El bezote, ese atractivo objeto de ornato empleado por multitud de culturas de todo el mundo, se coloca en los orificios que se practican en el labio superior e inferior, cerca de las esquinas de la boca, o en combinación latera y central inferior. Se elabora de diferentes materiales, como piedra, hueso, madera, concha, marfil, vidrio, cobre, y demás. Su tamaño y sus diseños varían de acuerdo al gusto y la cosmovisión de los grupos que lo emplean. Se pueden hacer de una sola pieza, o de varias partes ensambladas combinando diversos materiales en cada una de ellas. El uso del bezote tiene de 8,000 a 10,000 años de antigüedad, y en nuestros días se sigue empleando en algunas etnias. Todos los pueblos que han usado bezotes lo han hecho por razones simbólicas religiosas o sociales.
Los mixtecos y el bezote sagrado
El bezote constituyó en el México prehispánico un artículo de mucha valía exclusivo de las clases aristocráticas y de la jerarquía militar. Su uso se inició durante el Período Postclásico en toda el área de Mesoamérica, salvo en la cultura maya. En el idioma mixteco se le conocía con el nombre de yavuiindi dzaa, que significa “labio horadado”. En la zona oaxaqueña el Posclásico comprende de 850 a 1521 d.C., período en que tuvo lugar el florecimiento de las ciudades-estado de Mitla, Zaachila, Titaltongo, y otras más. En esta época cultural aparece la arquitectura de hermosas y complicadas grecas, la cerámica policroma, los códices y los increíbles trabajos en metal que hicieron tan famosas a las culturas que se asentaron en lo que hoy conocemos como el estado de Oaxaca.
Dentro de este contexto se encuentra la cultura mixteca de raigambre militarista, cuyo predominio en la región fue indiscutible. En la Mixteca, el uso del bezote surgió en el Postclásico Tardío (1300-1521) en el ámbito del alto rango militar y relacionado con una innegable simbología religiosa, ya que los sacerdotes-guerreros representaban a los dioses en la Tierra, y los bezotes que portaban los identificaban como pertenecientes a la casta divina. Es necesario hacer notar que los bezotes solamente fueron utilizados por los humanos, ningún dios aparece luciendo estos emblemas en las diversas representaciones que de ellos se hicieron. Posiblemente porque como nos dice la antropóloga Martha Carmona Macías en su artículo “El bezote: Símbolo de poder entre los antiguos mixtecas”:
…También podemos entender por qué ninguna deidad aparece luciendo bezote. Sencillamente, porque no lo necesita. Ella es el poder, y sólo el hombre al que elige debe mostrar la legitimación del mando que se le otorgó, por lo que éste usa un adorno-emblema que lo simboliza ante los hombres.
Estos hermosos emblemas solían elaborarse en cristal de roca, ámbar, jade y oro. Los bezotes más impresionantes fueron labrados en cristal de roca, que por su dureza requería de una sin igual maestría para trabajarlo; debido a su transparencia el cristal simbolizaba la pureza en toda su acepción. En lengua mixteca el cristal de roca recibía el nombre de yuu u yuhu. Son pocas las piezas de cristal que han llegado a nosotros. Podemos mencionar un impresionante bezote elaborado en cristal y oro, que se encuentra en el Museo de Historia en Viena, Austria. Se trata de un faisán hecho de tres partes que representa al dios Xochipilli-Macuilxóchitl; el oro fue trabajado empleando la técnica de la cera fundida, y el cristal está hábilmente tallado. Esta pieza formó parte de la colección de los Habsburgo, de ahí que se encuentre en Viena.
El ámbar, cuyo nombre mixteco es yuu nduta nuhu, “piedra sagrada de mar”, también se utilizaba para hacer bezotes. De esta resina se obtenían ámbares amarillos, amarillos mezclados con verde, y ámbares blanquecinos considerados de menor valor. El ámbar provenía de la provincia de Tzinacantan, en el actual estado de Chiapas. El ámbar amarillo, el más valioso de los tres, simbolizaba al Sol, se relacionaba con el oro y con el dios Xipe Tótec, Iha Nukuii para los mixtecos. El jade o jadeíta fue una piedra sagrada en la época prehispánica asociada con los dioses del agua y, por ende, con el concepto de fecundidad. El yunn nduta se obtenía de la región de Nejapa. En la tumba 7 de Monte Albán, perteneciente a la cultura zapoteca, se encontró un bezote de oro y jadeíta, el cual representa la cabeza estilizada del pájaro coxcoxtli, identificado con el dios Xochipilli. El oro engastado al ave nos remite, simbólicamente, a la fecundidad y al calor.
Los antiguos pobladores de Mesoamérica, afirmaban que el oro era una secreción del dios Sol, que al caer a la Tierra se convertía en pepitas de oro que los hombres recogían. Los mixtecos lo llamaron dziñuhu cuaa, “el resplandeciente amarillo”. De ahí que simbolizara el poder máximo, representado en la Tierra por el gobernante o yeheñuhundi, “ser temido por dios”. Por ello, la posesión y el uso de bezotes de oro estuvieron absolutamente reglamentados y circunscritos a las clases poderosas. Con oro los mixtecos crearon piezas inigualables que podemos clasificar en tres tipos: bezotes de botón; de remate (simples y con colgantes); y de cuerpo cilíndrico (de botón y con colgantes). De la producción de bezotes mixtecos destacan aquellos que representan aves, como el mencionado faisán y el coxcoxtli. Una hermosa pieza de la colección del Museo Nacional de Antropología representa al dios Koo Sau (Ehécatl), formada de tres piezas y elaborada con la técnica de la cera fundida; la cresta emplumada, de la cual cuelgan algunos cascabeles está hecha con la técnica de la falsa filigrana.
En tanto que emblema exclusivo de los guerreros, la colocación del bezote requería de un rito. Con una navajita de sílex muy afilada, se perforaba la parte situada entre el labio inferior y el mentón, justo donde se forma una pequeña depresión. Durante el proceso, el guerrero debía mantenerse valiente y no dar muestras de dolor a fin de demostrar su valor. El bezote llevaba dos aletas medio curvas, las cuales se introducían en la perforación y se ajustaban a la encía; sobresalía la cazoleta del bezote y el remate, que podía ser un simple botón, la representación tallada de un dios, o algún animal como los pájaros que hemos mencionado. Para que la herida no cicatrizase y se cerrase, se empleaban ciertas hierbas sólo conocidas por los guerreros. Al hablar, el bezote se movía al ritmo de las dulces y suaves palabras del idioma mixteco, como si fuera el mismo dios el que estuviese hablando. A partir de entonces, los guerreros podían lucir sus bezotes con orgullo, pues significaba que habían peleado con honor en el campo de batalla y se merecían dicho emblema.
Sonia Iglesias y Cabrera