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Ciudad de México Leyendas Cortas

La mujer sin piernas

Una vez una señora que vivía en el Barrio de la Asunción, perteneciente a la Alcaldía Xochimilco, fue con su familia a la fiesta del pueblo de San Pablo Oztotepec, uno de los pueblos originarios de Milpa Alta. Iban caminando por un camino de brecha en plena oscuridad, rodeados de enormes árboles, cuando de pronto escucharon los sollozos de una mujer. No hicieron caso, pues sabían que por esos lugares espantaban desde la época de la Revolución. Pero el llanto era tan triste que se apiadaron y decidieron ver de dónde provenía. Entonces se dieron cuenta que arriba de uno de los árboles había una mujer que les pidió que la bajaran. Los hombres de la familia subieron al árbol y la bajaron. Cuando llegaron al suelo se dieron cuenta de que la mujer no tenía piernas de la rodilla para abajo. En una mano llevaba una olla llena de sangre, y junto a ella se encontraba un brasero y una escoba de varas de jarilla. Arrastrándose por el suelo la mujer les pedía a los presentes que la llevaran a su casa. Sin embargo, decidieron llevarla a la presidencia municipal de Xochimilco, pues ya se habían dado cuenta que se trataba de una bruja.

El tlecuil donde la bruja dejaba sus piernas.

El prefecto le preguntó a la mujer lo que estaba haciendo por en ese camino, y la mujer contestó que por las noches se dedicaba a chuparles la sangre a los bebés, y que el amanecer la había sorprendido, razón por la cual ya no pudo volar para regresar a su pueblo y se quedó atrapada en la copa del árbol. Le suplicó al prefecto que fueran a su casa para traerle sus piernas que se habían quedado en la cocina. Varios hombres fueron. Cuando tocaron a la puerta les abrió su esposo, y le dijeron que les dejase pasar para recoger las piernas de su mujer. El hombre se quedó pasmado de asombro. Al llegar a la cocina vieron las dos piernas que formaban una cruz sobre las cenizas del tlecuil. La bruja les había advertido que por nada del mundo fueran a quitar las cenizas que estaban en los muñones de sus piernas, pues entonces no podría volvérselas a colocar, y que para llevarlas las envolvieran, con mucho cuidado, en una manta.

El prefecto le preguntó a su esposo si sabía que su mujer era una bruja que chupaba la sangre de los bebés; pero el esposo afirmó que no sabía nada. Solamente había notado que con mucha frecuencia comían moronga y que nada sabía de donde procedía la sangre.

La bruja salió libre -a falta de pruebas contundentes-, después de haberse colocado sus piernas. El matrimonio se vio forzado a abandonar el pueblo de Xochimilco, pues los pobladores estaban dispuestos a quemarla en una pira. Deseaban hacer justicia, pero no lo consiguieron y se quedaron con dos palmos de narices. La bruja vivió muchos años y siguió con su sanguinaria actividad, y el esposo continuó comiendo rica moronga guisada.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

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El Enano soberbio

Cuando el señorío prehispánico de Uxmal estaba en su apogeo cultural y político, vivió en la ciudad de Kabah una vieja bruja que tenía un huevo al que se dedicaba a cuidar con mucho esmero. Un día del huevo salió un niño a quien cuidó como a un verdadero hijo. Pero el tiempo pasaba y el niño no crecía; sin embargo, la hechicera se dio cuenta de que al infante le salían pelos en la cara y su voz se iba volviendo la de un hombre. Entonces se dio cuenta que se trataba de un enano.

La bruja tenía un tunkul al que cuidaba mucho, porque el enano había vaticinado que cuando el tunkul se pusiera a sonar querría decir que el que el gobierno del Señor de Uxmal se terminaría. Asustado, el cacique le preguntó al enano si existía algún modo de evitar que tal maldición se cumpliera. El enano se limitó a pedirle al Señor que hiciese un camino que condujera de Kabah hasta la ciudad de Uxmal, y le dijo que cuando se hubiese acabado de construir el camino le daría la respuesta. Cuando el camino estuvo listo, la bruja y el enano llegaron a Uxmal. Entonces, el pequeñito, al encontrarse frente al mandatario le dijo que le diría la respuesta solamente su rompía con la cabeza el fruto del cocoyol que como es sabido es sumamente duro. El Señor de Uxmal accedió, si primero lo rompía el enano. Éste aceptó, porque la bruja había puesto dentro de su frente una lámina de duro metal. Cuando  dio el golpe el fruto no se rompió, pero al enano no le pasó nada; cuando le tocó el turno al Señor, del golpe que dio cayó muerto.

La Casa del Adivino en la Ciudad de Uxmal.

Entonces, el enano fue nombrado Señor de Uxmal. Cuando tomó el poder, la hechicera le dio consejos para que fuese un buen gobernante justo, honrado,  y correcto. Sin embargo, al paso del tiempo el enano se volvió déspota y malo. Incluso llegó a crear un nuevo dios que los escultores le hicieron en barro, y que aseguraba que sería mejor que los dioses conocidos y venerados por siglos, Cuando el dios de barro fue introducido al horno, salieron unos extraños sonidos como si la deidad estuviera hablando. Entonces, los habitantes lo veneraron más que  a los otros dioses.

Al enterarse los verdaderos dioses desde sus moradas de que habían dejado de ser adorados en la Ciudad de Uxmal, la destruyeron completamente. Nada quedó. El enano desapareció junto con su imperio. Nunca más se supo nada del ser que por su soberbia y su reto a los dioses creadores, había posibilitado la destrucción de una importante cultura.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas Tabasco

Una bruja llamada Tía Nati

Una leyenda del estado de Tabasco nos relata que hace unos cuantos años cerca de la población de Acahual, vivía una familia de campesinos. La integraban el padre, don Remigio; la madre, doña Eustaquia, un hijo llamado Ernesto de once años, y una pequeña de siete, Silvia.

En una ocasión, Silvia, desobedeciendo las órdenes de su madre de no irse lejos de la casa a la caída del día, se alejó de la misma y fue a dar hasta un lugar que tenía muchos árboles, un pequeño riachuelo y rocas que invitaban a sentarse. La pequeña Silvia viendo el lugar tan bonito, decidió quedarse a ver las mariposas que aún volaban cerca de las flores que crecían a la orilla del riachuelo.

La terrible Tía Nati

Se encontraba muy entretenida, cuando de pronto vio acercarse a una mujer. Al principio no tuvo miedo, pero conforme la mujer se aproximaba, el terror fue apoderándose de la niña, Se trataba de una mujer que tenía el cuerpo todo peludo, con enormes ojos desorbitados en los cuales se podían ver llamas rojas y amarillas; la mujer sonreía con una mueca terrible. Silvia trató de gritar, pero no pudo y se quedó como paralizada. Al acercarse más la mujer, Silvia se dio cuenta de que se trataba de la Tía Nati, una mujer demoníaca a la que se consideraba como una bruja maligna, tan fea como blasfemar en cuaresma; y de quien se cuenta que si se la llega a ver, las personas enferman fatalmente.

Poco después, los acongojados padres supieron que la causa de la muerte de su hija había sido la terrible Tía Nati, que acostumbra vagar por todos los pueblos de Tabasco, en espera de que alguien la vea para hacerle daño y matarlo.

Sonia Iglesias y Cabrera