, pero no con el tamaño de su cuerpo. Él quería ser grande, tan grande como el lobo o el coyote o el león. Un día cuando iba saltando por los campos, el conejo vio al león, rey de los animales, cerca del bosque.

-¡Qué grande y hermoso es!- dijo el conejo. -y yo soy tan pequeño y feo.

El conejo estaba tan triste que se sentó debajo de un árbol y comenzó a llorar amargamente.

-¿Qué tienes, conejito? ¿Por qué lloras?- preguntó la lechuza que vivía en el árbol.

-Lloro porque quiero ser grande, muy grande- dijo el conejito.

La lechuza era un ave sabia. Cerró los ojos por dos o tres minutos para pensar en el problema y luego dijo:

-Conejito, debes visitar al dios de los animales. Creo que él puede hacerte más grande.

Leyenda de las orejas del conejo. Leyenda de mexico-Mil gracias, lechuza sabia. Voy a visitarlo ahora respondió el conejo. Y fue saltando hacia la colina donde

vivía el dios.

-Buenos días. ¿Cómo estás?- dijo el dios de los animales cuando vio al conejito.

-Buenos días, señor. Estoy triste porque soy tan pequeño.

Su majestad, ¿podría hacerme grande, muy grande?

-¿Por qué quieres ser grande?- preguntó el dios con una sonrisa.

-Si soy grande, algún día yo, en vez del león, puedo ser rey de los animales.

-Muy bien, pero primero tienes que hacer tres cosas difíciles. Entonces voy a decidir si debo hacerte más grande o no.

– ¿Qué tengo que hacer?

-Mañana tienes que traerme la piel de un cocodrilo, de un mono y de una culebra.

-Muy bien, señor. Hasta mañana.

El conejo estaba alegre. Fue saltando, saltando hacia el río. Aquí vio a su amigo, el pequeño cocodrilo.

-Amigo cocodrilo, ¿podrías prestarme tu piel elegante hasta mañana? La necesito para …

-Para una fiesta, ¿no?- dijo el cocodrilo antes de que el conejo pudiera decir la verdad.

-Sí, Sí- respondió rápidamente el conejo.

-¡Ay, qué gran honor para mí! Aquí la tienes.

Con la piel del cocodrilo, el conejo visitó al mono y a la culebra. Cada amigo le dio al conejo su piel para la fiesta.

Muy temprano a la mañana siguiente, el conejo fue despacio, muy despacio, con las pieles pesadas ante el dios de los animales.

-Aquí estoy con las pieles- gritó felizmente el pequeño conejo.

El dios estaba sorprendido. Pensó: «¡Qué astuto es este conejito!» Pero en voz alta dijo:

-Si te hago más grande, puede ser que hagas daño a los otros animales sin quererlo. Por eso voy a hacer grandes solamente tus orejas. Así puedes oír mejor y eso es muy útil cuando tus enemigos estén cerca.

El dios tocó las pequeñas orejas del conejo y, como por arte de magia, se le hicieron más grandes. El conejo no tuvo tiempo de decir nada, ni una palabra.

-Mil gracias, buen dios. Usted es sabio y amable. Ahora estoy muy feliz- dijo el conejo. Y fue saltando, saltando por los campos con las pieles que devolvió a sus amigos con gratitud.

Al día siguiente vio al león que estaba visitando a la lechuza.

La lechuza le dijo al conejo:

-Buenos días, amigo mío. Eres muy hermoso. Y para ti es mejor tener las orejas grandes que el cuerpo grande.

Con mucha dignidad, el león dijo:

-La lechuza tiene razón.

Y desde aquel día el conejo vivió muy contento con su cuerpo pequeño y sus orejas grandes.

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Leyendas infantiles

Las orejas del conejo

Los cuentos del conejo son populares no sólo en Estados Unidos sino también en otras partes del Nuevo Mundo. Este animalito es un personaje astuto, travieso y alegre. Le gusta burlarse de los otros animales, grandes y pequeños, especialmente del coyote de México. Aunque es un pícaro, el conejo es generalmente el héroe de todos los cuentos. Esta leyenda es de origen maya.

Una vez, hace miles de años, el conejo tenía las orejas muy pequeñas, tan pequeñas como las orejas de un gatito. El conejo estaba contento con sus orejas, pero no con el tamaño de su cuerpo. Él quería ser grande, tan grande como el lobo o el coyote o el león. Un día cuando iba saltando por los campos, el conejo vio al león, rey de los animales, cerca del bosque.

-¡Qué grande y hermoso es!- dijo el conejo. -y yo soy tan pequeño y feo.

El conejo estaba tan triste que se sentó debajo de un árbol y comenzó a llorar amargamente.

-¿Qué tienes, conejito? ¿Por qué lloras?- preguntó la lechuza que vivía en el árbol.

-Lloro porque quiero ser grande, muy grande- dijo el conejito.

La lechuza era un ave sabia. Cerró los ojos por dos o tres minutos para pensar en el problema y luego dijo:

-Conejito, debes visitar al dios de los animales. Creo que él puede hacerte más grande.

Leyenda mexicana. Las orejas del conejo-Mil gracias, lechuza sabia. Voy a visitarlo ahora respondió el conejo. Y fue saltando hacia la colina donde

vivía el dios.

-Buenos días. ¿Cómo estás?- dijo el dios de los animales cuando vio al conejito.

-Buenos días, señor. Estoy triste porque soy tan pequeño.

Su majestad, ¿podría hacerme grande, muy grande?

-¿Por qué quieres ser grande?- preguntó el dios con una sonrisa.

-Si soy grande, algún día yo, en vez del león, puedo ser rey de los animales.

-Muy bien, pero primero tienes que hacer tres cosas difíciles. Entonces voy a decidir si debo hacerte más grande o no.

– ¿Qué tengo que hacer?

-Mañana tienes que traerme la piel de un cocodrilo, de un mono y de una culebra.

-Muy bien, señor. Hasta mañana.

El conejo estaba alegre. Fue saltando, saltando hacia el río. Aquí vio a su amigo, el pequeño cocodrilo.

-Amigo cocodrilo, ¿podrías prestarme tu piel elegante hasta mañana? La necesito para …

-Para una fiesta, ¿no?- dijo el cocodrilo antes de que el conejo pudiera decir la verdad.

-Sí, Sí- respondió rápidamente el conejo.

-¡Ay, qué gran honor para mí! Aquí la tienes.

Con la piel del cocodrilo, el conejo visitó al mono y a la culebra. Cada amigo le dio al conejo su piel para la fiesta.

Muy temprano a la mañana siguiente, el conejo fue despacio, muy despacio, con las pieles pesadas ante el dios de los animales.

-Aquí estoy con las pieles- gritó felizmente el pequeño conejo.

El dios estaba sorprendido. Pensó: «¡Qué astuto es este conejito!» Pero en voz alta dijo:

-Si te hago más grande, puede ser que hagas daño a los otros animales sin quererlo. Por eso voy a hacer grandes solamente tus orejas. Así puedes oír mejor y eso es muy útil cuando tus enemigos estén cerca.

El dios tocó las pequeñas orejas del conejo y, como por arte de magia, se le hicieron más grandes. El conejo no tuvo tiempo de decir nada, ni una palabra.

-Mil gracias, buen dios. Usted es sabio y amable. Ahora estoy muy feliz- dijo el conejo. Y fue saltando, saltando por los campos con las pieles que devolvió a sus amigos con gratitud.

Al día siguiente vio al león que estaba visitando a la lechuza.

La lechuza le dijo al conejo:

-Buenos días, amigo mío. Eres muy hermoso. Y para ti es mejor tener las orejas grandes que el cuerpo grande.

Con mucha dignidad, el león dijo:

-La lechuza tiene razón.

Y desde aquel día el conejo vivió muy contento con su cuerpo pequeño y sus orejas grandes.

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Leyendas de Otros Paises

El Brazalete Rojo

Leyenda enviada por : Louise
País de la leyenda: Estados Unidos

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Leyendas Urbanas del Mundo

Mi perro fantasma

Historia Urbana enviada por Alejandra Pacheko

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Leyendas Mexicanas Varias

La Leyenda de los Mackoceses

Este leyenda ha sido enviada por Ana, una lectora de Mitos-Mexicanos.com

Los masckoseces fueron unos seres mitad caballo, mitad tortuga, mitad pez. Los masckoseces han vivido su propia leyenda:

Hace mucho tiempo, en el año 1265, una noche de Navidad en el océano pacifico se ahogo un caballo. Salvado por la tortuga e asesinado por el pez. ¿Quien sabe como un pez ha asesinado a un caballo? Nadie lo sabe… Se dice que desde ese día nació el masckoses. Como el espíritu furioso del caballo logro entrar al océano para vengarse del pez. ¿Que tiene que ver con la tortuga? Que el alma valerosa de la tortuga se junto con el caballo. ¿Y el pez? El pez se ha dicho era el Leviatán. Despierto y furioso por los chillidos del Potro, decidió matarlo antes de ser dormido. Así nació el masckoses. El primero fue llamado: La Venganza.

El masckoses fue creado por la venganza de modo que NUNCA confíes en un masckoses.