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Leyendas Cortas Oaxaca

Margarita Maza de Juárez en la leyenda

Margarita Eustaquia Maza Parada nació en la Ciudad de Oaxaca el 29 de marzo de 1826. Su madre se llamó Petra Parada Sigüenza y su padre Antonio Maza, de origen genovés. Margarita fue hija adoptiva y creció dentro de una familia adinerada que se esmeró por darle una buena educación y adentrarla en las ideas liberales.

Margarita pasó a la historia y la leyenda por haber sido la esposa de don Benito Juárez, cuyos padres murieron cuando contaba con tan solo tres años; y quien después de vivir un tiempo con sus abuelos, a la muerte de éstos fue a vivir con su tío Bernardino Juárez. En su afán de superarse, Benito llegó a la Ciudad de Oaxaca a la casa donde trabajaba su hermana Josefa, la casa de don Antonio Maza, donde conocería a Margarita y con quien contraería matrimonio el 31 de julio de 1843.

Margarita, mujer de fuerte carácter, vivió con Juárez muchas situaciones difíciles a las que tuvo que hacer frente sin jamás quejarse, sino siempre apoyando a su marido, a quien amaba profundamente. Por ejemplo, Margarita soportó el destierro de Juárez por no haber apoyado a Santa Anna, Después de refugiarse en varias haciendas para salvar su vida y la de sus hijos, logró enviarle algún dinero a Benito cuando se encontraba exiliado en La Habana, Cuba, y luego en Nueva Orleans, Estados Unidos.

Margarita y Benito Juárez

Cuando su marido regresó del exilio, Margarita puso una tienda en el pueblo de Etla para poder mantenerse. Poco después, durante la Invasión Francesa, Margarita volvió a separarse de Juárez, y ella, junto con sus hijas, organizó reuniones y eventos que le permitieron obtener dinero para apoyar la lucha juarista. Al ser descubierta por los esbirros de Maximiliano, el entonces emperador de México, no le quedó más remedio que refugiarse en Washington D.C. Es entonces cuando Margarita perdió a José y Antonio, dos de sus hijos. Hecho que la afectó sobremanera, pero que su fortaleza la hizo sobreponer.

Al triunfo de las tropas juaristas la esposa de Juárez regresó a México para reunirse con su esposo en un buque de guerra que el entonces presidente de los Estados Unidos le ofreció para su transporte.

Más adelante, la valerosa mujer perdió a cinco hijos más de los doce que había parido. Anteriormente ya había perdido en 1850 a María Guadalupe que contaba con un año de edad y a Amada, la cual murió a los dos años; en 1862, murió otra de sus hijas, Jerónima Francisca de tres años. Pero eso no fue todo, pues transcurridos dos años, Margarita perdió a José María, su hijo de ocho añitos, a quien siguió su hermano Antonio.

En el año de 1870, Margarita Maza empezó a sentir que su salud se deterioraba. Pero seguía animosa y disfrutaba de sus paseos con Benito caminando en el famoso Paseo de Bucareli. Sin embargo, la enfermedad avanzaba y los médicos informaron a Juárez que su esposa sufría de cáncer. Triste y alarmado, el presidente redujo sus horas de trabajo para poder pasar más tiempo con su adorada mujer en su casa de la Calle Puente Levadizo Núm. 4.

Ya en agonía, el cura del Templo de San Cosme administró a Margarita los santos óleos, y la moribunda le encargó a Benito que velase por la primera hija de Juárez, habida con su primer amor, y que Margarita había adoptado de buena gana, y por toda la descendencia de los Juárez-Maza. Además, Margarita le pidió a Benito que diera el permiso para que sus hijas se casasen por la iglesia como deseaban. A las cuatro de la tarde del 2 de enero de 1871, en su casa de campo de San Cosme, Margarita murió entre los gritos de dolor que Benito profería.

Todo el país sintió su muerte, ya que la mujer era muy querida, y se puso de luto. Una multitud acompañó su cadáver al cementerio de San Fernando, donde fue enterrada junto con las cenizas de sus hijos fallecidos, como fue su deseo.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Un piloto llamado Antón de Alaminos

Antón de Alaminos nació en Palos de la Frontera en una fecha desconocida, posiblemente entre los años de 1484 y 1490. Siendo muy jovencito fue grumete de Cristóbal Colón cuando realizó su cuarto viaje. Se casó con doña Leonor Rodríguez con la cual tuvo descendencia. Tiempo después de haber participado en el viaje de Colón, se le nombró piloto en la expedición que realizó Ponce de León a la Florida, buscando la fuente de la eterna juventud como nos cuenta la leyenda. En esa expedición Alaminos descubriría la Corriente del Golfo, la cual se forma en el Golfo de México y se desplaza hasta el Atlántico por el Estrecho de la Florida.

Poco después, Alaminos fue piloto de las naves que se dedicaban a capturar esclavos entre los indígenas caribes, expediciones algunas dirigidas por el capitán Francisco Hernández de Córdova. Asimismo, acompañó a dicho capitán como piloto en el viaje en que se descubriría Yucatán y que por despistado creyó que se trataba de una isla y la nombró Isla Rica. Alaminos convertido en Piloto Mayor, en 1518 fue con Juan de Grijalva en su viaje exploratorio adentrándose en territorio mexicano. Después de llegar en el barco Almirante a lo que hoy conocemos como la Ciudad de Campeche, en 1519 estuvo con Hernán Cortés en su viaje a México desde Cuba.El piloto Antón de Alaminos

Cuando Cortés fundó la Villa Rica de la Vera Cruz y creó el primer ayuntamiento que conociera América, con el fin de independizarse de Diego de Velázquez que era el gobernador de Cuba y con el cual nunca estuvo en buenos términos, Antón de Alaminos dirigió la nave que llevaría a los reyes de España su famosa Carta de Cabildo; o sea, su primera Carta de Relación; los encargados de llevar la histórica Carta fueron los procuradores Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo. Con la Carta llevaban también muchos regalos que satisfacerían al entonces rey Carlos V.

La orden de Cortés era no acercarse a Cuba por ningún motivo, pues tenía las acciones que Velázquez pudiera llevar a cabo con el fin de detener el viaje a España; sin embargo, Montejo, incondicional del gobernador, convenció a Alaminos de detenerse en Marién donde poseía una hacienda, pretextando que se surtirían de abastecimientos para el viaje. Diego de Velázquez envió dos naves para detener la nave, pero la astucia y habilidad de Alaminos lograron que la nave prosiguiera su camino y llegaron a Cádiz, España en 1519, librándose de que la Carta no llegase a manos del rey.

Al llegar a su destino, la Casa de Contratación de Sevilla los apresó y les quitó Carta y regalos. Portocarrero murió preso, Montejo logró regresar a la Nueva España para conquistar Yucatán y Antón de Alaminos murió en suelo español.

El descubrimiento de la Corriente del Golfo y su importante utilización para la navegación de América a Europa, es el hecho fasto por el cual Antón de Alaminos ha pasado a la historia. El hecho nefasto de su fama fue el haber contribuido como piloto para que Cortés se adentrase en territorio mexicano, lo cual culminaría en la conquista de Mexico-Tenochtitlan.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

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Ciudad de México Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Época Colonial

La iglesia más pequeña de México

En el centro de la Ciudad de México se encuentra una iglesia muy chiquitita, dedicada al Señor de la Humildad. Se la conoce también con el nombre de Iglesia de Manzanares –o la Capillita de Manzanares-, ya que se encuentra situada en la calle, o mejor, en el callejón, del mismo nombre, haciendo esquina con el Eje 1 Poniente Circunvalación. Es tan pequeña la iglesia que solamente cuenta con veinte asientos, para que los fieles se sienten.

Se trata de la iglesia más chica de todo México, que según cuenta la leyenda fue construida, junto con otras seis –de las cuales no ha quedado ninguna en pie-  por el conquistador de México Hernán Cortés. Aunque no existe una fecha certera de cuando fue construida la Capilla de Manzanares, se sabe que data de principios de la Colonia, en la zona donde vivían relegados los indígenas. Sita en una saliente de tierra del Lago de Texcoco, y detrás de la cual se encontraba uno de los ramales de la Acequia Principal, donde el agua venía desde Xochimilco y cuyo brazo de agua fuera cortado en el siglo XVIII por las autoridades de la Nueva España.

La iglesia más pequeña de México

Algunos investigadores sostienen que se trata de un exvoto construido para agradecer algún favor otorgado por el Señor se la Humildad, dado su escaso tamaño.

La fachada que ostenta actualmente es de estilo churrigueresco del siglo XVIII, tiene columnas con remate floral, dos torres con campanarios y una ventana coral de un metro de diámetro. Dos ángeles se encuentran hincados a cada lado de una cruz frontal que lleva en latín la inscripción In hoc signo vinces, “con este signo vencerás”.

En su interior puede verse un retablo cubierto con oro, un coro y un órgano que data de principios del siglo pasado; asimismo, cuenta con una sacristía a la que se llega por medio de una escalera adornada con azulejos de Talavera, desde donde se tocan las campanas para que los fieles acudan a escuchar misa, a pesar de que la ermita no cuenta con una sacerdote fijo. Cuando las personas desean tener misa o cumplir con algún rito católico, deben reunirse para organizarse y solicitar algún cura, que atienda a sus requerimientos.

La festividad de esta bonita iglesia se celebra el 6 de agosto y tiene una duración de tres días. Cuando llega la fiesta, el Señor de la Humildad sale al atrio en donde los creyentes se acercan a su imagen para pedirle milagros y rezarle con todo fervor. Durante la fiesta se llevan a cabo bailes tradicionales, y se quema un castillo. Se prepara comida durante todo el día, y es costumbre que los vecinos se den obsequios entre ellos. Son los niños quienes celebran con mayor entusiasmo el día de la fiesta de la iglesia, llegando incluso a poner en escena obras de teatro, como en una ocasión en que montaron la obra Vaselina. También forman parte de la celebración los clásicos juegos mecánicos Esta celebración puede llevarse a cabo gracias a la cooperación de los vecinos, y la de aquellos que en su momento vivieron en el barrio.

Cuenta la conseja popular que la capilla es muy frecuentada por ladrones y por prostitutas. Cuando un caco va a solicitarle un favor al Santo Señor, tiene por obligación no robar durante las siguientes veinticuatro horas, so pena de no ser escuchado por la divinidad.

Es de todos conocida la historia de un judío ladrón que acostumbraba robar a los santos de las iglesias. Un día entró a la iglesia que nos ocupa y despojó al Señor de la Humildad de sus joyas y caros ropajes. Por lo que obtuvo por la venta de lo robado, puso un negocio de prestamista que lo enriqueció. Ya convertido en un hombre rico, acudió a la ermita y regresó lo robado a su divino propietario.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Guerrero Leyendas Cortas

La primer mujer transgénero mexicana

Malaquías Amelia Robles Ávila nació el 3 de noviembre de 1889 en el pueblo de Xochipala, Municipio de Zumpango del Río, Guerrero. Sus padres se llamaron Casimiro y Josefa. Casimiro era dueño de una fábrica de mezcal y murió cuando su hija contaba con apenas tres años de edad. Poco tiempo después, la viuda decidió volverse a casar con un tal Jesús Martínez de oficio ganadero, y Amelia pudo agregar a sus anteriores dos hermanos, otros tres. Se dice que nunca pudo llevarse bien con su padrastro a quien odiaba.

La joven Amelia se educó como católica en el seno de su familia y estudió la primaria en la Sociedad de las Hijas de María de la Medalla Milagrosa, donde además de formarse como buena católica, aprendió a lavar, planchar y cocinar. Desde pequeña se inclinó por llevar a cabo ciertas actividades que en esa época se consideraban no propias para las mujeres. Por ejemplo, le gustaban las armas y montar a caballo. Razón por la cual sus conocidos la consideraban un tanto cuanto hombruna y bastante rebelde.Amelia Robles o Amelio Robles

Según un testimonio del escritor Febronio Díaz, la joven transgénero fue bastante bonita, pues la describe con unas hermosas trenzas color de trigo, blanca, y de ojos verdes como de felino.

Así fue creciendo la niña Amelia, hasta que, en 1911, a la edad de veintidós años formó parte de una asociación maderista. Lo que la llevó, dos años después, a participar en la Revolución luchando bajo las órdenes de Juan Andrew Almazán. Después, la joven pasó a formar parte del ejército zapatista; es decir, el Ejército Liberador del Sur, al que dejó en 1921 para irse a las filas del ejército de Venustiano Carranza.

Para 1924, Amelia eran ferviente defensora de Álvaro Obregón, presidente de México, y participó en la rebelión contra de la Huerta. Debido a ello, fue herida en la batalla de la Hacienda de Pozuelos. Con Obregón su grado de coronela no fue reconocido y tuvo que conformarse con el de sargento A partir de entonces decidió vestirse de hombre y tomar el nombre de Coronel Robles. Falsificando un acta de nacimiento, quedó constancia en sus expedientes militares como persona del género masculino, y cambió su nombre propio por el de Amelio, nunca más permitió que la llamasen la “Coronela” o “la Gûera Amelia” Cotidianamente usaba camisa y pantalón de manta, sombrero, y siempre llevaba una pistola con ella.

Según la bitácora que dejó Amelio, participó en setenta acciones de guerra. Más adelante participó activamente en el Partido Socialista de Guerrero y en la Liga de Comunidades Agrarias, junto con antiguos compañeros zapatistas y obregonistas.

La Coronela nunca ocultó sus preferencias sexuales, y así las cosas formó pareja con Ángela Torres, a la cual conoció en Apipilulco y con quien adoptaría a una pequeña llamada Régula Robles Torres. Anterior a este romance había tenido relaciones amorosas con una muchacha a la cual se dice que raptó, y con otra a la que nombraban Guadalupe Barrón.

Por sus méritos en campaña, Amelio recibió en 1970 una condecoración como veterano en la Revolución Mexicana y la Legión de Honor del Ejército Mexicano, apoyada por el gobernador de Guerrero Rodolfo López de Nava. Amelia fue longeva, pues vivió hasta los noventa y cinco años, hasta que la muerte la alcanzó el día 9 de diciembre del año de 1984, en Xochipala, estado de Guerrero.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Chiapas Leyendas Cortas

Los Chuleles

En el estado de Chiapas situado al sur del país, existe una leyenda que nos habla de la existencia de los chuleles. En ella se nos narra que un chulel es el alma o espíritu de aquellas personas que poseen la capacidad de transformarse en animales según su gusto, la cual nunca llega a desprenderse completamente del cuerpo que la posee. Todo lo que pueda pasarle al animal en que se transforma el chulel, también le acontecerá a la persona poseedora del mismo. De tal manera que, si el chulel animal es herido, la persona aparecerá con una herida cuando vuelva a su condición humana. Es una especie de nahualismo.

Tres son las clases de chuleles: los pukujes, los ikales y los kibales. Los primeros tienen la mala costumbre de robarse a los bebés nonatos. Los segundos, dañan o matan a las personas trasnochadoras, y los terceros aman aterrorizar a la gente transformándose en bolas de fuego y dañando a quien pueden.

Para los tzotziles y tzeltales el chulel es simplemente el alma de una persona, formada de trece partes. Si una de ellas o todo el chulel se desprende del cuerpo, inmediatamente tiene lugar el padecimiento de una enfermedad, y el enfermo no sanará hasta que se logré nuevamente su unificación. Es lo que se conoce como la pérdida del alma o enfermedad del alma conocida como chulelal.

El chulel se adquiere desde que se nace y es eterno. Aparece cuando las personas aún son fetos, otorgado por los totilmeiletik, los dioses, y sale del cuerpo cuando acontece la muerte. En el cuerpo humano los chuleles se encuentran en diferentes partes del cuerpo. Por ejemplo, para algunos indígenas chiapanecos se encuentra en la sangre y el corazón. Para otros, esta diseminado por todo el cuerpo, o en la lengua, específicamente en la punta. Gracias al chulel las personas tienen inteligencia y la capacidad de hablar. Si se llega a dañar, las personas pueden volverse locas o epilépticas. Cuando una persona duerme, el chulel es capaz de dejar el cuerpo para ir a visitar a los dioses ancestrales, o puede viajar a diferentes lugares según le plazca, aunque corre el riesgo de perderse o de ser atrapado por los seres del inframundo, entre los que se encuentra Pukuj y Yahval Balamil. Los niños son los más susceptibles de perder su chulel porque aún no es muy fuerte, para fortalecerlo y adherirlo al cuerpo es necesario bautizar a los pequeños.

Cada ser humano tiene su correspondiente chulel animal, es como la tona, pues cuando los dioses dan al alma a los fetos humanos, también agregan un espíritu animal que permanecerá con ellos toda la vida, afectándose uno al otro.

Para el grupo maya zinacanteco, no solamente las personas tienen un chulel, sino también las cosas que son altamente valiosas para la comunidad como, por ejemplo, la casa, la sal, los frijoles, las cruces de madera que se colocan en los cerros sagrados o cuevas, los instrumentos musicales, etcétera.

A los chuleles se encarga de cuidarlos San Jerónimo, pues él es el patrón del destino de los mortales. Al morir, el chulel se queda en el cuerpo del muerto o en su tumba por un cierto período que puede ser de cuarenta días o por el tiempo que haya permanecido vivo el ahora difunto.

Sonia Iglesias y Cabrera

 

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Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Época Colonial Puebla

Carmen la desdichada

Esta leyenda data del año de 1705, cuando era alguacil mayor de Puebla don Juan de Mendoza y Escalante, hombre tenido por muy honrado y profundamente devoto a su religión. El alguacil tenía una hermosa y rubia hija llamada Carmen, a la que adoraba, y a quien decidió meterla en un convento cunado la chica contaba con diez y ocho años de edad. La muchacha no contaba con la menor vocación religiosa; sin embargo, aceptó la orden de su padre ya que pensó que en el convento habría manera de seguir se verdadera vocación que era el canto.

Así las cosas, Carmen entró al convento de monjas agustinas de la ciudad. El padre la visitaba frecuentemente, y en una de esas visitas llevó con él a don Sebastián de Torrecillas, un hombre rico a quien le gustaba mucho Carmen la novicia. Sebastián empezó a cortejar a la chica a pesar de encontrarse en el convento. Como era de esperar, pasado un tiempo, Carmen se embarazó de su enamorado, quien al saber el estado de su amante huyó como buen cobarde que era.Carmen, la burlada

El padre de Carmen se enteró de lo ocurrido e inmediatamente sacó del convento a su hija y lleno de vergüenza se la llevó a la casa donde residían. El deshonrado padre decidió encerrar a su mancillada hija en una habitación del fondo de la casa, por todo el tiempo que durase el embarazo y aún más.

El día llegado, Carmen dio a luz a un hermoso varoncito. El padre, que continuaba enojado y ofendido, tomó al niño en sus brazos y, presuroso, le fue a arrojar a un río. Sin embargo, poco tiempo después don Juan fue presa de arrepentimientos por su mala acción y murió víctima de un infarto fulminante.

Carmen se encontraba completamente afectada por el robo de su hijo, y por la muerte de su padre; poco a poco su salud se quebrantó, hasta que empezó a desvariar y acabó en la absoluta locura. Después de algunos meses de encontrarse completamente trastornada, la infeliz mujer murió.

Su alma, que no encontraba descanso, empezó a penar por la casona en que vivió. Los vecinos y aquellos que pasaban frente a la morada, escuchaban el llanto y los patéticos lamentos de Carmen que penaba por su hijo y por su amado,

Actualmente la casa en que ocurrió la terrible tragedia es sede de una escuela de música de la Ciudad de Puebla, ubicada en la calle 8 Oriente número 409. Donde los lamentos desgarradores de Carmen aún se siguen escuchando para tormento y espanto de los estudiantes.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Ciudad de México Leyendas Cortas

El príncipe heredero

Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu, más conocido como Agustín I de México, fue coronado emperador en el año de 1822, en la Catedral Metropolitana. Este emperador de poca duración en el trono, se casó con Ana María Huarte y tuvieron diez hijos. El primero de ellos llevó el nombre de Agustín Jerónimo de Iturbide y Huarte, el cual le pusieron cuando fue bautizado en el Sagrario Metropolitano. A él le correspondió heredar el imperio – con los títulos de Príncipe Imperial y Caballero de la Orden de Guadalupe-, derecho al que renunció para cederle el trono a Maximiliano I, el austriaco que gobernó a México por una cierta temporada, hasta que Benito Juárez lo derrotó y ejecutó en el Cerro de las Campanas, sito en Querétaro, en el año de 1867.

Cuando el imperio cayó el imperio Agustín II, como le llamaban algunos fanáticos de la monarquía, se exilió en Europa con sus aristocráticos padres, donde permaneció por varios años en el Amplefoth College situado en Yorkshire, Inglaterra. Cuando sus padres regresaron a México de Londres, él se quedó en Europa, y Agustín I le escribió una carta a su hijo de la cual reproducimos un fragmento:

Vamos a separarnos, hijo mío, Agustín, pero no es fácil calcular el tiempo de nuestra ausencia: tal vez no volveremos a vernos. Esta consideración traspasa el corazón mío y casi parece mayor mi pesar a la fuerza que debo oponerle; ciertamente me faltaría el poder para obrar, o el dolor me consumiría, si no acudiese a los auxilios divinos, únicos capaces de animarme en circunstancias tan exquisitas y tan críticas. A tiempo mismo que mi espíritu es más débil, conozco que la Providencia Divina se complace en probarme con fuerza; si, hijo mío, quisiera entregarme a meditaciones y a cierto reposo cuando los deberes me impelen y el amor me obliga a hablar, porque nunca necesitarás más de mis consejos y advertencias que cuando no podrás oírme, y es preciso que te proporcione en pocos renglones que leas frecuentemente los recuerdos más saludables y más precisos, para que por ti mismo corrijas tus defectos y te dirijas sin extravíos al bien. Mis consejos aquí serán, más que otra cosa, una indicación que recuerde, lo que tantas veces y con la mayor eficiencia, te he dado.

Te hayas en la edad peligrosa porque es la de las pasiones más vivas, la de la irreflexión y de la mayor presunción. En ella se cree que todo se puede. Ármate con la constante lectura de buenos libros y con la mayor desconfianza de tus propias fuerzas y de tu juicio.

Agustín Jerónimo Iturbide

Al llegar a la edad de veinte años, se trasladó a la Gran Colombia, país de América del sur creado en 1819 con la unión de varios países. Ahí trabajó con Simón Bolívar el Libertador, presidente de la Gran Colombia, como su ayudante preferido. A la muerte de Bolívar en 1830, Agustín regresó a México y se incorporó al Servicio Exterior, pues el Congreso había ya permitido la entrada al país a la familia Iturbide. Le correspondió la legación de México en los Estados Unidos, donde trabajó dos años, para después trasladarse a Londres como encargado de negocios.

Más adelante, en 1855, a raíz de la aparición de las primeras Leyes de Reforma, los conservadores propusieron coronar a Agustín Jerónimo como emperador con la condición de casarse con una mujer de raza indígena. Idea que, por supuesto no progresó, y que tal vez nunca conoció el príncipe de marras.

El príncipe frustrado siguió trabajando en los Estados Unidos como diplomático. Cuando Maximiliano I se convirtió en emperador por la fuerza, Agustín le cedió sus “derechos” reales a cambio de una pensión vitalicia.

Agustín Jerónimo murió en 1866 en Nueva York, a causa de una mortal enfermedad de los riñones. Se encuentra enterrado en la Capilla de San Juan, en Filadelfia, junto con algunos miembros de su familia. Se cree que tuvo una hija bastarda con una peruana de nombre Nicolasa Fernández de Piérola, a la que sus padres llamaron Jesusa de Iturbide, quien con los años se convertiría en la esposa del presidente de Perú Nicolás de Piérola Villena.

Se dice que Agustín Jerónimo era cosmopolita, con una personalidad flemática, tal vez por los años pasados en Londres, calmado y que tocaba la guitarra.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Ciudad de México Leyendas Cortas

Una mujer en Notre Dame

“Sólo padeciendo el amor se sabe cuánto se ama” Antonieta Rivas Mercado.

El día 11 de febrero de 1931 se suicidó en la catedral de Notre Dame de París, Francia, una mujer de tan solo treinta y un años. Su nombre fue Antonieta, y era hija de doña Matilde Castellanos Haaf y de un arquitecto llamado Antonio Rivas Mercado, a quien se debe nuestro famoso Ángel de la Independencia que se yergue en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México, y a quien apodaban El Oso por lo alto y corpulento.

Antonieta nació en abril de 1900, y era la segunda hija de una familia de la alta burguesía mexicana que la educó comme il faut, bajo los cánones de la época porfiriana. Viajó a París desde muy pequeña y hubiera podido dedicarse profesionalmente a la danza clásica en la Ópera de París, a no ser por la rotunda oposición de su padre. Desde muy joven se dedicó al cuidado de su casa, ya que su madre abandonó el hogar para irse con su amante. Hecho que nunca le perdonó Antonieta. Cuando su madre regresó a México para asistir al funeral de su marido, la hija abandonada le lanzó las siguientes palabras: – ¡Tú no lo necesitaste para hacer tu vida, él no te necesita a ti para morir!

Esta culta y rica mujer hablaba varios idiomas, aparte del español materno, su educación era inmejorable, lo cual le llevó a convertirse en mecenas de varios escritores y pintores de la época, todos ellos de la mejor ralea. Se enamoró de uno de ellos Manuel Rodríguez Lozano, miembro del grupo de los contemporáneos, a quien amó con locura, pero de manera platónica, ya que Rodríguez era homosexual. Se conocieron en el año de 1927.

Antonieta Rivas Mercado

Esta mujer amante de las artes y la cultura, fundó el famoso Teatro Ulises y un patronato para la Orquesta Sinfónica de México. El Teatro lo dirigía Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, y se encontraba situado en la Calle de Mesones del centro de la Ciudad de México. Este teatro se convertiría en un teatro de vanguardia a pesar de su corta existencia.

Antonieta decidió casarse con Albert Edward Blair cuando contaba con diez y ocho años. De este matrimonio nació Donald Antonio, y toda la familia vivía en un rancho en Coahuila. Pero Antonieta no se llevaba bien con su esposo y decidió regresar a la casa de su padre. Los intentos de reconciliación por parte de su marido fueron nulos y acabaron separándose oficialmente, después de una agotadora lucha por conservar la custodia de su hijo.

En 1928, se unió a la campaña de José Vasconcelos para obtener la presidencia de México, y formaron una pareja sentimental que duró tan solo un año, a escondidas de la mujer del candidato, Serafina, quien vivía en los Estados Unidos. Al ser derrotado Vasconcelos, Rivas Mercado se exilió primero en Nueva York y luego en París, lugares en donde ejerció el periodismo.

En su viaje a París se encontró con Vasconcelos. Antonieta, en un intento de regresar con él, le preguntó si en verdad la necesitaba. Él, anteponiendo su ego ante la soledad de la que fuese su amante le contestó: – Ningún alma necesita de otra. Nadie, ni hombre ni mujer necesita más que a Dios; cada uno tiene su destino comprometido con el Creador.

Al día siguiente, por la mañana, en la Catedral de Notre Dame y frente a la imagen de un cristo, Antonieta se dio un balazo en el corazón con la pistola de Vasconcelos que había sustraido. La noticia causó un gran revuelo tanto en París como en México. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de Thiai, situado en el departamento de Val-de-Marne, y al vencer la concesión de la tumba, sus huesos se trasladaron a la fosa común.

Sonia Iglesias y Cabrera

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Leyendas Cortas Leyendas Mexicanas Prehispanicas Tlaxcala

Tecuelhuetzin en la leyenda

Tecuelhuetzin nació, en un año desconocido. en lo que actualmente conocemos como el estado de Tlaxcala. Tuvo por padre a Xicoténcatl El Viejo y como hermano a Xicoténcatl El Joven, ambos personajes de controversia histórica debido a sus alianzas con los guerreros invasores españoles para acabar con que el imperio mexica.

Esta princesa tlaxcalteca, tuvo la mala suerte de casarse con Pedro de Alvarado, conquistador español a quienes los indígenas llamaba Tonatiuh, el Sol, ya que era muy rubio, tirando a pelirrojo y muy alto. Pedro de Alvarado participó en la batalla contra los tlaxcaltecas, quienes perdieron la pelea y se aliaron con ellos para luchar contra los tenochcas, sus eternos enemigos. Fue en estas circunstancias cuando los caciques de Tlaxcala obsequiaron a sus mujeres a los ganadores, a los capitanes de Hernán Cortés.

Así, la dulce princesa tlaxcalteca Tecuelhuetzin fue dada a Alvarado, aunque en un principio estaba destinada a Cortés, pero al final acabó con el Sol, ya que Hernando estaba casado. El matrimonio entre la tlaxcalteca y el español, por cierto a la manera indígena, era una manera de asegurar la alianza entre los dos bandos para luchar contra los mexicas. Como no fue bajo los ritos católicos, no se le consideraba un matrimonio muy legítimo.Tecuelhuetzin en un códice.

Al ser cedida al rubio español, se le cambió el nombre y la bautizaron como Luisa. Del matrimonio nacieron dos hijos: el primero un varón que recibió el nombre de Pedro, y la segunda una hembra a la cual llamaron Leonor, quien luego se casaría con Francisco de la Cueva. Pedro, hijo, nació en Tutepeque y Leonor en Utatlán. Algunas fuentes afirman que hubo un tercer hijo.

Tecuelhuetzin participó, junto con otras mujeres indígenas y españolas en la famosa batalla conocida como la Noche Triste. Batalla donde Alvarado se salvó por un pelo saltando con su lanza los puentes de la acequia de Tacuba; a esta acción se la conoce como el Salto de Alvarado, la cual dio origen al nombre de la calle Puente de Alvarado, situada en la antigua calzada que conducía al señorío de Tlacopan. (Cfr. Sonia Iglesias y Cabrera, “Pedro de Alvarado, El Cruel”)

Cuando más adelante, y después de la caída de Mexico-Tenochtitlan, fue enviado a participar en la conquista de Guatemala en 1524, se llevó a su mujer con él, y fue nombrado alguacil mayor de los Caballeros de Guatemala, El Salvador y Honduras.

No hay fuentes que nos informen acerca del trato que Pedro daba a Tecuelhuetzin, pero es fácil adivinarlo pues era el conquistador de México y Guatemala, cuya presencia imponía a los indígenas que nunca habían visto personas rubias, y que contaba en su haber un terrible genocidio, llevado a cabo en el Templo Mayor aprovechando una festividad: Cuando los señores mexicas danzaban completamente desarmados, las tropas hispanas cerraron las salidas del Templo Mayor y dispararon contra los nobles tenochcas. Tasajeaban y acuchillaban con las espadas, atacaban por la espalda; cabezas y brazos volaban por doquier, desgarraban cuerpos, herían muslos y pantorrillas, destrozaban abdómenes y arrastraban los intestinos. Los nobles corrían, pero no lograban ponerse a salvo. Habían caído en una trampa mortal. Los muertos fueron incontables. Los españoles se refugiaron en las casas que los mexicas habían puesto a su disposición, y procedieron a apresar a Moctezuma Xocoyotzin. (Ibidem)

Además, al llegar a Guatemala, Pedro, El Cruel contrajo matrimonio por la iglesia con Doña francisca de la Cueva en el año de 1527.

Doña Luisa Tecuelhuetzin murió en tierras guatemaltecas en el año de 1537, y se encuentra enterrada en la catedral de Antigua Guatemala.

 

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Guerrero Leyendas Cortas

La primera hija de Porfirio Díaz

En el año de 1867 nació la niña Deonicia Amancise de Jesús, en Huamuxtlán, estado de Guerrero, la primera hija que tuvo el presidente de México Porfirio Díaz. Su madre fue doña Rafaela Quiñones, una mujer indígena con la que sostuvo relaciones Porfirio. Carlos Tello Díaz, tataranieto de Porfirio Díaz relata en su libro El exilio. Un relato de familia que: Se llamaba Rafaela Quiñones. El general Díaz la había conocido pocos meses antes de su matrimonio, en Huamuxtitlán, cerca de Olinalá, entonces todavía parte del estado de Oaxaca. La vio de nuevo más tarde, en la Ciudad de México, donde vivía con unos conocidos en el barrio de Santiago Tlatelolco. Tenían una hija a la que llamaban Amadita. Al retornar ella con los suyos, a su pueblo, Porfirio mantuvo la tutela de la chica, que ingresó como alumna en la Escuela Secundaria de Niñas.  Rafaela, a su vez, empezó a recibir de parte suya las remesas de dinero que le mandaba de la capital por conducto del teniente coronel Aniceto López.

La niña Amada vivió con su madre hasta la edad de doce años cuando su padre obtuvo su custodia. Tuvo ocho medios hermanos, quienes fueron los hijos de Porfirio Díaz y Delfina Ortega, la primera esposa del dictador.

Vivía la familia Díaz en una casona situada en la Calle de Moneda Núm. 1 y parece ser que todos se llevaban muy bien. Cuando doña Delfina murió en 1880, el presidente volvió a casarse, esta vez con Carmen Romero Rubio, quien se hizo cargo de sus hijos, incluida Amada, con quien formó una buena relación.El retrato de Amada Díaz, la primera hija de Porfirio Díaz.

Cuando Amadita, como la llamaban, creció se hizo novia de Ignacio de la Torre y Mier, y en 1888 se casaron siendo el oficiante el arzobispo Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos. Desde entonces se le conoció a Ignacio con el apodo de “el yerno de su suegro”. Tal matrimonio no iba nada bien, ya que Ignacio era homosexual y amigo de armar farras y escándalos que la familia Díaz no toleraba. La pareja se fue a vivir a una casa ubicada en Plaza de la Reforma. A pesar de vivir en la misma morada llevaban vidas separadas.

Este don Ignacio se hizo famoso porque en 18 de noviembre de 1901, la policía de la Ciudad de México llevó a cabo una razzia en una casa donde se efectuaba una fiesta y donde se apresó a cuarenta y dos hombres vestidos de mujer y haciendo de las suyas. Este hecho se conoció como el “baile de los cuarenta y uno”, ya que el número cuarenta y dos, el esposo licencioso, se escapó de ser detenido dado que era el yerno de don Porfirio Díaz.

Cuando en 1911 el presidente Díaz se vio obligado a renunciar a la presidencia, dada la Revolución, Amadita acompañada de su esposo asistió al andén de San Lázaro a despedir a su padre que tomaba el tren que habría de llevarle a Veracruz, y de ahí al exilio trasladado por el barco Ipiranga el 31 de mayo.

Poco después, Ignacio de la Torre fue apresado acusado de haber participado en el asesinato de Francisco I. Madero y de José María Pino Suárez. Emiliano Zapata, por razones que aquí no vienen al caso, lo tomó como su prisionero particular y lo llevaba a todas partes. Este fue contraproducente para Ignacio, ya que cuando la tropa cercana a Zapata se enteró de que era homosexual, y lo violaron hasta dejarle destrozado el ano. Por su parte Zapata le expropió las haciendas que tenía en Yuatepec y en Cuautla.

Como Amada sufría mucho por la ausencia de su querido padre, decidió ir a visitarlo en su exilio, pero nunca se quedó con él. A raíz de la muerte de su marido, Amada se encontraba llena de deudas, por lo cual vendió algunas de las propiedades que le quedaban, entre ellas la Plaza de Toros que adquirió Ávila Camacho, y que en esos tiempos se encontraba en la Colonia Condesa.

Deonicia Amancise murió hasta los noventa y cinco años en la Ciudad de México, en el año de 1962.

Sonia Iglesias y Cabrera