Categorías
Mitos Cortos

De cómo surgió el momochtli

Hubo un tiempo en que Chaak, el Señor de la Lluvia, se encontraba muy triste porque los campos estaban muy secos y daban cosechas muy escasas. Había que quemar la tierra para que volvieran a ser fértil. Así se hizo. Los pájaros volaban alrededor de la inmensa hoguera que se formó, con el fin de salvar las semillas de algunas plantas que no debían quemarse. Entonces, el pájaro Dziú, valientemente, se arrojó a rescatar los granos del preciado maíz. Al hacerlo, sus alas se quemaron y se volvieron grises, y sus ojos cambiaron a rojos. El humo de la hoguera le impedía ver. Pero él, sin importarle el peligro, tomó un puñado de maíz que se colocó en el pico; pero en su prisa las semillas se le cayeron del pico y fueron a dar a unas brasas. Al calor, los granos fueron explotando uno a uno, mientras emitían un olor muy especial. Toth, la Paloma, acérrima enemiga de Dziú, llevaba en el pico una semilla de tomate, y al ver los maíces blancos y redondos, bajó hacia donde se encontraban con el fin de rescatarlos, y exclamó: -¡Ah Mun, el Dios del Maíz y Huehuetéotl, el Dios del Fuego, se encuentran aquí con nosotros!. Tomó en su pico el único maíz reventón que se salvó del fuego gracias a ella.

Chaak premió a Dziú por ser tan valiente en su hazaña; pero se olvidó de Toh, quien envidiosa y soberbia, emprendió el vuelo muy enfadada. Un día,  Dziú decidió buscar a Toh; encontró su nido y en el fondo vio la hermosa y sabrosa roseta de maíz que el pájaro había salvado de quemarse. Así pues, debemos a Toh el tener momochtli, nuestras sabrosas “palomitas de maíz”. Debemos agregar que todos los humanos aprendieron a hacerlas desde entonces.

Sonia Iglesias y Cabrera


Categorías
Mitos Cortos

Nuestra Madre y el «ojo de dios»

Hace mucho tiempo, la diosa de la Tierra y de la Luna, pensó que sería muy buena idea crear a los dioses para que se encargasen de proporcionar el agua y que así pudiesen crecer las plantas y las hierbas que conforman parte de la naturaleza. Tomó unos trozos de algodón les dio forma y los colocó dentro de una laguna. Pero a estos dioses incipientes no les gustó que los metiera en el agua y protestaron pidiéndole a Nuestra Madre que los sacara. La diosa se tomó sus largos y negros cabellos, los peinó, los estiró y se los arrojó al agua a los dioses para que se agarraran de ellos y así poder sacarlos. Al salir, los dioses se fueron al Cielo, donde se quedaron viviendo colgados de las nubes.

Pasado un tiempo, los dioses protestaron, alegando que ya estaban cansados de vivir pendientes. Nuestra Madre, ante tales protestas, replicó diciéndoles que si ya estaban cansados pusieran remedio a su situación e hiciesen algo al respecto. Los dioses tomaron un poco de tierra de su cuerpo y elaboraron una pequeña bola. Nuestra Madre le dijo a Nuestro Hermano Mayor que colocara sus flechas una encima de la otra, como formando una cruz. El Hermano Mayor hizo lo indicado siguiendo las direcciones de los rumbos sagrados y amarró el centro donde se cruzaban las flechas. Nuestra Madre tomó un mechón de sus cabellos y tejió un “ojo de dios” entretejiendo su pelo con las cruces, a la manera de una espiral. Cuando terminó con su tarea, sobre el “ojo de dios” puso tierra y les indicó a los dioses que la apisonaran. Con los pisotones la tierra se fue agrandando hasta formar el mundo, que es el lugar donde podemos vivir los indios coras gracias a Nuestra Madre y a los dioses creados por ella.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Mitos Cortos

El Ave Deidad Principal

La deidad conocida como Ave Principal es un ser sobrenatural de labio largo, pico ancho, con un ala formada con el perfil de una cabeza de serpiente en el área del hombro. Esta ala se trata de un marcador fonético de la palabra “cielo”, ya que tanto serpiente como cielo son términos homófonos en la lengua maya. El Ave Principal hizo su aparición en el Preclásico Tardío de los estadios culturales mayas, donde aparece ya en varias estelas con sus marcados rasgos de reptil. Es, por supuesto un ave celestial y una deidad solar, a la que en el Período Clásico Temprano se la representaba como un anciano de nariz aguileña, es pues una deidad mítica mitad ave y mitad ser humano

Esta ave tuvo diferentes roles: fue Vucub Caquix, o Siete Guacamaya, el dios que se enfrentó a los héroes gemelos en el relato del Popol Vuh y tomó el papel del Sol; fue representada en las ceremonias de la realeza maya en Petén; y se le asoció con el sacrifico de corazones como aparece en el Códice París, donde vemos a un ave  súper adornada con joyas tales como collares y orejeras.

En su papel de Siete Guacamaya, Vucub Caquix, representa a un ser fantástico que reinaba en el Inframundo, Xibalbá, junto con Chimalmat, “la que se torna invisible”, su esposa. Como el dios pecaba de presumido y decía que era el Sol y la Luna, lo cual era mentira, los gemelos sagrados Hunahpú e Ixbalanqué le dieron muerte con engaños; le quitaron sus dientes y le pusieron granos de maíz en sustitución, para después reventarle los ojos.

Sonia Iglesias y Cabrera


Categorías
Mitos Cortos

De cómo surgieron las hormigas

Hace muchos miles de años, Hach Ak Yum, Nuestro Verdadero Señor, que vive en el plano superior de universo con su esposa, creó a los hombres con barro, dio vida a la selva y a todos los habitantes que la pueblan, y a las plantas que crecen el ella. Una vez que el dios Hach Ak Yum creó a las personas, decidió hacer el amor con su esposa Ak Na’, la Luna, -la fecundadora universal, protectora de la mujeres, que en su telar teje la materia prima de la vida- para tener hijos y que los hombres vieran cómo era aquello se reproducirse, siguieran el ejemplo y se multiplicaran y poblaran la Tierra con muchos lacandoncitos.

Dicho y hecho, el dios creador se apareó con su sagrada mujer y tuvo a Ixchel, Sukun Kyum y Ah Kyantho, además de otros hijos que por haberlo retado faltándole al respeto, exiló a la selva. A estos irreverentes hijos se les llamó los Hijos Rojos, encargos de producir los fenómenos climáticos y meteorológicos: granizos, truenos, rayos, vientos tormentosos, para perjudicar a la humanidad. Pero cuando Ak Na’ dios a luz a su último vástago, empezó a sangrar terriblemente, y su sangre se regó por toda la Tierra. Al ver tanta sangre derramada, el dios creador Hach Ak Yum, desesperado, agarró montones de tierra y los arrojó sobre la sangre derramada por la diosa para tratar de que no se viese. En cuanto la tierra se extendió por el suelo, empezaron a formarse todas las hormigas que habitan el mundo: salieron hormigas rojas, hormigas negras, toda clase de hormigas… fueron innumerables y se distribuyeron por todas partes para formar sus hormigueros y vivir en paz.

Sonia Iglesias y Cabrera


Categorías
Mitos Cortos

Riox crea al mundo

Hace muchos miles de años, Riox (Dios) creó al mundo. Para que le ayudara en la manutención de los otros dioses que vivían con el en el Cielo, dio vida a otro ser divino. Cuando Riox creó a los hombres por primera vez los hizo de lodo, pero estaban tan sin consistencia que se caían, no podían voltear para atrás porque su cabeza se les rompía. Tampoco podían hablar. Un buen día los hombres de humedecieron y desaparecieron.
Para llevar a cabo la segunda creación los dioses se reunieron con la Abuela, Ixpiyacoc, y con el Abuelo, Ixmucané, para saber qué hacer. Entonces Riox, El Formador, hizo a los hombres con granos de maíz y madera del árbol tzité. Este seres de madera se multiplicaron y tuvieron muchos hijos, pero como eran de palo no tenían alma ni entendimiento, andaban a gatas sin destino, y no tenían conciencia de quién los había creado. Pasado cierto tiempo, el dios Huracán les envió una inundación y todos los hombres de madera se destruyeron.
En la tercera creación, Riox creó a los hombres de tule y de tzité. Pero eran incapaces de hablar y de entender nada. Una resina que cayó del Cielo y los golpes de armas que recibieron de los dioses por estar tan mal hechos y por ser inútiles, los mató. De estos seres descienden los monos.
La cuarta creación dio inicio cuando Hunahpú y su hermano gemelo Ixbalenqué –hijos del dios Hunhuahpu y de Ixquic- subieron al Cielo para convertirse en el Sol y la Luna. Fue entonces cuando Tepeu, el dios del Cielo, y Gucumatz, el dios de las tempestades, pensaron que había que crear nuevos hombres. Huracán, el dios del viento fue el encargado de llevarla a cabo ayudado por otros dioses. Los hombres fueron hechos de maíz blanco y amarillo. Ixmucane, la Abuela diosa del maíz, hizo nueve bebidas con maíz blanco y amarillo y se las dio a beber a los nuevos hombres para darles fuerza.
El universo está formado por dos planos: en el superior habitan los dioses, los ángeles, los apóstoles, y el Diablo y sus ayudantes. En el plano de abajo moran unas personas muy pequeñas que tienen los pies chuecos, los seres humanos antepasados de los tzotziles, y otros dioses que son diferentes a los que viven arriba. Fue Jesucristo quien puso en la Tierra, en el plano bajo, a esas personas pequeñitas. Pero como no estaban conformes los dioses el Apóstol-Obispo fue nombrado para que le dijera a Riox que pusiera a los seres pequeñitos y a los antepasados de los tzotziles en la parte de arriba. Riox accedió cuando se dio cuenta que los pequeñitos no veneraban ni rendían culto a los dioses, ya que el ser tan chiquitos les impedía cargar imágenes en las procesiones, a más de que tenían muy poco fe y respeto por los dioses, no sabían comer como es debido y carecían de educación. Ante estos hechos Riox accedió al cambio y mandó a los seres pequeñitos al plano superior, con la condición de que debían venerar y rendir culto a los dioses, de lo contrario regresarían al plano inferior. Los antepasados de los tzotziles estaban contentos, pues en la parte baja la vida era muy difícil, había mucha hambre, y cuando el Sol pasaba el calor era terrible y se tenían que cubrir con lodo y esconderse en las cuevas para no morir quemados.

Sonia Iglesias y Cabrera


Categorías
Mitos Cortos

De cómo obtuvieron el fuego los yaquis.

En tiempos muy antiguos no existía el fuego. Los indios yaquis, los animales terrestres, acuáticos, y aquellos que vuelan lo desconocían y no podían disfrutar de sus beneficios. Cierto día, todos los habitantes de los pueblos yaquis, junto con los animales decidieron efectuar un gran concilio para averiguar por qué no había fuego decidir la mejor manera de conseguirlo. Aunque carecían de este necesario elemento, estaban conscientes de su existencia y de que en algún lugar lo podían encontrar. Pensaron que tal vez se encontrara en alguna isla o en sitio dentro del mar.

En el concilio se acordó que fuera Bobok, el Sapo, el encargado de buscar el fuego. Enseguida, el Correcaminos, el Perro y el Cuervo se ofrecieron a ir con el Sapo y ayudarlo en su búsqueda. Sin embargo, aunque su ayuda era valiosa ninguno de estos animales era capaz de sumergirse en el agua sin morirse como lo podía hacer Bobok.

El Dios del Fuego lo tenía muy bien guardado dentro del mar, no permitía que nadie se lo llevase, para ello enviaba rayos y centellas a quien trataba de robar un poco de fuego y morían calcinados.

Sigilosamente, Bobok se metió al agua, encontró el lugar donde el dios guardaba el fuego, y se lo robó metiéndose un poco en la boca. Cuando se dio cuenta el Dios del Fuego, le envió los rayos y centellas que hacían mucho ruido y producían muchos destellos. Pero Bobok no se amilanó y continuó su camino, pues sabía que dentro del agua no corría peligro. De repente se formaron muchos remolinos en el agua con basura y desperdicios de madera, pero Bobok siguió nadando nada lo detenía.

En cierto momento, Bobok vio que había muchos sapos que le acompañaban nadando junto a él, todos cantaban felices y llevaban un pedacito de fuego en la boca. Eran los hijos de Bobok que le ayudaban en su noble tarea y se habían pasado pedazos de fuego unos a otros.

Al poco tiempo llegaron todos los sapos a la Tierra de los yaquis, donde estaban esperando Correcaminos, Perro, y Cuervo. A cada uno Bobok les dio un poco de fuego. Pero el Dios del Fuego se dio cuenta y les envió a los animales sus rayos mortales. Sin embargo, la cantidad de sapos que llegaba con fuego en la boca era impresionante, iluminaron todas las cosas y le pusieron fuego a los árboles y a las rocas. Desde entonces los yaquis pueden hacer fuego pues saben que dentro de las ramas de los árboles se encuentra el fuego necesario para su supervivincia.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Mitos Cortos

Las larvas doradas. Mito xochimilca.

Hubo un tiempo que Xochimilco padeció una gran sequía y el sol calcinaba todo cuanto tocaba. No había alimentos y los macehuales morían de hambre. Fue entonces cuando los tlamati, los sabios, decidieron subir a lo alto del Cerro de la Estrella, el Citlaltépetl, a fin de acercarse al Cielo, al Omeyocan, Lugar de la Creación Dual, donde moran Ometecuhtli y su esposa Ometecíhuatl, y pedir a ambos dioses que propiciaran la lluvia que tanta falta hacía. Pero los sabios esperaron en vano: no hubo respuesta divina.

Pasaron varias noches, hasta que  de la Vía Láctea, la Iztacmixcóatl, llegó una voz que les decía que Mixcóatl, Dios de las Tempestades y de la Caza, les enviaría las tan ansiadas lluvias, y que Citlalnenque, la Estrella Viajera, les daría el tlaol, el maíz, para que les sirviera de sustento. Pero todo ello a condición de que cuando murieran sus almas no podrían ir al Sol, sino que irían a radicar en la Iztacmixcóatl, la Serpiente Blanca de Nubes. En ese preciso momento Ehécatl, Dios del Viento, atrajo muchos nubarrones sobre la Tierra, Tlalli, y del centro de la Iztacmixcóatl surgió la Citlalnenque, que iluminó y mojó la quemada Tierra con su cabellera. Cuando pasó por el Cerro de la Estrella arrojó a los sabios el Citlalcuítlatl, el Excremento de las Estrellas, que los dejó sin sentido. Cuando lo recobraron, los sabios vieron que en el lugar donde había caído el Excremento Sagrado había larvas doradas que unas hormigas negras se llevaban a varios lugares, y se sepultaban con las larvas en la tierra húmeda y fértil.

Mito corto de mexico - larvas doradas

Pasó un cierto tiempo y de la tierra brotaron retoños de maíz y de frijol que provenían de las doradas larvas que habían obsequiado a los sabios los dioses de la dualidad, por medio de la hermosa cabellera de la Citlalnenque, la Estrella Viajera.

Sonia Iglesias y Cabrera


Categorías
Mitos Cortos

En el principio. Mito purépecha.

Mi bisabuelo  Jacinto, indio purépecha puro, y curandero de su pueblo, Cherán, me contaba hace muchos años, antes de que cayera fulminado por un ataque al corazón y siendo yo aún una niña de trenzas, que su tatarabuelo le relataba muchas historias. Entre ellas le gustaba mucho la que se refería al diluvio que cayó sobre la Tierra. Me contaba  que en el principio de los tiempos sólo existían los animales, las plantas y los árboles, pero no había seres humanos. Un día, Tucupachá, el dios de todo el universo, o más bien, la palabra de Dios, decidió crear a las personas. Tomó un poco de barro, lo moldeó, y creó a un hombre y a una mujer. Pero cuando la pareja se fue a bañar al río se desbarató. Así pues, decidió probar con masa de cenizas, y les dio forma otra vez, Pero sucedió lo mismo, al bañarse la pareja se deshizo. Tucupachá pensó entonces en hacerlos de metal. Puso manos a la obra y, ¡listo!. Cuando el hombre y la mujer se metieron al agua se multiplicaron y se formaron todos los pueblos indios que habitan la Tierra. No se deshicieron, sino que se convirtieron en los padres de todas las personas.

Pasado un cierto tiempo, llegó un diluvio que arrasó con todo y con todos, solamente sobrevivieron Tezpi, un hombre muy inteligente, y su parentela que pudieron salvarse del horror del agua gracias a su ingenio. Tezpi construyó una canoa con madera de ciprés, metió en ella a su esposa, sus hijos, granos de maíz y muchos animales, y se fue navegando cerca de las nubes. Pasado un largo tiempo, las aguas del diluvio empezaron a bajar, y Tezpi envió a Curitze, el Zopilote, a inspeccionar la Tierra, pero el ave no volvió por andarse comiendo los cadáveres que encontraba. Decidió entonces mandar a Tzintzuni, el Colibrí, que regresó con las plumas llenas de olor y reflejos de la naturaleza, y con una flor en su piquito que indicaba que ya se podía habitar la Tierra. Entonces, Tezpi decidió bajar al mundo para volver a poblarlo, pues supo que Colibrí tenía razón, ya que era un mensajero del dios Sol. Así fue como el semidiós Tezpi salvó a la humanidad de desaparecer para siempre de la faz de la Tierra, lo cual debemos agradecerle… ¿O quizá no?

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Mitos Cortos Mitos Mexicanos

Los hombres de maíz

Algunos testimonios nahuas que retoman la mitología teotihuacana cuentan que una vez creada la Tierra, y después de haber pasado por varias etapas creativas, se le encomendó a Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, la creación de los seres humanos que poblarían al mundo en el Quinto Sol; es decir en la quinta era.

Para ello, el dios descendió al Inframundo, al Mictlan, en busca de los huesos que habían dejado las antiguas y desaparecidas generaciones de hombres que habían vivido en las cuatro eras anteriores. Después de mucho disputarse los huesos ya que Mictlantecuhtli, el Dios del Mictlan, se oponía que a Quetzalcóatl se los llevase, éste acabó por obtenerlos  y emprendió su salida del Inframundo. Pero Mictlantecuhtli, no conforme con ello, hizo un hoyo en el que el dios cayó, con la consecuencia de que los huesos se rompieron al caer. Desesperado, el dios juntó los huesos y se dirigió a Tamoanchan, lugar donde se encontraban los dioses creadores.

Quetzalcóatl le entregó los huesos a la diosa Quilaztli (o Cihuacóatl), quien los molió y les dio vida al mezclarlos con masa de maíz que llevaba la vitalidad necesaria para dar vida. En seguida, el dios roció la masa divina con sangre de su pene, y aparecieron los pobladores del Quinto Sol en una cueva que comunicaba con el interior de la Tierra, localizada debajo de la Pirámide del Sol. Así dio inicio Nahui Ollin, Cuatro Movimiento destinada a desaparecer a causa de un terrible temblor de la Tierra.

Otros datos históricos

El lugar donde fueron creados los dioses, nombre que le otorgaron los mexicas a este increíble sitio llamado Teotihuacan, pues su verdadero nombre nos es desconocido, fue el centro urbano más grande de Mesoamérica durante el Período Clásico (200d.C. a 900 d.C.). Teotihuacan se encuentra situado al noreste del Valle de México, cerca del desaparecido Lago de Texcoco.

Teotihuacan fue la primera ciudad del Altiplano, cuyo trazo fue medido siguiendo el rumbo del Sol. Para el año 400 era la mayor de las ciudades: media veinte kilómetros cuadrados y contaba con 100,000 habitantes. Fue el poderoso Estado que dominó la parte central de Mesoamérica durante seis siglos, para acabar completamente arrasada hacia el año 650, consumiéndose los registros y libros testimoniales que pudieron habernos contado su historia y cultura. De la cosmovisión teotihuacana saldrá el modelo cosmogónico que será la base para muchas otras culturas mesoamericanQuilaztlias, y aun de las que subsisten en nuestros días, herederas de esta excepcional cultura teotihuacana.

 

Categorías
Mitos Cortos

El pecado de Xoxhiquetzal. Mito mexica.

En la parte más alta de los Trece Cielos existió un hermoso lugar llamado Tamoanchan, La Casa del Descenso, donde habían nacido todos los dioses debido a la gracia de Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl. En ese mismo sitio paradisíaco se encontraba Xochitlicacan, El Lugar Donde Crecen Las Flores, donde habitaba la hermosa diosa Xochiquetzal, Flor de Quetzal, junto a su esposo el dios Centéotl. La diosa de la belleza y del amor vivía sumamente vigilada y nadie podía verla, tan solo las personas que estaban a su servicio que eran enanos y jorobados, quienes tenían como tarea principal entretenerla con música, cantos y bailes, y llevar sus mensajes, en caso de que Xochiquetzal desease comunicarse con alguno de los dioses que moraban en Tamoanchan. Los días de la joven pasaban tranquilamente dedicados, en su mayoría, a tejer en el telar de cintura exquisitas y suaves telas para sus huipiles.

En Tamoanchan había un árbol sagrado pleno de flores. Nadie podía tocar ninguna de tales flores, so pena de convertirse en un enamorado de la diosa. Un día en que Xochiquetzal estaba tejiendo, llegó hasta ella el dios Tezcatlipoca transformado en un hermoso y colorido pájaro y se atrevió a cortar una flor del árbol. El dios, con artimañas y de mala manera, la sedujo. Se había transgredido la prohibición de tomar las flores del árbol sagrado. El árbol, al sentir que le habían arrancado una blanca flor,  se partió por la mitad y se puso a sangrar. Cuando la pareja de dioses supremos Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl, se enteraron del Epecado cometido por Xochiquetzal y Tezcatlipoca, los expulsaron de Tamoanchan, junto a todos los dioses que ahí vivían. Unos se fueron a la Tierra y otros al Inframundo.

Xochiquetzal se convirtió en Tlazoltéotl, la diosa de los adúlteros y de las inmundicias, y Tezcatlipoca devino Huehuecóyotl, Coyote Viejo, dios de la danza y el canto.

Sonia Iglesias y Cabrera