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Un amor inolvidable

En el año de 1873 vivía en la Villa de San Francisco de los Patos, Coahuila de Zaragoza, hoy llamada Villa de General Cepeda, un gallardo y joven militar que estaba bajo el mando del famoso general Victoriano Cepeda, y se encontraba comprometido con una hermosa muchacha der la villa. Como era tradición muy antigua, la novia se encontraba depositada en la casa de los padrinos de la boda hasta que ésta se efectuase.

Un día antes de la boda hubo una escaramuza entre las fuerzas del Congreso y el Gobierno del Estado en el rancho de San José del Refugio cercano a la población de Villa de los Patos. El joven militar acudió a la casa donde se encontraba su amada para informarla que tenía que ir a la batalla, pero que regresaría para casarse como tenían planeado. Le dijo que no tenía por qué preocuparse que acudiría puntual a la cita y cumpliría con su promesa, para ser felices toda la vida. La mujer lloró mucho por la partida de su novio, pero se resignó porque sabía que era militar y debía cumplir con sus obligaciones.La inconsolable novia

Pero quiso la mala fortuna que el joven muriese en combate, lo cual obviamente le impidió cumplir con la palabra dada. Mientras el novio moría desangrado por una bala que le perforó el corazón, la joven se alistaba para la boda y se ponía su hermoso traje blanco la mar de feliz.

Al enterarse por los padrinos de boda de la muerte de su prometido, la chica se volvió completamente loca, y en su locura salía por las calles de la población a caminar sin rumbo durante horas y horas. Se la veía salir de la iglesia de San Francisco de Asís, para regresar a la casa de los padrinos donde había sido depositada. Esto ocurría todos los días.

Así estuvo la infortunada mujer durante muchos años, hasta que la muerte, misericordiosamente, se la llevó. Pero el espíritu de la muchacha continuó paseando por las calles y habitando la casa de los padrinos de boda donde había sido depositada, en espera del regreso del difunto.

Espantados, los padrinos dejaron la casa, porque le tenían miedo al fantasma de la desdichada novia, cuyas apariciones eran en verdad muy incómodas y llenaban de miedo a todos los habitantes de la casona. Sin embargo, pasados muchos años, los que iban a ser los suegros de la novia decidieron adquirir la casa embrujada y alquilarla. No tenían miedo de la pobre loca. Vivieron en ella muchos años, conviviendo con el fantasma vestido de blanco que paseaba por toda la casa, desde la sala hasta el granero, clamando por la llegada del novio que no pudo acudir a la cita matrimonial.

Hasta la fecha en tal casa se puede ver a la joven desolada flotando por la casa, pues sus pies nunca tocan el suelo, luciendo su hermoso traja blanco de encajes, un ramo de flores en las manos y un albeo chal que le cubre la cabeza y la cara. Cuando recorre toda la casa, se pierde en la oscuridad del patio trasero. ¡Tan fuerte fue su amor por el galán!

Sonia Iglesias y Cabrera