Categorías
Leyendas Cortas Yucatan

Un cementerio muy particular

Hoctún es un poblado que se encuentra en el estado de Yucatán, a 53 kilómetros de Mérida, la capital. Su nombre significa “lugar donde se arranca la piedra”. Se trata de un poblado muy antiguo que cuenta con varios sitios de interés, como su iglesia y su mercado. Sin embargo, el lugar que más llama la atención en su cementerio, ya que es único en el mundo.

Tal camposanto es pequeño, pero muy particular. Dentro de él se encuentra cinco ancianos que esperan a recibir alguna limosna y algunos músicos que esperan ser contratados, si hay algún ocasional entierro.

Las tumbas del cementerio de Hoctún se conocen con el nombre de mausoleos, y tienen la extraña particularidad de haber sido construidos como pirámides (como el Castillo de Chichén Itzá), edificios, jacales, torres de iglesias, casas… y muchas edificaciones más.Una parcialidad del Cementerio de Hoctún.

Esta particularidad tan original se debe a que los habitantes de Hoctún tienen la creencia de que la tumba del difunto debe construirse a la manera del último lugar en que estuvo el difunto. Así por ejemplo, si el lugar donde estuvo el occiso fue la Torre Eiffel de París, su tumba estará representada por la misma. Y si acaso el último sitio donde se encontraba el muertito fue el Sanborn`s de Madero de la Ciudad de México, entonces la tumba representará la Casa de los Azulejos. Estos son algunos ejemplos de mi coleto. De entre todos los mausoleos sobresale uno que representa a la Torre Latinoamericana de la Ciudad de México, y que se construyó ya que uno de los habitantes del pueblo vivió en la Ciudad de México por varios años y quedó impresionado con la Torre más alta de la Ciudad.

Esta insólita variedad de construcciones, tan peculiar en México, fomenta que el pueblo de Hoctún reciba muchos turistas, sobre todo en el mes de noviembre que tiene lugar el Día de Muertos el día primero y dos.

El Cementerio cuenta con seiscientas tumbas o mausoleos. Se le construyó en el año de 1866, para ser ampliado en 1962. El Cementerio de Hoctún se encuentra en muy buen estado, pues continuamente le dan mantenimiento para conservarlo hermoso en su curiosidad.

Este camposanto está cuidado por El Muerto, como le llaman al encargado de mantenerle, cuyo nombre oficial es José Raymundo Chan. Junto con un equipo de trabajadores a quien dirige, José se encarga de pintar las tumbas –que dicho sea de paso el colorido es impresionante- y de construir los edificios o casas que le encargan los dolientes del fallecido. Según el testimonio de este artista escatológico, la costumbre se inició por los años sesenta, cuando algún pariente deseó que la tumba de su difunto se destacase de alguna manera especial sobre las demás. Este hecho impactó, y luego ya todos querían que su muertito sobresaliese de alguna forma diferente.

Visitar este cementerio tan curioso es una experiencia que nadie debe perderse.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Leyendas Cortas Tabasco

La Mujer Descarnada

Una leyenda de los indios choles, que habitan en los estados de Chiapas y Tabasco, nos relata que en un poblado de la zona maya vivía una mujer muy bella con su esposo y su hijito. El matrimonio se llevaba bien y era relativamente feliz.

Cierta noche se fueron los tres a dormir, después de una agotadora jornada de trabajo. El hombre y el niño se quedaron dormidos muy pronto. La mujer los observaba y cuando se dio cuenta de que ya estaban completamente metidos en sus sueños, se levantó y se dirigió hacia el panteón de la localidad.

Al llegar al cementerio, la mujer empezó a despojarse de su carne. Poco a poco se la fue quitando y la dejaba tirada en el césped del camposanto. Ya despojada completamente de su carne se fue a pasear por las calles del pueblo, haciendo un terrible ruido con sus huesos que se entrechocaban. Al llegar a su casa, se subió al tejado sin dejar de hacer ese tenebroso ruido de huesos, que daba horror.

Al escuchar el sonido de los huesos, el marido se despertó vio al esqueleto de su esposa, y se asombró de que no tuviera carne. Decidió espiarla para saber dónde había dejado su carne. La mujer descarnada decidió volver al camposanto para ponerse la carne y regresar a su hogar. Cuando el esposo encontró la carne de su esposa regada en el suelo del cementerio, rápidamente regresó a su casa para traer varios chiles. Con los chiles embarró toda la carne y el pellejo de su esposa.La mujer se quita la carne de su cuerpo

Cuando la mujer se dirigió al cementerio para volverse a poner su carne, se dio cuenta que por más que trataba no podía pegarla al esqueleto, pues se volvía a caer. Desesperada por lo que le estaba ocurriendo empezó a gritarle a su carne pidiéndole que se pegara. Pero nada, la carne seguía sin pegarse y caía al suelo irremediablemente.

Al dar las cinco de la mañana la mujer decidió regresarse a su casa, aunque fuera descarnada. Y le reprochó al esposo lo que le había hecho, y le aseguraba que si hubiera sabido que a su esposo no le gustaba que saliera y se quitara la carne, ella lo hubiera obedecido con mucho gusto. En cambio, ahora ya no había remedio porque no podía ponerse la carne de vuelta.

Y como la carne se negaba a adherirse al hueso, al poco tiempo la pobre mujer murió completamente descarnada. El esposo quedó muy triste por lo acontecido.

Fuente: Daniel Moreno Zaragoza, Tesis de Maestría, El Mundo Subterráneo

Sonia Iglesias y Cabrera

 

 

Categorías
Leyendas Cortas Sonora

Las chicas

El estado de Sonora se encuentra en la parte noroeste de la República Mexicana, su capital es Hermosillo. Sonora cuenta con muchas leyendas, una de ellas es muy conocida desde hace mucho tiempo, y las abuelas suelen contárselas a sus nietos.

En cierta ocasión tres muchachos se encontraban en una fiesta a los que habían sido invitados. Gustosos asistieron a ella pues eran jóvenes y gustaban de divertirse lo más que pudieran. Cuando estaban en la fiesta se dieron cuenta de dos chicas que les llamaron la atención, y se acercaron a ellas con el fin de entablar amistad y quizá algo más. Los muchachos les propusieron a las chicas que fueran a dar una vuelta lejos del bullicio. Como ellos eran tres y solamente había dos muchachas, uno de los jóvenes decidió irse a su casa y dejarles el campo libre.

Así pues, los cuatro se subieron al auto de uno de ellos, y les preguntaron a las chicas a dónde deseaban ir. Ellas respondieron que les apetecía ir a un lugar donde hubiera agua. Los galanes sugirieron ir a la playa, pero ellas no aceptaron y sugirieron ir a la presa. Durante el trayecto estuvieron bebiendo mucho ron, y cuando las chicas pasaban la botella a los varones, éstos se percataban de que estaba sumamente caliente. Los muchachos se sentían muy cansados, y en su media borrachera no se dieron cuenta de que las chicas estaban raras, lucían ropa antigua y, además, estaban muy flacas,

El cementerio de las chicas

En esas estaban cuando una de las mujeres le dijo al conductor que quería que las llevara al cementerio. Extrañado preguntó si deseaban quedarse en el cementerio, a lo que las chicas respondieron que sí. Hacia allá se dirigieron los cuatro. Al llegar, las damas descendieron del automóvil y se adentraron al cementerio. Los chicos, aún bajo el efecto del alcohol, arrancaron el auto, y se dirigieron a sus respectivas casas.

Al siguiente día los amigos se encontraron y comentaron lo sucedido. Estaban intrigados por el extraño comportamiento de las mujeres fiesteras, y decidieron averiguar que había pasado con ellas. Se subieron al auto y se dirigieron al cementerio. Entraron y se dirigieron hasta el sitio donde las habían visto por última vez. Al llegar vieron dos tumbas en cuya lápida aparecían los nombres de las jóvenes con quienes habían pasado la noche. Se llamaban Silvia y Carmina y hacía un siglo que habían muerto al salir de una fiesta.

Los muchachos se impresionaron tanto que uno de ellos se volvió loco, y el otro murió de un infarto fulminante… ¡Muy caro les había costado su aventura de conquistadores!

Sonia Iglesias y Cabrera