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Ozómatl y Cihuaozómatl, los dioses monos

En los códices Borgia y Bolonia podemos ver representado al dios Mono de los mexicas como una cabeza sin cuerpo, o en forma completa vestido con manojos de hierba. En los códices mencionados aparece con orejeras ovaladas de color blanco y esplendoroso pectoral. En algunas representaciones el dios saca la lengua burlonamente.

El dios Mono llamado Macuilozomatli, Cinco Mono, representaba en la mitología mexica al espíritu masculino encarnado en los hombres que habían encontrado la muerte durante las batallas militares; ya que se trataba del portador de los augurios de muerte llegados desde el Mictlan.  Macuilozomatli tenía como compañeros de faena a Macuilcozcacuauhtli, Cinco Buitre; a Macuilcuetzpalin, Cinco Lagartija; a Macuilmalinalli, Cinco Hierba; a Macuilxóchitl, Cinco Flor; y a Macuilácatl, Cinco Caña.

Mito corto Ozomatl

A la par que el dios simio, existía en la mitología una diosa mono. Se trata de Cihuaozomatl, la Mujer Mono, espíritu femenino de las mujeres de la clase alta de la sociedad mexica que encontraron la muerte al dar a luz. La Cihuaozomatl formaba parte de las Macuiltonaleque, diosas de los excesos, cuya jefa fue la Cihuacóatl, la Mujer Serpiente, diosa del nacimiento y patrona de los médicos. Como hermanas tenía a: Cihuamázatl, la Mujer Venado; Cihuiaquiahuitl, la Mujer Lluvia; Cihuacalli, la Mujer Casa; y Cihuacuahtli, la Mujer Águila.

En el mito de creación mexica durante el Segundo Sol, Nahui Ehécatl, Cuatro Viento, regido por Quetzalcóatl se menciona la participación de los monos sagrados. El mundo desapareció después de siete veces cincuenta y dos años de existencia, cuando Tezcatlipoca golpeó a la Serpiente Emplumada y se provocó un gran huracán. Fue entonces que  los seres humanos empezaron a caminar encorvados hasta que se convirtieron en monos. Sólo sobrevivió una pareja que se refugió en un bosque.

Asimismo, Ozómatl, el mono, está representado en el símbolo décimo primero del calendario azteca o Piedra del Sol, asociado a Xochipilli, el dios Príncipe Flor, y con el rumbo cardinal del Oeste.

Sonia Iglesias y Cabrera


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Los dioses ancianos. Mito maya.

Los mayas representaron simbólicamente al tiempo, Kinh, y al Sol, Ak Kin o Kinich Ahu,  por medio  de una figura humana con rasgos de  anciano. Así, la máxima deidad, el Sol, representaba a un anciano. El dios Sol estaba vinculado con Itzamná, el dios más importante del panteón maya, quien fuera un anciano creador del universo. Aunque también solíase representarlo como un animal fantástico, una mezcla de serpiente, cocodrilo y lagarto, con pezuñas y cuernos de venado. Desde su residencia en el Cielo, Itzamná dirigía al cosmos sentado en una banda astronómica, ya que fue uno de los dioses que dibujaron las constelaciones. Itzamná fue el primer sacerdote de la cultura maya, a quien se debe la invención de la escritura y de los códices; de las ciencias y de los conocimientos. Creó a los hombres y al Mayab, el lugar donde debían residir; es por tanto el símbolo del Creador. En su faceta humana, Itzamná recibió el nombre de Zamná, gran sacerdote maya llegado con los clanes de Bacalar, los posteriores itzáes, para establecer Chichén Itzá.

Los antepasados, los moradores antiguos del mundo, fueron también ancianos, se llamaron los k’ilis kah in yum. Estos los ancianos son considerados como los primeros seres que existieron sobre la Tierra, y como los continuadores de la vida humana. El Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, nos relata lo que decían los k’ilis:

¿Cómo haremos para formar otros seres que de veras sean superiores y sepan oír, hablar, comprender lo que dicen, nos evoquen y sepan lo que somos y lo que siempre seremos en el tiempo?

En la primera creación del mundo estuvieron los kinh; en la segunda, los abuelos que fueran creados por los kinh; en la tercera, los humanos surgieron de los abuelos. El anciano brujo sagrado, Ank’in Chilam Balam profetizó, en fecha 11 ahua katum, la llegada de los conquistadores españoles, y  expreso ahogado de sufrimiento:

¡Ay, entristezcámonos porque llegaron! Ay de Itzá, brujo del Agua, que vienen los cobardes blancos del Cielo, los blancos hijos del Cielo… sólo de pecado se hablará, sólo de pecado será su enseñanza… Tendréis exceso de dolor y exceso de miseria.

Entonces, vaticinó que cuando llegaran los hombres blancos, los ancianos morirían y se terminarían los linajes mayas, tal cual aconteció en la historia. Por tanto, los ancianos en la cultura maya se consideraban como transmisores de la sabiduría y profetas excelentes.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Los Yuntzilob. Mito maya.

Yuntzilob, los patrones,  llevan por nombre unos diosecitos fantásticos que han formado parte de la mitología maya desde los tiempos antiguos. Se han negado a morir, y aún se habla de ellos en la tradición oral de los mayas actuales. Los diosecitos yuntzilob poseen la capacidad y el poder de controlar los fenómenos naturales. Los yuntzilob son espíritus de aire, pero cuando lo desean se materializan en forma de viejitos pequeñitos, para pasearse por los campos y la selva. A ellos pertenecen las aves, especialmente las blancas; por lo cual los mayas las respetan, y nunca las dañan o las matan.

En atención a las funciones que ejercen, existen muchos tipos de yuntzilob: los Yuntzilob Balam son los encargados de proteger los cultivos, las personas y los pueblos; los Yuntzilob Chaac están dedicados al control de la lluvia y los fenómenos relacionados con el agua; y los Yuntzilob Kuil-Kaaxs protegen la selva. Pero su protección no es gratuita, pues los yuntzilob exigen que se les realicen ceremonias para brindar su ayuda.

Aunque a todos se les quiere y reverencia por igual, se considera a los Yuntzilob Chaac como los más importantes. Cuando Jesucristo lo ordena, vuelan por el cielo montados en caballos y producen la lluvia que llevan en una calabaza, el agua nunca se agota. Muchas veces la Virgen María los acompaña en sus cabalgatas; es entonces cuando se producen lluvias torrenciales que se recogen en canales subterráneos, y que llegan a depósitos que nunca se llenan y que nadie conoce. Estas terribles lluvias nunca perjudican a los seres humanos porque son benignas.

Entre los Yuntzilob Chaac existen jerarquías. La jerarquía superior la ocupan los Yuntzilob Chaak que habitan los espacios sagrados; es decir, los puntos cardinales. Ellos son los encargados de vigilar a los yuntzilob de la lluvia persistente, de los cielos barridos, de la llovizna, y de los cielos iluminados. Los Yuntzilob habitan las cuevas y los cenotes. Frecuentemente realizan reuniones para repartirse el trabajo de proporcionar el agua a los hombres. Cuando se reúnen, en la Tierra se producen tormentas eléctricas.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Hunab Ku, la Mariposa Galáctica. Mito maya.

Los antiguos sacerdotes mayas afirmaban que desde antes de que el mundo existiese flotaba en el infinito un concepto después conocido como Hunab Ku, Mariposa Galáctica (nombre formado por las palabras hunab que significa “cosa solitaria”, y de k’u “dios”). Este extraordinario concepto se convirtió en el símbolo por excelencia de lo que da vida y medida, el  “dador del movimiento y de la medida” de todo lo que existe. 

Los abuelos afirman que al concepto de la Mariposa Galáctica lo consideraban los antiguos como el dios supremo creador de éste y de todos los mundos habidos y por haber; una esencia de inteligencia pura, un “ser” incorpóreo, sin figura ni representación; al cual también se le conocía por el nombre de Kolop U Wich Kín.

Tal concepto  representaba la Conciencia Universal, comprendía a la totalidad de los ancestros, los hombres, los animales, y las plantas. Se la concebía como la Conciencia que organizadora de  la materia y la antimateria en su estado bruto. Como grandes astrónomos y matemáticos que fueron, los antiguos mayas sabían exactamente donde se encontraba el centro de nuestra galaxia, a la que llamaron la Mariposa Galáctica. A partir de un disco giratorio situado en el centro de la Vía Láctea, surgieron el Sol, las estrellas, los planetas y los sistemas solares. El destino de la humanidad dependía de lo que aconteciera en dicho centro, portal de entrada hacia otras galaxias, y a la Conciencia Universal. Este centro fue el director de la energía consciente.

Los astrónomos modernos han comprobado que efectivamente el centro de la galaxia en que vivimos es una especie de disco giratorio, en cuyo centro se encuentra un hoyo negro que permite el nacimiento perpetuo de las estrellas.

Sonia Iglesias y Cabrera


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La creación del mundo. Mito huasteco.

Cuentan los viejos sabios teenek que hubo un tiempo en que no existía nada. No había Tierra ni Cielo, tan solo había un mar infinito y una terrible oscuridad. Un buen día, los dioses decidieron crear el universo y lo concibieron como un todo orgánico estructurado en tres planos. En el plano superior se encuentra el Cielo, sostenido por un pilar llamado T’ithach. Este plano constituye la morada paradisíaca de los dioses, y su naturaleza es caliente.

En el segundo plano está situada la Tierra, Tsabaal, el lugar en que transcurre la vida de los seres humanos. La Tierra se apoya en cuatro hombres situados en los cuatro rumbos cardinales. Estos hombres murieron ahogados, son muy frágiles y están agrietados, por lo que cada año se rompen y se van hacia el Oriente, donde vive Muxi, el Abuelo Trueno, dios omnipotente de la lluvia. Cuando fenecen los pilares humanos en seguida son remplazados por otros hombres que perdieron la vida de la misma manera. Tsabaal es muy bella, siempre verde y fresca, ella es la dueña de todos los animales que habitan sobre su superficie. Es la Diosa Madre con poder absoluto sobre los humanos; se viste como una Puulik Miin, Gran Madre Abuela. La Tierra cuida de que nunca falte el agua y el viento, que también le pertenecen. Los dioses quisieron que la Tierra se moviese en el Tiempo, K’ih, y por el Tiempo. K’ih es su compañero, tiene movimiento pero carece de forma.

El plano inferior estaba formado por el Inframundo, de naturaleza fría y habitada por los muertos. Los dioses quisieron que los tres planos del universo se comunicasen por medio de fluidos mágicos, simbolizados por dos serpientes entrelazadas, las cuales se mueven continuamente, de acuerdo a un movimiento helicoidal.

El universo alberga siete planetas femeninos. Cada planeta posee un compañero: el Movimiento, el cual es de sexo masculino. Los nueve planetas se mueven de acuerdo a los acontecimientos que suceden en la Tierra; así pues, se encuentran regidos por las guerras, el conocimiento, la peste, el clima… La patrona de los planetas y de las estrellas es una gran estrella que recibe el nombre de Puulik Oot, quien a su vez obedece y es regida por el astro Sol, el rey de reyes. Tanto los planetas como las estrellas pueden ser utilizados por los seres humanos para su beneficio.

A los indios teenek los creó una pareja divina: Maam y Muxi, quienes también crearon a la maravillosa planta del maíz. A las demás plantas y a las frutas las cuida Musi, el Trueno, que vive en el mar; gracias a él crecen y maduran. Antes de los actuales hombres, los dioses creadores hicieron varios infructuosos intentos; pero los hombres que produjeron no sirvieron porque eran débiles ya que solamente se alimentaban de la frutita del algodón. Un día, la Abuela Madre fabricó masa de maíz y dio vida a dos hombres y a dos mujeres. Con el olote hizo sus huesos. Desde entonces, los indios no pueden vivir sin el maíz. El dios Muxi envía el maíz a la Tierra, sin el cual los hombres perecerían inevitablemente, porque forma parte de su carne. Los teenek son hombres de maíz.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Huehuecóyotl, el Coyote Viejo. Mito mexica.

Huehuecóyotl, también conocido como Tambor Viejo, fue el dios tramposo de la música, el baile, la canción, la narración, y  la alegría. Los mexicas le asociaron con la buena suerte y la narración histórica. Acertadamente, se le consideró el patrón de la sexualidad desenfrenada; símbolo de la astucia, la sabiduría y el pragmatismo. Los códices y los mitos nos cuentan que Coyote dio el fuego a los hombres, fungió como intermediario entre este mundo y el más allá, curó por medio de los sueños enfermedades tales como  la artritis; y adquirió la fama de seductor capaz de incrementar la potencia sexual de los humanos y  poseedor de la capacidad de cambiar de género a su gusto; a más de poder transformarse en cualquier animal u  hombre. Huehuecóyotl formó parte de los dioses mexicas, fue numen del dios Tezcatlipoca, Señor del Cielo y de la Tierra.

La mitología nos refiere que Huehuetéotl estaba casado con Temazcalteci, la diosa de los temascales, y tenía como amante a Xochiquetzal, que aparte de ser la diosa del amor, lo era de la sexualidad, las prostitutas y las jóvenes. En su advocación homosexual tuvo como amantes a Opochtli, dios de la cacería y la pesca, y a Xochipilli, deidad de las artes, patrón de los homosexuales y de la prostitución masculina. Se trataba de un dios dual, en él se representaban el bien y el mal, la juventud y la vejez, lo masculino y lo femenino.

En el Códice Borbónico, uno de los códices mexicas precolombinos, lo vemos representado como un coyote bailando, con las manos y los pies de ser humano, y tañendo un par de sonajas que muchas veces se convierten en un tambor vertical. Siempre está bromeando, embromando a otros dioses, y metiéndose en terribles problemas. Cuando se aburre, incitaba a los hombres a guerrear tan solo por el placer de verlos pelear. Sus poderes mágicos le permiten utilizar la transformación para llevar a cabo fechorías de muy diversa índole. En el Códice se le ve pintado de color rojo –el color solar- con tocado de coloridas plumas, vestido con un máxtlatl, taparrabo, calzando fuertes cacles, y cubierto de vendas de papel amate; porta una canasta  con cuatro círculos -símbolos del calor, de la vida y de la espiritualidad-, que representan el signo solar tonallo. En el calendario azteca su día sagrado era el cuetzpallin, lagartija (símbolo fálico de Mesoamérica), en posición cuarta de la trecena, cuyo punto cardenal corresponde al Sur

En el Códice Telleriano Remensis, a Huehuecóyotl se le identifica como una energía tutelar de los artesanos de la pluma, y como el encargado de los atavíos de los dioses y señores. Se le ve arreglando al dios Tezcatlipoca con un penacho de plumas, apanecáyotl, y una barba, también de plumas del ave xiuhtótotl, de color azul turquesa, para que el Espejo Humeante acudiera a Tollan regiamente vestido y se enfrentara a Quetzalcóatl, su dualidad rival. Recordemos que Coyote es uno de los tonalin (espíritus asociados al día del nacimiento) de Tezcatlipoca, el famoso y omnipotente dios de los gobernantes, hechiceros y guerreros, hijo de Ometéotl, el creador del universo y principio dual masculino y femenino.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Criaturas fantásticas nahuas.

Xochitónatl, Flor de Alma, fue  una criatura de la mitológica mexica que tenía  forma de lagarto. Vivía sumergida en la laguna llamada Apanohuayan, “el lugar donde se tiene que cruzar el agua”, por donde necesariamente pasaban las almas de los muertos para poder acceder al Mictlan, el Inframundo, durante los cuatro años de arduo camino que duraba el viaje, sorteando lugares de increíble dificultad y dolor. Su tarea consistía en impedir que las dolientes almas pasaran las oscuras aguas.

Los Quinametzin, criaturas gigantescas creadas durante la etapa creadora del Sol de Lluvia, estaban sometidos al mandato de su patrono Tláloc, el dios del agua. Tláloc estuvo encargado de ser el Sol que alumbró dicha tercera época cosmogónica, la cual llegó a su término cuando Quetzalcóatl, con su gran poder y astucia, descargó una fulminante lluvia de fuego en la cual perecieron quemados todos los pobres quinametzin, a quienes de nada sirvió su enorme tamaño.

Cipactli era voraz, primitivo y monstruoso. Su cuerpo era mitad cocodrilo y mitad pez. Era tan hambriento que en cada una de las dieciocho partes de su cuerpo tenía una boca para devorar. Con el fin de atrapar a esta criatura maligna y famélica, Tezcatlipoca utilizó como cebo uno de sus pies, el cual perdió, por supuesto. Corresponde al nombre de Cipactli dar inicio al Tonalpohualli, el calendario ritual, ya que se trata de la representación más primitiva de la tierra, de la materia pura flotando en el espacio. Cipactli encarna al único ser viviente en el inicio de los tiempos, cuando nada existía aún, y a quien Quetzalcóatl matara para poder crear la Tierra con su largo cuerpo.
Xiuhcóatl, Serpiente de Turquesa, bella y brillante como el Sol, fue el arma que empuñó el dios de la guerra, Huitzilopochtli, para matar a sus cuatrocientos hermanos y a su mala hermana de nombre Coyolxauhqui, cuando la diosa lunar instigó para dar muerte a su madre, Coatlicue, acusándola de inmoral.

Xelhua, el gigante que construyó en Cholula, en el Tlachihualtépetl, el “cerro hecho de tierra”, una pirámide. Xelhua se salvó del terrible diluvio que azotara la Tierra, escondiéndose en las grutas de la montaña de Tláloc, junto con siete de sus hermanos. Otros gigantes no tuvieron la misma suerte y quedaron convertidos en peces. Una vez recuperado del susto, Xelhua se dirigió a Cholula y con adobes que fabricó en Tlalmanalco,  llevados desde tan lejos por medio de una fila de hombres que se los pasaban de mano en mano, construyó la enorme pirámide como tributo a la montaña en que se salvó de las terribles aguas. Como la montaña crecía y crecía y ya llegaba al Cielo, Tonacatecuhtli, el padre de todos los dioses, enojado por tal invasión de los espacios celestiales, lanzó fuego sagrado y con una piedra en forma de sapo mató a muchos de los constructores de la pirámide.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Kauymáli, el héroe cultural. Mito huichol.

Kauymáli es el nombre  del dios que dio forma y coherencia al universo. Para lograrlo tuvo que luchar, escarnecidamente, contra los malvados seres del Inframundo, los baatsik’i aatslaab. Los indios huicholes lo representan como remolino, un pino, un venado o un lobo. Kauymáli enseñó a los dioses y a los hombres a elaborar las flechas, tan importantes para la cacería; además, fue el primero en usar el “ojo de dios”, el si’kuli, símbolo del poder, que sirve para observar y entender al mundo y sus fenómenos naturales; con el “ojo de dios”, el demiurgo tuvo la posibilidad de ver dentro de la tierra. Kauymáli es el Hermano Mayor Lobo, nació de una sandalia del Padre Sol. Su es carácter voluble, travieso, desenfrenado sexualmente, chistoso, y embaucador. En una de sus representaciones aparece como un joven bello y fuerte con un pene  descomunal, dada su asociación con  la fertilidad y el renacimiento de la naturaleza.

Mito HuicholKauymáli es el héroe cultural que enseñó a los indios todo lo que saben: les dio la capacidad para de establecer sus instituciones culturales, y para crear su patrimonio material; es decir, su cultura. Kauymáli fabricó el primer penacho que usaron los chamanes, enseñó a los huicholes a fabricar las silla donde deben sentarse los mara’akáme para llevar a cabo sus prácticas religiosas y mágicas; ayudó a Tatewari, el Abuelo Fuego, y a Nakaawe, la Gran Abuela, a ordenar el universo y a designar a los dioses el lugar que debían ocupar en él. Protegió al Santo Cristo de las malas artes de los “judíos” y anunció su llegada junto a un grupo de extraños extranjeros; enseñó a los indios a curtir el cuero y a cultivar el trigo. A este maravilloso héroe cultural se debe la fabricación del arco para el violín de San José. Fue él quien le elaboró a la Virgen de Guadalupe cinco vasijas votivas que ella le pidiese, para ponerlas a sus pies; las tales vasijas se colocaron en el altar de la Virgen.

Kauymáli aparece en numerosos relatos de la mitología huichola; por ejemplo, en el relato de la creación de los hombres a partir de maíz, o en el mito que se refiere al  Sol cuando le ordenó que colocara dientes en las vaginas de las mujeres, a fin de evitar la sobrepoblación. Este héroe cultural está asociado con el origen del Sol, con sus rayos, con el sacrificio del venado, y con la desaparición de las enfermedades por medio de cantos y  ceremonias, con la lucha contra Kieli Tewíali, un malvado chamán, la ceremonia del peyote, la protección contra la viruela. De este último hecho heroico el mito nos cuenta que: Entonces se le reveló a Kauymáli que debía vacunar a los huicholes sanos con el pus extraído de las llagas de un hombre enfermo. Luego de cantarle toda la noche a Tatevalí (el Abuelo Fuego, el más grande chamán cantor y curandero), Kauymáli le dijo a la gente que confesara sus pecados alrededor de la fogata. Así lo hicieron todos y después de la confesión se les limpiaba frotándoles el cuerpo con hierba seca que luego era quemada. A continuación, con una espina del huizache, se los vacunó en los hombros, pechos y frentes con marcas en forma de cruz. Todos sanaron, salvo el hombre que había proporcionado la vacuna, puesto que su mal fue usado para infestar a los otros. Luego Kauymáli repitió esta ceremonia en las otras cuatro regiones del mundo. He aquí la importancia de nuestro héroe cultural.

Sonia Iglesias y Cabrera


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De cómo se dividió el pueblo tacuate. Mito

Los antepasados contaban que hace muchos años apareció un Águila en el pueblo que se llevaba a la gente en sus garras y se la comía. Esta águila vivía en lo alto de los peñascos de la sierra. Un buen día puso unos huevos en su nido y nacieron aguilitas. Con el fin de alimentar a sus crías, el Águila llegaba al pueblo y se llevaba a las personas, tenía preferencia por los niños pues su carne era tierna. Como todos los habitantes le temían mucho, decidieron hacerse unos chiquihuites que se ponían sobre la cabeza, como sombreros, cuando tenían que ir por agua al pozo, a fin de evitar que el ave lo tomara por la cabeza. Pero el Águila no se dejaba engañar, y de todas maneras se llevaba a la gente con todo y chiquihuites. Desesperados los indios tacuates  decidieron llevar a cabo  una asamblea para decidir qué debía hacerse ante tal problema. Se decidió dividir al pueblo. Una mitad, guiada por el hijo del tlatoani, el jefe, se quedaría ya que no querían abandonar sus casas. La otra mitad se iría a Pueblo Viejo. Así lo hicieron, pero como el Águila los siguió, tuvieron que marcharse a Zacatepec, y luego al cerro del Zacate.

Pueblo TacuateAl tiempo, se apareció la Virgen María y les pidió a los tacuates que le construyeran una iglesia, pero no le hicieron ningún caso tan apurados como estaban en sus diversiones y jaleos, y sólo le construyeron una casita de zacate. Un mal día la casita se quemó, y la Virgen, desilusionada de los humanos, se fue abandonándolos a su suerte. Llegó hasta Juquila y ahí se quedó. Ante el abandono, los tacuates decidieron construirle su iglesia con la esperanza de que volviera, pero ella no quiso. Si uno se fija bien en la Virgen de Juquila puede ver, en una  de sus mejillas, la marca de una quemadura recuerdo de cuando se incendió su casa. Las ruinas de la iglesia que le construyeron los tacuates aún se ven a la salida de pueblo Viejo Ixtayutla.

Así fue como se dividió el pueblo tacuate.

Sonia Iglesias y Cabrera


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Los Chauks, dioses de la Lluvia.

Los chauk, llamados también anhel, viven en cuevas y son dueño de la lluvia y el viento. Cuando relampaguea es porque los chauk salieron de sus cuevas. Para hacer llover, vierten agua de una olla hasta la Tierra. Cuando sopla el viento, se debe a que los diosesitos respiran en la cueva. Toda fuente de agua cuenta con un chauk. Ellos también son los dueños de los animales de la selva, permiten a los hombres cazarlos de vez en vez. En sus casas, vigiladas por culebras, serpientes, sapos y ranas, viven sus hijos y sus empleados; como bancos utilizan armadillos y tepezcuintes.

Cada 3 de mayo, día de la Santa Cruz, los tzotziles de Larraizan, Chiapas, acuden a las cuevas en procesión a rezar a los chauk en a las cruces que se encuentran frente a las cavernas, para que les proporcionen una buena temporada de lluvias y, por ende, una satisfactoria cosecha de maíz. Los fieles encienden cuetes y fuego de artífico, se bebe mucho aguardiente y se come sabroso.

Para los tzotziles de San Pedro Chenalhó, Chiapas, Chauk (Anhel) es el dios de la lluvia y el agua, dueño de las montañas, el rayo y las milpas que crecen en la laderas de sus montañas, a las que benefician más que a las otras. Este dios dio a los tzotziles el maíz, por lo que se le asocia con el alimento, con el sustento. Vive en el interior de una montaña a la que se accede por una cueva que vigila una rana. Se sienta sobre una serpiente. Cuando Anhel toca el tambor, se producen los rayos. El dios tiene una hija llamada X’ob, la Madre del Maíz. Cuando alguna persona se porta mal, Chuak se encarga de matarlo con un rayo. Los indios tzotziles le rezan y se le ponen ofrendas en las cuevas, en las cimas de las montañas y en los manantiales en los rituales que se realizan tres veces al año. Hay muchos chauk, cada uno tiene su montaña y su cueva. Estos seres maravillosos se relacionan con los cuatro rumbos y los colores del universo; este, rojo; norte, blanco; oeste, negro; y sur, amarillo.

Sonia Iglesias y Cabrera