Categorías
Mitos Mexicanos

Pita Bezelao

El Dios de la Muerte, Pitao Bezelao aparece en la cultura zapoteca desde sus inicios,  pero alcanzó su mayor importancia durante el Período Postclásico. Fue tan conocido como Cociyo, el Dios del Rayo y de la lluvia. Pitao Bezelao también fue el dios de la masculinidad, el dios padre, dios del infierno, de la muerte, de las riquezas, la suerte, y las gallinas, abogado de la tierra y de la grana.  El encargado de su culto fue el sumo sacerdote de Mitla, el huija tao. Como en esta ciudad se le tenía verdadera veneración y había muchas tumbas destinadas a los grandes señores y sus familias, la ciudad tomó el nombre de Lyobáa, “lugar de sepulturas”.

Pitao Bezelao estaba casado con Xonaxi Quecuya, la Madre Muerte, y con Coquí Bezelao. La primera era una deidad que traía la muerte. Se encargaba de recoger las almas de aquellos que morían en su presencia. Se la representaba con todos los insectos que ayudan a la descomposición de los cadáveres. En tanto que deidad femenina, siempre estaba embarazada; está dentada en todos sus orificios, los cuales representan la vagina de la tierra que devora a los seres humanos cuando se los sepulta. Coquí Bezelao, la otra esposa del dios, presenta atributos masculinos y femeninos: vagina y pene. Su madre, la diosa de la Tierra, Tlaltecuhtli, la engendró por medio de la partenogénesis; es decir, sin intervención masculina. Se la representa por medio de caracoles.

mito mexicano de pitao
Pitao

A Pitao Bezelao se le adoraba en todo el Valle de Oaxaca, en sus ceremonias se sacrificaban hombres, niños, perros, gallinas, palomas, y codornices. Su centro ceremonial se encontraba en Mitla, precisamente en el llamado Salón de las Columnas. El dicho salón estaba dividido en dos áreas. En una de ellas se recibía a los feligreses de todas las clases sociales, y se llevaban a cabo los rituales y sacrificios al dios. En la segunda área, había cuatro cuartos situados alrededor de un patio, pintados de color rojo, aquí moraba el sacerdote del dios. Se unían las dos partes por medio de un pasillo. Los aposentos del sacerdote eran muy lujosos, y en ellos recibía  a las nobles jóvenes vírgenes que le apetecía y que le traían de diversas poblaciones para que, una sola vez al año, disfrutase sexualmente con ellas. Si alguna de las mujeres llegaba a embarazarse, el hijo tomaría el puesto del padre como sacerdote.

Mitla era la puerta de entrada al Inframundo, al que conducían calles muy largas llenas de podredumbre y de malos olores. Se le representaba al dios como una calavera, con manos en forma de tenazas, orejeras de papel, y un cuchillo por nariz. A veces se le ve como un esqueleto con las rodillas flexionadas, la boca abierta, que lleva en su mano derecha un fémur humano, y en la otra mano un cuchillo para el sacrificio. Asimismo, se le representaba con arácnidos y lagartos, y con un enorme falo.

Pitao Bezelao presidía los rituales de los entierros de los nobles zapotecas. A la llegada de los españoles el cuto al dios de la muerte estaba en su apogeo, y duró hasta bien entrado el siglo XVII en las comunidades indígenas más apartadas del dominio hispano.

Sonia Iglesias y Cabrera
 


Categorías
Mitos Cortos

Itztlacoyouhqui. Mito mexica

Cuchillo Curvo de Obsidiana fue el dios de la oscuridad, los desastres, la obsidiana, la temperatura, las heladas, el pecado, el castigo, y las miserias humanas. Pero también fue el dios de la justicia y la objetividad. Se le representa con la cara de piedra y con los ojos vendados, a veces una punta de flecha le atraviesa la cabeza. A decir de fray Bernardino de Sahagún: Los atavíos que llevaba eran la carátula del pellejo metida por la cabeza y un capillo de pluma metido en la cabeza, que estaba pegado a un hábito de pluma que tenía sus mangas y su cuerpo; la punta del capillo, que era larga, estaba hecha una rosca hacia atrás; tenía un lomo como cresta de gallo en la rosca, y llamaban a este tal capillo itztlacoliuhqui, que quiere decir dios de la helada.

En el principio de los tiempos Itztacoliuhqui fue Tlahuizcalpantecuhtli, el Señor de la Estrella del Alba, el Señor de la Aurora, representado como un esqueleto que flecha. Era pues, completamente diferente al actual, pero después de combatir con Tonatiuh, el Sol, quien le agredió cegado por los celos ya que Tlahuizcalpantecuhtli había adquirido mayor importancia durante la creación del Quinto Sol llevada a cabo por los dioses en la ciudad de Teotihuacan, Tonatiuh lo castigó y lo convirtió en Itztlacoliuhqui, arrojándole una certera flecha a la cabeza hasta perforársela. Como nos dice el Códice Chimalpopoca: Le disparó y no le acertó. ¡Ah! ¡Ah! le dispara y flecha el Sol a Tlahuiz-calpanteuctli con sus saetas de cañones de plumas rojas, y en seguida le tapó la cara con los nueve cielos juntos. Porque Tlahuizcalpantecuhtli es el hielo.

Mito mexica

A Itztlacoliuhqui se le considera un aspecto o advocación de Quetzalcóatl y de Tezcatlipoca. Se le asocia con la noche y el frío del norte. Asimismo, rige la trecena, el período de trece días del calendario, que da comienzo con en 1-Cuetzpallin, Uno Lagarto. La fiesta al dios Itztlacoliuhqui se celebraba en el mes Ochpaniztli, con ofrendas de comida, bebida, sacrificios humanos, danzas y cánticos.

Sonia Iglesias y Cabrera


Categorías
Mitos Mexicanos

Los Centzon Huitznáhuac y los Centzon Mimixcoa

Los Cuatrocientos Biznagas, dioses de las estrellas meridionales, fueron hijos de la diosa Coatlicue, patrona de la fertilidad, de la vida y de la muerte, y hermanos de los Centzon Mimixcoa, las estrellas septentrionales, y de Coyolxauhqui, la diosa lunar. El mito nos cuenta que cuando la diosa Coatlicue, la Madre Tierra, quedó embarazada por un plumón que le cayó en el pecho, los Centzon Huitznáhuac y Coyolxauhqui se indignaron y se enojaron ante este hecho que consideraron depravado. Entonces la diosa Coyolxauhqui llevó a sus hermanos hasta el cerro de Coatepec, donde se encontraba Coatlicue, para que le dieran muerte. Sin embargo, uno de ellos le avisó a Huitzilopochtli, que aún no había nacido, del espantoso proyecto que traían entre manos sus hermanos. Cuando los frustrados asesinos llegaron a Coatepec, el dios principal de los mexicas ya había nacido y se encontraba pertrechado y preparado para la guerra con un escudo y un xiuhcóatl, “serpiente de fuego”, pues nació adulto. Furioso contra la hermana instigadora, Huitzilopochtli procedió a desmembrar a Coyolxauhqui y a matar a los Centzon Huitznáhuac. Esta acción simboliza la llegada del Sol que hace desparecer del cielo nocturno a las estrellas.

mito mexicano de los centzon

Fray Bernardino de Sahagún nos relata en su libro Historia general de las cosas de Nueva España el final de la matanza:
Y dicho Huitzilopochtli levantóse y armóse y salió contra los dichos Centzon Huitznáhuac, persiguiéndoles y echando fuera de aquella sierra que se dice Coatepec, hasta abajo, pelendo contra ellos y cercando cuatro veces la dicha sierra, y los dichos indios Centzon Huitznáhauc no se pudieron defender… y así fueron vencidos y muchos de ellos murieron, y los dichos indios… rogaban y suplicaban… diciéndole que no los persiguiese y que se retrajese de la pelea, y el dicho Huitzilopochtli no quiso ni les consintió, hasta que casi todos los mató, y muy pocos escaparon y salieron huyendo de sus manos, y fueron a un lugar que se dice Huitzilampa, y les quitó y tomó muchos despojos y las armas que traían que se llamaban anecúhiotl.

Los Centzon Mimixcoa, Cuatrocientas Serpientes Flechas de Nubes, los dioses de las estrellas septentrionales, fueron también hijos de la diosa Coatlicue, hermanos de los Huitznáhuac y de la Coyolxauqui. Como sus hermanos estrellas vivían en el Ilhuícatl Cintlalco, Donde se mueven las Estrellas, segundo nivel vertical de los Trece Cielos resultado de la cabeza de Cipactli cuyo cuerpo sirvió a los dioses para dar forma al universo, junto a La vía Láctea, Tezcatlipoca Océlotl, la Osa Mayor, Citlaxonecuilli, la Osa menor, y Cólotl, la Constelación del Escorpión. Este Cielo se encuentra gobernado por Citlalicue, La de la Falda de Estrellas, la diosa de la estrellas hembras, y Citlaltónac, Brillo de Estrellas, dios de las estrellas masculinas. Esta pareja creadora de estrellas tuvieron como hijo a Técpatl, con forma de cuchillo, quien fuera arrojado del Cielo en que vivía por su hermano. Cayó en Chicomoztoc rompiéndose en mil seiscientos pedazos que se convirtieron en los dioses del panteón mexica.

Los Centzon Mimixcoa representaban la oscuridad y la estructura del universo, eran atentos y aguerridos, y observaban a los seres humanos desde el Cielo. A ellos los mexicas dedicaron un canto:
De Chicomoztoc enechizado,/ solo emprendí la marcha./ De Tzivactitlan enhechizado/solo emprendía la marcha./Yo ya nací, yo ya nací,/ con la flecha de mi cacto,/yo ya nací, yo ya nací,/con mi caja de red/ de una mano lo cojo, de una mano lo cojo./ Ah de su mano va a coger.

Sonia Iglesias y Cabrera


Categorías
Mitos Cortos

Chaak, nuestro dios del agua.

Chaak tenía la trompa larga inclinada hacia arriba, y dos enormes colmillos enrollados; semejaba un hombre viejo muy parecido a un reptil, siempre llevaba un hacha, símbolo del trueno y del rayo, pues era el dios del agua, de la lluvia y de la fertilidad de los antiguos mayas. Contaba nuestro dios con cuatro personalidades: Chak Xib Chaak, era el Chaak Rojo del Este; Sac Xib Chaak, el blanco del norte; Ek Xib Chaak, el negro del oeste; y Kan Xib Chaak, el amarillo del sur. Cuando tomaba la personalidad del  Chaak Negro, se convertía en Cuervo; si se trataba del Chaak blanco, aparecía como una paloma blanca; cuando era el Chaak Amarillo, volvíase una magnífica águila; y se encarnaba en faisán el Chaak rojo. Al dios del agua le gustaba vivir en las cuevas y los cenotes, que servían de entrada a las almas para llegar al Inframundo.

Mito corto de mexico - El chaak

Chaak era bondadoso, dador de vida y agua con la cual los campesinos podían cultivar sus sementeras y obtener buenas cosechas de maíz. Por algo había sido quien enseñara la agricultura a los seres humanos. Para que el dios prodigase sus bondades había que tenerlo contento; se le celebraba una gran fiesta en el noveno mes llamado Chen (del 11 al 30 de septiembre) o en el mes Yax. La fiesta recibía el nombre de Ocná, “entrar en la casa” o “renovación del templo”. Antes de la celebración se consultaba a los Bacabes los encargados de sostener las cuatro esquinas del mundo, seres asociados con los Chaces. Los bacabes indicaban el día propicio para llevar a cabo los rituales de la ceremonia. En el día indicado, se renovaban los ídolos y los incensarios, y si el templo lo ameritaba, se le reconstruía para que quedase como nuevo, conmemorando el hecho con una placa colocada en la pared.

Fue tan importante este dios en la cultura maya, que aún en nuestros días los milperos de Yucatán siguen efectuándole ceremonias de petición de agua, para que el maíz no deje de germinar y de crecer, y los hombres puedan seguir viviendo en la Madre Tierra.

Sonia Iglesias y Cabrera


Categorías
Leyendas Mexicanas Prehispanicas

Coyote y la Mujer-cometa. Leyenda purépeccha.

Hace ya mucho tiempo, cuando todo era naturaleza y el hombre no había aún sido creado por los dioses,  en el Cerro de Guizachtlan vivía un Coyote que tenía la piel del color del oro, suave y brillante como las plumas del quetzal. Se trataba de un Coyote muy tierno, nada agresivo y sí muy dulce, de mirada bonachona. Lo que más destacaba Coyote eran sus ojos: negros como el azabache y luminosos como las luciérnagas. Siempre estaba Coyote paseando por la serranía, investigando entre las peñas y acercándose a los arroyos para beber agua fresca y transparente. Sus movimientos eran tranquiles y majestuosos, se sabía hermoso y poderoso, era el rey de los animales. Cuando se cansaba de sus paseos, volvía a su guarida para pasar el tiempo con su familia a la que adoraba.

Por las noches Coyote gustaba de caminar hasta la cima del cerro, después de haberse bañado en un arroyo y de haberse acicalado hasta quedar de una belleza majestuosa. Entonces, en medio de la magnífica naturaleza que lo rodeaba, veía a Nana Cutzi, la diosa de la Luna, la madre encorvada, que se movía en el Cielo acompañada de miles de estrellas y de las Pléyades que él conocía como sus Cabritillas. Una de esas noches en que Coyote se entretenía mirando hacia el infinito, vio un puntito en el Cielo. El puntito cada noche crecía más, y conforme se agrandaba iba tomando la forma de una serpiente de fuego y a veces, la de una mujer de largos y espléndidos cabellos refulgentes.

Leyenda mexicana - Coyote y la mujer cometa

La mujer hacía alarde de su belleza, y le gustaba que Coyote la admirara, era tan bella que opacaba a todas estrellas. Las Cabritillas al ver a la estupenda mujer tuvieron envidia, pues fácilmente las superaba en brillo y belleza. Las Cabritilla y las demás estrellas, incluyendo a El Arado, se sintieron ofendidos ante tanta belleza que las hacía aparecer como unos simples foquitos de escasa luminosidad. Nana Cutzi, siempre tan bella y tan blanca, no escapó a la envidia que había causada la bella mujer, de la furia que sintió al verse superada, le empezaron a salir manchas en su lisa cara que la dejaron marcada para siempre.

El Cazador del Cielo, Orión, se acercó a Coyote y le dijo: -Querido Coyote, hermano, esa mujer que apareció en el Cielo es bella, ostentosa y atractiva, pero no te preocupes, su aparición no durará mucho tiempo, pues dentro de poco desaparecerá tan rápido como llegó para irse a otros espacios siderales. Esta mujer-cometa se irá como tantas otras que de vez en vez pueblan los cielos para desaparecer tan rápido como llegaron. Entonces todo será como antes de su llegada, y la calma volverá al Cielo, a Nana Cutzi,  a El Arado, y a las Cabritillas.

Sin embargo, a pesar de las tranquilizadoras palabras de Orión, Coyote no quedó en paz. Se había percatado de que la Tierra había sufrido la influencia de la aparición de la mujer-cometa: las barrancas eran más grandes y profundas que antes y algunas desaparecían completamente, los cerros crujían, el agua de los arroyos, lagunas, y riachuelos se evaporaba, nuevos volcanes surgían en la faz de la Tierra, y los ya existentes se volvían locos y echaban fumarolas, azufre y lava, los animales se ponían a actuar extrañamente como poseídos por demonios, los animales de los cerros eran reemplazados por otros animales extraños venidos de otras tierra, todos abandonaban a sus crías. Ante estos increíbles hechos, Coyote decidió subir a la a la parte más alta del Pico de Tancítaro, el volcán más alto del estado de Michoacán, y con su voz varonil y potente, se dirigió a la mujer luminosa: -¿Quién eres extraña y bella mujer que te atreves a perturbar nuestra paz, y desequilibras la armonía de nuestro Cielo, y pones a la naturaleza en tan terrible caos? ¿Quién eres que te has atrevido a ofender a nuestra Nana Cutzi, a las Cabritillas, y a todas las otras estrellas del firmamento, causándoles desazón y envidia? A causa de tu súbita aparición la Luna se ha manchado de la cara. Pero nosotros, los animales, no te permitiremos que la ofendas, ella es nuestra amada y querida Madre Luna. Por lo tanto, te conmino a que sigas tu camino y te vayas inmediatamente. Al oír tales palabras, la mujer-cometa detuvo su camino y volteó a mirar a Coyote, al tiempo que decía: – ¿Y quién eres tú animal de cuatro patas que vive en las cuevas, tonto y majadero, cómo te atreves a insultarme? Por tus ofensas desde ahora carecerás de la capacidad de hablar, serás mudo, sólo te será dado aullar para expresar tus emociones o necesidades.

Con la voz débil por la maldición, Coyote alcanzó a decir: – ¡La Luna y las estrellas son mis amigas, con ellas platico todas las noches. Nana Cutzi siempre será nuestra Madre Luna, la Reina del Cielo, aunque me quites la voz nada cambiará! La mujer-estrella replicó indignada: – ¡Sabe, pequeño animal peludo, que mi maldad y mi crueldad pueden ser tan grandes como mi belleza, yo puedo ocasionar terribles desgracias y calamidades. Después de mi llegada ya nada será igual ni en la Tierra ni en el Cielo, pues entérate soy Citlalmina, la Estrella con Flechas, la creadora de todas las estrellas!

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Leyendas Cortas

Atzimba y Villadiego.

Atzimba era una hermosa princesa purépecha, su piel lucía morena como la vaina del cacao, sus ojos rasgados y negros, el pelo, como el azabache, le caía lacio hasta la cintura, nadie podía dejar de verla. Atzimba estaba enamorada de Francisco Villadiego, un capitán español a quien Hernán Cortés había enviado al reino de Michoacán como explorador. Francisco era lo contrario de Atzimba, su piel blanca como las garzas, los ojos verdes como el trigo, y el pelo tan dorado como Tonatiuh. Francisco correspondía con fervor a los amores de la princesa. Ambos se amaban sin reservas, qué importaba que  fueran uno blanco y la otra india de pura cepa. En una ocasión la joven enfermó y solamente pudo curarse con el beso que le dio su enamorado, tanto era el amor que se tenían.

Leyenda mexicana corta - Atzimba y villadiego

Pero su amor estaba sancionado. Los españoles criticaban al soldado por amar a una nativa, y los purépecha no aceptaban el amor que Atzimba sentía por un invasor. Ante esta situación tan conflictiva y llena de oposiciones, los amantes decidieron casarse, tal vez así detendrían las murmuraciones. Aguanga, el padre de Atzimba, por entonces cazonci de Zinapécuaro, no deseaba ver a su hija casada con el soldado español. Pero ante la insistencia de los enamorados, no le quedó más remedio que acceder, no sin antes decirles que sería un matrimonio muy problemático, que lo mejor que podrían hacer era irse lejos, a tierras desconocidas donde nadie les conociese. La pareja estuvo de acuerdo con el cacique. Una vez terminada la ceremonia a la usanza católica, la pareja preparó su equipaje  y se aprestaron a emprender el viaje que los haría libres. Sin embargo, antes de siquiera poder salir de Zinapécuaro, una partida de purépecha rebeldes los capturó y los encerró en una cueva que se encontraba a la salida de la ciudad a la que cerraron con pesadas piedras y argamasa Al cacique los indios le dijeron que los recién casados no volverían más. Imaginando lo peor, Aguanga se volvió triste y desgraciado, no comía, no dormía, no vivía pensando en la terrible desgracia de su hija.

Pasaron muchos años, más de veinte. Un día, unos españoles ocupados en explorar las tierras cercanas a Zinapécuaro pasaron por la cueva y no sé qué les dio por abrirla. Al hacerlo se encontraron maravillados con un prodigio: ahí estaban Villadiego y Atzimba fuertemente abrazados, convertidos en un par de esqueletos que ni la misma muerte pudo separar.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Mitos Cortos

El origen de las fiestas. Mito yaqui.

Había una vez un cazador llamado Yomumuli que vivía cerca de Huirivis, Sonora. Yomumuli era un anciano. Tenía dos hijos gemelos que se llamaban Yomumulin. Cierto día, el cazador caminaba por el monte cuando escuchó la música de un tambor. Sorprendido, se fue acercando al lugar de donde provenía el sonido, pero no encontró al músico. A Yomumuli le fascinó el sonido que había escuchado, pues en ese tiempo no se conocían las pascolas ni los tambores; por lo tanto, el cazador estaba escuchando por primera vez el sonido de un tambor en tierras yaquis.

Al siguiente día, por los mismos parajes, Yomumuli volvió a oír el tambor que producía una bella canción. Encantado con la música, quiso encontrar al músico para conocerlo y felicitarlo. Pero tampoco lo encontró. Decidió regresar a su casa. Cuando vio a los gemelos les platicó de su placentera experiencia, y les ordenó que fuesen al lugar donde había oído el prodigio cerca de un montón de espinas. Yomumuli dijo. – ¡Vayan, hijos míos, estén alertas al delicioso sonido que yo escuché, traten de localizarlo, pero no se acerquen a las espinas, es peligroso!

Mito corto de mexico, origen de las fiestas

Los gemelos como eran muy obedientes se encaminaron al lugar indicado. Cuando llegaron escucharon la bella música del tambor. Los muchachos, emocionados, se detuvieron a escucharla. Al terminar la música, detrás de las espinas que eran de cholla, mezquite y pitahaya, apareció Toli, una rata que forma su nido debajo de los montones de espinas. Al ver a los gemelos, Toli les saludó y los invitó a su casa. Pero los gemelos replicaron: – Muchas gracias, pero no podemos, porque nuestro padre nos prohibió que nos acercáramos a las espinas. Toli les preguntó que más les había dicho su padre. A lo que respondieron: -También nos envió a que averiguáramos que es ese bello sonido que sale de tu casa. Toli contestó: – Pues este instrumento se llama tambor. Y se los mostró. –Este otro es una flauta, y les enseñó una hermosa flauta de carrizo.

Los muchachos regresaron a su casa y le platicaron a Yomumuli su encuentro con Toli. Pasados unos días llegó a la casa la Madre Eva y dijo que desde ese momento habría fiestas religiosas, que Yomumuli sería el Moro Yaut, que sus hijos debían elaborar cohetes, que avisara a Toli para que fuera a tocar en la fiesta, y que debía ir con el Diablo para que bailara pascola. Yomumuli hizo lo indicado. Cuando llegó con el Diablo éste le dijo que no iría a bailar, pero que mandaría a su hijo. El Diablo llamó a su hijo y le dijo: -¡Vas a ir a la fiesta a hacer payasadas para que los yaquis se diviertan! ¡Te darán tres cohetes, pero no los enciendas! El Diablito se fue a la fiesta. Le dieron los cohetes, no los quemó, los yaquis le dijeron que ahora era un pascola y tenía la obligación de encenderlos. Pero el Diablito sabía que los cohetes son sagrados y que se queman para ahuyentar al Diablo y a los malos espíritus, por eso su padre le prohibió quemarlos. Sin embargo, ante la presión tuvo que encenderlos. El Diablo que estaba escondido viendo la fiesta, huyó despavorido cuando el Diablito le lanzó los cohetes. Al día siguiente regresó, pero volvieron a encender cohetes y volvió a huir. Es por eso que desde entonces el Diablo no puede asistir a las fiestas de los yaquis.

Sonia Iglesias y Cabrera

.


Categorías
Tradiciones

Masas y panes en el siglo XVII

Casi un siglo después de consumada la conquista de México por las tropas de Hernán Cortés, la panadería se había enriquecido considerablemente. Abundaban las masas y los panes en las panaderías y en las cocinas particulares de los españoles. Por ejemplo:
1. Masa de hojaldre. “La que de muy sobada con manteca, hace al cocerse en el horno unas hojas delgadas, puestas unas sobre otras. Sirve esta masa para tortadas, cubrir pasteles y otras cosas”. (1)
Tortada. “Torta grande de masa delicada rellena de carne, huevos, dulce y algunas veces aves, la cual se sirve en las mesas por plato especial, regalado y apetitoso”
Pasteles. “Trae su origen de pasta, es como una empanadilla hojaldrada que tiene dentro carne picada (…) hay mucha diversidad de pasteles.

Tradicion de masas y panes en Mexico

2. Masa para pan común de sal. Esta masa era muy simple, llevaba harina de no muy buena calidad, una pizca de sal, un poco de azúcar, levadura y agua suficiente para dar cuerpo. Con ella se hacían:
Hogaza. “El pan grande y que pesa más, de dos libras, como son los que hacen en los lugares, porque no se cuece todos los días. Antiguamente se llamaba así el pan de salvado, ó harina mal cernida, que hacían la gente para el campo”
Bonete. Pan  de harina flor mezclada con harina más gruesa llamada cabezuela, obtenida después de haber cernido la harina.
Virote. Pan largo de harina simple.
Mollete. “Bodigo de pan redondo y pequeño por lo regular blanco y de regalo”.
Bodigo. “Pan regalado y en forma pequeña, de los que suelen llevar las mujeres por ofrenda”.
Pan de pistola. “Pan alargado y duro”.
Pan de poya. “Con el que se contribuye para el uso de los hornos públicos. Poya. “El derecho que se paga en pan en el horno común; por eso se dice horno de poya y pan de poya”.
Pan de proposición. “Que comían los sacerdotes los días sábados”.
Pan regañado. “Que se abre por el fuego por incisiones que se le hacen al labrarlos”.
Pan de munición. “Para los soldados y presos”.
Pan sobornado. “Cocido en la charola entre dos hileras de pan”.
Pan subcinericio. “Cocido entre las cenizas”.

3. Masa sin levadura.
Pan cenceño. “Pan sin levadura”. “Que se aplica al pan sin levadura, como lo es la masa de que hacen las hostias”.
Torta. “Pan tendido que no se levanta muy alto y es el modo del pan cenceño de los indios” (Tortillas).

4. Masa de bizcocho.
“Masa compuesta de la flor de la harina, huevos y azúcar, que se cuece en hornos y se hace de varios géneros.” “Pan que se cuece segunda vez para que se enxugue y dure mucho tiempo, con el cual se abastecen las embarcaciones. Llámase bizcocho porque se cuece dos veces”. “Masa de bizcocho. Contiene harina, mantequilla, huevo, sal, azúcar y levadura. La sal le sirve para darle consistencia. El azúcar le da sabor, color y le ayuda a esponjar (…), se utiliza para hacer nuestras actuales “conchas”, “chilindrinas”, “pechugas” y “rollos de bizcocho”.
Bigotes. “Es vocablo Francés, y son unos rollitos de pan y azúcar, para los niños, y porque tienen esta forma de pelos largos del labio superior”.
Bollo. “Cierta hechura de pan prolongado y redondo”. “Panecillo amasado con diferentes cosas, como leche, huevos, etc.”
Bolillo. “Unos palillos largos de masa dulce que hacen los confiteros”.
Bollo maimón. “Pan mezclado con hechizos de bienquerencia”
Cubilete. “Vaso pequeño de metal (…) hazen (sic) con ellos cierta forma de pasteles que no son ordinarios”.
Hornaza. “Cierto género de rosca amasada con huevos, que se suela hacer en las casas por tiempo de Pascuas”.

5. Masa de buñuelos. La masa básica llevaba harina, huevos enteros, mantequilla, manteca, un poquito de levadura, y, a veces, agua de anís.
Buñuelo. “Fruta de sartén que se hace bien batida, frita en aceyte (sic), ó manteca. Al tiempo de freírse se esponja y sale de varias figuras, y se come comúnmente con agua miel, ó azúcar.” “Con esta masa se hacían varios tipos de de buñuelos como de viento, de queso y de requesón…»
Hojuelas. “A cada libra de açúcar (sic), cuatro yemas, un poco de almíbar. Se amasan muy bien y se extiende con palote para que adelgace y se cortan.

6. Masa de rosquillas. Para hacer las rosquillas se usaba esta masa básica; harina, azúcar, un poco de nuez moscada, un tanto de levadura en polvo, huevos enteros y leche. Se hacían varios tipos de rosquillas, según el ingrediente que se le adicionara a la masa base, por ejemplo canela. Mezclados todos los ingredientes se formaban rollitos delgados que se unían en los extremos para formar una circunferencia, y se freían en una sartén con mantequilla o manteca. También había rosquilla que en lugar de freírse se horneaban.

7. Masa de pucha.
“Para una libra de harina catorce yemas de huevo, media taza de jugo de naranja con un granito de tequesquite blanco, tantita sal, tantita mantequilla, cosa de media onza o tres cuartas; la mantequilla va derretida y se le envuelve con tres claras de huevo bien batidas como para freír y tantita levadura, tos esto se amasa junto muy bien sobado, se hacen las rosquitas y se ponen en un cazo con agua en la lumbre y ya que está el agua a borbollones se echan las rosquitas y no de montón, sino pocas y conforme se suben para arriba, se sacan y se arropan a que suden, ya que sudaron muy bien que se hayan enfriado, se meten al horno y luego se les echa su encalado, para cocer estas rosquitas ha de estar el horno violento y ya que las metieron se la tapa al horno la boca porque no les entre el aire hasta que se conozca que ya se cocieron o que les falte muy poco para acabar de cocer”.

(1) Recetas de un recetario anónimo de 1625 ca. Archivo General de la Nación.

Sonia Iglesias y Cabrera


Categorías
Leyendas Mexicanas Prehispanicas

Las manos cercenadas. Leyenda totonaca.

Un día llegó a la Ciudad de Mexico-Tenochtitlan el príncipe Itecupinqui, hijo del Señor totonaca Itzcahuitl. Iba muy enfadado por los terribles tributos que su pueblo debía pagar a Moctezuma Xocoyotzin. Cuando caminaba por la plaza del Templo Mayor, vio a Teizalco, la esposa de Moctezuma,  hija de Totoquihuatzin, el Señor de Tlacopan, y a Tecuichpo, Copo de Algodón, la hija preferida del Huey Tlatoani. El príncipe quedó sumamente impresionado por la belleza de Copo, joven, esbelta y bella como una flor recién abierta. Siguió su camino hasta el palacio del Tlatoani. Cuando entró en la sala de recepciones vio  al emperador sentado en su silla de oro. Moctezuma era atractivo, de piel morena y brillante, cabello negro y lacio que le caía a los hombros, sus facciones recias y masculinas desmentían su carácter un tanto cuanto timorato.

Itecupinqui iba con Ichcatzin el hechicero más competente del Totonacapan que Moctezuma había pedido se le trajese, para que le diera luz acerca de un suceso que le preocupaba. El Huey Tlatoani se les quedó mirando fijamente, sin ocultar su interés, pues sabía que tenía enfrente al más famoso guerrero y al más competente de los chamanes de tierras totonacas. Pausadamente, el monarca habló: – Ha poco tiempo unos pescadores me han traído de la laguna un ave semejante a una grulla, que lleva un espejo en medio de la cabeza. El espejo es redondo y muy pulido, en él vi a las mamalhuaztli, las estrellas del cielo que perforan y taladran. A más de ello, en el espejo aparecieron unas personas extrañas montadas en animales que desconozco, parecidos a venados pero sin cuernos; estos hombres llevaban armas diferentes a las nuestras.

Leyenda mexicana, las manos cercenadas

Mis tonalpoulques no conocen el significado de estos prodigios. Por eso quiero que tú, Ichcatzin, me digas que significan. El hechicero sacó de su morral una calabaza donde guardaba ololiuhqui, una hierba alucinógena, la masticó, y afirmó que ahora podría ver el pasado y el futuro. Minutos después, Ichcatzin dijo: -No quisiera inquietarte, sabio soberano, pero las profecías de Quetzalcóatl se están cumpliendo. Unos hombres blancos llegarán por el Oriente, destruirán nuestras ciudades y matarán a nuestros hermanos, los dioses serán vencidos y sus templos destruidos, nuestros señoríos se acabarán. Es el regreso de la Serpiente Emplumada, Quetzalcóatl. Moctezuma al escuchar tales palabras sintió que el mundo se desplomaba.
Ichcatzin y el príncipe se apresuraron a regresar a Papantla, donde vivían, temiendo la cólera del tlatoani. Debían asistir a la fiesta dedicada a Centeocíhuatl, la diosa del maíz. Terminada la fiesta, Itecupinqui fue a buscar a Petálcatl, una vez que le hubieron ofrecido a la diosa el sacrificio de tórtolas, codornices y conejos. Ambos guerreros estuvieron hablando mucho tiempo, y decidieron preparar al ejército para la guerra con los seres extraños, para defender la libertad de los indios, sus hermanos. Al darse cuenta de la cobardía de Moctezuma pensaron que había llegado el momento de liberarse del yugo azteca. Pero Cacamatzin, el mejor guerrero azteca, se enteró de las intenciones del príncipe totonaca, y raudo se dirigió hacia sus tierras. Totonacas y mexicas pelearon en una cruel batalla. Flechas y macanas hirieron a los soldados de ambos mandos, murieron muchos guerreros, fue una espantosa carnicería. En un momento dado, junto a la escalinata del templo a Centéotl, se encontraron frente a frente Cacama e Itecupinqui, pelearon con sus filosas macanas. Ambos eran notables y valerosos guerreros. Súbitamente el guerrero totonaca se tropezó y el Caballero Águila aprovechó la ocasión para asestar un terrible golpe de macana en el pecho del príncipe que le dejó fuera de combate y herido de muerte. Cacamatzin lanzó un estridente grito de victoria y procedió a cortarle las manos a su contrincante. Las manos amputadas eran un poderoso talismán con poderes mágicos. Contento con su trofeo Cacama se creía invencible, gritaba enloquecido: -¡Ya tengo las manos del guerrero más poderoso del Totonacapan! ¡Ahora seré invencible y famoso!

Cacamatzin llamó a Catzintli, un reconocido embalsamador, para que le preparase las manos que había de llevar hasta Tenochtitlan para presentárselas, lleno de orgullo, a Moctezuma II. Pero Catzintli quería mucho a Itecupinqui, porque había conocido a su padre, y había servido en su corte. Esa misma noche, aprovechando un descuido de los mexicas, tomó las manos cercenadas y huyó. Llegó hasta el río Chichicasepa y en un trozo de roca basáltica gris esculpió las maravillosas manos de Itecupinqui. Cuando terminó, enterró las manos del guerrero y se dirigió al templo de la diosa Centeocíhuatl,  colocó en su altar el par de manos esculpido en la roca, para que la diosa protegiera a los totonacas de los terribles acontecimientos que se avecinaban.

Sonia Iglesias y Cabrera

Categorías
Leyendas Cortas

La Onza Real

A finales del siglo XVIII seis agrimensores españoles se encontraban trabajando entre Lampazos y Santa Rosa, en el estado de Coahuila, ayudados por dos indios de la región. El portador de la vara de los puntos de referencia se alejó de sus compañeros que llevaban el teodolito. Como tardaba en regresar se sentaron a esperarlo. De pronto, escucharon el llanto lastimero y espeluznante de una mujer; los españoles pensaron, divertidos y burlones, que su compañero de la vara se estaba entreteniendo en violar a una mujer india que hubiera tenido la mala idea de pasar por ahí. Nadie presto atención. El llanto cesó, pero el hombre no regresaba, por lo que el jefe de los trabajadores decidió ir en su búsqueda. En esas estaban cuando oyeron un grito de espanto, todos corrieron hacía el bosque empuñando las armas y se encontraron con su compañero que tenía el pecho y el vientre abiertos y sin  ninguno de sus órganos internos. Un gesto de horror se pintaba en su pálido rostro. Trataron de encontrar la razón de tan horripilante muerte, pero nada encontraron. Regresaron al campamento. En la noche, volvieron a escuchar el llanto de la mujer, que se oía hacia todos los puntos cardinales, como si volara por todas partes alrededor del campamento. Después de una noche de vigilia, decidieron buscar el origen de aquel llanto. Espantados, encontraron el cuerpo de otro trabajador en las mismas condiciones que el primero, al tiempo que se escuchaba el escalofriante llanto demoníaco. Enterraron el cuerpo. No sabían qué hacer, pensaron en regresar al pueblo, tanto era su miedo. En esas estaban cuando uno de los guías indios dijo:

-Se trata de un gato muy grande, que tiene las patas delanteras muy grandes y con fuertes garras. Puede saltar más de diez metros, su pecho y cuello son muy poderosos, con su mandíbula puede romper huesos grandes. Le gusta comer tripas y bofes. No sabe rugir, pero emite un sonido muy semejante al llamado de una mujer en celo, y llora de gozo una vez que ha saciado su truculenta hambre.

Leyenda corta mexicana - Onza Real

Los españoles no le creyeron al indio guía, pensaron que eran cuentos de gente supersticiosa, y decidieron volver al trabajo. Transcurrió un día sin novedad. Al atardecer, vieron que un matorral se movía. Aprestaron sus mosquetones y machetes. De pronto una bestia de enormes colmillos y espeluznantes garras se abalanzó hacia los trabajadores, quienes dispararon en vano. La bestia huyó. Los españoles pasaron la noche sin dormir, pensando en irse al día siguiente sin más demora.
Era la Onza Real que se les había aparecido. Ese terrible animal de color gris y bayo, con rayas negras desde la frente hasta la cola cuya punta era negra, y que disfrutaba comiéndose los órganos internos de los humanos. La Onza Real se esconde por los caminos de Coahuila y hasta la fecha gusta de sorprender a los caminantes que tienen la osadía de salir de noche.

Sonia Iglesias y Cabrera