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Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas Tlaxcala

Tecuelhuetzin en la leyenda

Tecuelhuetzin nació, en un año desconocido. en lo que actualmente conocemos como el estado de Tlaxcala. Tuvo por padre a Xicoténcatl El Viejo y como hermano a Xicoténcatl El Joven, ambos personajes de controversia histórica debido a sus alianzas con los guerreros invasores españoles para acabar con que el imperio mexica.

Esta princesa tlaxcalteca, tuvo la mala suerte de casarse con Pedro de Alvarado, conquistador español a quienes los indígenas llamaba Tonatiuh, el Sol, ya que era muy rubio, tirando a pelirrojo y muy alto. Pedro de Alvarado participó en la batalla contra los tlaxcaltecas, quienes perdieron la pelea y se aliaron con ellos para luchar contra los tenochcas, sus eternos enemigos. Fue en estas circunstancias cuando los caciques de Tlaxcala obsequiaron a sus mujeres a los ganadores, a los capitanes de Hernán Cortés.

Así, la dulce princesa tlaxcalteca Tecuelhuetzin fue dada a Alvarado, aunque en un principio estaba destinada a Cortés, pero al final acabó con el Sol, ya que Hernando estaba casado. El matrimonio entre la tlaxcalteca y el español, por cierto a la manera indígena, era una manera de asegurar la alianza entre los dos bandos para luchar contra los mexicas. Como no fue bajo los ritos católicos, no se le consideraba un matrimonio muy legítimo.Tecuelhuetzin en un códice.

Al ser cedida al rubio español, se le cambió el nombre y la bautizaron como Luisa. Del matrimonio nacieron dos hijos: el primero un varón que recibió el nombre de Pedro, y la segunda una hembra a la cual llamaron Leonor, quien luego se casaría con Francisco de la Cueva. Pedro, hijo, nació en Tutepeque y Leonor en Utatlán. Algunas fuentes afirman que hubo un tercer hijo.

Tecuelhuetzin participó, junto con otras mujeres indígenas y españolas en la famosa batalla conocida como la Noche Triste. Batalla donde Alvarado se salvó por un pelo saltando con su lanza los puentes de la acequia de Tacuba; a esta acción se la conoce como el Salto de Alvarado, la cual dio origen al nombre de la calle Puente de Alvarado, situada en la antigua calzada que conducía al señorío de Tlacopan. (Cfr. Sonia Iglesias y Cabrera, “Pedro de Alvarado, El Cruel”)

Cuando más adelante, y después de la caída de Mexico-Tenochtitlan, fue enviado a participar en la conquista de Guatemala en 1524, se llevó a su mujer con él, y fue nombrado alguacil mayor de los Caballeros de Guatemala, El Salvador y Honduras.

No hay fuentes que nos informen acerca del trato que Pedro daba a Tecuelhuetzin, pero es fácil adivinarlo pues era el conquistador de México y Guatemala, cuya presencia imponía a los indígenas que nunca habían visto personas rubias, y que contaba en su haber un terrible genocidio, llevado a cabo en el Templo Mayor aprovechando una festividad: Cuando los señores mexicas danzaban completamente desarmados, las tropas hispanas cerraron las salidas del Templo Mayor y dispararon contra los nobles tenochcas. Tasajeaban y acuchillaban con las espadas, atacaban por la espalda; cabezas y brazos volaban por doquier, desgarraban cuerpos, herían muslos y pantorrillas, destrozaban abdómenes y arrastraban los intestinos. Los nobles corrían, pero no lograban ponerse a salvo. Habían caído en una trampa mortal. Los muertos fueron incontables. Los españoles se refugiaron en las casas que los mexicas habían puesto a su disposición, y procedieron a apresar a Moctezuma Xocoyotzin. (Ibidem)

Además, al llegar a Guatemala, Pedro, El Cruel contrajo matrimonio por la iglesia con Doña francisca de la Cueva en el año de 1527.

Doña Luisa Tecuelhuetzin murió en tierras guatemaltecas en el año de 1537, y se encuentra enterrada en la catedral de Antigua Guatemala.

 

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Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas Tlaxcala

Motenehuatzin, el poeta

Tizatlán, Lugar de la Tiza, fue uno de los cuatro señoríos de Tlaxcala, junto con Tepeticpac, Ocotelulco y Quiahuiztlán, los cuales formaban una federación manteniendo una cierta autonomía. Los gobernantes de los señoríos gustaban de las artes, de la oratoria y de la poesía.

Una leyenda tlaxcalteca nos cuenta que Motenehuatzin, hijo del señor de Tizatlan, destacaba por su inteligencia y su belleza. Fue hermano de Xicohténcatl El Joven y se convirtió en uno de los poetas más destacados de Tlaxcala.

Cuando llegó a la edad conveniente, su padre lo envió al Cuicacalli, la Escuela de Canto, para que se educara en las bellas artes del canto y la música. Cuando fue creciendo solía caminar por los floridos jardines de Tizatlán sin darse cuenta de que era admirado por las doncellas que lo contemplaban durante sus paseos. Todos le admiraban pue se le consideraba como un buen cantor, el predilecto de sus maestros.Ruinas del Señorío de Tizatlán

En el año de 1490 Señor de Huexotzingo, el Rey Poeta, de nombre Tecayehuatzin, tuvo la idea de realizar un concurso de poesía entre los poetas de los cuatro señoríos y de otras localidades de habla náhuatl, pues era muy afecto a los cantos. Concurso en el que participarían todos los poetas de Chololan, Tlaxcalan, Chalco y Texcoco, quienes versificarían y discutirían acerca de la trascendencia y del significado de la poesía. Como participantes se encontraban Ayocuan Cuetzpaltzin de Tecamachalco, Aquiauhtzin de Ayapanco, Xicoténcatl, Motenehuatzin, Xayacámach, y por supuesto Motenehuatzin, entre otros más.

Para tal efecto, el palacio de Tecayehuatzin se adornó de la manera más vistosa posible. Los señores principales y los participantes al concurso ocupaban los lugares de honor, mientras que el pueblo ocupaba las graderías.

Cuando pareció en el palacio Motenehuatzin vestido lujosamente con ropajes de colores rojo y blanco, símbolo de los tlaxcaltecas, todos los presentes lo admiraron por su majestuoso porte y su belleza. Entonces el príncipe poeta empezó a recitar:

Sólo he venido a cantar / ¿Qué decís, oh, amigos? / ¿De qué habláis aquí? / Aquís está el patio florido, / a él viene, / ¡Oh, príncipes! El hacedor de cascabeles / con llanto viene a cantar, / en medio de la primavera. / Flores desiguales. / Cantos desiguales, / en mi casa todo es padecer…

Al terminar el poeta su participación se oyeron exclamaciones de los asistentes que le ovacionaron por su actuación. Los huehues sonaban a más no poder y se escuchaba el impresionante lamento del caracol ceremonial.

Ni que decir tiene que Motenehuatzin fue el ganador del concurso, aquel que opacó a todos los participantes. Al llegar a su palacio, su padre, el Señor de Tizatlán, lo abrazó. Le felicitó y le dijo que merecía con creces ser el nuevo cacique de la ciudad.

De tal encuentro de sabios poetas da cuenta la obra Diálogo de la poesía: Flor y Canto cuyos folios se conservan en el manuscrito titulado Cantares Mexicanos, en donde se puede leer la salutación de Tecayehuatzin que dio inicio al concurso.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas Yucatan

¿Eres tú, Balam?

En cierta ocasión un señor caminaba cerca del Cerro Kinich-Kak-Moo, localizado en el Municipio de Izamal, Yucatán, cuando escuchó una tierna voz de mujer que decía: – ¿Eres tú, Balam? Desconcertado, volteó para todos lados con el fin de averiguar quién pronunciaba tales palabras, y se dio cuenta de que la que hablaba era una flor de siempreviva. El hombre le respondió a la pequeña flor que no era Balam. Muy triste, la florecita se ofreció a contarle su terrible tragedia.

Le dijo al hombre que ella había sido una sacerdotisa del Templo de Itzamatul, hija del Señor de Izamal. Por su condición religiosa estaba obligada a hacer voto de castidad. Por lo tanto, no debía enamorarse de nadie y mucho menos entregarse a los placeres del amor carnal. Sin embargo, un día acudió al ceremonial Juego de Pelota, y conoció a un hermoso y valiente guerrero llamado Balam. En cuanto se vieron, ambos jóvenes quedaron perdidamente enamorados.

Empezaron a verse a escondida del padre de la bella sacerdotisa y de los encargados del Templo de Itzamatul. Sin embargo, las precauciones que tomaron no fueron suficientes, y un día fueron descubiertos. El padre, al conocer el terrible secreto, montó en cólera y ordenó que su hija fuera sacrificada al dios Kinich Kakmó, también conocido como Kinich Ahau, Señor del Ojo del Sol. Además, ordenó que el valiente guerrero observara el sacrificio para que aprendiera la lección.

La bella flor de siempreviva

Llevaron a la pobre sentenciada al templo donde iba a tener lugar el sacrificio. Estaba hermosa con su huipil bordado con plumas, y la cara y el cuerpo pintados para la ocasión. La colocaron en la piedra donde iba a tener lugar el sacrificio, y con un cuchillo de pedernal un sacerdote le abrió el pecho y le sacó el corazón.

El corazón palpitante de la niña escapó de las manos del sacerdote que había efectuado el sacrificio y rodó las escaleras del templo hasta llegar a los pies del amado guerrero. Solamente se escuchó una dulce voz que decía: – ¡Tómame, querido Balam, soy tuya para siempre!  El joven, obediente, tomó el corazón y huyó. Por la noche, acudió al templo para enterrar el corazón en la parte baja, y le juró a la muchacha que volvería por ella.

Pero nunca volvió. Y desde entonces la joven, convertida en una pequeña flor de siempreviva, cuando escucha los pasos de un hombre siempre pregunta esperanzada: – ¿Eres tú, Balam?

Sonia Iglesias y Cabrera

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Ciudad de México Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas

Las Flores del Toloache

Hace mucho tiempo, mucho antes de que Tenochtitlan fuera desaparecida por los conquistadores españoles, existió un gran Señor que tenía siete hijos. Cada uno de ellos se llevaban un año. Era apuestos y audaces.

En cierta ocasión, el tlatoani se encontraba en sus aposentos descansando. Su recámara daba a un patio lleno de flores y de árboles. De pronto, el hombre se despertó al escuchar el llanto de una niña que se encontraba, desnuda y muerta de hambre, a la puerta de la estancia donde descansaba. Al verla, se dio cuenta de que la pequeña era sumamente bonita y decidió adoptarla y tratarla como si fuese su propia hija.

La niña comenzó a crecer, y cada vez era más bella. Su belleza deslumbraba a todo aquel que la veía. Como era de esperarse, los siete hijos del tlatoani se enamoraron perdidamente de la joven. Este hecho trajo como consecuencia que los hermanos empezaran a odiarse y a celarse los unos de los otros. La vida en palacio se convirtió en un terrible infierno. Sin embargo, la bella muchacha quería a los siete galanes como si fueran sus verdaderos hermanos, y no estaba enamorada de ninguno en particular.

La bella flor del toloache

Entonces, los siete hermanos decidieron entablar un combate para decidir quién se casaría con ella. El combate debía ser a muerte, y el único sobreviviente sería el afortunado esposo de la joven. Cuando el tlatoani se enteró de lo que planeaban hacer sus hijos para obtener el amor de la chica, tomó una horrenda decisión y ordenó a tres de sus guerreros que le quitaran la vida a la pequeña, pues era consciente de que no había otra manera de solucionar el conflicto.

Los guerreros se llevaron a la pobrecilla a un monte cercano a palacio y la apuñalaron. La muchacha cayó al suelo herida, pero no estaba muerta, aunque eso creyeron sus asesinos. Cuando despertó y se dio cuenta de lo ocurrido, se levantó y corrió a través del bosque en la más absoluta oscuridad. Pero pronto salió la Luna e iluminó el bosque. En ese momento la planta del toloache abrió sus flores. Una de ellas se dirigió a la asustada niña y le dijo que se escondiera dentro de ella. Inmediatamente la joven se hizo tan pequeña que pudo meterse entre los pétalos de la flor.

Desde entonces la bella joven vive en las flores del toloache, y los dioses le dieron poderes maravillosos a la planta por su buena acción. Pues el toloache es capaz de calmar los dolores de las personas, quita el insomnio, dilata las pupilas y cura las hemorroides. Su capacidad terapéutica es muy grande.

Para evitar que los siete hermanos enloquecidos de amor encuentran a la bella, las flores del toloache solamente se abren en las noches de plenilunio, y aunque los príncipes se transformaron en mariposas para encontrarla, nunca lo harán ya que las mariposas no pueden acercarse a dichas flores porque su olor las mata.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Jalisco Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas

La bella Tzapotlatena

Cuenta una leyenda prehispánica de Zapotlán El Grande, municipio del estado de Jalisco,  que en uno de los pueblos asentados alrededor de la Laguna de Zapotlán, llamado Tlayolan, vivía una mujer muy bella. Esta dama tenía fama de ser una excelente curandera, capaz de curar cualquier enfermedad por reacia que fuera. La increíble mujer llevaba el nombre de Tzapotlatena.

La hermosa curandera era nieta de una señora muy respetada  por la comunidad, y una de las más ancianas. Razón por la cual la curandera era asimismo muy respetada y querida. Además de que era muy admirada por sus dotes curativas que eran extraordinarias, por el conocimiento tan amplio que tenía de las plantas medicinales de la región, y por ser una mujer de lo más virtuosa y recatada.

En cierta ocasión, Tzapotlatena se encontraba en el campo estudiando las plantas y recolectado algunas que le hacían falta para su reserva, que siempre gustaba que estuviese bien surtida para lo que pudiera ofrecerse. En esas estaba cuando vio que un niño se acercaba a ella corriendo y gritando. Cuando el pequeño estuvo junto a la curandera le dijo que su madre se encontraba en trabajo de parto, pero que la situación era muy delicada ya que el bebé no lograba salir del vientre de su madre.

La Diosa Tzapotlatena

Al escuchar el relato del pequeño, la Tzapotlatena corrió a la casa de la parturienta para ayudarla. Sin embargo, el parto se presentaba muy dificultoso y lo realizado por la curandera no surtía ningún efecto positivo. En ese momento, la mujer, en su desesperación por ayudar a la mujer, les pidió a unos hombres que se encontraban fuera del jacal observando lo que sucedía, que le trajeran mucha resina de los pinos, toda la que pudieran. Los hombres partieron presurosos a cumplir con el encargo. Cuando regresaron a la choza, la Tzapotlatena se apresuró a hacer emplastos que colocó en el vientre de la parturienta, quien se encontraba loca de dolor.

Al poco rato, los emplastos surtieron efecto y el dolor de la pobre mujer fue cediendo. Nació un niño fuerte y sano. La bella curandera estaba impresionada por los poderes de los emplastos de resina. Nunca se imaginó que fuesen tan efectivos. Desde entonces cuando debía auxiliar a una mujer en trabajo de parto, empleaba los emplastos de resina para ayudar su dolor y para facilitar el parto si éste se presentaba dificultoso. Los maravillosos emplastos no solamente le servían para ayudar a las parturientas, sino que podían curar otro tipo de enfermedades. Su poder curativo era muy variado.

En una ocasión a Tzapotlatena la mordió una serpiente muy venenosa, y se puso muy grave. Le aplicaron sus famosos emplastos de resina, pero la mujer no reaccionaba y cada vez se ponía más mal. Conforme pasaban los días la curandera adelgazaba y el color se le iba de la cara. Al final, la curandera murió. Ella que había curado a tantas personas no había podido curarse a sí misma. Su funeral fue muy hermoso y concurrido, toda las comunidades de la zona acudieron llevando flores blancas como homenaje a una mujer tan bondadosa y sabia. Se convirtió en una diosa a la que los enfermos rezaban y solicitaban un milagro.

Además, los curanderos la convirtieron en su deidad, a quien veneraban por su descubrimiento de los salvadores emplastos de resina. Como siempre curaba a quien la veneraba pronto se hizo famosa no solamente en Jalisco, sino aún en el Señorío de Michoacán y en el Reino de Cazcan. El pueblo de Tlayolan donde la bella diosa había nacido, se convirtió en Tlayolan-Tzapotlan, el sitio donde se la veneraba y dedicado a la Diosa de los Curanderos.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas Yucatan

Ki, el Henequén

El nombre científico del henequén es Agave Fourcropydes, especie que pertenece al Género Agave; puede crecer hasta los dos metros de altura, sus hojas son rectas, ensiformes, con una espina en la punta, y una hermosa inflorescencia color amarillo. En español lo conocemos como henequén o sisal, debido al puerto del mismo nombre; y en lengua maya se le llama ki, kiij o elsokil; de acuerdo a sus cualidades se le suele nombrar sac ki al henequén blanco, yaax ki al verde, y kitam ki al jabalí. El henequén es originario de la Península de Yucatán. Con la fibra de sus hojas se hacen multitud de productos para uso industrial, de ornato, y doméstico. Las principales zonas de cultivo en la Península son Tixkokob, Izamal, y Motul.

Los mayas antiguos conocían al ki, con el cual elaboraban diversos artículos de uso diario como vestimenta, morrales, cuerdas, hamacas, y esteras, para mencionar solamente algunos. El henequén tenía un carácter sagrado pues su conocimiento se debía a Zamná, deificado con el nombre de Itzamná, el gran sacerdote maya que comandó a los itzáes y fundador de Chichén Itzá en 525. Héroe cultural de los mayas a quienes dio conocimientos para seguir adelante con su extraordinaria cultura, quien, como nos informa la autora de esta reseña:

En la cosmovisión maya Itzamná ocupa un papel fundamental en la creación del universo. Sentado desde una banda astronómica, símbolo de los planetas, dirigía al cosmos desde su morada en el Cielo. Itzamná, creador del fuego y del corazón, representaba la muerte y el renacimiento de la naturaleza. Debido a su carácter omnipresente se le representó de muy variadas formas: como viejo desdentado; como pájaro sagrado, Itzam Ye, símbolo del plano celestial; y como cocodrilo, Itza, Na Kauil, connotación  del plano terrestre. Asimismo, su imagen podía representarse con atributos de jaguar, venado, pez, y serpiente. Fue asociado con el agua, el fuego, la vida y la muerte. Estaba vinculado con el rostro del Sol y con la lluvia y, por ende, con la agricultura. Fue el hijo de Hunab Ku, el dios único, y esposo de la diosa Ixchel, la truculenta Diosa de la Luna. Su nombre proviene de su famosa frase con la que se definió ante los hombres: Itz en kaan, itz en muyal, soy el rocío del Cielo, soy el rocío de las nubes. Pero su nombre también puede significar “casa de la iguana” Según el historiador Eric Thompson, su nombre deriva de itzam, lagarto, y de naaj, casa, lo cual nos daría Casa de Lagarto. El Dios Cocodrilo enseñó a los hombres el cultivo y el uso del ki, henequén. Además, fue el primer dios-sacerdote inventor de la escritura y de los libros, y el mecenas de la medicina. Es nada menos que el descubridor de las ciencias y el conocimiento, y patrón del día Ahua, el último y el considerado el más importante de los veinte días maya que conforman el mes.

El Maravilloso Henequén

Cuando Zamná abandono Chichén Itzá, se dirigió a la ciudad de Izamal, donde encontró la muerte, cuyos restos fueron distribuidos por varios edificios de la ciudad prehispánica. En esa ciudad se adoraba al dios Rocío del Cielo, no en vano es una gran productora de ki.

Una leyenda maya nos relata que en la región no había nada de agua, ni ríos ni montañas. De pronto, surgieron unas oscuras nubes en el cielo y empezó a caer una pertinaz lluvia. Todos los itzáes se pusieron muy contentos. Zamná, al ver tanta agua, decidió ir a buscar adónde podría guardar un poco para los momentos de escasez.  En esas estaba cuando se acercó a una planta cuya espina se le clavó en  el muslo; la sangre brotó inmediatamente. Sus compañeros, al ver que el dios-hombre estaba herido, se pusieron a cortar las hojas de la planta y a azotarlas contra unas grandes piedras planas y lisas que se encontraban cerca, para castigarla por el daño ocasionado al dios. Al ver lo que hacían sus súbditos, Zamná se dio cuenta que de las hojas se desprendían unas fibras largas y muy fuertes, y pensó que serían de mucha utilidad para todos. Entonces, el héroe bondadoso, enseñó a los itzáes a trabajar el henequén para obtener buenas fibras para hacer cestos, ropa, cuerdas, morrales, y poder atar lo que se necesitase. Así fue como Zamná dio a los hombres el henequén y fundó en ese sitio la noble ciudad de Izamal, como le fuera señalado por los dioses.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

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Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas Nayarit

Mololoa, Tépetl y Sanganguey

En la época prehispánica el Valle de Matatipac,  en Nayarit,  estaba gobernado por un Señor llamado Trigomil, justo y honrado como pocos. El cacique tenía una hija muy bella, Mololoa, a quien pretendían caciques de muy lejanos reinos. La princesa conoció a Tépetl, un guerrero valiente e inteligente, del cual se enamoró. Pasaban los enamorados mucho tiempo juntos planeando el día de su boda que ya estaba cerca. Se amaban con pasión.

Un día, llegó al señorío un guerrero muy grande y fuerte, que solicitó a Trigomil le concediese ver a  Mololoa. Cuando el guerrero la tuvo frente a él, le propuso matrimonio. Pero la joven se negó alegando que no le amaba. Sanganguey, furioso, le respondió que sería su esposa aun en contra de su voluntad. Indignada y con cierto miedo, pues conocía la reputación del guerrero que era cruel y tenía poderes sobrenaturales, le pidió que se retirase inmediatamente.

Cuando el malvado guerrero se enteró de que la bella princesa pronto se casaría con Tépetl, colérico juró que impediría tal boda, que Mololoa sería suya, y que mataría a Tépetl. A la mañana siguiente, muy temprano, Sanganguey entró a los aposentos de la princesa y la raptó. Al enterarse Tépetl de que su amada había sido raptada, salió en su busca. Después da varios días les encontró y se enzarzó en terrible combate con el malvado Sanganguey. Al ver que los dos hombres peleaban, aterrada Mololoa huyó por el campo y se subió a una roca, desde donde podía ver la terrible lucha de los dos guerreros. Ambos luchaban con toda la maestría que poseían, ya que ambos deseaban casarse con la bella niña.

El hermoso Valle de Matatipac.

De la boca de Sanganguey salía un espantoso fuego que derritió algunas rocas que le aprisionaron como si en una cárcel se encontrara. Tépetl se defendía con sagacidad, astucia  y fuerza. El valle de Matatipac se lleno de humo y cenizas. Al quedar libre de Sanganguey, Tépetl buscó a Mololoa, pero no lograba encontrarla ya que, aun preso, el malvado guerrero lanzaba fuego por la boca. Decidido, Tépetl le arrojó una roca directamente a la boca. Así se formó la roca que divide en dos partes el Volcán Sanganguey. Enseguida, formó un monte de piedras para poder observar el Valle y así encontrar a su novia querida. Sanganguey lo miraba en agonía, y haciendo un esfuerzo sobrehumano le lanzó una bocanada de fuego, la cual ocasionó que Tépetl se fundiera con las rocas que había juntado. Así se formó el Cerro de San Juan. Al ver Mololoa lo acontecido a Tépetl, comenzó a llorar y poco a poco se fue convirtiendo en un hermoso  y cristalino río que cruzó todo el Valle hasta desembocar en el Río Santiago. La dulce y triste princesa e había convertido en el Río Mololoa.

Sonia Iglesias  y Cabrera

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Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas Quintana Roo

La princesa Zazil Ha se casa con un español

La ciudad de Chetumal es la capital del estado de Quintana Roo, situado en el sureste mexicano. La palabra “Chetumal deriva del vocablo maya ch’aal temal que significa “donde crecen los árboles rojos”; o bien, para algunos estudiosos de la lengua maya proviene de chaac, lluvia, te, ahí, y emal “bajar, lo que vendría a ser “allí donde bajan las lluvias”. La ciudad fue fundada por los itzáes quienes formaron el cacicazgo de Chactemal, y después fue dominada por los putunes.

El último señor que gobernó esta ciudad se llamó Nachán Can o Nacán Ka’an. Tuvo una hija a la que llamó Zazil Ha. Nachán Can recibió en su cacicazgo (kuckabal) a un español que había naufragado y que se llamaba Gonzalo Guerrero. Al llegar a Chetumal se convirtió en esclavo junto con su compañero de naufragio Jerónimo de Aguilar. Gonzalo se adaptó muy bien a la cultura y a las costumbres de los mayas, se convirtió en guerrero y llegó a ser nacom; es decir, capitán de guerreros. Asimismo, se labró la cara y se perforó los lóbulos de las orejas. Se había convertido en un verdadero indio maya.

Zazil Ha y Gonzalo Guerrero

Gonzalo se asimiló tanto a la nueva sociedad indígena en la que el destino lo colocó, que incluso se casó con la hija del Señor de Chetumal, Zazil Ha, cuando ésta solamente contaba con catorce años de edad. A esta bella princesa también le llamaban Ix Chel Ka’an. A poco tiempo de vivir en matrimonio tuvieron tres hijos (dos varones y una hembra), los primeros mestizos que México conoció, quienes presentaban la deformación craneal común en aquellos tiempos, signo de belleza y rango.

Cuenta la leyenda que una de las hijas de Zazil Ha, la primogénita fue sacrificada a Kukulkán, -Serpiente de Plumas y dios máximo de los mayas- en Chichen Itzá, para que la deidad se condoliera y acabase con una plaga de langostas que asolaba la región.

Cuando Hernán Cortés, enterado de que en la ciudad de Chetumal vivían dos españoles que habían llegado como náufragos, quiso rescatarlos y volverlos a su cultura original, pero Gonzalo Guerrero se negó rotundamente, y Zazil Ha, muy enojada, le respondió a fray Jerónimo de Aguilar el encargado por Cortés de convencerlo que regresase con su gente: -¡Mirad con lo que viene este esclavo a llamar a mi marido, que se vaya en mala hora y se ocupe de sus asuntos!  Y así continuaron viviendo juntos la princesa maya y el español náufrago que se convirtió en indio maya, hasta que ambos murieron.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas Oaxaca

El Príncipe y la Estrella

En la época prehispánica, durante el señorío zapoteca, existió un príncipe guerrero que destacaba por ser muy hermoso y valiente. Su fama no solamente era conocida en la Tierra sino también en el Cielo. El Alba, que conocía las extraordinarias hazañas de este príncipe, se las contaba a las hijas de Señor del Cielo que eran nada menos que las estrellas que se pueden ver por las noches para beneplácito de los humanos.

Tanto les relataba el Alba las valerosas acciones del guerrero que una de las estrellas, la más bella de todas, se enamoró perdidamente de él. Tanto era su amor que cierto día, cuidando de que no se fuera a dar cuenta el Alba, la Estrella enamorada bajó a la Tierra, y colocándose junto al río que pasa por Juchitán, esperó pacientemente a que pasara el guapo guerrero. Poco rato despué,s el joven llegó hasta el lugar en que se encontraba la Estrella. Al verla, se enamoró y quedó cautivado por la belleza de la diosa Estrella. Sin pensarlo dos veces, la tomó en brazos, y presto se la llevó hasta la casa real en que vivía.

Al darse cuenta de la ausencia de una de sus hijas, el Cielo se puso muy triste, se oscureció y grises nubarrones dejaron caer sus lágrimas sobre la Tierra. Las divinidades del Cielo, las estrellas, quisieron a toda costa evitar que su hermana se casara con un simple mortal, por valiente que fuera, y se reunieron a fin de llegar a un acuerdo sobre las acciones pertinentes que debían realizar para impedir tan desastroso romance.

El bello Xtaga be´nye, el Nenúfar

La boda entre Estrella y el príncipe se llevó a cabo y se realizaron muchas fiestas. Una de las estrellas se transformó en brisa y bajo a la Tierra durante una de las celebraciones. Sigilosamente, se metió a la recámara destinada a los recién casados. Una vez dentro, dejó su forma de brisa y tomó su aspecto original; entonces, se dirigió a su hermana y le comunicó lo que había decidido su padre el Señor del Cielo: – ¡Hermana Estrella, por lo que has hecho, nuestro padre, el Cielo, ha decidido que permanecerás por siempre en la Tierra y te convertirás en una flor que vivirá sobre las aguas de la laguna! ¡Durante el día tus pétalos estarán cerrados para que no te puedan ver los humanos ni tú a ellos, pero por la noche se abrirán para que puedas recibir la visita de tus hermanas las estrellas!

Dicho lo cual la diosa estrella se alejó junto con su hermana a quien nadie pudo volver a ver. Momentos después, en la laguna de Chivele apareció una flor de color verde negruzco y hermoso y esbelto talle, a la que las personas empezaron a llamar Mudubina.

El príncipe, al darse cuenta de la desaparición de su esposa, creyó volverse loco de dolor. Su padre, al verlo tan desesperado, convocó a sus vinnigenda, viajeras de todos los vientos, para que fuesen a buscar a la Estrella desaparecida, y así poder aliviar el dolor de su gallardo hijo. Sin embargo, a pesar de ser el Señor zapoteca sumamente poderoso, no podía hacer nada contra el poder del dios del Cielo. Una de las más viejas vinnigendas le dijo al gobernador zapoteca que era por demás tratar de vencer al Cielo. Entonces la vieja vinnigenda al ver el sufrimiento del joven guerrero escuchó sus ruegos y lo convirtió también en flor. Esta nueva flor recibió el nombre de Xtaga be’nye; o sea, el nenúfar.

Así, los dos enamorados pudieron volver a reunirse para seguir amándose. La Mudibina con sus bellos pétalos abiertos solamente de noche y con el corazón rojo por el fuego de su amor, y el Xtaga be’nye que vive de día y muestra su corazón amarillo pleno de melancolía. Nunca pueden encontrarse y verse, pero tal vez algún día, el Señor de Cielo se compadezca de los enamorados para que puedan volver a amarse frente a frente, y por siempre jamás.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas San Luis Potosí

Los gigantes pacíficos de la Huasteca

Cuenta una leyenda huasteca de San Luis Potosí que hace muchísimos años los habitantes de lo que actualmente es el estado de San Luis compartían su territorio con unos gigantes conocidos como los lintsi, quienes descendían de otros gigante que el Dios Creador del universo había dado vida llamados pakán, y que habitaban en los cerros de la región. Los descendientes de los pakán se diseminaron por muchas regiones y formaron las razas de nuestro planeta.

Los lintsi se quedaron a vivir en la Huasteca Potosina, eran muy grandes, su cuerpo estaba totalmente cubierto de pelo y contaban con tres piernas. No comían como cualquier persona o animal, sino que se alimentaban por medio del olfato, pues su organismo carecía de dientes. Si se ponían a oler el maíz, quedaban absolutamente satisfechos, y lo mismo sucedía con la carne cruda o las flores. Los lintsi eran pacíficos y no eran cazadores ya que no lo necesitaban para sobrevivir.

Un pacífico lintsi.

Los lintsi vieron por muchos siglos en la región, pero un cierto día, llegaron a vivir a la zona los seres humanos. Los gigantes lintsi, se llevaron una terrible sorpresa y se asustaron mucho. Al darse cuenta las personas de que los gigantes eran realmente muy pacíficos y no resultaban ningún peligro para ellas, se armaron de valor y de violencia y se propusieron darles caza para terminar con ellos y echarlos del territorio.

Sin embargo, los lintsi escaparon como pudieron a la maldad de los humanos y se escondieron. Así que no murieron todos los lintsi, se salvaron los que lograron esconderse en la cuevas que se encontraban en los cerros. Ahí se quedaron a vivir para siempre. Formaron una ciudad en su mundo subterráneo en la que siguen viviendo actualmente, aunque nunca salen a la superficie pues temen la crueldad de los seres humanos .

Sonia Iglesias y Cabrera