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Hidalgo Leyendas Cortas

Nepomuceno el incrédulo

En Apan, cabecera del municipio del mismo nombre, en el estado de Hidalgo, ubicado en la parte este del país, se encuentra el Cerro de San Pedro. En este cerro existe una antigua pirámide bastante cubierta de tierra y vegetación, y por ello cuesta bastante notarla. Poco o nada es lo que se sabe de los constructores de dicha pirámide. Pero ahí la tenemos desafiando el paso de los siglos.

Un día el joven Nepomuceno Hernández, a la hora del atardecer, decidió acercarse a la zona donde está la tal pirámide-cerro. Era consciente de que no debía hacerlo, pues la conseja popular afirmaba que eran peligroso, ya que en la pirámide espantaban.

Pero Nepomuceno era joven y no creía en historias de fantasmas, porque nunca le había pasado nada, y además tenía ganas de rondar por aquellos lares que eran frescos y muy bonitos. Así que, haciendo oídos sordos a las supersticiones de los habitantes de su pueblo, decidió efectuar su deseado paseo.

El Cerro de San Pedro

Todavía había luz, pero era esa hora que tiene matices azules que anuncian que la noche está pronta a caer. Muy tranquilo se encontraba caminando cuando de pronto escuchó un ruido como si se abriera una pesada puerta. Se fue acercando al sitio de donde provenía el sonido y de pronto se encontró con la pirámide y una entrada que le invitaba a introducirse. Como buen muchacho curioso que era no lo pensó dos veces y se metió por una especie de puerta abierta.

Al llegar a las cámaras interiores de la pirámide, cuál no sería su sorpresa cuando vio un maravilloso tesoro en collares, pectorales, bezotes, narigueras y brazaletes de oro; a más de hermosas tallas de obsidiana, ónix, malaquita y demás piedras de extraordinaria belleza.

Como Nepomuceno no era rico y sus padres vivían de labrar la tierra, se puso muy contento, pues con ese tesoro sacaría de trabajar a su padre y podrían vivir de una manera más desahogada. Empezó a acomodar las cosas para podérselas llevar en un costal que había llevaba para meter lo que se ofreciera en su caminata. Pensaba que tendría que hacer varios viajes, pues las piezas eran muchas.

Ya cargado el primer costal, intentó salir, pero inmediatamente la entrada se cerró como por arte de magia. Desconcertado, Nepomuceno escuchó una terrible carcajada de ultratumba, y en el mismo momento se arrepintió de no hacer creído la leyenda que advertía que la pirámide estaba custodiada por el fantasma de un sacerdote indígena que había vivido hacía ya muchos siglos.

Nadie volvió a ver al joven Nepomuceno. Sus padres y hermanos sufrieron mucho por si desaparición. ¡No debemos olvidar que las leyendas siempre tienen un trasfondo de verdad!

Sonia Iglesias y Cabrera