Categorías
Jalisco Leyendas Cortas

El Cristo de los Brazos Caídos

Barra de Navidad es un poblado que se encuentra localizado en el estado de Jalisco. También es conocido como Puerto de la Navidad. En la época de la conquista española fue muy importante, pues del astillero que estaba en este lugar, partieron las primeras exploraciones que se realizaron en el Mar del Sur, como era nombrado en esa época el Océano Pacífico. Actualmente, sus playas son visitas por los turistas que admiran su increíble belleza.

En este poblado de Barra de Navidad existe una iglesia dedicada a San Antonio de Padua en donde mora el Cristo del Ciclón, a quien se le atribuye un maravilloso milagro que tuvo lugar el 1 de septiembre de 1971.

Ese infortunado día, por la madrugada, el huracán Lily azotaba con toda su fuerza las costas pacíficas de Jalisco. Había llovido durante tres días con una fuerza extraordinaria. La población de Barra de Navidad se encontraba en un terrible peligro, y ya muchas casas de tipo palapa habían sido arrasadas, dejando a sus humildes habitantes sin nada.

El Milagroso Criso¡to de los brazos caídos

Ante esta terrible calamidad de la naturaleza, los habitantes de Barra de Navidad decidieron acudir a la iglesia del poblado para pedirle al Cristo Crucificado que hiciese algo para que las lluvias se detuvieran y el huracán se calmara. Todos se pusieron a rezar muy devotos y terriblemente asustados.

Rezaron con tanta fe que en un momento dado el Cristo bajó sus brazos que como todos sabemos los tiene clavados hacia arriba en la cruz. En el momento de ejecutar tal acción, la lluvia se detuvo y el huracán también.

Pasado un corto tiempo, el Cristo adquirió el nombre de El Cristo del Ciclón y fue venerado no solamente por los lugareños, sino por mexicanos de otros poblados y ciudades, y aún por habitantes de otros países que acuden a adorarlo. Se trata de un Cristo súper milagroso, que sana a los enfermos y les resuelve los problemas aquellos que le van a ver y le rezan con verdadera fe, a decir de los creyentes.

La oración que se le reza a este original Cristo da inicio de la siguiente manera: ¡Oh, Señor Jesús!, sofoca los vientos de esta tempestad, y de otros sistemas que nos amenazan. Así como calmaste el Mar de galilea para tus discípulos, ¡Oh, Señor!, atenúa los vientos, calma las aguas, introduce fuerzas de la naturaleza que perturben la configuración de esta tormenta, disipa su malignidad, debilita, reduce drásticamente su interior, desorganízale, envíala inofensivamente hacia las aguas…

Sonia Iglesias y Cabrera

 

Categorías
Leyendas Cortas Morelos

El Ojito de Agua de Totolapan

El pueblo de Totolapan se encuentra situado en el norte del estado de Morelos, se trata de un pueblo chiquito de tan solo nueve mil habitantes. Su nombre significa “totol en el agua”. Su tradición oral es muy variada, y a las leyendas le llaman “encantos”.  Una leyenda nos narra que en el siglo XVII, había en la iglesia del pueblo un hermoso Cristo, al que todo el pueblo adoraba por milagroso. En una ocasión el Cristo fue robado por los que habitaban en el poblado de Iztapalapa, a fin de que detuviese una terrible epidemia de peste bubónica que les aquejaba.

Pero el Cristo no estaba conforme con el cambio, y cierto día apareció al lado de él, en el altar donde fuera colocado, una carta que decía: -¡Por favor, llévenme a Totolapan, a mi pueblo, pues yo no soy de acá! Así sucedió varias veces, junto al lastimero Cristo aparecía la fatídica carta pidiendo que lo llevasen a su pueblo de origen: Totolapan.

Después de mucho pedir a los ladrones de Iztapalapa que devolviesen el Cristo, decidieron llevarlo de vuelta a Totolapan. En el viaje, emprendido por toda una procesión encabezada por el Nazareno, los que lo llevaban cargando tenían muchísima sed, los peregrinos se desmayaban de sed, y todos se encontraban desesperados porque no encontraban agua y creían que morirían; entonces, el sacerdote que los iba guiando se hincó para rezar y, en ese momento,  escuchó la voz de la imagen de Cristo que les decía: -¡Aproxímense, porque aquí hay agua!

La iglesia donde se encuentra el Cristo de Totolapan

En una ocasión, un rico hacendado quiso desviar el agua para llevársela a su hacienda y regar sus plantíos, pero el ojo de agua inmediatamente se secó, como por arte de magia. Cristo no brindaba el agua para una sola persona, sino para calmar la sed de quien la necesitara en el camino.

El Cristo regresó a Totolapan, donde se encuentra hasta ahora, donde sigue haciendo milagros a quien se lo solicita debidamente, y el ojo de agua ha vuelto a tener agua para quien la necesita.

Sonia Iglesias y Cabrera