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Tradiciones

Navidad. I. El nacimiento de Jesucristo.

Los dioses redentores

Cristo fue el creador de una importante religión cuya figura, hechos y milagros se conocen por los relatos bíblicos del Nuevo testamento. Dos son los evangelios que relatan el nacimiento de Cristo: el Evangelio Según San Mateo en su capítulo I,  y el Evangelio Según San Lucas en el capítulo primero. Estos son los dos únicos testimonios bíblicos en que se relata el nacimiento de Jesús el Cristo, fundador de una religión que contiene ritos y mitos de muy antigua procedencia.

La imagen deCristo nos remonta a otros dioses redentores ligados al culto solar. Todos ellos nacen el solsticio de invierno, cuando el sol parece próximo a desaparecer el 25 de diciembre. Todos mueren para resucitar en el equinoccio de primavera, cuando el sol adquiere toda su magnificencia y termina con las tinieblas. Por ejemplo, Mitra nació en una gruta en el solsticio de invierno, de una mujer madre-virgen.

Su nacimiento fue anunciado por una estrella que apareció en Oriente, a cuyo llamado los magos sacerdotes acudieron a llevarle mirra, oro y perfumes. Mitra realizó muchos milagros, y finalmente murió y ascendió al cielo donde reside con los inmortales. Osiris nació de la diosa-virgen Saís, el 25 de diciembre; cuando nació su madre exclamó: ¡El dios que he parido es el Sol! En una de las paredes del templo de Luxor, Egipto, pueden verse las escenas de la anunciación en las que el dios Yath le participa a la virgen que dará a luz un hijo. Asimismo, puede verse al dios Knep, el Espíritu, llevando a cabo la concepción; finalmente, la escena de la adoración en el que el niño-dios recibe los dones que le prodigan tres sacerdotes.

Krishna, llamado el Redentor nació de una virgen, preñada por el espíritu de Visnú, que atravesó las paredes de la prisión en que se encontraba  a causa del miedo que tenía el rey Kansa, pues en un sueño se le había anunciado que perdería el trono por el hijo que iba a tener Devanaguy la madre de Krishna. Cuando éste nació, un viento divino abrió las puertas de la prisión y un mensajero llevó a la madre y al niño hasta un pesebre donde fue adorado por varios pastores. Buda nació como reencarnación de Visnú, de Maya su madre, sin que haya mediado intervención sexual. En cuanto nació se puso de pie ante hombres y espíritus y una estrella apareció en el cielo. Lo fueron a adorar reyes y surgió de la tierra el árbol Bo, bajo cuya sombra se transformó en Buda; es decir, en iluminado. Ya crecido, abandonó el hogar y se fue a predicar.

El más famoso de sus discursos se llama El sermón de la Montaña. A Dionisos, el Baco romano, los griegos le llamaban El Salvador, porque curaba enfermos y vaticinaba el porvenir. Era el dios de la vegetación, que moría para resucitar en un ciclo continuo. También era el dios del vino, e incluso en uno de sus múltiples milagros se la achaca haber convertido, en su templo, el agua en vino.

La fecha del nacimiento de Jesucristo
El cristianismo surgió a mediados del siglo I, y antes de concluir el siglo se predicaba en todos los países que conformaban el imperio romano. Constantino I, El Grande, lo oficializó en el siglo III. Una vez legalizada la doctrina cristiana, y por ende la existencia de Cristo, se hacía indispensable precisar la fecha de su natalicio. Esto representaba un problema, ya que ninguno de los evangelistas del Nuevo Testamento hacía referencia alguna a la fecha de su nacimiento. Ante tal problemática surgieron una serie de elucubraciones.

Por ejemplo, el Evangelio según San Lucas refiere que los pastores se encontraban en los campos trabajando cuando nació Cristo. Ahora bien, en Palestina los pastores acudían al campo con sus rebaños durante los meses comprendidos entre marzo y noviembre; lo cual permitía sólo deducir las estaciones que se situaban en ese período: primavera, verano y otoño, y no se resolvía nada acerca de la fecha. Por otra parte, en un cómputo pascual elaborado en 243 y atribuido a Cipriano, uno de los padres de la Iglesia, se situaba el nacimiento el 28 de marzo. Tomó como base la parte del Génesis en que Dios separó las tinieblas de la luz y quedaron dos partes iguales: luz y tinieblas.

De ello dedujo que la Creación tuvo lugar en una fecha en que el día y la noche tenían la misma duración, y como en el calendario romano el equinoccio de primavera se establecía el 25 de marzo, ese día se había efectuado la Creación. Como Jehová hizo al sol el cuarto día, y como para los antiguos cristianos el Mesías era el Sol de Justicia, no le cabía la menor duda de que Cristo había nacido el 28 de marzo. Para Clemente de Alejandría, el Salvador había nacido en primavera, a saber por qué. Julio El Africano, en su Cronografía del año 221, calculaba la concepción del Señor el 25 de marzo y, obviamente, su nacimiento el 25 de diciembre. Sin embargo, para otros sabios de la Iglesia, la concepción ocurrió el 6 de abril, por lo que tuvo que nacer el 6 de enero.

Constantino intentó reunir los cultos paganos solares con los valores de la nueva religión cristiana. Trataba de lograr más adeptos a Cristo por medio de una importante reforma del paganismo. Empezó por abolir los oráculos, los sacrificios privados y algunos cultos considerados inmorales que se practicaban en los templos de los dioses romanos. En este intento de reunir ambas religiones bajo el signo del Sol, Constantino instauró en 321 el día dedicado al Señor; es decir, un día de descanso semanario oficial que coincidía con el día dedicado al sol de los romanos. Y por las mismas razones, decretó como fecha del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre, ya que coincidía con numerosos fiestas paganas.

El mismo San Agustín nos explica la adopción de la fecha: La razón por la que los padres transfirieron la celebración del 6 de enero al 25 de diciembre fue ésta: era costumbre de los paganos celebrar el mismo día 25 de diciembre el nacimiento del Sol, haciendo luminarias como símbolo de la festividad. En estas fiestas y solemnidades tomaban parte los cristianos. Pero cuando los doctores de la Iglesia se dieron cuenta de que los cristianos tenían inclinación a esta fecha, se consultaron y resolvieron que la verdadera Navidad debería solemnizarse en ese mismo día; y la fiesta de la Epifanía el 6 de enero.

Efectivamente, el 25 de diciembre se celebraban la Saturnalia, la Sigilaria o Fiesta de las Muñecas, la Juvenalia o Festival de la Juventud, y la Brumalia o Nacimiento del Sol. Una vez implantada la fiesta de la Navidad en Roma, se trató de imponer en todo el oriente cristiano, pero hubo mucha resistencia. En Antioquia, Siria, la celebración del 25 de diciembre tardó diez años en ser aceptada. No fue sino hasta 386 que Crisóstomo, Padre de la Iglesia y patriarca de Constantinopla, logró la aceptación gracias a un sermón en el que invitaba a los fieles a dejar sus casas e ir a contemplar la escenificación de Niño Dios acostado en la cuna y arropado, la cual maravillaba a los espectadores. En Constantinopla la fiesta la introdujo, en 379, Gregorio de Naziance, sin demasiados problemas. Pero en cambio en Jerusalén, los cristianos defendieron la Epifanía por considerar que ellos eran quienes mejor conocían las tradiciones y quienes debían defenderlas. Actualmente, la Iglesia Católica Romana, las iglesias protestantes y las ortodoxas de Alejandría y Antioquia, Rumania, Chipre, Grecia y Finlandia festejan la Navidad el 25 de diciembre. En cambio las iglesias calcedonianas ortodoxas de Jerusalén, Rusia, Serbia, Bulgaria, Polonia, Georgia y Checoeslovaquia la celebran el 6 de enero; al igual que las ortodoxas no caledonianas, la etíope, la copta, la sirojacobeta y la india. La iglesia Armenia conmemora el 18 o el 19 de enero.
                           

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Mexicanas Prehispanicas

El cempasúchil, la flor de los muertos.

El uso ritual y ceremonial de las flores en nuestras culturas mexicanas viene desde muy antiguo, desde aquellas lejanas épocas en que las civilizaciones mesoamericanas las usaban para tales fines en gran profusión; sobre todo los mexicas quienes apreciaban sobremanera su belleza y su valor. Nuestra actual flor de muerto, el cempasúchil, cuyo origen etimológico es el vocablo náhuatl cempoalxóchitl, de cempohualli, “veinte” y xóchitl, “flor”, fue una flor mexica muy empleada en las festividades religiosas. Por su forma de pétalos radicales y su fuerte color amarillo, representaba, y aún representa en algunos grupos indígenas, al Sol, que da vida y calor. El aroma de sus pétalos es un elemento psicopompe que posibilita y dirige la llegada de las ánimas del más allá. Es a través del caminito que se forma con los pétalos que las almas de los difuntos podrán llegar hasta la ofrenda de muertos, donde alimentarán su sutil cuerpo con la esencia de los alimentos. Pero su significado va más lejos, para los mixes de Ayutla, Oaxaca, la flor de cempasúchil simboliza el alma de los difuntos; así como para los habitantes de Mixquic, Distrito Federal, el ofrendar esta flor a los muertos grandes tiene el significado de un recordatorio que les impide olvidar al dios Tonatiuh quien, según el mito, la dio a los mortales para venerar a los ancestros. En cambio, los tlapanecas de Guerrero, creen firmemente que la flor de cempasúchil simboliza a los ángeles enviados por Dios para cuidar a los muertos, y a su aroma lo denominan “alma”.

El cempasúchil, (Tagetes Erecta), es una planta herbácea de hojas divididas, de flores grandes color anaranjado, amarillento o rojizo. Su olor es agradable y penetrante. Contiene aceite esencial, resina, materia colorante amarilla, grasa y tanino, entre otras sustancias más. Florece en octubre y noviembre, razón por la cual actualmente la usamos como parte de los rituales de Día de Muertos. La conseja popular nos informa que es muy útil contra los cólicos ventosos y el miserere. El zumo de sus hojas bebido, o las hojas maceradas en agua o vino, templan el estomago frío y provocan la orina y el sudor.

De esta hermosa y ceremonial flor, el fraile Bernardino de Sahagún nos dice en su fascinante obra Historia general de las cosas de la Nueva España: … son amarillas y de buen color, y anchas y hermosas, que ellas se nacen, y otras que las siembran en los huertos; son de dos maneras, unas que se llaman hembras cempoalxóchitl y son grandes y hermosas, y otras que hay las llaman machos cempoalxóchitl y no son tan hermosas ni tan grandes. 

A Sahagún debemos también la relación que nos legó de las fiestas en que esta flor se usaba particularmente. Así, en el séptimo mes llamado Tecuilhuitontli, se homenajeaba a la Diosa de la Sal Huixtocíhuatl, hermana mayor de los tlaloques, diosecillos del agua. Una mujer ataviada con los ornamentos de la diosa era sacrificada: La noche antes de la fiesta velaban las mujeres con la misma que había de morir, y cantaban y danzaban toda la noche; venida la mañana aderezábanse todos los sátrapas y hacían un areito muy solemne; y todos lo que estaban presentes al areito tenían en la mano aquellas flores que se llamaban cempoalxóchitl.

La fiesta a la madre de los dioses, Teteo Innan o Toci, Nuestra Abuela, tenían lugar en el undécimo mes conocido como Ochpaniztli, para la cual: …Entrando este mes, bailaban ocho días, sin cantar, sin teponaztli; los cuales pasados salía la mujer que era la imagen de la diosa… compuesta con los ornamentos con que pintaban a la misma diosa; y salían gran número de mujeres con ella, especialmente las médicas y parteras, y partíanse en dos bandos y peleaban apedreándose con pellas de pachtli y con hojas de tunas, y con pellas hechas de hojas de espadeña y con flores que llamaban cempoalxóchitl, este regocijo duraba cuatro días.

En el octavo mes, Huey Tecuilhuitl, llevábase a cabo la fiesta a Xilonen, Diosa del Maíz Tierno, a cuyas honras mataban a una mujer que encaminaba sus paso finales acompañada de varias mujeres que bailaban y …Llevaban todas guirnaldas amarillas, que se llaman cempoalxóchitl y sartales de los mismo las que iban delante guiando, las cuales se llamaban cihuatlamacazqui, que eran las que servían en los cúes que también vivían en sus monasterios.
Hecho este sacrificio a honras de la diosa Xilonen, tenían todos licencia de comer xilotes y pan hecho de ellos, y de comer cañas de maíz. Antes de este sacrificio nadie osaba comer estas cosas; también de allí adelante comían bledos verdes cocidos, y podían oler también las flores que se llaman cempoalxóchitl, y las otras que se llaman yiexóchitl.

En el noveno mes llamado Tlaxochimaco, que como hemos visto era el mes de las flores, el buen fraile nos dice que …Dos días antes que llegase esta fiesta toda la gente se derramaba por los campos y maizales a buscar flores, así silvestres como campesinas, las cuales unas se llamaban … cempoalxóchitl.

Esta flor de la cual podemos aún disfrutar, está ligada a nuestros altares de muertos por más de cuatrocientos años, pues se la empezó a emplear con esta función, exclusivamente, una vez iniciada la Colonia, ya que como queda dicho anteriormente los antiguos mexicanos la usaban para todo tipo de fiesta y no nada más para los dedicadas a los muertos. Sin embargo, a pesar de que no podemos pensar en el Día de Muertos sin que nos llegue a la mente esta olorosa flor, no es la única que acompaña a las ofrendas mortuorias. Junto a ella, aparecen muchas especies más, tantas como flores crezcan en las diferentes regiones de nuestro país.  Los dolientes echan mano de una enorme variedad que sería un tanto agotante mencionar en este artículo.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas

La Nao de China.

El vocablo «nao» proviene del latín navis, a través del catalán nau, significo hasta el siglo XVIII la acepción de «nave». Después de la conquista de México y de las Filipinas en el siglo XVI, España extendió sus dominios considerablemente, hecho que la obligó a establecer una ruta marítima que recorría desde esta isla de Filipinas, y arribaba al Puerto de Acapulco en las costas occidentales de  la Nueva España. El buque encargado de efectuar dicho  recorrido recibió el nombre de Galeón de Manila, popularmente denominado la Nao de China. En su navegar, la Nao tocaba puntos tales como Japón, donde tomaba la corriente de Alaska que cruza de Asia hasta tal sitio. Ahí tomaba la corriente de California que baja de Alaska y lleva hasta la costa occidental de nuestro país, donde pasaba por varios puertos en los cuales la Nao se abastecía de comida y bebida. Las travesías de la Nao se efectuaban dos o cuatro veces al año.

leyendas mexicanasAl llegar al Puerto de Acapulco, único puerto autorizado para  descargar las mercancías que llevaba, éstas se enviaban a la Ciudad de México y al Puerto de Veracruz, punto este último desde donde se embarcaban hacia España. Ni que decir tiene que los piratas asediaban continuamente el Puerto de Acapulco, por lo que las autoridades españolas construyeron el Fuerte de San Diego para proteger a la Nao de China

A la Ciudad de México las mercancías que traía la Nao llegaban en mulas el día de Corpus Christi y se ponían a la venta con mucho éxito en los mercados de la Plaza Mayor, pues las personas gustaban mucho de adquirir objetos exóticos traídos de Oriente. En 1815, la Nao terminó sus famosos recorridos. Sin embargo, hoy en día en la fiesta de Corpus, en el Zócalo de nuestra ciudad, se venden mulitas hechas de palo y hojas de elote en recuerdo de aquellas que transportaron tan valiosa y apreciada mercancía oriental.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Mitos Cortos

Menichipa y Emai Cuaño. Mito cochimí.

Los cochimíes, etnia que habita el estado de Baja California Sur, hablaban una lengua ahora extinta llamada cochimí laymón, mti´pá, de la Familia Yuto-Cochimí. Viven en la comunidad de la Huerta y en San Antonio Necua. Se denominan a sí mismos tai-pais. Hoy en día existen alrededor de 195 indígenas.

mitos cortosLa cosmogonía cochimí cuenta que hace muchos miles de años, en el Cielo vivía un dios llamado Menichipa, Gran Capitán, El que Vive, quien creó la Tierra y todo lo que existe en ella, el Cielo, y un ser semejante a sí mismo que llamó Togomag. Poco después, Menichipa tuvo dos hijos, sin intervención femenina: El Veloz y la Perfección. Esta pareja de dioses tuvo a su vez un hijo al que llamaron Emai Cuaño; educado por su abuelo Menichipa  heredó todos sus poderes, y que con el tiempo fue el patrono de los matrimonios entre los seres humanos. Cuando Menichipa llevó a cabo la Creación no tuvo mucho cuidado, por lo cual ciertas cosas quedaron imperfectas. Pero Emai Cuaño se encargó de componerlas. Por ejemplo, endulzó las semillas que eran amargas, y domesticó a los animales que eran salvajes; colocó debajo de la Tierra fuego a fin de que los indios no tuvieran frío.

Pero como los humanos se quejaron de que hacía mucho calor Emai Cuaño escupió y su saliva se convirtió en mares, ríos, y lagunas. Los indios se enojaron porque había mucha agua, entonces el dios empezó a llorar y sus lágrimas se transformaron en lluvia. Ante tanta lluvia que les envió el dios, los hombres se pusieron furiosos con él y trataron de matarlo. Emai Cuañó se puso sumamente triste ante tanta ingratitud, aun cuando fracasaron en el intento, pues sólo lograron herirlo. Los malhechores huyeron y no se sabe adónde fueron. El que Vive creó a unos seres invisibles que le traicionaron y se volvieron sus enemigos. Cuando uno de estos seres moría, el dios lo llevaba bajo tierra para impedirles acceder al Cielo y ver a su dios.

Poco después, dotó de nombre a todas las cosas y enseñó a los seres humanos a aparearse y procrear, pues los hombres existentes habían sido hechos con sus manos, y ya estaba cansado de tal tarea. Hecho lo cual enseñó a las persona a celebrar ceremonias y a ejecutar danzas sagradas. Asimismo, les enseñó a enterrar a los muertos que hubiesen perecido de forma natural, y a los muertos violentamente ordenó que se les incinerase. En cambio, los que murieron valientemente tenían derecho a acceder a un lugar situado abajo del Norte, donde comerían venados, conejos, ratones y liebres. El Norte era el punto cardinal más importante donde la tierra era fértil, y había excelentes alimentos; en cambio, el Sur contaba con una tierra infértil y al él arribaban todas las personas malvadas.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tradiciones

Día de Muertos. IV. La bienvenida y despedida de las ánimas.

Recibir a las ánimas que llegan al mundo de los vivos año tras año, es el objetivo fundamental de la fiesta de Día de Muertos. Esta ceremonia es una de las más emotivas e importantes de la celebración, puesto que marca el momento culminante de acercamiento con nuestros antepasados. Es entonces cuando el arreglo de las tumbas, la elaboración del altar y la colocación de la ofrenda adquieren su verdadero sentido y función. Generalmente, la ceremonia de bienvenida inicia con el repique de las campanas de la iglesia, cuyo sonido simboliza el poder creador. Por su posición suspendida es acreedora al sentido místico entre lazador  del Cielo y la Tierra. La campana tiene el poder de entrar en el mundo subterráneo y es por ello que muchos grupos la emplean como instrumento ideal para llamar a los muertos al banquete anual. Asimismo, suele invocarse la presencia de los muertos por medio de rezos, misas e invocaciones, pues se trata de ritos piaculares que permiten a las ánimas llegar con bien y en estado de santificación a la tierra. Simbolizan la comunicación verbal con los seres espirituales y forman parte del continuum comunicativo, junto con otros actos presentes en la Fiesta de Muertos. En algunas comunidades, la música y la danza actúan como elementos psicopompes que ayudan a los muertos a encontrar el camino al mundo de los mortales, ya que desde muy antiguo ambas expresiones han tenido la facultad de desempeñar un papel mediador entre lo humano y lo divino, entre la tierra y el cielo. Otros elementos psicopompes de apelación a las ánimas lo constituyen el olor de las flores, el copal, el incienso, el humo, la luz de los cirios y de las velas.

Para recibir a las ánimas en Chacaltzingo, Morelos, a la entrada de las casas se coloca un arco de flores. La persona más anciana de la casa se sitúa al lado del arco y, con un sahumerio en las manos, invita a las ánimas a llegar hasta el altar, siguiendo el camino de pétalos de cempasúchil que los niños han formado para tal efecto. En el vecino poblado de Cuentepec, sobre el petate de la ofrenda se colocan jarros con agua fresca, para que los difuntos la beban, ya que vienen muy cansados y sedientos de su largo viaje.

En Zitala, Guerrero, el día 2 de noviembre, hacia el oscurecer, llegan cientos de maripositas blancas conocidas como “palomitas de la luz”. Se posan sobre los alimentos de la ofrenda y giran alrededor de las velas. Cada una representa a un familiar muerto, pues se las considera como espíritus viajeros y símbolo de resurrección. Por lo tanto, las almas al salir de sus tumbas adoptan la forma de mariposas.

Los cakchiqueles de Barrio de Guadalupe, reciben a las ánimas con música de tambor y de corneta. Los músicos van tocando por las calles y se detienen en las casas de los mayordomos y los regidores. Mientras tanto, las campanas repican en la mañana, al mediodía y al atardecer. El 1º de noviembre, los regidores nombran un ayuntamiento que durará solamente un día y cuya función consiste en gobernar al pueblo en nombre de los muertos. También designan un sacristán de los muertos, quien tiene la obligación de tocar la campana día y noche para invitar a las almas a divertirse bailando con música de arpa, violín y guitarra. En las casas de los muertos se colocan sillas para que éstos puedan descansar después de bailar. Cuando llegan, los familiares empiezan a rezar: los hombres rezan diez padres nuestros y las mujeres diez aves marías.

Entre los popolucas de Veracruz, las ánimas bajan a la tierra por gracia de Dios, el día 2 de noviembre. A las doce de la noche del día 1º, los familiares pronuncian los nombres de los seres queridos invitándolos a comer de la ofrenda. Las almas acuden encarnadas en hermosos grillos y coloridas mariposas, atraídos por el resplandor de las ceras que iluminan su camino. La luz es imprescindible, porque de no ponérselas los muertos no verían, se tropezarían y se lastimarían los pies.

En Tlaxpanaloya, Puebla, los indígenas nahuas piensan que las ánimas visitan a sus deudos quince días antes de la fiesta de muertos, con el fin de observar los preparativos que se están llevando a cabo. Los vivos no se percatan de su presencia porque no los pueden ver, aunque algunas veces las ánimas se encarnan en hombres y entran a la casa a platicar con los familiares. Cuando ven que ya todo está preparado y listo para esperarlos, se alegran mucho y están tranquilos hasta el memorable día.

Los tojolabales de Chiapas visitan a sus muertos en el panteón del pueblo y les ofrecen el siguiente rezo: – ”Ya llegué, padre. Ya llegué, madre. Ha llegado el día. Ha llegado la hora de venir a visitarte, para estar juntos. Te venimos a ofrecer lo que tenemos, un poco de comida. Tú lo sabes. Tú lo conoces. ¡Oh, Señor, que estoy en la tierra! Con gusto te venimos a ofrecer lo que tenemos. Coma. Será hasta la otra ocasión. Este día nuestros corazones, nuestras almas, lloran. Señor que estás en el Cielo, te pido, te suplico que nuestras lágrimas laven el dolor, la tristeza de nuestros corazones.Cuídanos, Señor, seremos tus obedientes. Así cuando se separen nuestras almas de nuestro cuerpo no sufriremos.”

Los huaves de San Mateo del Mar en Oaxaca, el Día de Muertos colocan sillas a todo el rededor de la ofrenda. El más anciano de la familia recorre la casa llevando un anafre con copal e invitando a las ánimas a comer de la ofrenda. Esta invitación se hace varias veces al día. Al tiempo que sahúma la casa, previene a las ánimas de que los alimentos son escasos, pero que se los ofrecen con mucho amor para que puedan cobrar fuerzas y regresar a su eterna morada.

Los mazatecos de San Pedro Ixcatán, Oaxaca, llaman a sus difuntos con la danza Toxo-ho, “fruto de ombligo”, en la que participan de diez a quince jóvenes. Los danzantes ejecutan saltos y contorsiones, al son de un violín y un tambor. El canto y la música son escuchados por las ánimas, tanto en la Gloria como en el Infierno. El canto dice así:
Te canto a ti, abuelo, a ti padre,
a ti madre.
En todas partes bailo el Toxo-ho,
tanto aquí como en el Infierno.

Los danzantes se disfrazan con huipiles, vestidos, rebozos y máscaras que les permiten guardar el incógnito. Primero danzan en el cementerio y, una vez que llegan las almas, recorren las calles del pueblo para recibir gratificaciones en dinero. Es obligación que bailen durante siete años seguidos. Si alguno es reconocido por la comunidad y por ello se niega a bailar, por el resto de su vida quince días antes de la fiesta, escuchará los lamentos, cantos y bailes que realizan los difuntos para castigarle por no haber cumplido con la costumbre.

Finalmente, digamos que en la Ciudad de México los chiquillos van por las calles pidiendo su “calavera”, como yo vi a mi hija hacer. En el fondo de una caja de zapatos forman la cara calada de una calavera, pegan en un extremo una vela que encienden y en el otro amarran una pita para sostener la caja. Así provistos van diciendo a las transeúntes o a los automovilistas que se detienen en los altos: – “¿No me da mi calavera?”

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Mexicanas Prehispanicas

Rayenari y Metzaka: el Sol y la Luna.

El dios principal Onorúame-Eyerúame, Nuestro Padre, “el que es padre”, en su infinita bondad regaló a los tarahumaras, pueblo asentado en el estado de Chihuahaua, el divino maíz para su supervivencia. Onorúame-Eyerúame  comprende en su esencia un elemento masculino: onorúame; y un elemento femenino, eyerúame. Esta divinidad el padre-madre de Rayénari, el Padre Sol, y de Metzaka, la Madre Luna; también tuvo como hijo a Chirisópori, el Lucero de la Mañana; además de ser sus hijos, son parte integral de su integridad divina. Onorúame-Eyeruame, deidad hermafrodita y dual,  carece de rostro; no es hombre ni mujer, no es bueno ni malo. Y no se le puede representar.

Onorúame-Eyerúame creó la música, la danza, y las almas para que los hombres pudieran conectarse  con los dioses. Él dio nacimiento a los torrentes de agua, a las montañas y a los abismos. Onorúame-Eyerúame creó los pinos, los encinos y los álamos; así como los osos, lobos, pumas, nutrias, y demás animales que forman el entorno de los rarámuris. Les enseñó a venerar al árbol, pues de ahí obtenían el fuego y la madera para fabricar los instrumentos que emplearían en las ceremonias rituales. Cuando llevó a cabo su creación, Onorúame-Eyerúame lo hizo cantando y bailando al compás del latido de la Nuestra Madre la Tierra, la cual lo acompañó haciendo de tambor.
Onorúame-Eyerúame, el Sol y la Luna, viven en el Cielo, junto con su hermano Chirisópori  el Lucero de la Mañana. El Sol cuida a los hombres durante el día y la Luna por la noche. A las deidades que habitan en el Cielo de las llama Repá Gatígame, “los que están arriba”. En el Inframundo están los Teré Gatígame, “habitantes de abajo”; ahí se encuentra Terégori, El de la Casa de Abajo, un feroz y malvado lobo que ataca a los hombres y les envía malos pensamientos. En el mundo de en medio está situada la Tierra, donde viven los hombres. Además de los dioses del Cielo y del Inframundo, existen muchos otros seres que pueden verse o no, y que viven en el agua o el aire encargados de causas las enfermedades en los seres humanos y aun la muerte.

Al ser parte integral de Onorúame-Eyerúame, Rayénari y Metzaka fueron también los creadores del universo. Los indios les rinde pleitesía por medio de cantos y danzas –entre las que destaca el Yumari, danza de carácter sagrado y cosmogónico-, a través del sacrificio de animales, y ofreciéndoles y bebiendo tesgüino, batari, para mantenerlos contentos. A los dioses se les suelen dirigir las siguientes palabras en las ceremonias rituales al Sol: Rayénari, tu eres el padre, te reverenciamos cuando apareces en el horizonte, con todo tu poder, luz y calor, llenas de brillo el mundo. Ya se ha ido a descansar, nuestra madre, la luma Metzaka. Que es blanca y pura. Por eso sacrificamos borregas blancas, gallos blancos y chivos blancos.

Cuando el Sol y la Luna, las dos fuerzas duales macho y  hembra, eran dos niñitos se vestían con una ropita hecha de palma, y vivían en una cabaña que construyeron también de palma. Pero sucedía que el Sol y la Luna estaban muy solitos, pues no tenían ovejas ni vacas. La única luz que recibían era la luz que esparcía sobre la Tierra el Lucero de la Mañana, por eso estaban enfermos de oscuridad. La Niña-Luna solía comerse los piojos de la cabeza del Niño-Sol; mientras el Lucero de la Mañana vigilaba la Tierra durante la noche. Cuando los dioses crecieron un poquito más, crearon a los hombres que vivieron en las sierras formadas por el máximo dios dual. Los hombres creados fueron delgados, altos, de ojos y pelo oscuro, y de fuerte musculatura que les permitía correr grandes distancias. Vestían taparrabo y camisa; y para que recordaran siempre que venían de una dualidad genérica, llevaban en la cabeza la  kowera, con dos tiras colgando por detrás que simbolizaban al Sol y a la Luna.

En los tiempos primigenios hubo muchos mundos que fueron destruidos consecutivamente. Antes de la última destrucción, los ríos iban en su continua marcha hacia el lugar donde nace el Sol, pero después cambiaron su curso. Algunos tarahumaras creen que los osos se dieron a la tarea de formar el mundo que hasta entonces era solamente un lugar lleno de arena. Había muchas lagunas alrededor de Guachochic, un poblado; sin embargo, cuando los indígenas llegaron al pueblo y bailaron la Danza del Yumari –que aún se baila durante las festividades para despedir al Sol y a la Luna- todo se puso en orden en la Tierra, y las rocas, que eran chicas y blandengues, se convirtieron en duras, grandes y con vida dentro de ellas. En estos tiempos, la Tierra era plana, las personas salían del suelo y su vida duraba un año, transcurrido el cual morían, como si fuesen hermosas flores de poca duración.

En ese lejano tiempo, había seiscientos tarahumaras, que no podían trabajar ni hacer nada, debido a la oscuridad que reinaba por doquier. Tropezaban siempre que caminaban y, para no caer y perderse, se tomaban de las manos. Estas primeras personas decidieron curar de su oscuridad al Sol y a la Luna. Para ello, mojaron unas cruces chiquitas con tesgüino (bebida de maíz fermentado), y con ellas les tocaron el pecho a los dioses. En seguida, los niños-dioses comenzaron a brillar y a expandir su maravillosa luz por toda la Tierra.

Una tercera versión nos cuenta que hubo un lejano tiempo en que el mundo se llenó de agua, se inundó. Al sur de Panalachic, población de Chihuahua, existía una montaña denominada Levachi, “guaje”, a la cual se subió una pareja de muchachitos a fin de salvarse de la espantosa inundación provocada por la naturaleza. Cuando el agua por fin descendió y la jovencita y el jovencito, que no eran otros que la Luna y el Sol, pudieron bajar, se llevaron consigo tres semillas de maíz y tres de frijoles que encontraron en le montaña. Las rocas que cubrían el suelo habían quedado muy blandas después de la inundación y las huellas de los pies de los muchachitos quedaron impresas en ellas. Aún ahora pueden verse. Entonces, decidieron plantar las semillas, al final de la tarea se acostaron a dormir. Soñaron toda la noche. Cuando fue tiempo, cosecharon lo que habían sembrado. De esta pareja descienden todos los tarahumaras. Pero ocurrió que los nuevos habitantes empezaron a pelear entre sí y, en castigo a su mal comportamiento, Dios envió mucha lluvia para que todos muriesen. Más tarde, cuando el diluvio hubo concluido, Tata Dios envió a tres mujeres y a tres hombres para poblar nuevamente la Tierra. Estos nuevos hombres sembraron tres tipos de maíz que son el amarillo, el duro, y el blando, que aún crecen en nuestros tiempos.

Sonia Iglesias y Cabrera


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Mitos Cortos

Ixchel, la blanca.

En la Península de Yucatán floreció una de las más excepcionales culturas mesoamericanas: la cultura maya. Como todos los pueblos del mundo, los mayas elaboraron una mitología plena de dioses y diosas que representaban elementos de la naturaleza y conceptos abstractos. De entre este enorme panteón maya, destaca una diosa llamada Ixchel, “la blanca”, esposa de uno de los dioses más importantes de la mitología: Itzamná, dios todopoderoso creador del mundo. Estos magníficos dioses tuvieron trece hijos: Yum Kaax, dios del maíz; Ek Chuah, dios del cacao, la guerra y benefactor de los mercaderes, y  los dioses de los sacrificios y de las estrellas.

Además, tuvieron hijas que fueron las diosas del paraíso, las aguas y la noche. Ixchel fue la Diosa de la Luna. Se la presentaba como una diosa vieja, fea y mala, que disfrutaba vaciando odres de cólera y maldad sobre el mundo; podía dar vida a los seres y a la naturaleza, regía el nacimiento de los niños y tenía la capacidad de curar. Enviaba a la Tierra las inundaciones y las tormentas que causaban graves daños. En esta advocación, se la representaba rodeada de símbolos de la muerte y la destrucción, con una serpiente enrollada al cuello y a la cabeza, y adornada de osamentas humanas; sus pies estaban formados por garras amenazadoras. Asimismo, suele aparecer tejiendo el telar de cintura, del cual fue la inventora, y se afirma que estaba tejiendo cuando atrajo la atención de su marido, el Sol. Como era la suprema tejedora, Ixchel estaba asociada a la Araña, cuya tela simbolizaba su placenta, ya que la Araña crea el hilo de la vida, a la manera de un cordón umbilical.

Mito mexicano breve - ixchel, la blancaA Ixchel se la adoraba en un templo que se localizaba en Dcuzamil de la provincia de Ecab, al cual los peregrinos acudían en canoas para pedirle les dijera los oráculos, pues la diosa era famosa por lo acertada. No faltaban las peregrinas que pedían a la diosa la capacidad de  tener muchos hijos, tantos como sus maridos quisieran. Agradecida, Ixchel tomaba bajo su protección a los fieles que la visitaban en su templo cargados de ofrendas de flores y comida. Otro de sus adoratorios se encontraba en la Punta Sur de Isla Mujeres, en un elevado acantilado, desde donde se podía ver un hermoso arco iris, fenómeno natural del cual Ixchel fue también deidad. Cuando alguna mujer daba a luz, las hechiceras acudían a la casa de la parturienta y depositaban una estatuilla de la diosa debajo de la cama de la recién parida. El mito nos dice que de ahí viene el nombre de la isla, ya que los españoles, al llegar a ella y ver una gran cantidad de estatuas pequeñas de la diosa, la llamaron Isla Mujeres. En su advocación de diosa de los partos se la llamó Sinal, cuyo significado alude a la capacidad de dar a luz.

La diosa Luna vivía en el Ahua, o cielo de los mayas, localizado en el cosmos, formado por nueve niveles y sostenido por cuatro dioses: los bacabs. Tales niveles, orientados en cuatro direcciones, se representaban por colores: al rojo correspondía el este; el amarillo al sur; el oeste era negro; y el norte simbolizaba el color blanco. Al centro, se erigía la gran Ceiba Sagrada.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas

Ceh, el Venado Sagrado

Desde muy antiguo, para los mayas el Venado, Ceh, ha sido un animal sagrado, venerado y admirado por su belleza y suprema agilidad. Ha sido para los indios el emblema de la lluvia, de la fertilidad de la tierra, de la renovación anual de las plantas, al cual se invocan sus favores en caso de sequía. Guardián y protector de los montes, Ceh, el Venado, ha simbolizado el movimiento del Sol desde el amanecer hasta la hora del crepúsculo. Animal de poder no sólo relacionado estrechamente con el Sol, sino con la Luna y la Lluvia.

Los mayas de Yucatán nos narran que Itzamná, el Señor de los Cielos, la Noche y el Día, hijo de Hunab Ku, Dios Solitario, el mayor de todos los dioses, creó la Tierra. Como sus representantes eligió a tres animales, la Serpiente, el Faisán y el Venado. Itzamná, el dios omnipotente, se representaba como un anciano creador del universo. Aunque también solíase representarlo como un animal fantástico, mezcla de serpiente, cocodrilo y lagarto, con pezuñas y cuernos de venado. Desde su residencia en el Cielo dirigía al cosmos sentado en una banda astronómica. Fue el primer sacerdote de la cultura maya a quien se debe la invención de la escritura y los códices; de las ciencias y de los conocimientos. En su inconmensurable bondad, creó a los mayas y al Mayab, el lugar donde debían residir.

Venado sagrado - Leyenda mexicana cortaLos mayas antiguos acostumbraban sacrificar venados en honor a sus dioses, a quienes les ofrendaban el corazón de estos dulces animales, y los sacerdotes untaban la sangre en las figuras los ídolos. Asimismo, por su carácter sacro los mayas escribieron sus códices sobre la suave piel ya curtida del Venado, para que la posteridad pudiese conocer su historia antigua. Es así como conocemos que el Venado era un animal psicopompe, encargado de relacionar a los humanos con los ancestros; es decir, los dioses.

El uinal denominado Ceh, Venado, fue el décimo segundo mes el calendario maya (del 11 al  30 de noviembre). En este mes se efectuaban celebraciones a la fuerza generadora del universo, al igual que en el mes Zip, tercero del calendario, también Venado por extensión, ya que en él se llevaba a cabo un festival dedicado a los dioses  en el que se hacía referencia a la sangre derramada durante la caza de dicho animal. Así pues, Zip era el mes en que los cazadores realizaban su fiesta. En el día siete de este mes, se veneraba a los dioses de la caza: Ah Cancum, Zuhuyzib y Zipitabai. Los cazadores embarraban con betún azul  una flecha y una cabeza de venado y bailaban sin descanso; asimismo, se horadaban las orejas y la lengua, y se pasaban por los agujeros siete hojas de una yerba llamada ac. Actualmente, al protector de los venados se le llama Zip, se trata de un wayjel íik’, espíritu de los vientos, cuya morada son las cuevas y los ojos de agua, en donde se efectúan ceremonias de petición del sagrado líquido. Zip es un venado pequeño que lleva entre sus cuernos un panal de abejas. Cuando gime es señal de que los cazadores lo están persiguiendo y trata de avisar del peligro a los otros venados, sus hermanos.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Tradiciones

Día de Muertos. III. Los altares de muertos y su simbología.s

La colocación de los altares con su ofrenda es el eje fundamental de la Fiesta de Muertos. Poner el altar a los difuntos constituye un sacrificio propiciatorio, pues por medio del ofrecimiento de alimentos y objetos se desea  tenerlos contentos y mantenerlos en paz para que, venido el caso, puedan y quieran proporcionarnos su ayuda y su protección. Por lo tanto, se trata también de un rito de apaciguamiento tendiente a hacer desaparecer el enojo de los antepasados y evitar que nos provoquen algún daño cuando, voluntaria o involuntariamente, no les pongamos su anual ofrenda.

En el campo de la simbología, el altar nos remite a lo sagrado, al sitio donde convergen todos los actos rituales, el lugar donde lo sagrado se condensa, donde el ser se vuelve sagrado. De esta concepción universal y de su especificidad cristiana, se derivan la mayoría de nuestros altares de muertos, como una derivación estructural de los utilizados en los ritos católicos: una mesa con una ara encajada en ella, sobre la cual se extienden los corporales para celebrar el sacrifico de la misa.

Como casi todas las manifestaciones tradicionales de la cultura popular que expresan la cosmovisión de los mexicanos, la costumbre de poner altares de muertos conlleva el sincretismo, la adopción y/o la adaptación de rasgos indígenas e hispanos, de aquéllos que pertenecen a la tradición precortesiana y de aquéllos que fueran impuestos por la colonización armada e ideológica.

Un análisis nos ha permitido establecer una tipología de los altares de muertos en atención a criterios tales como el espacio en donde se colocan, su estructura morfológica, la condición específica del alma del muerto y la extemporaneidad de los altares; esto es, grupos para los cuales no existe fiesta de muertos, pero que colocan sus altares en otras fechas no menos importantes. Dicho lo cual tendríamos las categorías espacio, forma, condición y tiempo como determinantes de su carácter simbólico.

Dia de los muertos. Altar con arcoPor el espacio en que se colocan tendríamos la casa, la iglesia y el cementerio. Por su forma, los altares de la casa pueden estar en la mesa y el suelo con arco o sin él, en niveles, suspendidos del techo, o en alacenas y repisas. En la iglesia pueden tener forma de ataúd o catafalco, o bien estar estructurados en niveles. En el cementerio, las tumbas sirven de altar y pueden adornarse con arco o carecer de él.

Casa, tumba e iglesia conforman tres espacios simbólicos cuya elección conlleva razones semióticas. Así pues, la casa representa el centro del mundo, la imagen del universo y la posición de los hombres frente a las potencias soberanas del otro mundo, a la vez que nos remite al ser interior, cuyas diferentes partes simbolizan los diversos estados del alma. Para cada hombre su casa es su microcosmos. Por su parte, la iglesia, el templo, es el recinto sagrado erigido a las divinidades y destinado al culto y al sacrificio; es por excelencia el reflejo del mundo divino, la habitación de los dioses sobre la Tierra. Dentro de la escatología indígena es el lugar al que acuden las almas a su regreso a la Tierra el Día de Muertos,  y del cual saldrán, renovadas y  purificadas, hacia el banquete mortuorio al que  tienen derecho el próximo año. En cuanto a la tumba, constituye la morada del difunto, tal como en vida lo fue su casa. Es un signo material del alma, el lugar de la metamorfosis donde el cuerpo se transforma en espíritu y del renacimiento que se prepara cuando llegue la hora de la resurrección. A la tumba también regresan las almas para comer la esencia de su festín novembrino y es de la tumba del cementerio desde donde muchas comunidades indígenas  dirigen y custodian las almas hacia la casa donde habitaron en vida.

Gran importancia reviste el simbolismo del arco en los altares de muerto; por ejemplo, para los nahuas de Zongolica, Veracruz, el arco simboliza la Puerta del Cielo; por él llegan las almas guiadas por el aroma de las vainas y la flor de cempasúchil. El arco se debe purificar con copal y agua bendita. La mayoría de los arcos llevan guindados frutas, flores y pan, pero los mayas de Yucatán utilizan otros motivos decorativos y simbólicos.

Cuando los altares se colocan en el suelo, debemos pensar en su valor analógico de tierra, símbolo indiscutible de la función materna, la que da forma y otorga la vida; simboliza la fecundidad y la re-generación; la tierra cría a todos los seres y los alimenta, y luego los recibe en su seno a la hora de la muerte.

Dia de los muertos en Mexico. Altar escalonadoHay también altares que adoptan la forma de pirámides escalonadas que participan del simbolismo del túmulo, el montecillo artificial con que algunos pueblos antiguos cubrían los cuerpos de los difuntos y que servía para evocar la colina que surgió de las aguas primordiales en el nacimiento de la Tierra. La forma ascendente del túmulo, que con el paso del tiempo devino catafalco, simboliza la comunicación con el Cielo, con las almas que lo moran y con Dios. Es, por ende, el lugar del encuentro entre dos mundos: el de acá y el del más allá que se ponen en contacto durante la celebración a los muertos.

Si atendemos a la condición específica del alma del difunto, encontramos altares dedicados a los muertos grandes que fallecieron de muerte natural, y que ocupan el lugar preferencial de los altares. Otros dedicados a los muertos en forma violenta: los “matados” y “fracasados” llamados así porque no murieron como Dios manda, no tienen altar propio sino que comparten una parte del altar dedicado a los muertos grandes. A veces, se les pone un altar que consta tan solo de flores y velas, en el lugar donde ocurrió su trágica muerte. El ánima sola es un alma triste porque no tiene quien le ponga altar, es por eso que en muchos barrios de Xochimilco, los “fiscales” y los “mandones” piden parte de la ofrenda de las casas, para obsequiarla a esta ánima que llega el 1º de noviembre a las dos de la mañana. Debido a que van tocando una campanita desde la iglesia y a lo largo de su recorrido, reciben el nombre de “campaneros”, y a su acción se le denomina campanatome. Acompañan el sonido metálico de las campanas con un sonido nasal que producen con la boca, a fin de simular que las ánimas están pidiendo su ofrenda. A su vez, los nahuas de Chicontepec, Veracruz, además del altar principal dedicado a los muertos grandes, colocan otro más pequeño, en la parte externa posterior de la casa, destinado al ánima sola.

Los niños muertos también tienen derecho a sus altares. A los angelitos, los nimbos o abrojos, y a  los limbos el pueblo les dedica altares con características especiales; a saber, su comida no debe condimentarse con chile porque les perjudicaría la salud; es imprescindible que  los candelabros, las flores,  los sahumerios y casi todos los objetos que se colocan en el altar, sean blancos, pues este color simboliza la pureza. A los niños muertos se les ponen dulces de alfeñique o azúcar vaciada, con los que se elaboran multitud de figuras. En otros lugares, los altares se adornan con juguetitos de barro pintados; así, cuando lleguen las ánimas chiquitas podrán jugar tal como lo hacían en vida. Todos los altares cuentan con panes en miniatura, pues es sabido que a los niños les gusta mucho, al igual que las frutas y el dulce de calabaza. Es característico que los elementos de la ofrenda se elaboren a escala reducida, de acuerdo al tamaño del muertito. Si se ponen objetos grandes o que pertenezcan a los altares de adultos, los niñitos se enojarán, se pondrán tristes y no comerán de lo ofrecido.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Mexicanas Prehispanicas

Los fatales presagios de la conquista de Tenochtitlan.

Una parte del Códice Florentino relata que alrededor de unos diez  antes de la conquista de Mexico-Tenochtitlan por los invasores españoles acaecida en el año de 1521, ocurrieron varios sucesos o presagios, que anunciaron el cataclismo histórico y cultural que habría de ocurrir y afectar no sólo a la cultura del grupo hegemónico, sino a todas aquéllas que integraban lo que actualmente llamamos el territorio mexicano, entonces bajo la égida de los mexicas. Tales presagios fueron recopilados por el fraile Bernardino de Sahagún en su estupenda obra Historia general de las cosas de la Nueva España.

El primero de dichos presagios da cuenta de la aparición de un gran cometa que se vio hacia la parte oriental de Tenochtitlan. Se trataba de una llama de fuego resplandeciente que echaba muchas centellas. Tenía forma piramidal, pues lo ancho de su base se iba agostando en la parte superior. Este cometa aparecía después de la media noche y duraba visible hasta por la mañana, ya que la luz del Sol lo tornaba invisible. Cuando aparecía causaba desasosiego entre los indios que le veían, quienes espantados proferían muchos gritos de miedo, pues creían que era un anuncio de grandes calamidades por venir. A decir del fraile: …a esta tierra apareció en el cielo una cosa maravillosa y espantosa, y es, que apareció una llama de fuego muy grande y muy resplandeciente: parecía que estaba tendida en el mismo cielo, era ancha de la parte de abajo, y de la parte de arriba aguda, como cuando el fuego arde…

Conquista TenochtitlanEl segundo presagio sucedió en el templo dedicado al dios tutelar Huitzilopochtli, Colibrí Zurdo, el dios principal del panteón azteca, el cual se incendió de repente y sin causa aparente. Las llamas salían del adoratorio sin que el agua que los sacerdotes le echaban consiguiera poner fin a fuego tan pertinaz, por el contrario, al contacto con el líquido las llamas se engrandecían. El templo se destruyó: …fue que el capitel de un cu de Vitzilopuchtli, que se llamaba Totleco, se incendió milagrosamente y se quemó; parecía que las llamas de fuego salían de dentro de los maderos de las columnas, y muy de presto se hizo ceniza…

El tercer presagio tuvo lugar cuando un rayo mudo cayó en el techo de paja del templo dedicado al dios Xiuhtecutli, el cual se destruyó completamente: …fue que cayó un rayo sobre el cu… el cual estaba techado con paja, llamábase Tzumulco: espantáronse de esto porque no llovió sino agua muy menuda, que no suele caer rayos cuando así llueve, ni hubo tronido, sino que no saben cómo se incendió.

El cuarto presagio se dio por medio de un cometa que cruzó de occidente a oriente, regando grandes fuegos y centellas. Su cola era muy larga, al verla los indios gritaron aterrorizados: …fue que de día haciendo sol cayó una cometa, parecían tres estrellas juntas que corrían a la par muy encendidas y llevaban muy grandes colas… iban echando centellas de sí: de que la gente las vio comenzaron a dar gritos…

Repentinamente, el lago de Tenochtitlan se levantó como si hirviera, pesar de que no soplaba aire alguno. Una enorme tempestad se formó en la laguna, y las olas furiosas acabaron con las casas que pudieron. Este fue el quinto presagio: …fue que se levantó la mar, o laguna de México con grandes olas: parecía que hervía, sin hacer aire ninguno, la cual nunca se suele levantar sin gran viento: llegaron las olas muy lejos y entraron entre las casas, sacudían en los cimientos de las casas, algunas de estas cayeron: fue grande espanto de todos por ver que sin aire se habían embravecido de tal manera el agua.

Pasado dicho acontecimiento, se escuchó por toda la ciudad la voz de una mujer que al tiempo que lloraba decía: ¡Oh, hijos míos, ¿a dónde os llevaré? Este fue el augurio número seis: …fue que se oyó de noche en el aire una voz de mujer que decía: ¡Oh, hijos míos, ya nos perdimos, a dónde os llevaré!

Unos pescadores que se encontraban trabajando, pescaron en su red un pájaro del tamaño y color de un águila, la cual portaba en medio de la cabeza un espejo. Llevaron  tan extraña ave al Huey Tlatoani Moctezuma, pasado el mediodía, cuando se encontraba en una sala de su palacio, Moctezuma se fijó en el espejo redondo y pulido, y vio que llevaba estrellas llamadas mamalhuaztin. Ante su vista, el emperador se asustó y dejó de ver el espejo; pero la curiosidad fue más grande y reincidió; cual no sería su espanto cuando vio reflejado en él a jinetes armados que galopaban frenéticamente. El miedo del rey no tuvo límites. Fuera de sí, recurrió a sus astrólogos, sacerdotes y sabios a  quienes preguntó el significado de aquella extraña visión. Pero gente tan sabia se quedó sin respuesta: nadie supo de qué se trataba. Así se cumplió el presagio número siete: …tenía esta ave en medio de la cabeza un espejo redondo, donde se parecía el cielo, y las estrellas, y especialmente los mastelejos (cierta clase de estrellas) que andan cerca de las cabrillas (signo del Toro): como la vio Moctezuma espantóse, y la segunda vez que miró… vio muchedumbre de gente que venían todos armados encima de caballos, y luego Moctezuma mandó llamar a los agoreros y adivinos…

El último augurio, el octavo, ocurrió cuando aparecieron hombres de dos cabezas. Se los llevaron a Moctezuma, tan amante de los fenómenos. Una vez que fueron vistos por el Tlatoani mayor, los hombres de dos cabezas desaparecieron: La octava señal o pronóstico, fue que aparecieron muchas veces monstruos de cuerpos monstruosos, llevándolos a Moctezuma, y en viéndolos luego desaparecían.
Sonia Iglesias y Cabrera.