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La Monja Roja del Mayab

 

Motul, Yucatán. Año de 1878. Año en que Elvia Carrillo Puerto vio la luz por primera vez. Sus padres fueron Justiniano Carrillo y su madre Adela Puerto. Tuvo cinco hermanos. Y vivió con su familia en la calle principal de Motul, un pueblo chico, en una casa que ahora es el Museo Biblioteca Felipe Carrillo Puerto.

Su educación fue laica, acudía al Colegio Roque J. que dirigía una mujer llamada Benita Palma, y al que acudían muchos hijos de obreros. Su educación se completó con los consejos de la poetisa Rita Cetina Gutiérrez, por cuyos consejos se adentró en la lectura de Flora Tristan, Victoria Woodhull y Mary Wollstonecfaft.

A muy temprana edad se casó, contaba solamente con trece años, con Vicente Pérez Mendiburo, con el cual procreó un hijo. Fue la hermana nada menos que de don Felipe Carrillo Puerto, gobernador de Yucatán por dos años y gran caudillo revolucionario y progresista.La Monja Roja del Mayab

Elvia fue una luchadora revolucionaria que perteneció al Partido Socialista del Sureste, y tomó parte, a los diez y nueve años, en la rebelión del Plan de Dzelkoop en la que se luchaba contra el dominio henequenero del estado de Yucatán. Fue a partir de este hecho que la joven dio comienzo a su lucha por los derechos políticos de la mujer, lo que la llevó a fundar una organización formada, sobre todo, por campesinas. Asimismo, luchaba por la libertad sexual de las mujeres, el derecho al divorcio y al control de la natalidad.

Siendo presidente Venustiano Carranza, Elvia viajó a la Ciudad de México para pugnar porque se tratase en las Cámaras el tema del voto femenino, puesto que aún las mujeres no podían votar, pero no consiguió nada. De regreso a Yucatán, en 1913, fue elegida como diputada municipal junto a otras dos mujeres: Raquel Dzib Cicero y Beatriz Peniche Barrera, postuladas por el Partido Socialista del Sureste.

Poco después de la muerte de Felipe Carrillo Puerto, asesinado cruelmente por militares huertistas, tuvo que huir a la Ciudad de México, pues su vida se encontraba en grave peligro. En México vivió bajo la protección del presidente Álvaro Obregón y, posteriormente de Plutarco Elías Calles.

Para el año de 1925 decidió regresar a su tierra natal para asistir a un congreso de carácter feminista, del cual surgió la idea de presentar un documento en la Cámara de Diputados federal solicitando la reforma al artículo 34 de la Constitución, a fin de dar a las mujeres el derecho a votar; así como la igualdad entre el hombre y la mujer. Aunque de nada sirvió.

Pero Elvia no se desmoralizaba y su lucha continuó formando varias instituciones de carácter feminista como la Liga Orientadora Feminista Socialista y la Liga d Acción Femenil, a fin de lograr el derecho al voto de la mujer.

Cuando el general Lázaro Cárdenas fue presidente de México, la lucha de la Monja Roja tampoco tuvo éxito, pues los políticos gubernamentales consideraban que al otorgar el voto a la mujer estaban contribuyendo a que la Iglesias contara con mayor poder en las elecciones, pues todas harían lo que los curas les aconsejasen.

Algo desmoralizada, pero sin cejar en la lucha, en 1953, bajo el mandato presidencial de Adolfo Ruiz Cortínez, por fin fue modificado el famoso artículo 34 de la Constitución y se les concedieron todos los derechos políticos a las mujeres mexicanas. Así pues, Elvia Carrillo obtuvo la medalla de honor al Mérito Revolucionario.

La Monja Roja murió el 15 de abril de 1968 en la Ciudad de México a la edad de 90 años. Y descansa en paz en el Cementerio General de Mérida.

Sonia Iglesias y Cabrera

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«¡Tengo hambre!»

Cuenta una leyenda yucateca que en el siglo XIX ocurrió un terrible hecho en una ciudad localizada en el Municipio de Maní y cabecera del mismo. En este lugar había una hacienda donde vivía y trabajaba un capataz con su esposa y sus dos hijos: Ricardo y Armando, de diez y once años, respectivamente.

A los jovencitos su madre les tenía prohibido que por la noche fuesen a jugar al monte, ya que era de todos conocido que ahí espantaban. Una noche que los hermanos jugaban en el patio de la hacienda sin darse cuenta de pronto se encontraron en el bosque, y decidieron regresar cuanto antes a su casa, con el fin de no enojar a su madre. De retorno a su casa se encontraron en el camino con un antiguo pozo que les llamó la atención, pues nunca le habían visto.

Al verlo, decidieron meter el cubo al interior para ver qué encontraban. Cuando lo sacaron se dieron cuenta que no contenía nada y tan solo vieron que en el fondo estaban escritas dos palabras: – ¡Tengo hambre! Creyendo que era algún vagabundo que se había introducido al pozo para guarecerse del frío, corrieron a su casa por un pedazo de pollo cocido para llevárselo.El pozo maldito

Al día siguiente, picados por la curiosidad, decidieron regresar al pozo. Metieron el cubo y se encontraron que en el fondo había una moneda de oro. Al regresar a su casa, su padre les preguntó la procedencia de dicha moneda y ellos le contaron lo acontecido. Al escuchar, picado por la curiosidad y la ambición, el hombre decidió ir al pozo al día siguiente e introducirse en él, esperanzado de encontrar un buen tesoro.

Dicho y hecho, el capataz se introdujo en el pozo. Al poco tiempo sus hijos escucharon gritos desgarradores. Asustados, Ricardo y Armando acudieron a su casa y avisaron a su madre, quien ya se había percatado de que su esposo no había pasado la noche en casa. Al saber lo ocurrido, la mujer acudió al pozo, pues sabía que se trataba de un lugar maldito. Al borde del pozo la mujer vio el sombrero de su marido.

Rápidamente sacaron el cubo y vieron que en su interior había muchas monedas de oro, partes de la ropa del capataz hecha jirones, huesos y algunos pedacitos de carne humana. Hasta el mero fondo del cubo se podían leer las siguientes palabras: – ¡Gracias por la comida!

Este fue el terrible final de un hombre que creyó haber encontrado la fortuna de manera fácil, sin darse cuenta que estaba tratando con el Diablo.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

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Un cementerio muy particular

Hoctún es un poblado que se encuentra en el estado de Yucatán, a 53 kilómetros de Mérida, la capital. Su nombre significa “lugar donde se arranca la piedra”. Se trata de un poblado muy antiguo que cuenta con varios sitios de interés, como su iglesia y su mercado. Sin embargo, el lugar que más llama la atención en su cementerio, ya que es único en el mundo.

Tal camposanto es pequeño, pero muy particular. Dentro de él se encuentra cinco ancianos que esperan a recibir alguna limosna y algunos músicos que esperan ser contratados, si hay algún ocasional entierro.

Las tumbas del cementerio de Hoctún se conocen con el nombre de mausoleos, y tienen la extraña particularidad de haber sido construidos como pirámides (como el Castillo de Chichén Itzá), edificios, jacales, torres de iglesias, casas… y muchas edificaciones más.Una parcialidad del Cementerio de Hoctún.

Esta particularidad tan original se debe a que los habitantes de Hoctún tienen la creencia de que la tumba del difunto debe construirse a la manera del último lugar en que estuvo el difunto. Así por ejemplo, si el lugar donde estuvo el occiso fue la Torre Eiffel de París, su tumba estará representada por la misma. Y si acaso el último sitio donde se encontraba el muertito fue el Sanborn`s de Madero de la Ciudad de México, entonces la tumba representará la Casa de los Azulejos. Estos son algunos ejemplos de mi coleto. De entre todos los mausoleos sobresale uno que representa a la Torre Latinoamericana de la Ciudad de México, y que se construyó ya que uno de los habitantes del pueblo vivió en la Ciudad de México por varios años y quedó impresionado con la Torre más alta de la Ciudad.

Esta insólita variedad de construcciones, tan peculiar en México, fomenta que el pueblo de Hoctún reciba muchos turistas, sobre todo en el mes de noviembre que tiene lugar el Día de Muertos el día primero y dos.

El Cementerio cuenta con seiscientas tumbas o mausoleos. Se le construyó en el año de 1866, para ser ampliado en 1962. El Cementerio de Hoctún se encuentra en muy buen estado, pues continuamente le dan mantenimiento para conservarlo hermoso en su curiosidad.

Este camposanto está cuidado por El Muerto, como le llaman al encargado de mantenerle, cuyo nombre oficial es José Raymundo Chan. Junto con un equipo de trabajadores a quien dirige, José se encarga de pintar las tumbas –que dicho sea de paso el colorido es impresionante- y de construir los edificios o casas que le encargan los dolientes del fallecido. Según el testimonio de este artista escatológico, la costumbre se inició por los años sesenta, cuando algún pariente deseó que la tumba de su difunto se destacase de alguna manera especial sobre las demás. Este hecho impactó, y luego ya todos querían que su muertito sobresaliese de alguna forma diferente.

Visitar este cementerio tan curioso es una experiencia que nadie debe perderse.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Una hermana muy amorosa

La tradición oral de Mérida, capital del estado de Yucatán, cuenta con una leyenda que se relata desde hace ya algunos años. En ella se nos cuenta que de la terminal de autobuses que se encuentra ubicada detrás del Palacio Municipal de la ciudad, suele bajar una guapa muchacha de unos de los autobuses. Su equipaje consiste en una caja de cartón y un ramo de flores. Al salir de la terminal, la joven se dirige a una de las calesas que se estacionan por ahí, para ofrecer sus servicios a los pasajeros que llegan constantemente.

Cuando la chica alquila la calesa le indica al conductor que la lleve a una cierta dirección de la Colonia Rosario, que por cierto no queda muy lejos. En cuanto sube al transporte no deja de hablar con el conductor, platica ya platica. Cuando concluye el viaje y la mujer llega a la dirección que le proporcionó al calesero, le tiende un billete de doscientos pesos. Como casi nunca tienen cambio los choferes ya que la dejada solamente cuesta veinte pesos, la parlanchina mujer le dice que se quede con el billete y que al día siguiente regrese porque requiere de sus servicios y que traiga consigo el cambio que le debe.Una calesa de Mérida

Así le aconteció un día a un calesero, quien al siguiente regresó muy formal a la dirección donde había dejado a la mujer, con el fin de devolverle el cambio que le debía y de trasladarla al sitio donde ella le indicase. Cuando el conductor tocó a la puerta, le abrió un hombre quien le afirmó que en esa casa no vivía ninguna joven, El chofer la describió y el hombre le dijo que la descripción que le daba correspondía a una muchacha que se había colgado de un cercano árbol.

Se había suicidado ya que su hermano había muerto y ella no soportó tanto dolor, pues le quería entrañablemente. Lo había perdido en un funesto accidente. El calesero, desconcertado, sacó de su bolsillo el billete que la chica le había entregado el día anterior, y al hacerlo se percató de que no era sino un simple pedazo de papel. Según nos dicen algunas versiones de tal leyenda, en algunas ocasiones el billete se convierte en un hueso humano.

Cuando el conductor se dio cuenta de que tenía en la mano solamente un triste papel, se descompuso y subiendo a la calesa se alejó rápidamente hasta llegar a su casa. Se metió en la cama con el cuerpo temblando y con una fiebre muy alta, pues comprendió que su pasajera no era otra cosa sino el fantasma de la parlanchina joven.

Este hecho ocurre los días 3 de octubre que fue cuando la amorosa hermana se suicidó de pena y de dolor. Desde entonces no puede encontrar la paz.

Sonia Iglesias y Cabrera

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¿Eres tú, Balam?

En cierta ocasión un señor caminaba cerca del Cerro Kinich-Kak-Moo, localizado en el Municipio de Izamal, Yucatán, cuando escuchó una tierna voz de mujer que decía: – ¿Eres tú, Balam? Desconcertado, volteó para todos lados con el fin de averiguar quién pronunciaba tales palabras, y se dio cuenta de que la que hablaba era una flor de siempreviva. El hombre le respondió a la pequeña flor que no era Balam. Muy triste, la florecita se ofreció a contarle su terrible tragedia.

Le dijo al hombre que ella había sido una sacerdotisa del Templo de Itzamatul, hija del Señor de Izamal. Por su condición religiosa estaba obligada a hacer voto de castidad. Por lo tanto, no debía enamorarse de nadie y mucho menos entregarse a los placeres del amor carnal. Sin embargo, un día acudió al ceremonial Juego de Pelota, y conoció a un hermoso y valiente guerrero llamado Balam. En cuanto se vieron, ambos jóvenes quedaron perdidamente enamorados.

Empezaron a verse a escondida del padre de la bella sacerdotisa y de los encargados del Templo de Itzamatul. Sin embargo, las precauciones que tomaron no fueron suficientes, y un día fueron descubiertos. El padre, al conocer el terrible secreto, montó en cólera y ordenó que su hija fuera sacrificada al dios Kinich Kakmó, también conocido como Kinich Ahau, Señor del Ojo del Sol. Además, ordenó que el valiente guerrero observara el sacrificio para que aprendiera la lección.

La bella flor de siempreviva

Llevaron a la pobre sentenciada al templo donde iba a tener lugar el sacrificio. Estaba hermosa con su huipil bordado con plumas, y la cara y el cuerpo pintados para la ocasión. La colocaron en la piedra donde iba a tener lugar el sacrificio, y con un cuchillo de pedernal un sacerdote le abrió el pecho y le sacó el corazón.

El corazón palpitante de la niña escapó de las manos del sacerdote que había efectuado el sacrificio y rodó las escaleras del templo hasta llegar a los pies del amado guerrero. Solamente se escuchó una dulce voz que decía: – ¡Tómame, querido Balam, soy tuya para siempre!  El joven, obediente, tomó el corazón y huyó. Por la noche, acudió al templo para enterrar el corazón en la parte baja, y le juró a la muchacha que volvería por ella.

Pero nunca volvió. Y desde entonces la joven, convertida en una pequeña flor de siempreviva, cuando escucha los pasos de un hombre siempre pregunta esperanzada: – ¿Eres tú, Balam?

Sonia Iglesias y Cabrera

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El billete de doscientos pesos

La leyenda que relataremos sucedió en el estado de Yucatán, justamente en la Ciudad de Mérida. Se dice que atrás del Palacio Municipal, edificio sito en el poniente de la Plaza Principal, construido en 1736, se aparece, por la noche, una muchacha muy bella y joven. Es alta, delgada y con el negro cabello que le llega a la cintura. Su color es blanco pálido. Siempre se la ve llevando una caja, donde guarda sus pertenecías y un rozagante ramo de hermosas flores que parecen como recién cortadas.

Una cierta noche, Joaquín, uno de los cocheros que maneja una calesa de alquiler, se encontraba parado junto a la acera, en espera de algún cliente que solicitara sus servicios, a pesar de ser ya bastante entrada la noche. Empezaba a aburrirse de la espera, cuando se dio cuenta que una joven se acercaba a la calesa con el propósito de abordarla. Inmediatamente Joaquín se despabiló e invitó a la dama a subirse. Una vez sentada en el asiento y colocada la caja que llevaba en el suelo, la mujer le indicó a Joaquín que la llevase a la Colonia Rosario. Aunque la tal colonia se encontraba un poco lejos, Joaquín no vaciló en lleva a la joven a la dirección que le pedía ir, pues el día había sido bastante flojo.

Al llegar a la dirección indicada, la pasajera descendió y le pagó a Joaquín con un billete de doscientos pesos. Como la dejada solo requería de ciento diez pesos, Joaquín le dijo a la mujer que no tenía cambio. Pero ella respondió que no se preocupara que guardara el billete, y que volviese al día siguiente a buscarla para realizar otro viaje.

Joaquín en su calesa de alquiler.

Sí lo hizo el cochero, se alejó para volver a su sitio atrás del Palacio Municipal, aun cuando ya no pensaba quedarse por mucho tiempo. Al día siguiente Joaquín regresó a la Colonia Rosario, con el fin de recoger a la pasajera nocturna. Tocó a la puerta, esperó un momento al cabo del cual le abrió una mujer de mediana edad vestida de negro y con el rostro demacrado. Al ver a Joaquín le pregunto lo que deseaba. El hombre respondió que venía a recoger a una mujer a la cual había llevado la noche pasada. La mujer de negro se extrañó y le contestó que ahí no vivía ninguna chica. Joaquín, desconcertado, le describió a la dama la figura de la pasajera. Ante su asombró la mujer comenzó a llorar. Cuando estuvo más calmada, le explicó que se trataba de su hija, pero que ésta había fallecido hacía un año, a raíz de la muerte de su hermano a quien idolatraba y cuya desaparición no había podido soportar.

Muerto de miedo, Joaquín se retiró, al subir en la calesa, metió la mano en su bolsillo para sacar el billete de doscientos pesos. ¡Cuál no sería su sorpresa cuando se dio cuenta que el famoso billete era una simple hoja de papel blanco!

Sonia Iglesias y Cabrera

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El Tapacaminos y el Quetzal

Existe una leyenda muy curiosa que proviene del estado de Yucatán. Tiene como personaje central a una ave conocida con el nombre de Tapacaminos. Este pájaro es de color pardo con manchas blancas y negras en sus plumas que son cortas. Es de tamaño pequeño y casi no pueden caminar, pues sus patas se encuentran un tanto atrofiadas. Con las plumas que tiene al lado del pico caza los insectos que le sirven como alimento. Sus grandes ojos le permiten ver perfectamente por la noche. En el día se oculta en los árboles. Al volar no hace ruido, lo que le impide a sus presas huir. Es un animal bastante feo al que le gusta ponerse en las carreteras a la espera de los automóviles y camiones. Cuando el vehículo está a punto de atropellarlo, el Tapacaminos emprende el vuelo prestamente evitando ser apachurrado.

El Tapacaminos actual

Esta ave tan especial cuenta con una leyenda que a continuación relatamos. Un cierto día el gran tlatoani de la zona maya quiso averiguar quién era el rey de las aves. Para tal efecto ordenó a sus subordinados que organizaran un concurso en el que participaran todas las aves que se creyeran, o lo fuesen, hermosas, talentosas e inteligentes.

Entre las bellas aves que habitaban en la región se encontraba una que era especialmente fea, y considerada por las demás como desagradable y de mala entraña. Había otra ave que era todo lo contrario: de bellas plumas de magníficos y deslumbrantes colores, buena como un sol, inteligente y muy talentosa para volar, era el original Tapacaminos. La pobre ave fea fue a visitarlo, y le pidió que le prestase su encantador plumaje para poder participar en el concurso. Le juró que se lo devolvería en cuanto éste terminara. La hermosa ave, como era muy buena, no dudó en prestarle sus plumas a la fea.

El día del concurso, el feo pajarraco, engalanado como las plumas ajenas, se presentó muy oronda y exhibió su estupendo plumaje, y dijo que su nombre era Quetzal. Ante tal maravilla los jueces no dudaron en otorgarle el primero en belleza y darle el correspondiente premio. Al verse tan hermosa, el ave fea decidió que no le devolvería el plumaje a la otra. Y se fue huyendo muy quitada de la pena. El Tapacaminos, la buscó por todas partes para exigirle que le devolviese sus coloridas plumas, pero nunca la encontró. Por eso es que cuando el actual Tapacaminos encuentra a alguna persona o animal, siempre pregunta: -¿No has visto al Quetzal! Con la esperanza de poder recuperar su belleza que perdió por ingenua y buena.

Sonia Iglesias y Cabrera

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El Enano soberbio

Cuando el señorío prehispánico de Uxmal estaba en su apogeo cultural y político, vivió en la ciudad de Kabah una vieja bruja que tenía un huevo al que se dedicaba a cuidar con mucho esmero. Un día del huevo salió un niño a quien cuidó como a un verdadero hijo. Pero el tiempo pasaba y el niño no crecía; sin embargo, la hechicera se dio cuenta de que al infante le salían pelos en la cara y su voz se iba volviendo la de un hombre. Entonces se dio cuenta que se trataba de un enano.

La bruja tenía un tunkul al que cuidaba mucho, porque el enano había vaticinado que cuando el tunkul se pusiera a sonar querría decir que el que el gobierno del Señor de Uxmal se terminaría. Asustado, el cacique le preguntó al enano si existía algún modo de evitar que tal maldición se cumpliera. El enano se limitó a pedirle al Señor que hiciese un camino que condujera de Kabah hasta la ciudad de Uxmal, y le dijo que cuando se hubiese acabado de construir el camino le daría la respuesta. Cuando el camino estuvo listo, la bruja y el enano llegaron a Uxmal. Entonces, el pequeñito, al encontrarse frente al mandatario le dijo que le diría la respuesta solamente su rompía con la cabeza el fruto del cocoyol que como es sabido es sumamente duro. El Señor de Uxmal accedió, si primero lo rompía el enano. Éste aceptó, porque la bruja había puesto dentro de su frente una lámina de duro metal. Cuando  dio el golpe el fruto no se rompió, pero al enano no le pasó nada; cuando le tocó el turno al Señor, del golpe que dio cayó muerto.

La Casa del Adivino en la Ciudad de Uxmal.

Entonces, el enano fue nombrado Señor de Uxmal. Cuando tomó el poder, la hechicera le dio consejos para que fuese un buen gobernante justo, honrado,  y correcto. Sin embargo, al paso del tiempo el enano se volvió déspota y malo. Incluso llegó a crear un nuevo dios que los escultores le hicieron en barro, y que aseguraba que sería mejor que los dioses conocidos y venerados por siglos, Cuando el dios de barro fue introducido al horno, salieron unos extraños sonidos como si la deidad estuviera hablando. Entonces, los habitantes lo veneraron más que  a los otros dioses.

Al enterarse los verdaderos dioses desde sus moradas de que habían dejado de ser adorados en la Ciudad de Uxmal, la destruyeron completamente. Nada quedó. El enano desapareció junto con su imperio. Nunca más se supo nada del ser que por su soberbia y su reto a los dioses creadores, había posibilitado la destrucción de una importante cultura.

Sonia Iglesias y Cabrera