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Los uemas gigantes. Mito otomí.

Los uemas, los “gentiles”, fueron los ancestros de los indios otomíes. A estos seres gigantescos los dioses los crearon  de manera imperfecta, aun cuando fueron las deidades que inventaron el sagrado oficio de la alfarería. Todos los secretos  de este arte los eumas se los transmitieron a los otomíes que habitaban el hoy pueblo de José María Pino Suárez. Desde entonces, los pobladores se dedican a la producción de cerámica, su modo de vida junto con la agricultura. Los uemas se alimentaban, principalmente, de conejos, aunque no descartaban la carne de otros animales a los que daban caza, y de cuyas pieles se vestían. Los gigantes uemas eran nómadas, les gustaba moverse de un lado a otro libremente, por lo cual sembraban poco y siempre estaban faltos del suficiente maíz para completar su alimentación. Aunque iban por todos lados y llegaban a lejanos terruños, su territorio favorito era el Occidente, el Oeste, porque por ahí el Sol se mete hacia su viaje al Inframundo. Así pues, los uemas simbolizan la tierra caliente de arriba; es decir, del ámbito celeste donde moran los dioses.

Los uemas poseían una enorme fuerza física, podían levantar toneladas de piedras sin sufrir ningún daño. Gracias a su fuerza pudieron  construir enormes pirámides en una sola noche. Sin embargo, a pesar de su gran fortaleza tenían un punto débil, pues si llegaban a caerse se rompían en muchos pequeños pedazos como si fueran de vidrio. Los que no se rompían y  morían por otra causa, dejaban regadas sus gigantescas osamentas. Aún ahora se pueden ver cerca del poblado de José María Pino Suárez esparcidas por el campo. Si las osamentas  de los uemas se muelen y se mezclan con algún líquido como agua o alcohol, tienen magníficos poderes curativos que aprecian mucho los otomíes.

Los uemas, los antepasados de los hñähñü, “los que hablan la lengua nasal”, se extinguieron cuando el mundo desapareció, y  la Tierra se volteó debido a un terrible diluvio que arrasó con todo: hombres, naturaleza, dioses. Desde entonces, los uemas le tienen un miedo atroz al agua… porque no hay que dudarlo, estos seres fantásticos aún visitan la Tierra, para espanto de algunos mortales que tienen la buena o mala suerte de toparse con ellos…

Sonia Iglesias y Cabrera

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Camazotz, el dios Murciélago. Mito maya.

Camazotz, Servidor de la Muerte, dios murciélago de la mitología maya fue el maestro de los misterios de la vida y de la muerte. Simbolizaba la noche, la muerte y el sacrificio. Los mayas representaban a Zotz, Camazotz, como un ser humano con cabeza y alas de murciélago..Se trataba de un dios del mal que trasmitía la enfermedad de la rabia. Se encuentran imágenes de este animal sagrado en jeroglíficos y cerámica de hace más de 2,000 años. Se le honraba por medio de sacrificios de animales y ofrendas de tamales y flores

En los códices mayas aparece con un cuchillo de sacrificios en las manos, sosteniendo con la otra a quien va a asesinar. En la escritura maya aparece asociado con el signo de la inmolación, por lo cual se le suele relacionar con el sacrificio humano y con las ofrendas de sangre.

En el Popol Vuh, las antiguas historias del quiché, el murciélago fue una especie de ángel que descendió del Cielo a fin de decapitar a los seres humanos de madera de la segunda creación de los dioses Tepeu y Kukulkan, por ser imperfectos y no tener sentimientos.

Mito camazotz el dios murcielagoEn el mismo Popol Vuh se nos relata que Ixbalanqué y  Hunahpú, los dioses gemelos, fueron hijos de Hun-Hunahpú, dios de la fertilidad y del juego de pelota, y la bella Ixquic, hija de Kuchumakik, unos de los Señores de Xibalbá. Un día, Hun-Hunahhpú y su gemelo Vucub-Hunahpú  se pusieron a jugar en el juego de pelota, como hicieron mucho ruido, los dioses de Xibalbá se enojaron y Hun Camé y Vucub Camé, los principales señores del Inframundo, los retaron a jugar en sus lares. Del sagrado juego los vencedores fueron los de Xibalbá. Ixbalanqué y Hunahpú tomaron la revancha, y se dirigieron al Inframundo equipados solamente con cerbatanas. Después de pasar con éxito muchas pruebas y maldades de que son objeto por parte de los dioses del más allá, y gracias a los consejos y la ayuda de Camazotz, llegan a pasar la noche en la Casa de los Murciélagos, Zotzilaha, “donde los murciélagos chillaban, gritaban y revoloteaban”, habitada por Zotzilaha Chimalman, el dios murciélago. Este escalofriante lugar, era una espantosa caverna  se situaba en lo que actualmente es Alta Verapaz, cerca de Cobán en la República de Guatemala. Es en esta caverna donde Hunahpú pierde la vida al ser decapitado por uno de los chilladores murciélagos comandados por Zotzilaha. Y su cabeza sirvió de pelota en el último partido. Sin embargo, Ixbalanqué con la ayuda de un conejo recupera la cabeza y se la coloca de nueva cuenta a su gemelo.

Sonia Iglesias y Cabrera


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El universo según los nahuas. Mito nahua.

Para los nahuas de Chicontepec, Veracruz, piensan el universo, conocido por el nombre de Semanahuactli, el Contenedor, está formado por  tres planos: el Cielo, Ilhuicactli; la Tierra, Tlaltepectli; y el Inframundo, Mictlah o Tlazcuitla. Estos planos se encuentran   orientados hacia los cuatro puntos cardinales. El Cielo y la Tierra están rodeados por los tlalcueitin, “faldas de la tierra”, que evitan que las aguas del mar se desborden. La Tierra, que es plana y cuadrada, se encuentra sostenida por los tlaketzalmeh, parados en el carapacho de cuatro tortugas.

En la Tierra viven Tlaltenana, la MadreTierra y Tlaltetata, el Padre Tierra. La Tlaltepactli equilibra al Cielo, al Inframundo, al hombre, y a las divinidades. Por lo tanto, el hombre, que vive en ella,  tiene a su cargo dicho equilibrio, el cual puede romperse cuando su conducta es mala; o bien, cuando maltrata a  la superficie de su hogar: la Tlalixoantzi, la Cara de la Tierra. En la Tierra habitan seres malvados junto a algunos dioses. Por ejemplo, están los chanehketl que adoran vivir en el agua y en los cerros, y gustan de hacer maldades. Junto a ellos conviven  los bondadosos guardianes o tlamocuitlahuianeh: en el cerro vive Tepetlácatl; en las milpas, Tecohmilli. El cuerpo de la Tierra está representado por cuarzos que simbolizan su masa encefálica; la sustancia de la tierra es la carne; el corazón, el fuego; la cabeza, los cerros; las rocas representan los huesos; y el agua la sangre.

El Cielo se encuentra  arriba de la Tierra sostenido por columnas; tiene la forma de una gran bóveda. Debajo del Inframundo está el Tzopilotlacualco, “comida de zopilotes”, el Lugar de la Podredumbre. El Cielo y el Inframundo se subdividen en diversas capas, cuyo nombre se refiere a los fenómenos de la naturaleza y a los dioses. Al Cielo le corresponden siete capas: Ehecapa, Lugar de los Vientos, que comprende al ihiyotl, el aire, y a los tlasolhecameh, vientos malos; Ahuechtla, que contiene a ahuechtli, el rocío; Mixtla, donde están mixtli, la nube, y tecihuitl, el granizo; Citlalpa es la capa de las estrellas, citlalimeh,   llamada Citlalcueitl, Falda de Estrellas; Tequihuahtla, Lugar de Autoridades, sitio de  los dioses superiores, los tlamocuitlahuianeh; Teopanco, es el lugar donde se ubican los santos católicos, totiotzitzih, y los dioses nahuas, a saber: Tlacatécotl, Meetztli, Tonatih, Macuilxóchitl, Chicomexóchitl y Ompacatotiotzih. La séptima capa, conformada por una barrera denominada Nepancailhuicac, Límite del Cielo, es dura y oscura, llena de los desperdicios de los dioses. En la parte de arriba de la barrera viven los hitzitzilmeh, los colibríes encargados de alegrar al Sol cuando es mediodía.

El Inframundo comprende cinco capas: Tlaquetzaltla, Lugar de Horcones, donde se encuentran los cargadores tlalmamameh; Cipacttla, donde está el Monstruo de la Tierra y donde se apoyan los cargadores; Tlalhuitzoctla, morada de unos horribles gusanos, los tlalhuitzocmeh: Tzitzimitlai, habitada por fantasmas y otros seres horrorosos; Mihcapantli es la última capa, ahí residen Mikistli, Señor de los Muertos, y Tlacatecólotl Tlahuelicoc el Hombre Búho Enfurecido.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Ompacatotiotzin, el dios dual.

Ompacatotiotzin, el Dios Doble, el dios creador de los dioses y de los hombres, forjó al mundo en cinco etapas. En la primera, dio vida a una pareja humana con barro, la cual se alimentaba de tierra y piedras. Pero la era terminó destruida por furiosas fieras llamadas tecuanimeh. En la segunda etapa, los hombres fueron de papel y se alimentaban con las cortezas de los árboles. Todos murieron cuando se produjeron tremendos huracanes. En la tercera etapa los dioses hicieron a los humanos de madera de cedro; se alimentaban del árbol llamado ohxihtli, (Brosimum licastrum),  y murieron por medio del fuego. En la cuarta etapa, los hombres fueron hechos con masa de tubérculos cocidos, misma que les servía de alimento. Se terminó a consecuencia de fuertes inundaciones como castigo por ser caníbales y comerse unos a otros. La quinta etapa, la actual, está poblada por hombres creados por Ompacatotiotzin y otros dioses que le ayudaron. Para dar vida a la primera pareja de esta era, utilizaron una mezcla hecha con los huesos de los antepasados, masa de maíz, amaranto y frijoles. A fin de insuflarles vida acudieron el Sol, el Viento, el Fuego y el Agua; fuerzas divinas de la naturaleza que, curiosamente, habían destruido a los hombres precedentes. Antes de crear a los hombres, el dios ordenó el universo, al cual denominó Semanahuactli. Hizo la Tierra cuadrada y plana, sostenida en sus cuatro esquinas por los tlamameh, cargadores, quienes están parados en el suelo de la cuarta era que ahora es el Inframundo. Los tlamameh levantaron un plano para que fuera el Cielo.

Dios Dual Mito Mexicano

Un día, el dios creador Ompacatotiotzin convocó a los dioses en un cerro llamado Postectitla el cual era tan alto que llegaba al Cielo. Cuando estuvieron reunidos, procedió a designar a cada uno sus funciones y tareas. Al dios Sol, Tonatiuh, le dijo que debía dar luz al día ayudado por Tlacatecólotl, el Hombre Búho, docto en hechicería. Asimismo, Tonatiuh debería estar al pendiente de la conducta de los hombres y, en caso de que se comportaran en mala forma, debía castigarlos severamente. Para realizar dicha tarea le ayudaría Metztli, la Luna, que también era su esposa. Las diosas Chicomexóchitl, Siete Flor, y Macuilxóchitl, Cinco Flor, se encargarían de la fertilidad de las mujeres y de la abundancia de la vegetación.  Al dios Miquiztli lo nombró la deidad de la muerte. Atl, Agua, y  Apanchanch, Sirena, recibieron el título de dioses de la lluvia. Como dios del viento designó a Ehécatl. A Tlitl Xahuantzi le correspondió ser el dios del fuego; mientras que Íchcatl lo fue de la indumentaria y el tejido.

El cerro de Postectitla era tan alto que cuando los hombres subían podían acceder al lugar donde los dioses guardaban sus provisiones y robarlas. Los robos disgustaban a las deidades por lo cual decidieron partir al cerro. Así, quedó dividido en siete porciones donde habitaron los dioses:, Tzoahcalli, Xochicoatepec, Tepenáhuac, Tepeicxaitla, Postectitla, Xihuicómitl y Ayacachtli. En la primera vivió Tonatiuh; en la segunda, Tlacatecólotl; y en Postectitla vivieron Macuilxóchitl y Chicomexóchitl. Fueron moradas temporales, ya que poco después, todos ellos, se fueron a vivir al Cielo.

Sonia Iglesias y Cabrera

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El Espíritu Mayor y Montezuma. Mito pápago.

Los indios pápagos de Sonora afirman que el Espíritu Mayor creó la Tierra y todo lo que en ella vive. Este dios bajó del Cielo a la Tierra para coger barro, y a continuación regresó al Cielo con la arcilla para  arrojarla a un agujero que había construido. En ese momento apareció Montezuma (sic), y con su ayuda fueron haciendo surgir a las tribus indias. Hasta el final salieron los salvajes apaches quienes inmediatamente huyeron. Fueron días felices en el mundo. El Sol se encontraba más cerca de la Tierra, por lo que no había estaciones y el clima era tan bueno que nadie necesitaba vestirse. Los animales y los hombres tenían un lenguaje común y podían comunicarse y vivir en paz entre ellos. Pero de pronto tuvo lugar una tremenda inundación que terminó con esos días felices, pues destruyó todo lo existente. Sólo Montezuma y su amigo Coyote sobrevivieron, porque Coyote predijo la inundación y ambos pudieron tomar providencias: hicieron un bote que colocaron en  Santa Rosa. Con una caña que Coyote tomó de las orillas del río, construyó un arca a mordidas,  se metieron en ella y  sellaron la entrada con hulli. Así, ambos se salvaron de la inundación y salieron cuando la Tierra se volvió a secar. Montezuma envió a Coyote a averiguar cuanta tierra se había secado. Coyote hizo cuatro viajes para saber el lugar en que el mar alcanzaba cada uno de los cuatro vientos. De su viaje al oeste, este y al sur, supo que el mar se encontraba a la mano. Pero cuando fue al norte no encontró mar, lo cual estuvo a punto de enojarlo.

Montezuma, espiritu mayor

El Espíritu Mayor, ayudado por Montezuma, volvió a crear a las personas y a los animales que empezaron a multiplicarse. Montezuma asumió el gobierno, pero por orgulloso y prepotente dada su alta posición, permitió que muchas desgracias cayeran sobre la Tierra. El Espíritu Mayor bajó a la Tierra a reprender a Montezuma, pero éste sólo se burló de las leyes y consejos que le diera, y se volvió rebelde. Muy enojado, el Espíritu Mayor se regresó al Cielo llevándose al Sol y depositándolo en el lugar que ocupa hoy en día. Montezuma reunió a todas las tribus y ordenó construir una torre que llegara hasta el Cielo. La torre fue creciendo. Tenía en sus pisos oro, plata y piedras preciosas que eran el orgullo de Montezuma. Cuando llegó al Cielo, el Espíritu Mayor mandó un rayo y la destruyó. Montezuma, arrogante, ordenó profanar los templos y romper las imágenes sagradas, e incitó los niños de la aldea a burlaran de templos e imágenes. El Espíritu Mayor envió un insecto hacia el este, para que trajera, de una tierra desconocida, a los españoles, quienes hicieron la guerra a Montezuma y lo destruyeron, haciendo que desapareciera la idea de su carácter divino.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Chichini, el rey de los dioses. Mito totonaco.

Los indígenas totonacos del estado de Veracruz, adoran al dios Sol, Chichini, por sobre todas las cosas. Se trata de un ser muy poderoso al que no se le puede ver por la luz tan intensa que emite. Gracias a él, los hombres pueden gozar de la luz del día. Chichini es el dador de la vida y del calor que propicia la existencia; es el dueño de la siembra y del maíz; los alimentos son el producto de la sangre de este dios. Chichini es, además, el héroe civilizador que encontró al maíz y enseñó a los hombres cómo cultivarlo, allá por el inicio de los tiempos. Chichini nació un día en que se juntaron cuatrocientos dioses, entre los que había dos hermanos, uno de ellos se arrojó al fuego de una hoguera y nació el dios Sol, para beneficio de la humanidad; el otro hermano, acobardado, no se atrevió a echarse al fuego, pero después recapacitó y se arrojó. Sin embargo, la hoguera ya se había apagado, tan solo quedaban las cenizas. Este hermano se fue al Cielo y se convirtió en P’apa, la Luna, que visita todos los meses a las mujeres para que tengan su menstruación. Los eclipses se producen cuando estos dos dioses-hermanos se pelean.

Los totonacos de la Sierra Norte de Puebla    cuentan que en un principio principio todo era oscuro. Como a los animales no les gustaba la oscuridad, en un momento dado se reunieron para hacer la luz. A la reunión no fue la lagartija, la cual se escondió debajo de una piedra. Una vieja mujer fue a buscarla, rompió la piedra en cuatro trozos, y encontró dos huevos que se guardó en el pecho. La vieja quedó embarazada; a los nueve meses tuvo dos hijos, quienes tuvieron que pasar varias pruebas. La primera, consistió en matar a dos serpientes voladoras que devoraban a los animales. Éstos les pidieron a los jóvenes que se transformaran en el Sol porque todo estaba muy oscuro. Para lograrlo debían sacrificarse arrojándose en una laguna de fuego. Antes de hacerlo, el mayor de ellos fue a despedirse de las muchas novias con que contaba; luego, se echó al fuego y se convirtió en el Sol. Cuando llegó a la laguna el hermano menor, ya no había fuego, tan solo cenizas. Ni tardo ni perezoso el chico se  arrojó y se transformó en la Luna.

mito chichini de VeracruzOtra versión nos cuenta que los antepasados veían pasar todos los días una iguana macho llamada Martín. En una ocasión un muchachito vio a Martín, le siguió y le vio acostarse e introducirse en una roca caliente. Asombrado, el muchacho le contó lo que había visto a su padre; éste fue a la Presidencia Municipal y relató el hecho a los funcionarios. Las personas que se encontraban en la Presidencia y el padre del joven decidieron que había que partir la roca para ver que había dentro… pero nadie logró partirla. Ante su incapacidad, llamaron a un pájaro llamada Francisco, quien saltó sobre la roca hasta que consiguió romperla en el vigésimo salto. Entonces, de la roca abierta salió un rayo muy fino que se fue hasta al Cielo. En la grieta que se formó con la rotura quedó una yema de huevo que se le dio a tragar a una niña huérfana que vivía en el pueblo. A los nueve meses, la jovencita dio a luz al Sol que tenía la forma de un hombrecito. Había nacido el dios Sol. Cada vez que Francisco, el Sol, se pone, se enfrenta con Manuel, la Luna, que no puede reponerse del enojo que le causó el nacimiento de Francisco. Cada día emprenden ambos una carrera para ver quién puede salir primero por el Oriente. La Luna siempre llega tarde, porque el Sol cuenta con un perro que le ayuda a no ser alcanzado por P’apa.

Sonia Iglesias y Cabrera

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La Arña Gris salva a la Tierra de caerse. Mito pima.

Cuentan los indios pimas, o’odham, “pueblo del río”, del estado de Sonora, que en el principio de los tiempos no existía absolutamente nada, ni Cielo, ni Tierra, ni agua. Pasado muchísimo tiempo, miles de años, la Oscuridad formó una enorme masa de la cual surgió el Espíritu del Chamán de la Tierra, Juh-Wert-A-Mah-Kai, flotando incesantemente sin poder descansar ni tener un lugar donde posarse para descansar.

Un día en que se encontraba especialmente cansado, el Espíritu decidió construirse un lugar donde poder reposar y vivir cómodamente. Tomó un poco de polvo de su pecho y un poco de su sudor, los mezcló cuidadosamente y formó un terrón, sobre el cual cantó y bailó hasta que surgió un arbusto de creosota (Larrea Tridentata), planta muy común en los desiertos. Acto seguido, Chamán de la Tierra creó a las hormigas, y a la termita llamada hiaptic quien hizo crecer al terrón hasta que Tierra alcanzó el tamaño en que la conocemos. Chamán de la Tierra cantaba y bailaba, y al compás de sus pasos la Tierra se iba formando maravillosamente; hizo surgir al Cielo que desde entonces sirve para tapar a la Tierra; asimismo, apareció la primera casa de los pimas. De repente, la Tierra se deformó, se desunió, y quedó inservible para ser habitada. Chamán de la Tierra decidió crear a la Araña Gris para que tejiese una telaraña alrededor de las orillas de la Tierra que la sostuviera y pudiera volverse a unir. Así lo hizo la Araña Gris, y  tejió tan bien y tan fuerte la telaraña que la Tierra quedó firme y sólida.

Gracias a la buena fabricación de la telaraña mágica y sagrada los hombres pueden vivir en el mundo sin caerse.

Sonia Iglesias y Cabrera

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El Bulto Sagrado de Ñuhú. Mito mixteco.

Podemos considerar a la cultura mixteca como una de las más antiguas de Mesoamérica. Sus primeros poblados agrícolas aparecieron durante el tercer milenio a.C., en la zona llamada por los mexicas Mixtecapan, localizada en el estado de Oaxaca y parte de Guerrero y Puebla.

Los mixtecos antiguos creían en un dios del maíz llamado Cohuy, encargado de velar las milpas y las cosechas, y en un espíritu de la Tierra que vivía en los manantiales, caminos, piedras y milpas. Se trataba de un ser fantástico que recibiera el nombre de Ñuhú Nde’yu, Diosecito de la Tierra. Dicho personaje, representado como un bulto sagrado, tenía apariencia humana, su color era rojo y ocre; llevaba pequeñas protuberancias alrededor de todo su cuerpo, que bien podrían indicar su esencia pétrea. No tenía ni brazos ni piernas; sus ojos eran redondos, y grandes colmillos salían de su boca.

En los códice Colombino-Becker (que narra la vida de los gobernantes mixtecos) y Bodley (registros genealógicos), aparecen numerosas representaciones del bulto sagrado dedicado a Ñuhú Nde’yu, a quien se le consideraba como el protector de las siembras. Este bulto se encontraba en el templo del Señorío de Jaltepec, Oaxaca, al cual acudían los gobernantes mixtecos antes de tomar posesión de su mandato. El bulto sagrado de Ñuhu se le otorgó, inicialmente, al Señor 10 Caña Águila de Fuego, quien fuera el primer gobernante de Jaltepec, como parte de los objetos ceremoniales que se le entregaban al asumir el mando, pues en ese lugar se  veneraba al bulto de manera especial. La escena de la entrega se puede ver en el Códice Selden, en el momento en que varios caciques de pueblos aledaños hacen entrega del bulto al que acompañan un escudo, una flecha,  y algunos instrumentos de sacrificio. Cuando el Señor 10 Caña recibió al sagrado Ñuhú y las ofrendas correspondientes, procedió a llevar a cabo los rituales de auto sacrificio dedicados al espíritu. Después de tres años de rituales y ofrendas dedicados al Bulto de Ñuhú, el señor de Jaltepec, tomó posesión del Señorío y se casó con  la Señora 2 Lagartija. Desde entonces, todos los nuevos gobernantes estaban obligados a rendir honores y sacrificios al Bulto Sagrado de Ñuhú, con el fin de legitimar religiosamente el poder dinástico de los señores.

Todavía en el siglo XVI,  el Bulto de Ñuhú seguía utilizándose como parte de la fiesta agrícola llamada Huicotuta, Fiesta del agua, en la que los sacerdotes de Yanhuitlán lo sacaban de su escondite secreto –por aquello de las persecuciones del Santo Oficio- durante la época de la cosecha del maíz; sacrificaban una paloma y encendían copal en honor del dios-espíritu Ñuhú.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Quetzalcóatl. Mito mexica.

En la variada y exquisita mitología mexica Quetzalcóatl se  identifica con Venus, segundo planeta del Sistema Solar que puede verse junto al Popocatépetl durante ocho meses del año, para desaparecer durante tres. Popularmente se le conoce como el Lucero de la Mañana. Esta estrella, junto con los dos solsticios en donde Quetzalcóatl viene a la Tierra dos veces al año para aportar  fertilidad a la tierra y obtener buenas cosechas, tendrán lugar hasta la segunda llegada del dios. Quetzalcóatl es una deidad dual; según los comentaristas del códice Telleriano Remenensis, cuando Tonacatecuhtli, el dios de la creación y la fertilidad, llevó a cabo su obra máxima dividió el mundo en Cielo y Tierra con un soplo divino. Después, volvió a soplar y creó a Quetzalcóatl, por lo cual se relaciona íntimamente con el dios del aire Ehécatl. El pectoral de Quetzalcóatl es un caracol que hace resonar la voz divina cuando el viento pasa por la espiral del Ehecailacózcatl, caracol Joyel del Viento. Tonacatecuhtli creó a Quetzalcóatl con el propósito de que salvase al mundo. En los dibujos de los códices, Quetzalcóatl aparece pintado de negro, como sacerdote, y lleva un hueso en su tocado, indicador de los instrumentos empleados en los  sacrificios: espinas de maguey y agujas de hueso.

En el libro de Fray Andrés de Olmos De la Creación y Principio del Mundo y de los Primeros dioses, se nos dice que Tonacacíhuatl y Tonacatecuhtli tuvieron cuatro hijos: Tlatlauhqui Tezcatlipoca, Espejo Negro que Humea; Xipe Tótec, Nuestro señor el desollado; Yohuali Ehécatl Quetzalcóatl; y Huitzilopochtli, Colibrí Zurdo. Seiscientos años después de nacidos, la pareja de dioses creadores envió a Quetzalcóatl y Huitzilopochtli  a ordenar el mundo. Obediente y cumplidor de sus funciones, Quetzalcóatl creó al primer hombre, durante la era del Quinto Sol.  Los mexicas creían en que la Creación del universo había pasado por cinco Soles, o eras, hasta llegar a ser lo que es actualmente. En el Quinto Sol, Quetzalcóatl acudió al Mictlan, el Inframundo, en busca de los huesos divinos que le permitirían crear a los hombres.

Quetzalcoatl imagen

Mictlantecuhtli, el dueño y señor del más allá, accedió, hipócritamente, a que el dios se llevase los huesos, pero informó a otros dioses para que impidiese  la tarea de Quetzalcóatl y destruyesen los huesos y lo arrojasen  en un hoyo; lo que efectivamente sucedió. Cuando volvió en sí de la tremenda caída, Quetzalcóatl envolvió cuidadosamente los huesos y se los llevó a Tamoanchan, el lugar paradisíaco, donde con ayuda de Cihuacóatl, la diosa del nacimiento, los trituró, sangró su miembro viril y les dio forma y vida a los macehuales, a los hombres. Xólotl, el dios del atardecer, fue el ayudante de Quetzalcóatl en esta creación.

Quetzalcóatl proporcionó a los hombres los conocimientos necesarios para su supervivencia. Transformado en hormiga negra se introdujo en la montaña escondida de los mantenimientos, y tomó los granos de maíz que llevó a Tamoanchan. En dicho paraíso, los dioses decidieron que este cereal sería el alimento primordial de los seres humanos. Poco tiempo después, Quetzalcóatl rescató a la diosa Mayáhuel, prisionera de las tzitzimime, espíritus femeninos malignos, y proporcionó a los hombres el maravilloso pulque. Este maravilloso dios enseñó a los hombres el movimiento de los astros,  les enseñó a escribir y a medir el tiempo, conocimiento que les permitió elaborar el calendario agrícola y el calendario ritual que les permitió realizar los ritos y ceremonias dedicados a los dioses. En resumen, Quetzalcóatl fue  el héroe civilizador a quien  los mexicas deben su grandeza.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Mitos Cortos Oaxaca

La Tierra, el Sol y la Luna. Mito mazateco.

Cuentan nuestros ancestros mazatecos de Oaxaca que la Tierra es plana como una mesa y se encuentra sostenida por cuatro “posteles” (postes), clavados en el agua. Más allá del agua se encuentra el Mar Sagrado. Cuando se produce un temblor, se debe a que el agua se mueve; cuando tiembla en la noche, es señal de que va a llover, pero si tiemble en el día es porque va a haber mucho calor. Debajo de la Tierra moran unos hombres chiquitos y negros porque cuando pasa el Sol los requema, ya que siempre están desnudos; su pelo es chino y muy negro. Estos seres reciben el nombre de gran. Los gran son muy ricos, pues cuando pasa el Sol derrama oro en su recorrido. A la Tierra la encierra el Cielo, que es como un globo o como una bola de cristal. La Tierra cuenta con dos aberturas por las que entran y salen el Sol y la Luna. Por un lado de la Tierra sale el Sol, ahí se encuentra todo lo bueno; y por el otro, su opuesto, se oculta, ahí se encuentra todo lo malo. En este lado vive Chad-Nai, el Espíritu Malo, El Maligno. No se sabe qué existe a los lados de la Tierra. El Sol sale por occidente (sic), allí nacen las horas y los días; cuando el Sol se oculta llega la noche y todas las personas deben permanecer en sus casas, sobre todo los niños, pues es cuando los espíritus aberrantes están sueltos y producen daños.

Mito corto mazatecoLas Estrellas están regadas por el Cielo, son lucecitas, velas encendidas de los difuntos que han muerto hace muchos años; o florecitas que adornan el altar del Padre Eterno, el Sol, llamado Nai Tsuit, Padre Luz Resplandeciente. Él vigila y juzga los delitos y pecados que se cometen en la Tierra, y en tal vigilancia le ayuda la Luna. La luna se llama Nai’tza, es un dios, es el Padre Segundo, y es mucho menos resplandeciente que el Sol. En la Luna se puede ver a un conejo que huyó de la Tierra. El Sol y la Luna son hermanos, el primero es el hermano mayor; ellos robaron la luz a una vieja bruja que la escondía bajo una piedra dentro de agua. Cuando robaron la luz, el Sol y la Luna huyeron al Cielo para que nunca volviera a caer en malas manos.

El Arco Iris se llama Yaa, es una bella serpiente. Yaa sabe cuándo va a llover y cuándo la lluvia no quiere parar. Es como un tubo por donde entra el agua de la lluvia y luego cae en el mar. Los antiguos cuentan que Yaa fue una hermosa muchacha que salió a pasear al campo y se perdió. Los colores del Arco Iris son las franjas coloridas de su huipil.

También se dice que la Tierra está sostenida por un hombro de la Virgen Isabel. Cuando se cansa de sostenerla, se la pasa al otro hombro, razón por la cual se producen los temblores. Encima de la Tierra se encuentran las estrellas. Son como el Sol pero pequeñitas, y están subordinadas a él, trabajan para él. Entre las estrellas sobresale el Lucero de la Mañana, que era una niña huérfana que vivía con una tía que la maltrataba mucho. Cansada del maltrato, un día huyó y se subió al Cielo, en donde devino el Lucero de la Mañana. (Entrevista con Juan Madariaga, informante mazateco)

Sonia Iglesias y Cabrera